La Profecía del Héroe - Capitulo 10: ¡Iniciando con un Boom!


El cielo oscuro se ilumino convirtiéndose en un cielo naranjado, parecido al que se proyecta al esconderse el sol. Pero no era debido al sol, el sol proyectaba una gran imagen de hongo. ¿Entonces que era? Seguido de dicha imagen, un gran estruendo resonó inclusive en el pueblo de Spero. ¡Una explosión!
En el tiempo que Spero había formado parte del ejercito nunca había visto algo que fuera capaz de crear una explosión de tal magnitud. Aunque solían usar una sustancia negra para generar pequeñas explosiones, estas no eran lo suficientemente grandes para compararse.
El estruendo que resonó hasta el pueblo de Spero despertó igualmente a Core, quien un poco alterado corrió hacia Spero.
− ¿¡Nos atacan!? – Pregunto a Spero, quien se quedó inmerso en la proyección.
Core miro al cielo y lo entendió, el hongo aun habiendo pasado algo de tiempo, no había desaparecido, se seguía proyectando en el cielo.
− Esta vez duro menos – Murmuro Core.
Spero seguía conmocionado por la explosión, no apartaba ni por un momento sus ojos de la explosión. Core lo comenzó a llamar varias veces, pero este no daba la más mínima reacción. No fue hasta que Core le dio un golpe con su bastón que este reacciono.
− ¿¡Qué paso!? – Preguntó Spero agitado.
− Eso te quiero preguntar a ti, no reaccionabas – Contestó Core.
− Yo… solo me distraje – Dijo Spero. − ¿Qué hace despierto? –
Intentaba cambiar el tema de conversación, como si quisiera evitar hablar de ello. De cierta manera, Core entendía un poco el por qué Spero actuaba de dicha manera, pero no quería indagar en ello, sabía que no iba a terminar bien. Pero era igualmente una oportunidad para hacer que Spero dejara el pueblo.
− ¿Estas preocupado por él? – Pregunto Core.
− ¿Por quién? – Respondió Spero.
− Tu amigo… el chico con el que vivías antes – Core dudaba un poco sobre mencionarlo, sabía que para Spero hablar de él era un tanto doloroso, tanto que había estado evitando mencionarlo durante los últimos años.
Aunque la mirada de Spero no era totalmente triste, aunque denotaba que no estaba muy cómodo hablando de ello. Pero aun así respondió de forma clara y concisa
− Si… supongo que un poco, aunque no sé dónde este descansando –
Con esas palabras Core miro la oportunidad perfecta para realizar su jugada.
− Deberías ir a Central y buscarlo – Propuso Core. – No creo que sea muy difícil encontrarlo con lo famoso que es –
Spero estaba un tanto dudoso. Por un lado, quería ir corriendo directamente a buscarlo y asegurarse de que se encontraba con bien, y por otro… tenía miedo. Sabía que si viajaba no se encontraría con algo agradable. Así que busco cualquier excusa para evitar dejar el pueblo.
− Pero… − Respondió Spero haciendo una pausa – No puedo dejarte solo, podría pasarte algo –
Core entendió que era lo que Spero estaba intentando hacer, evadir la propuesta y simplemente hacer como que nunca había sucedido nada. Aun con el hongo iluminando el cielo. Pero no podía dejar que eso pasara.
− Tengo cien años, claro que me sucederá algo – Respondió Core bruscamente – Pero ese no es tu problema, yo moriré por la edad, no hay nada que puedas hacer –
− Pero si te enfermas… − Dijo Spero intentando evadir nuevamente.
− ¡Si me enfermo ya veré como me las arreglo! – Interrumpió Core antes de que Spero terminara lo que iba a decir. – No deberías de preocuparte por un viejo como yo, tu y yo no somos siquiera familia −
Unas palabras fuertes después de haber pasado tanto tiempo juntos. Pero eso no parecía afectarle a Spero.
− Aun así… −
− ¡Nada! – Interrumpió nuevamente Core. – Tanto lloraste por ese amigo tuyo como para que ahora dudes sobre ir con él. Yo soy un anciano, tengo cien años, he vivido lo suficiente, poco me podría interesar si muero ahora… –
Desde la primera vez que se habían conocido, Core hablaba de una forma despreocupada, como si en realidad él no le temiese lo mas mínimo a la muerte. Todo lo contrario a Spero quien había huido anteriormente debido a ese temor.
− Pero tú eres importante para mi… − Dijo Spero bajando su mirada.
Era la primera vez que Spero había dicho tales palabras, teniendo un fuerte efecto en Core. Spero tenía una buena comunicación y trato con Core, puesto que ya llevaban viviendo mucho tiempo juntos, pero nunca había demostrado tal tipo de preocupación por Core.
− Cuidaste de mi estos últimos años… − Continúo Spero. – No hay forma de que solamente me vaya y te deja aquí solo a tu suerte. –
La gente que Spero había conocido habían sido todos buenos con él, y siempre terminaban del mismo modo. Dicha amabilidad creo un tipo de miedo a Spero, sentía que él estaba maldito y la gente que lo ayudaba estaba destinada a morir. Por lo que respondía con mucha más amabilidad a esa gente, pensando que quizá si el hacia el doble, evitaría que estos murieran, tomando una actitud altruista parecida a la que había tenido Ciel.
Core no supo cómo reaccionar, lo había tomado por sorpresa. Él realmente no esperaba un tipo de respuesta como esa, simplemente no estaba preparado. Pero no era hora de echarse atrás. Aunque él no lo dijera, igualmente le había tomado cierto cariño, como si de un hijo se tratara. Puesto que Core nunca había tenido una familia, Spero era lo más cercano a una. Y debido a esto, quería lo mejor para él, cosa que no encontraría apartado en un pueblo.
− Ay ya cállate – Respondió Core algo conmovido. – El solo escuchar tus escusas me molesta –
− Pero yo… − Dijo Spero,
− ¡Esta bien! – Interrumpió nuevamente Core. – No moriré, me aferrare a la vida, y cuando vuelvas me encontraras en el mismo lugar. −
Core, quien hablaba sobre que iba a morir desde hacía años, ahora hablaba sobre que se aferraría a la vida. ¿Hasta ese punto llegaras? No fue difícil para Spero comprender que era lo que Core intentaba hacer. Aunque le dolía dejarlo a su suerte, sintió que debía seguir el consejo de Core. Si eso es lo que te hará feliz…
− Pero no quiero que regreses… − Continúo Core haciendo una larga pausa. ¿Qué? ¿Qué sentido tenia decirle que se aferraría a la vida, si al final le iba a decir que no regresara? – Si no es con una esposa –
A eso te referías… Core ya le había mencionado antes que debía pensar en hacerse de su propia familia, quizá no quería en cierto modo que Spero terminara como el, pero eran solo suposiciones. Aunque no era un consejo malo, puesto que Spero se había estancado en una vida algo solitaria y dependiente de un anciano, era momento de que avanzara y pensara en formar su propia familia.
− O una novia – Continuo. – Me conformo con que cortejes a una mujer, a este paso moriré antes de ver a tus hijos… y por alguna razón, ahora que lo pienso, quiero verlos, así que si, no moriré, ve sin cuidado –
La actitud tranquila que había tomado Core tranquilizaba igualmente a Spero, aunque aún no estaba del todo de acuerdo con abandonarlo.
− Esta bien… − Respondió Spero, sorprendiendo a Core. “Cambio de parecer muy rápido” pensó. − ¿Pero que harás con la comida? ¿Y la leña? ¿Podrás cuidar de los animales? Insisto… ¿Cómo cortaras leña para el invierno? –
− ¡Ya veré como me lo arreglo! – Grito Core poniendo fin a la discusión. – Ahora mejor prepárate, no te quiero ver aquí en la mañana –
Core camino sin decir nada más a su casa. Spero pensó que quizá iba a volver a dormir, pero por alguna razón espero un poco ahí de pie. Al cabo de unos minutos, Core salió nuevamente de su casa y camino hacia Spero.
− Toma – Dijo extendiendo su mano derecha a Spero, en dicha mano tenía el hacha con la que cortaban leña – Llévala por seguridad –
− ¿Pero que harás con la leña? – Pregunto nuevamente Spero sin tomar el hacha.
− Ya no puedo usarla, soy muy viejo, le comprare leña o pediré que la saquen por mi cuando vengan comerciantes – Contesto Core empujando el hacha hacia Spero. – Y sobre el dinero, supongo venderé algunos animales y otras cosas, así que tampoco te preocupes, no necesito tus ahorros. –
Secretamente… bueno, no tan secretamente, Spero había estado guardando dinero de las artesanías que vendía… aunque más que guardar, era que no tenían necesidades de comprar muchas cosas de los mercaderes ambulantes, por lo que solía ahorrar el dinero.
− Entonces está decidido – Continuo Core. – Mañana no te quiero ver aquí –
Spero no dijo nada más esa noche, sintió que todo ya se había dicho. Solamente se dio la vuelta y camino a su casa, con el hacha en mano. Core hizo lo mismo, puesto que aun tenia sueño, no era bueno para alguien de su edad estar a altas horas de la noche despierto.
Esa noche fue la más iluminada de la historia.
Al día siguiente el primero en despertar fue Core.
− Espero se haya ido – Dijo para sí mismo.
Dio un paso fuera de su casa para verificar que Spero hubiese dejado el pueblo, pero lo que encontró fuera fue… otra cosa.
− Ese chico… −
Fuera de la casa de Core había una gran cantidad de madera, la cual parecía recién cortada. Estaba perfectamente acomodada que parecía una gran muralla. Al parecer, Spero había pasado la noche cortando leña para Core. Y no solamente eso, dejo una nota pegada a la pila de madera.
“Volveré… con una esposa” Core no pudo evitar esbozar una sonrisa. – Cuídate mucho, Spero –
Mientras tanto Spero se encontraba corriendo sin parar, cargando consigo una mochila con suministros y cosas varias. En cierto modo ya se había acostumbrado a ese tipo de transporte. Corría de un lugar a otro, aunque pensó que quizá hubiese sido más útil haberse conseguido un caballo con anterioridad, aunque ya era algo tarde.
Con los años de trabajo físico y en sí, crecimiento general, su resistencia había aumentado considerablemente, dejándolo correr durante más tiempo sin cansarse. Haciendo que el trayecto fuera más corto. Igualmente había crecido en estatura, Ciel había sido una persona alta incluso entre los adultos a su corta edad de quince años, mientras que Spero salía de la media entre el rango de su edad. Pero ahora con veinte años, las piernas de Spero se habían estirado un poco más, dándole la posibilidad de abarcar rangos de distancia más grandes en menor tiempo.
Decidió que esta vez no descansaría entre pueblos, quería llegar lo más pronto posible a el lugar de la conmoción, aunque pensaba que quizá para cuando lo hiciera ya todo habría pasado. Pero de igual manera siguió con su plan, descansaba en intervalos de tiempo cortos y corría la mayor parte del día y noche. Gracias a eso logro acortar el tiempo que le tomo llegar hasta central a la mitad de la vez anterior, un nuevo record.
Solo unos pasos más. Spero se encontraba a las afueras de Central, algo cansado por el trayecto, pero con suficientes energías como para seguir un poco más, añadiendo que el día apenas iniciaba. Aunque tenía la corazonada de que Ciel se encontraba descansando en Santa Fe, pensó que sería más fácil conseguir información en Central.
Alrededor de central había una gran muralla. ¿Siempre estuvo ahí? Realmente no lo recordaba, había pasado mucho más tiempo fuera de ella que dentro. Pero poco importaba, solamente tenía que pasar por las puertas.
Spero se acercó a la entrada y comenzó a llamar a los guardias, puesto que las puertas estaban cerradas.
− ¡Abran! – Gritaba con todas sus fuerzas, pero nadie respondía al llamado.
Las puertas eran una combinación de madera y metal, por lo que pensó que quizá golpeando estas, haría el suficiente ruido como para que alguien se diera cuenta de su presencia. Pero no importo que tan fuerte lo golpeaba, nadie respondía a su llamado. ¿Se habrán quedado dormidos?
Entonces tuvo otra idea, ya que nadie respondía a su llamado, decidió escalar la muralla. Tenía la ventaja de que esta estaba hecha de tal manera que algunos ladrillos sobresalían, sirviendo como apoyo para estirarse hacia arriba o apoyar los pies. Añadiendo que Spero tenía una buena condición física, no fue un reto difícil para él. Solo un poco más… Entonces alcanzo la cima de la muralla… solo para llevarse una cruel sorpresa. Entonces fue aquí…
Muchos de los edificios de la ciudad eran simples cenizas en el suelo, los que restaban apenas se mantenían y parecían que fueran a ser derribados por la mas mínima ráfaga de aire. Spero sabía que si daba un paso más allá se encontraría con cosas desagradables, pero ya había hecho todo el recorrido hasta Central, por lo que debía continuar. No podía mirar todo desde la cima, por lo que bajo de la muralla y comenzó a caminar por la ciudad… o lo que quedaba de ella.
Lo que alguna vez había sido la ciudad principal del Reino de Ingard era ahora solamente cenizas, un pueblo fantasma. ¿A dónde fue toda la gente? La peor pregunta que se pudo hacer. No pasaron ni cinco minutos cuando se encontró con lo que temía. En el suelo yacía lo que parecían ser los restos de una persona calcinada hasta los huesos, incluso se podía mirar un poco de carne quemada pegada a los huesos. Spero aun sin ser un creyente, sintió que lo correcto era hacer un rezo por el cadáver, por lo que se puso de rodillas y comenzó a orar.
Una vez se puso nuevamente de pie, comenzó a caminar nuevamente sin decir nada. Solamente se encontró con un paisaje aún más desolador. Un ataque indiscriminado había acabado con una gran cantidad de gente, y esto se podía mirar en cualquier calle por la que pasara. Huesos pequeños, huesos grandes; restos de niños, restos de adultos. Lo único que quedaba de ellos era solamente eso, huesos y cenizas. Y por lo que podía ver, el ataque se había efectuado sin previo aviso. Aunque eran solamente huesos, se podía averiguar mucho de ellos en base a su posición y el lugar en el que se encontraban. Algunos estaban dentro de casas junto a otro par más; huesos pequeños en el centro de la ciudad que simulaban ser los de unos niños jugando; dos esqueletos juntos tomados de la mano frente a una fuente, presumiblemente una pareja.
Entre más se acercaba al centro de la ciudad, más tranquilos se miraban los huesos, pero conforme caminaba hacia los extremos… la cosa se ponía peor. Spero no sabía decir si los que se encontraban al centro habían sido más afortunados, puesto que no habían visto venir el ataque, mientras los que se encontraban a los extremos de la ciudad…
La explosión no había abarcado rápidamente toda la ciudad, le había dado tiempo a las personas que no se encontraban en el centro para alertarse e intentar huir, siendo todo inútil. Esto se podía saber simplemente mirando como algunas personas intentaron cubrir inútilmente a sus seres queridos. Podía decirlo al ver las posiciones de estos, como un esqueleto grande cubría entre sus brazos a otro.
La peor de todo vino al final, en el lugar más alejado del centro de la ciudad. Una mujer conservaba la mayor parte de su cuerpo, teniendo solamente la espalda quemada, dejando al descubierto su espina dorsal y parte de su cráneo. Se encontraba boca bajo como si hubiese estado cubriendo algo...
Bajo la mujer había un pequeño bebe en perfecto estado, no tenía ni una quemadura, incluso estaba cubierto con una tela y esta se había conservado perfectamente… Entonces ¿Por qué? Aun con toda la suerte que había corrido al haberse librado de la explosión, él bebe había muerto. Había pasado un par de días y no parecía que nadie hubiese enviado ayuda durante ese tiempo. Fue por ello que él bebe murió, al no recibir ayuda y la imposibilidad de valerse por sí mismo… murió de inanición.
Spero no pudo más con la situación, era un paisaje desolador, pero no lo suficientemente horrible como para hacerlo vomitar. Todo lo que quedaba eran cenizas y huesos. Pero eso no le restaba importancia. ¿Por qué? Se preguntaba constantemente Spero. Por su mente paso que quizá hubiese sido mejor nunca haber ido a Central. Pero eso no hubiese arreglado nada, simplemente habría evitado mirar el estado en el que se encontraba el reino.
Entonces hizo la pregunta. ¿De que sirvió el sacrificio de Ciel? Spero no era un ferviente creyente, pero incluso él tuvo que admitir que alguna vez creyó en la paz que se profetizaba en la roca. Mas tras mirar el sacrificio de su amigo, y como este pudo descansar tranquilamente después de haber derrotado al máximo enemigo, pero ahora… todo eso se había ido a la basura.
Tanto de escuchar sobre la paz, que solamente tuviésemos esperanza, y aun al final de la guerra… nada termino. Spero sentía muchas emociones a la vez, tristeza por las vidas que se habían perdido; frustración porque no sabía que debía hacer; enojo por que el sacrificio de su amigo había sido en vano, pero no podía expresar nada de ello. No tenía sentido llorar o gritar, las cosas no cambiarían, y él estaba harto de hacerlo.
Pero si tuviese que elegir un sentimiento que expresar, seria odio. Odio por la persona que había provocado tal cosa. Incluso él se había esforzado por un largo tiempo para apoyar a Ciel en la búsqueda de la paz, miro como mucha gente durante años se esforzó para mantenerse con vida y salir adelante, como miraron al frente y se antepusieron al miedo con la esperanza de algún día poder vivir tranquilamente. La gente que peleo hasta el final persiguiendo un mismo objetivo; los niños que desde pequeños tuvieron que pelear. Y al final… todo se les arrebato sin previo aviso.
Lo matare… Definitivamente lo hare, no importa quien haya sido, lo mataré. ¿Pero a quién? No sabía siquiera que había provocado la explosión, quizá y no había sido exactamente un ataque y Spero estaba tomando conclusiones rápidas. Quizá y todo había sido parte de un accidente con un nuevo tipo de elemento o sustancia, y por eso no tuvieron suficiente tiempo para evacuar o reaccionar. Pero si ese era el caso… ¿Por qué no habían enviado ayuda? Ya habían pasado suficientes días como para que enviasen ayuda desde Santa Fe, incluso habiendo sido una explosión de gran magnitud, tenían que verificar si habían quedado supervivientes… como lo había sido el bebé. Pero no había rastros de otras personas, como si el lugar hubiese sido abandonado completamente.
En la cólera el objetivo de Spero cambió, ya no tenía intenciones de encontrar una esposa. Quería respuestas, quería saber qué diablos estaba pasando en el reino, y porque este había abandonado a su ciudad capital. Y supo que no iba a encontrar tales respuestas en Central, era un lugar que había sido abandonado por el reino y sus gobernantes. Pensó el lugar más acertado para ello era Santa Fe, la segunda ciudad más grande del reino. Spero se puso de pie, y tomo sus cosas, para posteriormente volver a correr.
El día apenas había comenzado, por lo que Spero calculaba llegar en cuestión de unas cuantas horas, máximo en la tarde. Pero llego antes de lo esperado, quizá producto de la ira, y que no había dejado de correr ni por un minuto. Al igual que Central, esta ciudad estaba rodeada por una muralla. Pero a diferencia de Central, las puertas estaban abiertas.
Un paso fue suficiente para darse cuenta de que la situación no era muy diferente. Las casas no estaban en ruinas, y mucho menos había gente muerta en el suelo. Pero por otro lado… se miraba una extrema pobreza en el lugar. ¿Qué diablos paso en estos años? Fue lo único en lo que pudo pensar.
Dio un recorrido alrededor de la ciudad, y no importaba a donde miraba, las personas vestían ropas desgastadas; algunos denotaban mala alimentación, llegando a la desnutrición; las casas estaban vacías o destruidas.
Gente diversa se acercaba a Spero mendigando por comida y dinero, pero este no podía simplemente repartir su dinero entre todos los que le pedían. No era que no quisiera ayudarlos, simplemente no podía brindarles ayuda a todos, no era alguien rico como para resolver sus problemas, por lo que solamente dio comida y algo de dinero a los niños, puesto que sintió que estos lo necesitaban más.
Siguió su camino enfureciéndose cada vez más. La paz por la que había peleado junto a Ciel, o bien, la paz por la que Ciel había dado su vida no era lo que estaba ante sus ojos. Solamente se había ausentado por cinco años, y el reino había entrado en una decadencia peor que cuando se encontraban en tiempos de guerra. Central y Santa Fe eran las ciudades principales y estaban en tan mal estado, no quería pensar siquiera en el resto del reino.
Hizo su camino hasta llegar a su objetivo, el Templo de Santa Fe. Irrumpió abriendo las puertas de este de una fuerte patada. Para darse cuenta de que dicho lugar, en el que habían resguardado su bien más preciado, la roca de la profecía, y donde habían realizado el funeral del Héroe… se había convertido en un refugio para los pobres. Se sintió algo mal tras haber irrumpido de tal manera.
− Lo siento – Dijo apenado a quienes se encontraban dentro del templo, siendo en su mayoría niños.
Uno de los que parecían estar a cargo del lugar se acercó a él con algo de temor.
− ¿Qué-Que se le ofrece? – Después de todo, los había asustado con la fuerte patada que este había dado.
− Yo… Mmh… nada, disculpe – La cara de Spero se volvió roja de la pena y salió rápidamente del Templo.
− Ahí esta… − Escucho un murmullo algo lejos.
Spero volteo instintivamente hacia donde provenía el murmullo, miro como dos personas uniformadas con toda la pinta de guardias se acercaban a él. ¿Sera porque patee la puerta? Pensó que quizá el lugar seguía siendo algo sagrado, y lo que había hecho era algo ilegal, por lo que no pensó en correr y espero a que los guardias llegaran a él.
− ¡Oye tú! – Grito el guardia 1 con algo de prepotencia.
− ¿Qué sucede? – Pregunto Spero con normalidad.
− Tienes que pagar los impuestos – Respondió el guardia 1 mientras el guardia 2 le daba una mirada amenazante.
− ¿De qué hablas? ¿Cuáles impuestos? –
− No te hagas el estúpido y paga, es la ley –
La actitud del guardia comenzaba a molestar a Spero, quien normalmente era alguien calmado, pero debido a todo lo que había visto no podía estar del todo tranquilo.
− ¿Y para qué sirven dichos impuestos? – Pregunto Spero. – La ciudad se mira en ruinas –
− ¡Eso a ti te debería importar una mierda! – Grito el guardia 2 hablando por primera vez – Solamente coopera o tendremos que llevarte preso por incumplimiento de la ley –
− Me niego a darles algo – Respondió Spero manteniéndose firme. – De todas formas ¿Qué paso con el consejo? ¿Por qué la ciudad está en este estado? ¿Por qué no han mandado ayuda a Central? –
− Haces muchas preguntas y no pagas los impuestos – Dijo el guardia 1.
− Así es pedazo de mierda – Dijo el guardia 2. ¿“Pedazo de mierda”? – No es algo que te incumba, solamente paga tus impuestos y mantente al margen. −
Spero se negaba rotundamente a seguir ordenes de “guardias” tan sospechosos, con solo mirar el aspecto de la ciudad sabía que algo andaba mal. Se negaban a responder y dar razón sobre la situación, lo que solamente lo hacía aún más sospechoso.
− Entonces iras preso – Dijo el guardia 1 acercándose a Spero.
El guardia se acercó a Spero y lo tomo bruscamente de la muñeca e intento doblar su brazo contra la espalda. Pero Spero se resistió, empujando con poca fuerza al guardia hacia atrás.
− Con que te resistes… − Dijo el guardia 2 desenvainando su espada.
¿Va enserio? Spero estaba desarmado, aun teniendo algo de conocimiento en combate cuerpo a cuerpo estaba en clara desventaja.
− Ahora ¿Seguirás resistiéndote o vendrás por las buenas? – Dijo el guardia 1 desenvainando igualmente su espada.
Spero sabía que estaba en clara desventaja, y que pelear contra ellos podía ser más peligroso que simplemente rendirse. Por otro lado, era incierto lo que le podía pasar si iba con ellos, después de todo su actitud era muy sospechosa, incluso podía terminar peor. Entonces lo recordó, consigo cargaba el hacha que le había dado Core. No era mucho, pero era lo suficiente para defenderse.
Spero saco su hacha de la mochila y la giro un poco. Supongo que servirá.
− Así que te quieres poner rudo… − Dijo el guardia 2, siendo el más prepotente de los dos.
El guardia sin pensárselo dos veces cargo contra Spero dando un corte diagonal desde arriba con dirección al hombro derecho de Spero, cosa que fue inútil, puesto que Spero lo desvió con un simple ondear de su hacha.
− ¡Tch! – Hizo sonido en disgusto el guardia 2.
− ¡No te olvides de mí! – Grito el guardia 1 cargando contra Spero con una estocada, sosteniendo su espada con ambos brazos y respaldándole con el lateral de su abdomen.
Spero reacciono rápidamente girando su cuerpo levemente a un lado y golpeando con fuerza la espada del guardia, haciendo que esta cambiara de dirección a contra el suelo, para luego clavarse en él. Spero sabía que no debía hacer mucho alboroto, pero sintió la necesidad de igualmente golpear en el rostro al guardia 1 que no podía sacar la espada del suelo.
El guardia 1 quedo fuera de combate tras el golpe. Aunque el golpe no había sido muy fuerte, fue lo suficiente para hacer que su nariz sangrara, haciendo se mantuviera de rodillas en el suelo, mientras que el guardia 2 denotaba un poco de preocupación y desesperación.
− No creas que te saldrás con la tuya – Dijo el guardia 2 arrogantemente. Provocando nulo efecto en Spero quien se encontraba un poco calmado.
El guardia 2 se dio media vuelta y chiflo al aire con fuerza. ¿Qué está haciendo? A lo que rápidamente se escuchó otro chiflido en respuesta.
− Pronto estarán aquí – Dijo el guardia 2 soltando una leve risa. Al parecer, el guardia 2 había llamado refuerzos para contener a Spero, ya que entre ellos dos no habían podido hacerlo.
Spero no pensaba esperarlos ahí de pie, aunque había podido manejar a los dos guardias, no tenía oportunidad contra muchos a la vez. Tenía tiempo sin experimentar un combate real, y solamente había podido contra los dos guardias debido a que estos se habían confiado y eran realmente débiles. Por lo que opto por correr.
− ¡No importa a donde corras, te encontraremos! ¡Y esta vez no llegaras a prisión! – Gritaba el guardia 2 mientras miraba a Spero alejarse.
Spero corrió sin rumbo, dejar la ciudad no parecía la mejor opción, entrar a campo abierto haría más fácil encontrarlo, y por lo que había dicho el guardia… no tenían mas intenciones de llevarlo preso. Corrió durante unos minutos pasando a través de calles y callejones, pero no se sentía seguro en ninguno de ellos. Sabía que lo iban a encontrar, y no se sentía capaz de salir de dicha situación.
Santa Fe solo me trae problemas. Dijo recordando la razón por la que se había abandonado la ciudad principalmente.
Se alejó lo más que pudo del Templo, y una vez se sintió un poco seguro, se ocultó en un callejón. Pensó que la mejor opción era mantenerse ahí durante unas horas en lo que se calmaban las cosas, y luego volver a abandonar la ciudad. Con un objetivo en mente, no tenía una razón para quedarse en esa ciudad, no parecía que fuese a encontrar las respuestas en ella. Por lo que solo debía dejar pasar un poco de tiempo, solamente un poco más de tiempo…
− ¡Te encontré! −

Comentarios

Entradas populares