La Profecía del Héroe - Capitulo 11: Cabello Dorado
¡Voy a morir! Paralizado por el temor provocado
por las palabras que provenían de su espalda, Spero no podía más que aceptar su
muerte. Un gran escalofrió recorría por todo su cuerpo; no podía girar su
cuello; se le dificultaba respirar y su corazón latía cada vez más fuerte.
Pasaron los segundos y no había pasado nada, pero el sentimiento seguía. Que esta… pasando. No podía siquiera
dejar salir una palabra. Y entonces lo sintió… Es el final… perdóname, Core. Una palmada en su hombro.
− ¿Te
encuentras bien? – Dijo una voz delicada.
Al ser
tocado y escuchar las palabras, la parálisis de Spero desapareció
instantáneamente. Comenzó a inhalar y exhalar fuertemente atemorizado por lo
sucedido. ¿Qué diablos fue eso? No
encontraba una explicación para lo que había sentido, fue un sentimiento de
temor profundo, pero al ser tocado… desapareció sin más.
Spero
tenía un poco de temor a girar su cabeza, aun habiendo escuchado las palabras
amables de aquella delicada voz no podía confiarse. Pero no tenía otra
elección.
−
Hermosa… − Dijo Spero sin pensar.
− ¿Q-Que?
– Respondió aquella
delicada voz.
La persona que estaba detrás de Spero no era
alguien peligrosa… aparentaba todo lo contrario. Todo fue… producto del pánico.
−
P-Perdón – Dijo Spero volviendo en sí.
Había
sido cautivado por la belleza que se encontraba frente a él. No podía decir que
era un buen conversador, mucho menos con mujeres, el mayor contacto que había
tenido con una había sido el rosar de sus manos al entregar un encargo de pan,
y la mayor conversación había sido “Muchas gracias” o “¿Qué es lo que pedirá?”.
No podía evitar tartamudear debido a ello.
La chica
que estaba detrás de él era… radiante. Su pelo era dorado como el oro, y
brillaba con el sol; su rostro estaba perfectamente cuidado, como si hubiese
sido esculpido por los mismísimos dioses; su complexión era delgada y su
vestimenta ocultaba la mayor parte de su silueta; sus ojos eran verdes y hacían
juego con su piel blanca como la nieve; vestía con un vestido de una pieza café
con blanco, típica vestimenta de un campesino, pero aun siendo eso… lo relucía
como si fuese de la realeza.
Spero
estaba perdido en su belleza, nunca antes en su vida había visto una mujer tan
hermosa. Dijo “Te encontré” así que… ¿Me
estaba buscando? La rabia y el enojo que antes había consumido a Spero
había desaparecido con solo mirarla, no podía pensar en nada más que ella. No
decía ni una palabra y daba solamente una mirada estúpida. Esposa… Recordó las palabras de Core. No no no, ese no es tu objetivo ahora. Pero no podía pensar en nada
más.
−
¿E-Estas bien? – Pregunto la chica tartamudeando y con algo de pena. Parecía
ser algo tímida, lo que solamente la hacía más linda.
− Yo…
Mmh… si… estoy… umh… bien – No podía siquiera formular bien sus oraciones.
La chica
desviaba su mirada de un lugar a otro confundida y con algo de nerviosismo,
quizá por la fija mirada que le daba Spero.
−
¡Encuentren a ese bastardo! – Se escuchó a lo lejos.
Y
entonces Spero reaccionó. ¡No es tiempo
para esto! Había olvidado completamente que estaba siendo perseguido, y si
dicha chica había sido capaz de encontrarlo, posiblemente los guardias también
lo harían, por lo que no era un lugar seguro. ¿Pero a dónde correr?
La
ciudad era una ruina, las casas estaban destrozadas en su mayoría. Los
callejones eran los únicos lugares que podían servir como un escondite, pero a
su vez eran los más obvios para ser utilizados. No podía correr fuera de la
ciudad, ya que posiblemente estaban esperándolo en las salidas de este. Piensa… piensa… ¿Qué se supone que haga?
− Yo…
umh… − Llamo con su tono dudoso a Spero. – P-Puedo ayudarte –
“Ayudarme” Esas
palabras resonaron en su cabeza. Cierto… Si
llegaban a mirar a aquella chica junto a Spero ella también se vería envuelta
en los problemas, y generalmente la gente que prestaba ayuda a Spero terminaba
de la misma forma… por lo que no quería arriesgarse a ello.
− No te
preocupes, estaré bien, puedo arreglármelas solo – Dijo Spero con una mirada
confiada alzando su pulgar. Me siento…
algo estúpido.
Sin
decir nada más, ni esperar la respuesta de la chica, se echó a correr. Cualquier lugar… lejos del centro… lejos del
templo. Corrió durante unos cuantos minutos buscando otro callejón. Si la
estrategia de esconderse durante el día y huir por la noche no iba a funcionar,
iba a correr el tiempo que fuese necesario para sobrevivir, cambiando de
escondite cada cierto tiempo, revisando el área y tomando la precaución
necesaria.
− No…
corras… tan… rápido – Esa voz…
La chica
de antes había seguido a Spero en todo el camino, pero eso no era lo que le
sorprendía, lo sorprendente era el poco tiempo que le había tomado a esta en
alcanzarlo. Quizá fui más lento de lo
usual… Aun así, era increíble. Aunque dejaba mucho que desear en su
resistencia, estaba sin aliento. No podía completar una oración sin antes
respirar hondo unas cuatro veces.
−
Déjame… Ayudar… te… −
−
P-Primero toma algo de aire – Al igual Spero tenía problemas de habla, aunque
por motivos muy diferentes.
Spero se
acercó a la orilla del callejón y se puso a vigilar, haciéndole señas a la
chica para que esta se escondiera en lo que recuperaba el aliento. Si soy solamente yo… quizá lo logre, pero
con alguien más… No quería considerar a la chica una carga, pero no podía
ignorar el hecho de que intentar huir con ella seria… un poco más difícil.
Pensó que quizá y en el caso de que se necesitara defender en una pelea, sería
capaz de manejarlos, ya que estos habían sido realmente débiles, pero con
alguien más a quien proteger… dudaba poder lograrlo.
− Y-Ya
estoy bien – Dijo la chica tocándole el hombro a Spero, haciendo que este diera
un pequeño salto. − ¿P-Pasa algo? –
− N-No…
− Sin contar que me están cazando.
−
Q-Quiero ayudarte… − Dijo la chica algo temblorosa.
Spero
apreciaba el gesto, pero no daba la impresión de ser alguien capaz de hacer tal
cosa. Igualmente seguía con su deseo de no involucrarla, puesto que ese era su
problema.
− Estaré
bien… ya te lo había dicho – Dijo Spero dando una pequeña carcajada – S-Soy más
fuerte de lo que aparento –
−
P-Pero… − Insistía la chica.
− Es
mejor que te alejes de mí, puedes terminar herida – Gestiono bien sus palabras,
logrando hablar con claridad y confianza. – Ahora corre, antes de que te vean
conmigo −
− ¡N-No
puedo hacer eso! – Grito la chica, asustando a Spero. Para segundos después
volver a su actitud normal tímida. – N-No puedo abandonarte –
Spero no
había estado pensando en ello, pero… ¿Se habían visto antes? Ella había llegado
llamándolo, diciendo “Te encontré” como si hubiese estado buscándolo, y si era
eso, claramente se debía a algo, pero Spero no recordaba haber tenido una
interacción con ella. Se aferraba a la idea de ayudarlo, pero igualmente no
encontraba un motivo como para que ella llegara tan lejos. ¿Era debido a esa
extraña casualidad de Spero? En la cual se encuentra con gente que siempre lo
ayuda… Si es eso… con más razón debo
apartarla.
− Lo
lamento, pero debo negarme. Aléjate de mí por favor – Dijo Spero con mucha
seriedad.
− Per… −
− ¡No! –
Grito Spero interrumpiendo. – No quiero que nadie más se lastime por mi culpa…
ya nadie más, así que por favor… aléjate de mí –
Spero
podía notar que las intenciones de la chica eran buenas, no miraba ni una pizca
de maldad en ella, lo cual lo hacía sentir un tanto culpable al alejarla de esa
manera, pero no podía arriesgarse, si alguien iba a perder la vida… seria él.
La chica
que no había mencionado su nombre, bajo su cabeza y comenzó a caminar.
− S-Si…
Si necesitas mi ayuda, ahí estaré – Dijo antes de irse. Spero hizo caso omiso.
Es lo mejor…
Spero se
mantuvo vigilando durante unas cuantas horas más en ese punto. No era muy
transitado al parecer, no había nadie alrededor tampoco. Tenía miedo a ser
delatado por las personas de la misma ciudad, aunque no parecía que ellos
fuesen a colaborar con dichos guardias, pero cabía la posibilidad de que les
ofrecieran algo a cambio. Tuvo suerte al no perder nada de sus cosas, aún
mantenía algo de comida que lo mantenía en pie, al igual que agua y su hacha en
caso de que hubiese problemas.
Se está oscureciendo. Con el
sol ocultándose, y la llegada de la luna, venia la parte de la huida. Era un
tanto sospechoso que todo se hubiese vuelto silencioso, al cabo de unas horas
de haber estado escondido parecía como que ya no lo estaban buscando más. Pero
no podía ser así de fácil, posiblemente le estaban tendiendo una emboscada, no
era como si pudiese huir sin pasar por las puertas principales.
Después
de pensarlo un poco, la razón por la que se había generado el conflicto era muy
estúpida. Ya no creía siquiera que ellos en verdad fueran guardias a pesar de
su vestimenta, posiblemente eran solo personas que se aprovechaban de los
viajeros. Cosa que no restaba importancia a la situación, ya que, aunque no
fuesen guardias, parecían ser varios de ellos.
Si en
realidad ellos no eran los verdaderos guardias, ¿Qué se suponía que estaban
haciendo los reales? Quizá había sucedido lo mismo en central, habían
abandonado totalmente la ciudad dejando que el mismo pueblo formara sus propios
grupos a cargo de la ciudad, lo que explicaría el mal manejo de los recursos y
como todo parecía sumergido en cierta forma en una anarquía. Donde los más
fuertes tomaban las cosas por la fuerza, mientras que los demás estaban
sumergidos en la completa pobreza. Muchas cosas que pensar y poco tiempo.
Spero
miro una última vez alrededor, y una vez se cercioró de que no hubiese nadie
alrededor, comenzó a correr a toda velocidad. Al cabo de cruzar unas cuantas
cuadras, volvió a mirar gente, la misma de antes en el mismo lugar. Niños
jugando inocentemente; mujeres y hombres vagando sin rumbo. La iluminación no
era muy buena, y eso favorecía al plan de escape.
Todo va bien… demasiado bien. Se acercaba a la puerta contraria a la que llevaba a Central, no había
caso en volver a dicha ciudad. Dos…
cuatro… veo cinco. Había cinco personas cuidando la puerta que llevaría a
Spero a la libertad. A simple vista parecían muchos, pero si aprovechaba el
factor sorpresa podía noquear al menos a tres sin recibir ningún golpe. Luego
se encargaría de los restantes rápidamente para que no llamasen refuerzos.
Se
volvió a esconder nuevamente en un callejón cercano para analizar bien la
situación y ver la mejor forma de ejecutar su plan. Escalar la muralla no era
una opción. A diferencia de la entrada de Central, la muralla de Santa Fe
estaba mejor hecha, dejando muy pocos ladrillos para escalar, añadiendo que
estaba más iluminada que el resto de la ciudad, como si lo hubiesen preparado
para evitar que escapara por esa vía. Si insistía en escalar podían derribarlo
con un arquero, por lo que el combate cuerpo a cuerpo sería más eficaz.
Blandió
su hacha en su mano derecha, guardo y cerro fuertemente su mochila, y dejo
comenzó a respirar tranquilamente. Solo
hay una oportunidad… solo una. Una vez se tranquilizó, comenzó a correr. Tres derecha, dos izquierda, en ese orden.
−
¡[IGNIS SPHAERA]! –
¿Eh? Spero giro rápidamente su rostro a
la izquierda. ¿Qué es...?
−
¡ABAJO! –
Spero
abrió los ojos y miro como delante de su cara, a unos cuantos centímetros,
pasaba una ráfaga de fuego. ¿Qué es… eso?
La ráfaga de fuego no parecía venir de ningún lugar en específico, pero
había aparecido junto al grito de antes.
¿Qué hago en el suelo? Giro su
cabeza y junto a él estaba… la chica de antes. Rodeando el pecho de Spero con
su brazo izquierdo. ¿Q-Que? Parecía
tener unos ligeros raspones en la barbilla y en su brazo derecho. Spero
rápidamente hizo a un lado su brazo y se puso de pie. Haciendo que igualmente
la chica reaccionara.
−
¡Corre! – Grito poniéndose de pie.
−
[IGNIS…] – Nuevamente eso…
−
¡Rápido! –
La chica
tomó de la muñeca a Spero y lo estiro con fuerza, no entendía lo más mínimo de
lo que estaba pasando. La chica tenía más fuerza de la que aparentaba, no era
excepcional, pero era considerable, tanto como para arrastrarlo un poco.
− ¿Q-Que
está pasando? – Pregunto Spero confundido y alterado.
− ¡Sigue
corriendo y cúbrete! – Grito sin dar respuesta a la pregunta.
− […
SPHAERA] –
Entonces
lo miro, iluminado por la ráfaga de fuego, se encontraba un sujeto a la
distancia, y el fuego provenía de su posición. Esto es… Claramente lo era, aun siendo tan… inexplicable. La ráfaga
de fuego navegaba por el aire sin perder altitud y a una velocidad
considerablemente alta, pero esta vez no parecía estar dirigida hacia él… si no
a…
−
¡Cuidado! – Grito Spero lanzándose sobre la chica, haciendo un movimiento
rápido para cubrirla en sus brazos.
La
ráfaga fue un poco más debajo de la vez anterior, quemando un poco del
antebrazo de Spero. Arde… arde mucho. Aun
habiendo solamente rozado, pudo sentir el calor de aquella llama. Era
equiparable a la del origen del fuego de una fogata.
−
¡Levántate rápido! – Grito la chica estirando a Spero.
Y
continuaron corriendo. Pero no se escuchaba más aquella frase. ¿Se… rindió? No parecía ser el caso.
Frente a ellos aparecieron otros tres guardias más, con armadura pesada y
cascos, no eran iguales al anterior, estos portaban espada y escudo. Mi turno.
−
Quédate atrás – Dio la instrucción a la chica.
Spero
corrió aún más rápido, dando un giro a su hacha para no golpear con el filo. No
era necesario asesinarlos, simplemente pensaba noquearlos. Igualmente, los
guardias cargaron hacia Spero cubriéndose con sus escudos y apuntando su espada
al frente, dejando caer todo su peso hacia el frente. Aprovecho la posición
encorvada de estos para realizar un gran salto con el impulso de la carrera,
logrando pasar por encima del guardia central, dando un golpe en el aire
directo al casco, abollándolo y noqueando al guardia. Los demás guardias
reaccionaron al momento, coordinándose para atacar y no estorbarse el uno al
otro. El primer guardia lanzo una estocada cargando hacia Spero, pero Spero
desvió la espada de un golpe con su hacha, tomó al guardia por su brazo y
aprovecho el impulso de este para alzarlo un poco en el aire y azotarlo contra
el suelo fuertemente, haciéndolo caer sobre su espalda y dejándolo sin aire.
Entonces cargo el último de los Guardias, dando un swing diagonal algo lento,
Swing que Spero no tuvo problemas en esquivar, dando por ultimo un puñetazo
directo a la abertura del casco del guardia, rompiéndole la nariz.
La
chica, que se había quedado atrás, logro alcanzarlo una vez acabo con los
guardias.
− Eso
fue… − Se quedó sin palabras.
− No es
suficiente… − Dijo Spero hiperventilando por el cansancio. – Ciel lo hubiese
hecho en menor tiempo, y de mejor manera. –
− ¿Ciel?
– Pregunto la chica sorprendida. – N-No importa, ¡Sigue corriendo! –
Spero
siguió a la chica sin decir nada más. No sabía a donde se dirigía o porque
razón lo estaba ayudando, pero no era momento para dudar de ella, lo había
ayudado y eso era lo que importaba.
Corrieron
hasta perder de vista a los guardias, cerca nuevamente de un callejón. Aunque
toda la ciudad parecía un desastre, el lugar en el que se encontraban lo era
aún más, estaba completamente abandonado, no había ni un alma alrededor. Pero
ella parecía saber guiarse por aquel lugar.
−
Llegamos – Dijo apuntando a un lugar vacío. – Aquí estaremos bien –
− ¿Aquí?
– Pregunto Spero sin comprender lo que le decía.
Spero
entendía que aquel lugar parecía estar totalmente abandonado, pero sería
cuestión de tiempo que los encontraran en dicha parte de la ciudad, y sería aún
más fácil al no tener cobertura en la cual esconderse. Hubiese sido mejor otro callejón.
− N-No te
entiendo – Dijo Spero, pero la chica hizo caso omiso y comenzó a caminar. − ¿A
dónde vas? –
Parecía
estar buscando algo, caminaba y miraba a los alrededores. Entonces, en un
parpadeo, desapareció. ¿Qué? Spero se
había distraído por unos segundos y la chica había desaparecido en la nada. El
lugar parecía campo abierto sin estructuras alrededor, y ella simplemente había
desaparecido.
− Ven –
Escucho la voz de la chica. – Acá –
Distinguía
la voz, no se escuchaba lejano, pero seguía sin verla. ¿M-Me habré vuelto loco? Entonces, una mano salió del suelo. ¿Qué diablos? Spero dio un salto hacia
atrás del miedo.
− Vamos,
ven – Volvió a llamar.
La mano
era de la chica, se encontraba escondida bajo tierra, pero… ¿cómo? Spero
comenzó a caminar hacia la mano, y entonces lo notó. Debajo de un montón de
escombros, había un tipo de hoyo con escaleras. Así que ahí estabas. Movió un poco y la miro, se encontraba dentro
dicho hoyo, pisando en las escaleras de madera.
− Baja –
Dijo la chica.
Spero
miro nuevamente alrededor para asegurarse de que no hubiese nadie cerca. El
lugar estaba vacío. Se acercó y puso su pie sobre el primer escalón.
−
Asegúrate de tapar el hoyo – Dijo la chica.
− Oh… si
–
Spero
comenzó a bajar por aquel hoyo, haciéndose cada vez más oscuro, dificultando
ver donde pisaba. Esta muy profundo.
− ¿D-Donde estás? – Pregunto Spero
con el temor de pisar a la chica.
− Ya
casi llego al fondo… − Respondió, su voz hacía eco en el agujero y se escuchaba
algo lejana.
Spero
siguió bajando poco a poco, moviendo su pie a cada escalón que bajaba para
medir la distancia a la que se encontraba del siguiente.
− Listo,
ya llegué – Dijo la chica. – Me hare a un lado, ya no te falta mucho, salta –
Spero
miro hacia abajo y estaba todo oscuro, aunque confiaba en la chica, tenía algo
de miedo, por lo que no salto. Entonces, miro una luz al fondo.
−
Encendí una lámpara – Avisó la chica.
La luz
no se miraba lejana, por lo que el miedo de Spero se fue y bajo de un salto.
Cayendo frente a frente con la chica. Esta…
muy cerca. Spero dio un paso atrás, alejándose de la vergüenza. La chica
simplemente sonrió un poco.
− ¿Q-Que
es este lugar? – Pregunto Spero intentando cambiar el ambiente.
− Es… No
lo sé – Respondió. – Encontré este lugar por accidente hace tiempo… así que en
realidad no lo sé, solamente caí por este hoyo… –
−
¿¡Caíste!? – Pregunto Spero sorprendido.
La chica
se puso un poco nerviosa, junto sus manos y comenzó a jugar con sus pulgares.
− S-Si…
− Respondió – Sé que suena sospechoso… ¡pero no miento! No me paso nada porque
había varios colchones y paja acomodados aquí debajo –
Ciertamente
sonaba muy sospechoso, había guiado a Spero hasta dicho lugar con exactitud y
la forma en la que lo había encontrado era muy conveniente. Miro alrededor y
parecía ser un tipo de refugio, había algunas lámparas alrededor, pero no
tenían aceite. Incluso estaban… los colchones que había mencionado. Supongo que tiene un punto. Aunque en
realidad no había razón para dudar de ella.
− N-No
hay problema – Dijo Spero sonriendo y carcajeando levemente. – N-No es que dude
de ti, ni nada –
La chica
cambio rápidamente su expresión y bajo su rostro. ¿Dije algo malo?
− No
miento… − Dijo haciendo una pausa. Alzo su rostro y miro a Spero con una mirada
triste. – Yo… solía vivir por estos lugares… hace años, por eso es que encontré
este lugar. Decidí volver porque aquí cercas se encontraba mi casa, y fue ahí…
cuando caí. –
¿L-Lo arruine? Spero
se sintió culpable, pensó que había dicho algo que no debía, quizá había hecho
que recordara cosas de su pasado que era mejor olvidar. Él sabía lo que se
sentía en cierto modo tener malos recuerdos, y como duele cuando alguien los
trae a la luz nuevamente o habla de ellos. Soy
un tonto.
− P-Pero
no pasa nada – Dijo la chica dando una sonrisa y moviendo sus palmas
preocupada. – Eso ya es cosa del pasado, n-no es que sea algo malo. Solamente
solía ser mi casa, solo eso… –
No tienes que fingirlo. Spero
sabía que ella ocultaba algo más. Una persona no solamente vuelve porque si a
algún lugar. Detrás de su visita quizá había algo mayor, cuantas cosas habrá
vivido en esa casa y ahora… es simplemente polvo. Los recuerdos que se forjaron
en ella… todo perdido.
− N-No
te pongas así… por favor – Pedía nerviosamente a Spero.
− ¡Ah!…
si… perdona… − Dijo Spero dando igualmente una sonrisa.
El ambiente
se puso tenso y extraño. Nadie decía nada, Spero se rascaba el antebrazo por la
incomodidad y la chica seguía jugando con sus pulgares. ¿Qué se supone que haga ahora? Spero lucio sus habilidades de
comunicación excepcionalmente quedándose callado.
− A-Antes
lo mencionaste… ¿no? – Pregunto la chica rompiendo el silencio.
− ¿A
quién? – Pregunto Spero.
− Al
héroe… Ciel… −
Así que aún es reconocido como un héroe… Aun con tanta destrucción, y pobreza en el mundo, Ciel seguía siendo
reconocido por la gente como el Héroe. Aun habiendo terminado las cosas como se
encontraban ahora… seguían reconociéndolo. En cierta forma, escuchar que
alguien lo llamaba así… lo hacía sentir mejor. Quizá no fue todo en vano. Aunque solo fuera un título, y el mundo
no hubiese mejorado… seguían reconociendo sus esfuerzos. Mientras no cayera en
el olvido, todo estaría bien.
− Si… lo
mencione… ¿Qué pasa con ello? – Pregunto Spero.
− Tu…
Hablaste de él como si lo hubieses conocido. – Dijo la chica.
− Si… lo
conocí – La mirada de Spero tenía un brillo singular, aun pareciendo estar
triste al decirlo.
− Eso lo
explica… en cierto modo –
− ¿Qué
cosa? –
− Tu
fuerza… ¿Eras amigo del Héroe… no? Puedo saberlo por tu expresión hacia él –
Era como un hermano para mi…
− Si,
entrenamos un tiempo juntos. – Spero comenzó a hablar con naturalidad, quizá
por el tema, o porque le había tomado cierta confianza a la chica. Igualmente,
no le dolía hablar sobre Ciel, puesto que ya habían pasado años…
Conversaron
unas dos o tres cosas más antes de quedarse sin tema nuevamente, trayendo
consigo el silencio incomodo nuevamente. Entonces lo recordó.
−
Gracias… − Dijo Spero.
− ¿Mmh?
¿Por qué me das las gracias? – Pregunto confundida la chica.
− Por
todo, gracias a ti… sigo con vida, así que se podría decir que… mi vida te
pertenece. – Dijo Spero soltando una leve risa – Solo bromeo –
La chica
se puso roja como un tomate. ¿D-Dije algo
raro? Spero no prestaba mucha atención a lo que decía. Se sentía extraño
cuando ella le decía ciertas palabras, pero realmente no conocía aquellos
sentimientos. En lo que amor respectaba, era solamente un niño. Al igual sus
palabras las decía sin pensar mucho en el efecto que tendría en la otra
persona. El nerviosismo que sentía era más que nada por el hecho de que la
chica le parecía muy hermosa y su inexperiencia tratando con mujeres en
general.
− D-De
nada… − Respondió la Chica mirando al suelo con una pequeña sonrisa.
− Y…
quería preguntarte otra cosa – Continuo Spero. − ¿Q-Qué fue lo que paso allá atrás? –
La chica
reacciono rápidamente.
− Oh…
si… eso… − Dijo.
− ¿Qué
es lo que hizo aquel sujeto? – Pregunto Spero. – Dime si me equivoco, pero… el
fuego provenía de él… ¿no? –
La chica
se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia los colchones. Se agachó un poco
y comenzó a estirar uno de ellos, Spero rápidamente fue a ayudarla a moverlo.
−
G-Gracias… ahí está bien. – Dijo para luego sentarse sobre uno de ellos. –
E-Esto es algo… largo, así que… siéntate un momento, por favor. –
Spero
siguió las ordenes como había hecho hasta el momento, sin rechistar ni un poco.
− Bueno…
supongo… ya debes saber un poco sobre lo que trata… ¿no? – Pregunto la chica.
− Eso
fue… ¿magia? – Respondió Spero.
− Si. – Magia… − ¿Escuchaste algo antes de mirar
el fuego? –
− Si…
IGNIS algo… no recuerdo bien − Respondió
Spero.
− [IGNIS
SPHAERA] – Spero al escucharlo instintivamente se cubrió con sus brazos y cerró
los ojos… pero nada sucedió. – No te preocupes, yo… no puedo hacerlo –
Spero se
dejó de cubrir y siguió escuchando atentamente.
− La
magia funciona de una forma que no comprendo bien… así que no puedo decirte
mucho más que lo básico – Continuo – La magia es accesible a todo aquel que
quiera aprenderla, siempre y cuando cumpla con tres condiciones. –
− ¿Tres?
– Pregunto Spero.
− Si,
tres. – Continuo la chica. – La primera puede sonar muy simple. Es encontrar un
tutor o un grimorio. –
−
¿Grimorio? – Pregunto nuevamente Spero.
− Es
idéntico a un libro cualquiera – Respondió la chica – Pero es necesario para
aprender la magia, de este la gente aprende los conjuros, como el que
escuchaste antes. Igualmente es necesario tocarlo, aunque sea una vez para que
despierte tu magia, también llamada “Maná” –
−
¿Solamente con tocarlo? – Pregunto Spero.
− Si…
pero solo es una de las condiciones. – Respondió la chica. – La segunda es…
estudiar. –
− ¿C-Cómo
en una escuela? –
− A-Algo
así… − Continúo la chica. – Puedes aprenderlo de tu instructor o por ti mismo.
Debes memorizar los hechizos al pie de la letra, algunos son más largos que
otros. Igualmente es necesario recitar un conjuro cualquiera para activar o
bueno, dejar fluir tu “Maná”. –
−
Entonces, debes tocar el grimorio y recitar un conjuro… suena simple –
− Lo es.
– Afirmo la chica – Sin embargo, queda una tercera condición. La más simple y a
la vez más importante de todas… tener maná. Así como hay gente que desborda
maná, hay quienes no tienen ni una pizca de ella, por lo que son incapaces de
despertar la magia por más que toquen y conjuren. –
Entonces… no todos pueden hacerlo. Incluso para ello,
hay quienes son buenos y quienes no sirven.
− Claro,
no son los únicos impedimentos. – Continúo la chica – Los grimorios son un
tanto extraños, aunque anotes los hechizos en otro libro este no funciona como
base para activar tu maná, por lo que es común mirar gente vendiendo
“Grimorios” que no hacen efecto alguno, haciéndolo todo más difícil para los
aspirantes. –
− Pero
ya lo habías dicho antes, solamente es necesario un ins… − Sin acabar de
formular su oración, lo entendió y guardo silencio.
− Si… en
las grandes ciudades hay quienes imparten este conocimiento. Escuelas que son
poseedoras de grimorios básicos para la enseñanza, enseñan conjuros básicos.
Aunque en su mayoría es encender una pequeña llama o manipular unas cuantas
cosas pequeñas. Los complicados generalmente son impartidos por y para el
ejército. –
− Pero
la guerra termino… ¿Por qué han de impartir tales cosas a un ejército? −
− Así no
es como lo miran ellos… –
Así que para ellos la guerra nunca termino…
− ¿Qué
más sabes al respecto? –
− Solamente
eso… casi todo se mantiene entre maestro y alumno −
Era muy
poca información, pero seguía siendo útil. Con el descubrimiento de tal cosa
como la magia, las cosas se volvían más confusas. Solo han sido cinco años… Y el mundo había dado un salto enorme,
cambiado igualmente de una manera extrema. Y entonces lo notó.
−
Dijiste escuelas… ¿no? – Pregunto Spero algo alterado.
− S-Si…
lo dije – Respondió la chica algo confundida.
− Eso
significa… que hay más ciudades… ¿cierto? –
− S-Si…
−
− Y si
tienen escuelas, deben ser diferente a esta ciudad, ya sabes… sin pobreza –
− No
sabría decirte con exactitud… pero dicen que las grandes ciudades gozan de una
vida plena sin problemas… yo también vengo de un pueblo cercano – Dijo la
chica.
Esta
ocasión Spero no se detuvo a pensar sobre si había herido los sentimientos de
la chica o dicho algo fuera de lugar. Las cosas se le hacían un tanto más
claras. Si había una civilización estable, significaba que en dicho lugar
encontraría al consejo, y si encontraba al consejo… encontraría respuestas.
Comenzó a recordar su objetivo, la rabia que sintió al ver el estado de las
ciudades, no podía simplemente ignorarlo o pasarlo por alto. Aunque hubiese
gente que recordara a Ciel como un Héroe, no podía evitar odiar como
mancillaban su sacrificio. Fuese quien fuese el causante de la explosión…
habría de pagar por ello.
−
Gracias nuevamente… − Dijo Spero.
− ¿P-Por
qué? – Pregunto la chica.
−
Pensaba vagar sin rumbo una vez abandonara la ciudad. Al menos en lo que aclaraba
un poco las cosas. Pero ahora no es necesario. –
− ¿Q-Qué
es lo que piensas hacer? –
− Iré a
las grandes ciudades a encontrar respuestas… −
−
¿Respuestas…? ¿Sobre qué? –
− La
situación, todo lo que está sucediendo. – dijo Spero con una mirada seria. – No
puedo perdonarles lo que han hecho… definitivamente lo matare. –
−
¿M-M-Matarlo? – Preguntó la chica asustada − ¿A-A-A-A quién mataras? –
− ¿No lo
dije? – Pregunto Spero. – Al causante de todo. Una vez lo encuentre, lo mataré.
–
La cara
de la chica se tornó pálida; la mirada de Spero no era normal, irradiaba un
increíble odio, todo lo contrario a lo que había visto la chica anteriormente.
− ¿N-No
crees que es un poco extremo? – Pregunto la chica algo asustada.
− No. No
lo es. – Respondió Spero a secas. – No después de lo que hicieron, no después
de haber… tirado a la basura sus esfuerzos… todo lo que él intento, su ideal,
su sueño, lo que lo impulso a seguir adelante. –
− Hablas
de… −
− Si.
Hablo del Héroe. – Respondió Spero. – Quiero darte una última vez las gracias…
−
Spero se
dio cuenta de que había olvidado algo importante, algo sumamente importante. Lo
primero que se pregunta al iniciar una conversación con un extraño, lo había
pasado por alto completamente.
−
¿C-Cual era tu nombre? – Pregunto Spero volviendo a la actitud que había
mostrado antes, pero con algo más de pena.
−
A-Alice… mi nombre es Alice. – Respondió la chica. Alice… que nombre tan lindo. No. No es momento para ello.
− Muchas
gracias… A-A-Alice. – Aunque se encontraba algo molesto, mantenía la dificultad
para hablar con ella. – M-Mi nombre es Spero. Fue un placer conocerte. –
− ¿Fue?
– Pregunto Alice confundida − ¿A qué te refieres? –
− Desde
aquí nos separamos. Es hora de que siga mi propio camino – Respondió Spero.
Alice
bajo su mirada nuevamente, como si estuviese algo triste.
− No… no
puedo dejarte hacer eso – Dijo alzando su cabeza rápidamente – Yo también soy
parte de esto ahora… e-ellos miraron mi rostro –
Maldición. Había
surgido un nuevo problema, por su culpa había involucrado a Alice en sus
problemas. No tenía pensado llevarla con él, puesto que era un camino
peligroso. Pero dejarla a su suerte después de toda la ayuda que le había
brindado… tampoco podía hacerlo.
“Esposa”
Resonó en su cabeza. No es momento para
ello.
− Así
que… Así que… − Continúo Alice, como si quisiera decir algo sin éxito. − ¡Así
que déjame ir contigo! –
− ¿Eh? –
− Déjame
acompañarte en tu viaje… conozco un par de cosas más que tu… así que… quizá…
yo… − Empezó con fuerza, y la fue perdiendo conforme más cosas decía. – pueda…
ser… de ayuda –
Spero
estaba analizando y buscando otras opciones, pero simplemente no encontraba
ninguna solución para el problema. Ciertamente era más fácil llevarla con él,
ya que si la abandonaba y le pasaba algo… no podría personárselo. Pero sería
aún peor si no era capaz de protegerla. Apenas
pude contra tres guardias…
−
P-Prometo no ser una carga… − Dijo tartamudeando.
− D-De
cualquier manera… ¿Por qué quieres venir? – No parecía ser que fuese totalmente
por miedo.
− Solo…
− Respondió haciendo una pausa. Bajo su mirada por un momento y se puso roja,
comenzó a mirar a todos lados y jugar nuevamente con sus pulgares, entonces
alzo su cabeza lentamente. – Quiero estar contigo… por qué me siento segura a
tu lado –
Spero
sintió como si una flecha atravesara su corazón. ¿Qué es esto? ¿Felicidad? Las palabras animaban y daban fuerza a
Spero, quien ya había tomado una decisión, la más lógica posible.
− E-Esta
bien. – Respondió Spero completamente nervioso. – N-No sé si sea capaz de
protegerte… pero… ¡Te protegeré con mi vida! –
La
sonrisa de Alice al escuchar las palabras de Spero ilumino aquel pozo oscuro,
siendo más resplandeciente incluso que la luz de la lámpara. Es tan… hermosa.
− Confió
en ti… – Dijo Alice sonriendo dulcemente…
Comentarios
Publicar un comentario