La Profecía del Héroe - Capitulo 10: ¡Iniciando con un Boom!
El cielo oscuro se ilumino convirtiéndose en un
cielo naranjado, parecido al que se proyecta al esconderse el sol. Pero no era
debido al sol, el sol proyectaba una gran imagen de hongo. ¿Entonces que era?
Seguido de dicha imagen, un gran estruendo resonó inclusive en el pueblo de
Spero. ¡Una explosión!
En el tiempo que Spero había formado parte del
ejercito nunca había visto algo que fuera capaz de crear una explosión de tal
magnitud. Aunque solían usar una sustancia negra para generar pequeñas
explosiones, estas no eran lo suficientemente grandes para compararse.
El estruendo que resonó hasta el pueblo de
Spero despertó igualmente a Core, quien un poco alterado corrió hacia Spero.
− ¿¡Nos
atacan!? – Pregunto a Spero, quien se quedó inmerso en la proyección.
Core
miro al cielo y lo entendió, el hongo aun habiendo pasado algo de tiempo, no había
desaparecido, se seguía proyectando en el cielo.
− Esta
vez duro menos – Murmuro Core.
Spero
seguía conmocionado por la explosión, no apartaba ni por un momento sus ojos de
la explosión. Core lo comenzó a llamar varias veces, pero este no daba la más
mínima reacción. No fue hasta que Core le dio un golpe con su bastón que este
reacciono.
− ¿¡Qué
paso!? – Preguntó Spero agitado.
− Eso te
quiero preguntar a ti, no reaccionabas – Contestó Core.
− Yo…
solo me distraje – Dijo Spero. − ¿Qué hace despierto? –
Intentaba
cambiar el tema de conversación, como si quisiera evitar hablar de ello. De
cierta manera, Core entendía un poco el por qué Spero actuaba de dicha manera,
pero no quería indagar en ello, sabía que no iba a terminar bien. Pero era
igualmente una oportunidad para hacer que Spero dejara el pueblo.
− ¿Estas
preocupado por él? – Pregunto Core.
− ¿Por
quién? – Respondió Spero.
− Tu
amigo… el chico con el que vivías antes – Core dudaba un poco sobre
mencionarlo, sabía que para Spero hablar de él era un tanto doloroso, tanto que
había estado evitando mencionarlo durante los últimos años.
Aunque
la mirada de Spero no era totalmente triste, aunque denotaba que no estaba muy
cómodo hablando de ello. Pero aun así respondió de forma clara y concisa
− Si…
supongo que un poco, aunque no sé dónde este descansando –
Con esas
palabras Core miro la oportunidad perfecta para realizar su jugada.
−
Deberías ir a Central y buscarlo – Propuso Core. – No creo que sea muy difícil
encontrarlo con lo famoso que es –
Spero
estaba un tanto dudoso. Por un lado, quería ir corriendo directamente a
buscarlo y asegurarse de que se encontraba con bien, y por otro… tenía miedo.
Sabía que si viajaba no se encontraría con algo agradable. Así que busco
cualquier excusa para evitar dejar el pueblo.
− Pero…
− Respondió Spero haciendo una pausa – No puedo dejarte solo, podría pasarte
algo –
Core
entendió que era lo que Spero estaba intentando hacer, evadir la propuesta y
simplemente hacer como que nunca había sucedido nada. Aun con el hongo
iluminando el cielo. Pero no podía dejar que eso pasara.
− Tengo
cien años, claro que me sucederá algo – Respondió Core bruscamente – Pero ese
no es tu problema, yo moriré por la edad, no hay nada que puedas hacer –
− Pero
si te enfermas… − Dijo Spero intentando evadir nuevamente.
− ¡Si me
enfermo ya veré como me las arreglo! – Interrumpió Core antes de que Spero
terminara lo que iba a decir. – No deberías de preocuparte por un viejo como
yo, tu y yo no somos siquiera familia −
Unas
palabras fuertes después de haber pasado tanto tiempo juntos. Pero eso no
parecía afectarle a Spero.
− Aun
así… −
− ¡Nada!
– Interrumpió nuevamente Core. – Tanto lloraste por ese amigo tuyo como para
que ahora dudes sobre ir con él. Yo soy un anciano, tengo cien años, he vivido
lo suficiente, poco me podría interesar si muero ahora… –
Desde la
primera vez que se habían conocido, Core hablaba de una forma despreocupada,
como si en realidad él no le temiese lo mas mínimo a la muerte. Todo lo
contrario a Spero quien había huido anteriormente debido a ese temor.
− Pero
tú eres importante para mi… − Dijo Spero bajando su mirada.
Era la
primera vez que Spero había dicho tales palabras, teniendo un fuerte efecto en
Core. Spero tenía una buena comunicación y trato con Core, puesto que ya
llevaban viviendo mucho tiempo juntos, pero nunca había demostrado tal tipo de
preocupación por Core.
−
Cuidaste de mi estos últimos años… − Continúo Spero. – No hay forma de que
solamente me vaya y te deja aquí solo a tu suerte. –
La gente
que Spero había conocido habían sido todos buenos con él, y siempre terminaban
del mismo modo. Dicha amabilidad creo un tipo de miedo a Spero, sentía que él
estaba maldito y la gente que lo ayudaba estaba destinada a morir. Por lo que
respondía con mucha más amabilidad a esa gente, pensando que quizá si el hacia
el doble, evitaría que estos murieran, tomando una actitud altruista parecida a
la que había tenido Ciel.
Core no
supo cómo reaccionar, lo había tomado por sorpresa. Él realmente no esperaba un
tipo de respuesta como esa, simplemente no estaba preparado. Pero no era hora
de echarse atrás. Aunque él no lo dijera, igualmente le había tomado cierto
cariño, como si de un hijo se tratara. Puesto que Core nunca había tenido una
familia, Spero era lo más cercano a una. Y debido a esto, quería lo mejor para
él, cosa que no encontraría apartado en un pueblo.
− Ay ya
cállate – Respondió Core algo conmovido. – El solo escuchar tus escusas me
molesta –
− Pero
yo… − Dijo Spero,
− ¡Esta
bien! – Interrumpió nuevamente Core. – No moriré, me aferrare a la vida, y cuando
vuelvas me encontraras en el mismo lugar. −
Core,
quien hablaba sobre que iba a morir desde hacía años, ahora hablaba sobre que
se aferraría a la vida. ¿Hasta ese punto
llegaras? No fue difícil para Spero comprender que era lo que Core
intentaba hacer. Aunque le dolía dejarlo a su suerte, sintió que debía seguir
el consejo de Core. Si eso es lo que te
hará feliz…
− Pero
no quiero que regreses… − Continúo Core haciendo una larga pausa. ¿Qué? ¿Qué sentido tenia decirle que se
aferraría a la vida, si al final le iba a decir que no regresara? – Si no es
con una esposa –
A eso te referías… Core ya
le había mencionado antes que debía pensar en hacerse de su propia familia,
quizá no quería en cierto modo que Spero terminara como el, pero eran solo
suposiciones. Aunque no era un consejo malo, puesto que Spero se había
estancado en una vida algo solitaria y dependiente de un anciano, era momento
de que avanzara y pensara en formar su propia familia.
− O una
novia – Continuo. – Me conformo con que cortejes a una mujer, a este paso
moriré antes de ver a tus hijos… y por alguna razón, ahora que lo pienso,
quiero verlos, así que si, no moriré, ve sin cuidado –
La
actitud tranquila que había tomado Core tranquilizaba igualmente a Spero,
aunque aún no estaba del todo de acuerdo con abandonarlo.
− Esta
bien… − Respondió Spero, sorprendiendo a Core. “Cambio de parecer muy rápido”
pensó. − ¿Pero que harás con la comida? ¿Y la leña? ¿Podrás cuidar de los
animales? Insisto… ¿Cómo cortaras leña para el invierno? –
− ¡Ya
veré como me lo arreglo! – Grito Core poniendo fin a la discusión. – Ahora
mejor prepárate, no te quiero ver aquí en la mañana –
Core
camino sin decir nada más a su casa. Spero pensó que quizá iba a volver a
dormir, pero por alguna razón espero un poco ahí de pie. Al cabo de unos
minutos, Core salió nuevamente de su casa y camino hacia Spero.
− Toma –
Dijo extendiendo su mano derecha a Spero, en dicha mano tenía el hacha con la
que cortaban leña – Llévala por seguridad –
− ¿Pero
que harás con la leña? – Pregunto nuevamente Spero sin tomar el hacha.
− Ya no
puedo usarla, soy muy viejo, le comprare leña o pediré que la saquen por mi
cuando vengan comerciantes – Contesto Core empujando el hacha hacia Spero. – Y
sobre el dinero, supongo venderé algunos animales y otras cosas, así que
tampoco te preocupes, no necesito tus ahorros. –
Secretamente…
bueno, no tan secretamente, Spero había estado guardando dinero de las
artesanías que vendía… aunque más que guardar, era que no tenían necesidades de
comprar muchas cosas de los mercaderes ambulantes, por lo que solía ahorrar el
dinero.
−
Entonces está decidido – Continuo Core. – Mañana no te quiero ver aquí –
Spero no
dijo nada más esa noche, sintió que todo ya se había dicho. Solamente se dio la
vuelta y camino a su casa, con el hacha en mano. Core hizo lo mismo, puesto que
aun tenia sueño, no era bueno para alguien de su edad estar a altas horas de la
noche despierto.
Esa
noche fue la más iluminada de la historia.
Al día
siguiente el primero en despertar fue Core.
− Espero
se haya ido – Dijo para sí mismo.
Dio un
paso fuera de su casa para verificar que Spero hubiese dejado el pueblo, pero
lo que encontró fuera fue… otra cosa.
− Ese
chico… −
Fuera de
la casa de Core había una gran cantidad de madera, la cual parecía recién cortada.
Estaba perfectamente acomodada que parecía una gran muralla. Al parecer, Spero
había pasado la noche cortando leña para Core. Y no solamente eso, dejo una
nota pegada a la pila de madera.
“Volveré…
con una esposa” Core no pudo evitar esbozar una sonrisa. – Cuídate mucho, Spero
–
Mientras
tanto Spero se encontraba corriendo sin parar, cargando consigo una mochila con
suministros y cosas varias. En cierto modo ya se había acostumbrado a ese tipo
de transporte. Corría de un lugar a otro, aunque pensó que quizá hubiese sido
más útil haberse conseguido un caballo con anterioridad, aunque ya era algo
tarde.
Con los
años de trabajo físico y en sí, crecimiento general, su resistencia había
aumentado considerablemente, dejándolo correr durante más tiempo sin cansarse.
Haciendo que el trayecto fuera más corto. Igualmente había crecido en estatura,
Ciel había sido una persona alta incluso entre los adultos a su corta edad de
quince años, mientras que Spero salía de la media entre el rango de su edad.
Pero ahora con veinte años, las piernas de Spero se habían estirado un poco
más, dándole la posibilidad de abarcar rangos de distancia más grandes en menor
tiempo.
Decidió
que esta vez no descansaría entre pueblos, quería llegar lo más pronto posible
a el lugar de la conmoción, aunque pensaba que quizá para cuando lo hiciera ya
todo habría pasado. Pero de igual manera siguió con su plan, descansaba en
intervalos de tiempo cortos y corría la mayor parte del día y noche. Gracias a
eso logro acortar el tiempo que le tomo llegar hasta central a la mitad de la
vez anterior, un nuevo record.
Solo unos pasos más. Spero
se encontraba a las afueras de Central, algo cansado por el trayecto, pero con
suficientes energías como para seguir un poco más, añadiendo que el día apenas
iniciaba. Aunque tenía la corazonada de que Ciel se encontraba descansando en
Santa Fe, pensó que sería más fácil conseguir información en Central.
Alrededor
de central había una gran muralla. ¿Siempre
estuvo ahí? Realmente no lo recordaba, había pasado mucho más tiempo fuera
de ella que dentro. Pero poco importaba, solamente tenía que pasar por las
puertas.
Spero se
acercó a la entrada y comenzó a llamar a los guardias, puesto que las puertas
estaban cerradas.
−
¡Abran! – Gritaba con todas sus fuerzas, pero nadie respondía al llamado.
Las
puertas eran una combinación de madera y metal, por lo que pensó que quizá
golpeando estas, haría el suficiente ruido como para que alguien se diera
cuenta de su presencia. Pero no importo que tan fuerte lo golpeaba, nadie
respondía a su llamado. ¿Se habrán
quedado dormidos?
Entonces
tuvo otra idea, ya que nadie respondía a su llamado, decidió escalar la
muralla. Tenía la ventaja de que esta estaba hecha de tal manera que algunos
ladrillos sobresalían, sirviendo como apoyo para estirarse hacia arriba o
apoyar los pies. Añadiendo que Spero tenía una buena condición física, no fue
un reto difícil para él. Solo un poco
más… Entonces alcanzo la cima de la muralla… solo para llevarse una cruel
sorpresa. Entonces fue aquí…
Muchos
de los edificios de la ciudad eran simples cenizas en el suelo, los que
restaban apenas se mantenían y parecían que fueran a ser derribados por la mas
mínima ráfaga de aire. Spero sabía que si daba un paso más allá se encontraría
con cosas desagradables, pero ya había hecho todo el recorrido hasta Central,
por lo que debía continuar. No podía mirar todo desde la cima, por lo que bajo
de la muralla y comenzó a caminar por la ciudad… o lo que quedaba de ella.
Lo que
alguna vez había sido la ciudad principal del Reino de Ingard era ahora
solamente cenizas, un pueblo fantasma. ¿A
dónde fue toda la gente? La peor pregunta que se pudo hacer. No pasaron ni
cinco minutos cuando se encontró con lo que temía. En el suelo yacía lo que
parecían ser los restos de una persona calcinada hasta los huesos, incluso se
podía mirar un poco de carne quemada pegada a los huesos. Spero aun sin ser un
creyente, sintió que lo correcto era hacer un rezo por el cadáver, por lo que
se puso de rodillas y comenzó a orar.
Una vez
se puso nuevamente de pie, comenzó a caminar nuevamente sin decir nada.
Solamente se encontró con un paisaje aún más desolador. Un ataque
indiscriminado había acabado con una gran cantidad de gente, y esto se podía
mirar en cualquier calle por la que pasara. Huesos pequeños, huesos grandes;
restos de niños, restos de adultos. Lo único que quedaba de ellos era solamente
eso, huesos y cenizas. Y por lo que podía ver, el ataque se había efectuado sin
previo aviso. Aunque eran solamente huesos, se podía averiguar mucho de ellos
en base a su posición y el lugar en el que se encontraban. Algunos estaban
dentro de casas junto a otro par más; huesos pequeños en el centro de la ciudad
que simulaban ser los de unos niños jugando; dos esqueletos juntos tomados de
la mano frente a una fuente, presumiblemente una pareja.
Entre
más se acercaba al centro de la ciudad, más tranquilos se miraban los huesos,
pero conforme caminaba hacia los extremos… la cosa se ponía peor. Spero no
sabía decir si los que se encontraban al centro habían sido más afortunados,
puesto que no habían visto venir el ataque, mientras los que se encontraban a
los extremos de la ciudad…
La
explosión no había abarcado rápidamente toda la ciudad, le había dado tiempo a
las personas que no se encontraban en el centro para alertarse e intentar huir,
siendo todo inútil. Esto se podía saber simplemente mirando como algunas
personas intentaron cubrir inútilmente a sus seres queridos. Podía decirlo al
ver las posiciones de estos, como un esqueleto grande cubría entre sus brazos a
otro.
La peor
de todo vino al final, en el lugar más alejado del centro de la ciudad. Una
mujer conservaba la mayor parte de su cuerpo, teniendo solamente la espalda
quemada, dejando al descubierto su espina dorsal y parte de su cráneo. Se encontraba
boca bajo como si hubiese estado cubriendo algo...
Bajo la
mujer había un pequeño bebe en perfecto estado, no tenía ni una quemadura,
incluso estaba cubierto con una tela y esta se había conservado perfectamente… Entonces ¿Por qué? Aun con toda la
suerte que había corrido al haberse librado de la explosión, él bebe había
muerto. Había pasado un par de días y no parecía que nadie hubiese enviado
ayuda durante ese tiempo. Fue por ello que él bebe murió, al no recibir ayuda y
la imposibilidad de valerse por sí mismo… murió de inanición.
Spero no
pudo más con la situación, era un paisaje desolador, pero no lo suficientemente
horrible como para hacerlo vomitar. Todo lo que quedaba eran cenizas y huesos.
Pero eso no le restaba importancia. ¿Por
qué? Se preguntaba constantemente Spero. Por su mente paso que quizá
hubiese sido mejor nunca haber ido a Central. Pero eso no hubiese arreglado
nada, simplemente habría evitado mirar el estado en el que se encontraba el reino.
Entonces
hizo la pregunta. ¿De que sirvió el
sacrificio de Ciel? Spero no era un ferviente creyente, pero incluso él
tuvo que admitir que alguna vez creyó en la paz que se profetizaba en la roca.
Mas tras mirar el sacrificio de su amigo, y como este pudo descansar
tranquilamente después de haber derrotado al máximo enemigo, pero ahora… todo
eso se había ido a la basura.
Tanto de escuchar sobre la paz, que solamente
tuviésemos esperanza, y aun al final de la guerra… nada termino. Spero sentía muchas emociones a la vez, tristeza por las vidas que se
habían perdido; frustración porque no sabía que debía hacer; enojo por que el
sacrificio de su amigo había sido en vano, pero no podía expresar nada de ello.
No tenía sentido llorar o gritar, las cosas no cambiarían, y él estaba harto de
hacerlo.
Pero si
tuviese que elegir un sentimiento que expresar, seria odio. Odio por la persona
que había provocado tal cosa. Incluso él se había esforzado por un largo tiempo
para apoyar a Ciel en la búsqueda de la paz, miro como mucha gente durante años
se esforzó para mantenerse con vida y salir adelante, como miraron al frente y
se antepusieron al miedo con la esperanza de algún día poder vivir
tranquilamente. La gente que peleo hasta el final persiguiendo un mismo
objetivo; los niños que desde pequeños tuvieron que pelear. Y al final… todo se
les arrebato sin previo aviso.
Lo matare… Definitivamente lo hare, no importa quien
haya sido, lo mataré. ¿Pero a quién? No sabía siquiera que
había provocado la explosión, quizá y no había sido exactamente un ataque y Spero
estaba tomando conclusiones rápidas. Quizá y todo había sido parte de un
accidente con un nuevo tipo de elemento o sustancia, y por eso no tuvieron
suficiente tiempo para evacuar o reaccionar. Pero si ese era el caso… ¿Por qué
no habían enviado ayuda? Ya habían pasado suficientes días como para que
enviasen ayuda desde Santa Fe, incluso habiendo sido una explosión de gran
magnitud, tenían que verificar si habían quedado supervivientes… como lo había
sido el bebé. Pero no había rastros de otras personas, como si el lugar hubiese
sido abandonado completamente.
En la
cólera el objetivo de Spero cambió, ya no tenía intenciones de encontrar una
esposa. Quería respuestas, quería saber qué diablos estaba pasando en el reino,
y porque este había abandonado a su ciudad capital. Y supo que no iba a
encontrar tales respuestas en Central, era un lugar que había sido abandonado
por el reino y sus gobernantes. Pensó el lugar más acertado para ello era Santa
Fe, la segunda ciudad más grande del reino. Spero se puso de pie, y tomo sus
cosas, para posteriormente volver a correr.
El día
apenas había comenzado, por lo que Spero calculaba llegar en cuestión de unas
cuantas horas, máximo en la tarde. Pero llego antes de lo esperado, quizá
producto de la ira, y que no había dejado de correr ni por un minuto. Al igual
que Central, esta ciudad estaba rodeada por una muralla. Pero a diferencia de
Central, las puertas estaban abiertas.
Un paso
fue suficiente para darse cuenta de que la situación no era muy diferente. Las
casas no estaban en ruinas, y mucho menos había gente muerta en el suelo. Pero
por otro lado… se miraba una extrema pobreza en el lugar. ¿Qué diablos paso en estos años? Fue lo único en lo que pudo
pensar.
Dio un recorrido
alrededor de la ciudad, y no importaba a donde miraba, las personas vestían
ropas desgastadas; algunos denotaban mala alimentación, llegando a la
desnutrición; las casas estaban vacías o destruidas.
Gente
diversa se acercaba a Spero mendigando por comida y dinero, pero este no podía
simplemente repartir su dinero entre todos los que le pedían. No era que no
quisiera ayudarlos, simplemente no podía brindarles ayuda a todos, no era
alguien rico como para resolver sus problemas, por lo que solamente dio comida
y algo de dinero a los niños, puesto que sintió que estos lo necesitaban más.
Siguió
su camino enfureciéndose cada vez más. La paz por la que había peleado junto a
Ciel, o bien, la paz por la que Ciel había dado su vida no era lo que estaba
ante sus ojos. Solamente se había ausentado por cinco años, y el reino había
entrado en una decadencia peor que cuando se encontraban en tiempos de guerra. Central
y Santa Fe eran las ciudades principales y estaban en tan mal estado, no quería
pensar siquiera en el resto del reino.
Hizo su
camino hasta llegar a su objetivo, el Templo de Santa Fe. Irrumpió abriendo las
puertas de este de una fuerte patada. Para darse cuenta de que dicho lugar, en
el que habían resguardado su bien más preciado, la roca de la profecía, y donde
habían realizado el funeral del Héroe… se había convertido en un refugio para
los pobres. Se sintió algo mal tras haber irrumpido de tal manera.
− Lo
siento – Dijo apenado a quienes se encontraban dentro del templo, siendo en su
mayoría niños.
Uno de
los que parecían estar a cargo del lugar se acercó a él con algo de temor.
−
¿Qué-Que se le ofrece? – Después de todo, los había asustado con la fuerte
patada que este había dado.
− Yo…
Mmh… nada, disculpe – La cara de Spero se volvió roja de la pena y salió
rápidamente del Templo.
− Ahí
esta… − Escucho un murmullo algo lejos.
Spero
volteo instintivamente hacia donde provenía el murmullo, miro como dos personas
uniformadas con toda la pinta de guardias se acercaban a él. ¿Sera porque patee la puerta? Pensó que
quizá el lugar seguía siendo algo sagrado, y lo que había hecho era algo
ilegal, por lo que no pensó en correr y espero a que los guardias llegaran a
él.
− ¡Oye
tú! – Grito el guardia 1 con algo de prepotencia.
− ¿Qué
sucede? – Pregunto Spero con normalidad.
− Tienes
que pagar los impuestos – Respondió el guardia 1 mientras el guardia 2 le daba
una mirada amenazante.
− ¿De
qué hablas? ¿Cuáles impuestos? –
− No te
hagas el estúpido y paga, es la ley –
La
actitud del guardia comenzaba a molestar a Spero, quien normalmente era alguien
calmado, pero debido a todo lo que había visto no podía estar del todo
tranquilo.
− ¿Y
para qué sirven dichos impuestos? – Pregunto Spero. – La ciudad se mira en
ruinas –
− ¡Eso a
ti te debería importar una mierda! – Grito el guardia 2 hablando por primera
vez – Solamente coopera o tendremos que llevarte preso por incumplimiento de la
ley –
− Me
niego a darles algo – Respondió Spero manteniéndose firme. – De todas formas
¿Qué paso con el consejo? ¿Por qué la ciudad está en este estado? ¿Por qué no
han mandado ayuda a Central? –
− Haces
muchas preguntas y no pagas los impuestos – Dijo el guardia 1.
− Así es
pedazo de mierda – Dijo el guardia 2. ¿“Pedazo
de mierda”? – No es algo que te incumba, solamente paga tus impuestos y
mantente al margen. −
Spero se
negaba rotundamente a seguir ordenes de “guardias” tan sospechosos, con solo
mirar el aspecto de la ciudad sabía que algo andaba mal. Se negaban a responder
y dar razón sobre la situación, lo que solamente lo hacía aún más sospechoso.
−
Entonces iras preso – Dijo el guardia 1 acercándose a Spero.
El
guardia se acercó a Spero y lo tomo bruscamente de la muñeca e intento doblar
su brazo contra la espalda. Pero Spero se resistió, empujando con poca fuerza
al guardia hacia atrás.
− Con
que te resistes… − Dijo el guardia 2 desenvainando su espada.
¿Va enserio? Spero
estaba desarmado, aun teniendo algo de conocimiento en combate cuerpo a cuerpo
estaba en clara desventaja.
− Ahora
¿Seguirás resistiéndote o vendrás por las buenas? – Dijo el guardia 1
desenvainando igualmente su espada.
Spero
sabía que estaba en clara desventaja, y que pelear contra ellos podía ser más
peligroso que simplemente rendirse. Por otro lado, era incierto lo que le podía
pasar si iba con ellos, después de todo su actitud era muy sospechosa, incluso
podía terminar peor. Entonces lo recordó, consigo cargaba el hacha que le había
dado Core. No era mucho, pero era lo suficiente para defenderse.
Spero
saco su hacha de la mochila y la giro un poco. Supongo que servirá.
− Así
que te quieres poner rudo… − Dijo el guardia 2, siendo el más prepotente de los
dos.
El
guardia sin pensárselo dos veces cargo contra Spero dando un corte diagonal
desde arriba con dirección al hombro derecho de Spero, cosa que fue inútil,
puesto que Spero lo desvió con un simple ondear de su hacha.
− ¡Tch!
– Hizo sonido en disgusto el guardia 2.
− ¡No te
olvides de mí! – Grito el guardia 1 cargando contra Spero con una estocada,
sosteniendo su espada con ambos brazos y respaldándole con el lateral de su
abdomen.
Spero
reacciono rápidamente girando su cuerpo levemente a un lado y golpeando con
fuerza la espada del guardia, haciendo que esta cambiara de dirección a contra
el suelo, para luego clavarse en él. Spero sabía que no debía hacer mucho
alboroto, pero sintió la necesidad de igualmente golpear en el rostro al
guardia 1 que no podía sacar la espada del suelo.
El guardia
1 quedo fuera de combate tras el golpe. Aunque el golpe no había sido muy
fuerte, fue lo suficiente para hacer que su nariz sangrara, haciendo se
mantuviera de rodillas en el suelo, mientras que el guardia 2 denotaba un poco
de preocupación y desesperación.
− No
creas que te saldrás con la tuya – Dijo el guardia 2 arrogantemente. Provocando
nulo efecto en Spero quien se encontraba un poco calmado.
El
guardia 2 se dio media vuelta y chiflo al aire con fuerza. ¿Qué está haciendo? A lo que rápidamente se escuchó otro chiflido
en respuesta.
− Pronto
estarán aquí – Dijo el guardia 2 soltando una leve risa. Al parecer, el guardia
2 había llamado refuerzos para contener a Spero, ya que entre ellos dos no
habían podido hacerlo.
Spero no
pensaba esperarlos ahí de pie, aunque había podido manejar a los dos guardias,
no tenía oportunidad contra muchos a la vez. Tenía tiempo sin experimentar un
combate real, y solamente había podido contra los dos guardias debido a que
estos se habían confiado y eran realmente débiles. Por lo que opto por correr.
− ¡No
importa a donde corras, te encontraremos! ¡Y esta vez no llegaras a prisión! –
Gritaba el guardia 2 mientras miraba a Spero alejarse.
Spero
corrió sin rumbo, dejar la ciudad no parecía la mejor opción, entrar a campo
abierto haría más fácil encontrarlo, y por lo que había dicho el guardia… no
tenían mas intenciones de llevarlo preso. Corrió durante unos minutos pasando a
través de calles y callejones, pero no se sentía seguro en ninguno de ellos.
Sabía que lo iban a encontrar, y no se sentía capaz de salir de dicha
situación.
Santa Fe solo me trae problemas. Dijo recordando la razón por la que se había abandonado la ciudad
principalmente.
Se alejó
lo más que pudo del Templo, y una vez se sintió un poco seguro, se ocultó en un
callejón. Pensó que la mejor opción era mantenerse ahí durante unas horas en lo
que se calmaban las cosas, y luego volver a abandonar la ciudad. Con un
objetivo en mente, no tenía una razón para quedarse en esa ciudad, no parecía
que fuese a encontrar las respuestas en ella. Por lo que solo debía dejar pasar
un poco de tiempo, solamente un poco más de tiempo…
− ¡Te
encontré! −
Comentarios
Publicar un comentario