La Profecía del Héroe - Capitulo 11: Cabello Dorado


¡Voy a morir! Paralizado por el temor provocado por las palabras que provenían de su espalda, Spero no podía más que aceptar su muerte. Un gran escalofrió recorría por todo su cuerpo; no podía girar su cuello; se le dificultaba respirar y su corazón latía cada vez más fuerte. Pasaron los segundos y no había pasado nada, pero el sentimiento seguía. Que esta… pasando. No podía siquiera dejar salir una palabra. Y entonces lo sintió… Es el final… perdóname, Core. Una palmada en su hombro.
− ¿Te encuentras bien? – Dijo una voz delicada.
Al ser tocado y escuchar las palabras, la parálisis de Spero desapareció instantáneamente. Comenzó a inhalar y exhalar fuertemente atemorizado por lo sucedido. ¿Qué diablos fue eso? No encontraba una explicación para lo que había sentido, fue un sentimiento de temor profundo, pero al ser tocado… desapareció sin más.
Spero tenía un poco de temor a girar su cabeza, aun habiendo escuchado las palabras amables de aquella delicada voz no podía confiarse. Pero no tenía otra elección.
− Hermosa… − Dijo Spero sin pensar.
− ¿Q-Que? – Respondió aquella delicada voz.
La persona que estaba detrás de Spero no era alguien peligrosa… aparentaba todo lo contrario. Todo fue… producto del pánico.
− P-Perdón – Dijo Spero volviendo en sí.
Había sido cautivado por la belleza que se encontraba frente a él. No podía decir que era un buen conversador, mucho menos con mujeres, el mayor contacto que había tenido con una había sido el rosar de sus manos al entregar un encargo de pan, y la mayor conversación había sido “Muchas gracias” o “¿Qué es lo que pedirá?”. No podía evitar tartamudear debido a ello.
La chica que estaba detrás de él era… radiante. Su pelo era dorado como el oro, y brillaba con el sol; su rostro estaba perfectamente cuidado, como si hubiese sido esculpido por los mismísimos dioses; su complexión era delgada y su vestimenta ocultaba la mayor parte de su silueta; sus ojos eran verdes y hacían juego con su piel blanca como la nieve; vestía con un vestido de una pieza café con blanco, típica vestimenta de un campesino, pero aun siendo eso… lo relucía como si fuese de la realeza.
Spero estaba perdido en su belleza, nunca antes en su vida había visto una mujer tan hermosa. Dijo “Te encontré” así que… ¿Me estaba buscando? La rabia y el enojo que antes había consumido a Spero había desaparecido con solo mirarla, no podía pensar en nada más que ella. No decía ni una palabra y daba solamente una mirada estúpida. Esposa… Recordó las palabras de Core. No no no, ese no es tu objetivo ahora. Pero no podía pensar en nada más.
− ¿E-Estas bien? – Pregunto la chica tartamudeando y con algo de pena. Parecía ser algo tímida, lo que solamente la hacía más linda.
− Yo… Mmh… si… estoy… umh… bien – No podía siquiera formular bien sus oraciones.
La chica desviaba su mirada de un lugar a otro confundida y con algo de nerviosismo, quizá por la fija mirada que le daba Spero.
− ¡Encuentren a ese bastardo! – Se escuchó a lo lejos.
Y entonces Spero reaccionó. ¡No es tiempo para esto! Había olvidado completamente que estaba siendo perseguido, y si dicha chica había sido capaz de encontrarlo, posiblemente los guardias también lo harían, por lo que no era un lugar seguro. ¿Pero a dónde correr?
La ciudad era una ruina, las casas estaban destrozadas en su mayoría. Los callejones eran los únicos lugares que podían servir como un escondite, pero a su vez eran los más obvios para ser utilizados. No podía correr fuera de la ciudad, ya que posiblemente estaban esperándolo en las salidas de este. Piensa… piensa… ¿Qué se supone que haga?
− Yo… umh… − Llamo con su tono dudoso a Spero. – P-Puedo ayudarte –
“Ayudarme” Esas palabras resonaron en su cabeza. Cierto… Si llegaban a mirar a aquella chica junto a Spero ella también se vería envuelta en los problemas, y generalmente la gente que prestaba ayuda a Spero terminaba de la misma forma… por lo que no quería arriesgarse a ello.
− No te preocupes, estaré bien, puedo arreglármelas solo – Dijo Spero con una mirada confiada alzando su pulgar. Me siento… algo estúpido.
Sin decir nada más, ni esperar la respuesta de la chica, se echó a correr. Cualquier lugar… lejos del centro… lejos del templo. Corrió durante unos cuantos minutos buscando otro callejón. Si la estrategia de esconderse durante el día y huir por la noche no iba a funcionar, iba a correr el tiempo que fuese necesario para sobrevivir, cambiando de escondite cada cierto tiempo, revisando el área y tomando la precaución necesaria.
− No… corras… tan… rápido – Esa voz…
La chica de antes había seguido a Spero en todo el camino, pero eso no era lo que le sorprendía, lo sorprendente era el poco tiempo que le había tomado a esta en alcanzarlo. Quizá fui más lento de lo usual… Aun así, era increíble. Aunque dejaba mucho que desear en su resistencia, estaba sin aliento. No podía completar una oración sin antes respirar hondo unas cuatro veces.
− Déjame… Ayudar… te… −
− P-Primero toma algo de aire – Al igual Spero tenía problemas de habla, aunque por motivos muy diferentes.
Spero se acercó a la orilla del callejón y se puso a vigilar, haciéndole señas a la chica para que esta se escondiera en lo que recuperaba el aliento. Si soy solamente yo… quizá lo logre, pero con alguien más… No quería considerar a la chica una carga, pero no podía ignorar el hecho de que intentar huir con ella seria… un poco más difícil. Pensó que quizá y en el caso de que se necesitara defender en una pelea, sería capaz de manejarlos, ya que estos habían sido realmente débiles, pero con alguien más a quien proteger… dudaba poder lograrlo.
− Y-Ya estoy bien – Dijo la chica tocándole el hombro a Spero, haciendo que este diera un pequeño salto. − ¿P-Pasa algo? –
− N-No… − Sin contar que me están cazando.
− Q-Quiero ayudarte… − Dijo la chica algo temblorosa.
Spero apreciaba el gesto, pero no daba la impresión de ser alguien capaz de hacer tal cosa. Igualmente seguía con su deseo de no involucrarla, puesto que ese era su problema.
− Estaré bien… ya te lo había dicho – Dijo Spero dando una pequeña carcajada – S-Soy más fuerte de lo que aparento –
− P-Pero… − Insistía la chica.
− Es mejor que te alejes de mí, puedes terminar herida – Gestiono bien sus palabras, logrando hablar con claridad y confianza. – Ahora corre, antes de que te vean conmigo −
− ¡N-No puedo hacer eso! – Grito la chica, asustando a Spero. Para segundos después volver a su actitud normal tímida. – N-No puedo abandonarte –
Spero no había estado pensando en ello, pero… ¿Se habían visto antes? Ella había llegado llamándolo, diciendo “Te encontré” como si hubiese estado buscándolo, y si era eso, claramente se debía a algo, pero Spero no recordaba haber tenido una interacción con ella. Se aferraba a la idea de ayudarlo, pero igualmente no encontraba un motivo como para que ella llegara tan lejos. ¿Era debido a esa extraña casualidad de Spero? En la cual se encuentra con gente que siempre lo ayuda… Si es eso… con más razón debo apartarla.
− Lo lamento, pero debo negarme. Aléjate de mí por favor – Dijo Spero con mucha seriedad.
− Per… −
− ¡No! – Grito Spero interrumpiendo. – No quiero que nadie más se lastime por mi culpa… ya nadie más, así que por favor… aléjate de mí –
Spero podía notar que las intenciones de la chica eran buenas, no miraba ni una pizca de maldad en ella, lo cual lo hacía sentir un tanto culpable al alejarla de esa manera, pero no podía arriesgarse, si alguien iba a perder la vida… seria él.
La chica que no había mencionado su nombre, bajo su cabeza y comenzó a caminar.
− S-Si… Si necesitas mi ayuda, ahí estaré – Dijo antes de irse. Spero hizo caso omiso.
Es lo mejor…
Spero se mantuvo vigilando durante unas cuantas horas más en ese punto. No era muy transitado al parecer, no había nadie alrededor tampoco. Tenía miedo a ser delatado por las personas de la misma ciudad, aunque no parecía que ellos fuesen a colaborar con dichos guardias, pero cabía la posibilidad de que les ofrecieran algo a cambio. Tuvo suerte al no perder nada de sus cosas, aún mantenía algo de comida que lo mantenía en pie, al igual que agua y su hacha en caso de que hubiese problemas.
Se está oscureciendo. Con el sol ocultándose, y la llegada de la luna, venia la parte de la huida. Era un tanto sospechoso que todo se hubiese vuelto silencioso, al cabo de unas horas de haber estado escondido parecía como que ya no lo estaban buscando más. Pero no podía ser así de fácil, posiblemente le estaban tendiendo una emboscada, no era como si pudiese huir sin pasar por las puertas principales.
Después de pensarlo un poco, la razón por la que se había generado el conflicto era muy estúpida. Ya no creía siquiera que ellos en verdad fueran guardias a pesar de su vestimenta, posiblemente eran solo personas que se aprovechaban de los viajeros. Cosa que no restaba importancia a la situación, ya que, aunque no fuesen guardias, parecían ser varios de ellos.
Si en realidad ellos no eran los verdaderos guardias, ¿Qué se suponía que estaban haciendo los reales? Quizá había sucedido lo mismo en central, habían abandonado totalmente la ciudad dejando que el mismo pueblo formara sus propios grupos a cargo de la ciudad, lo que explicaría el mal manejo de los recursos y como todo parecía sumergido en cierta forma en una anarquía. Donde los más fuertes tomaban las cosas por la fuerza, mientras que los demás estaban sumergidos en la completa pobreza. Muchas cosas que pensar y poco tiempo.
Spero miro una última vez alrededor, y una vez se cercioró de que no hubiese nadie alrededor, comenzó a correr a toda velocidad. Al cabo de cruzar unas cuantas cuadras, volvió a mirar gente, la misma de antes en el mismo lugar. Niños jugando inocentemente; mujeres y hombres vagando sin rumbo. La iluminación no era muy buena, y eso favorecía al plan de escape.
Todo va bien… demasiado bien. Se acercaba a la puerta contraria a la que llevaba a Central, no había caso en volver a dicha ciudad. Dos… cuatro… veo cinco. Había cinco personas cuidando la puerta que llevaría a Spero a la libertad. A simple vista parecían muchos, pero si aprovechaba el factor sorpresa podía noquear al menos a tres sin recibir ningún golpe. Luego se encargaría de los restantes rápidamente para que no llamasen refuerzos.
Se volvió a esconder nuevamente en un callejón cercano para analizar bien la situación y ver la mejor forma de ejecutar su plan. Escalar la muralla no era una opción. A diferencia de la entrada de Central, la muralla de Santa Fe estaba mejor hecha, dejando muy pocos ladrillos para escalar, añadiendo que estaba más iluminada que el resto de la ciudad, como si lo hubiesen preparado para evitar que escapara por esa vía. Si insistía en escalar podían derribarlo con un arquero, por lo que el combate cuerpo a cuerpo sería más eficaz.
Blandió su hacha en su mano derecha, guardo y cerro fuertemente su mochila, y dejo comenzó a respirar tranquilamente. Solo hay una oportunidad… solo una. Una vez se tranquilizó, comenzó a correr. Tres derecha, dos izquierda, en ese orden.
− ¡[IGNIS SPHAERA]! –
¿Eh? Spero giro rápidamente su rostro a la izquierda. ¿Qué es...?
− ¡ABAJO! –
Spero abrió los ojos y miro como delante de su cara, a unos cuantos centímetros, pasaba una ráfaga de fuego. ¿Qué es… eso? La ráfaga de fuego no parecía venir de ningún lugar en específico, pero había aparecido junto al grito de antes.
¿Qué hago en el suelo? Giro su cabeza y junto a él estaba… la chica de antes. Rodeando el pecho de Spero con su brazo izquierdo. ¿Q-Que? Parecía tener unos ligeros raspones en la barbilla y en su brazo derecho. Spero rápidamente hizo a un lado su brazo y se puso de pie. Haciendo que igualmente la chica reaccionara.
− ¡Corre! – Grito poniéndose de pie.
− [IGNIS…] – Nuevamente eso…
− ¡Rápido! –
La chica tomó de la muñeca a Spero y lo estiro con fuerza, no entendía lo más mínimo de lo que estaba pasando. La chica tenía más fuerza de la que aparentaba, no era excepcional, pero era considerable, tanto como para arrastrarlo un poco.
− ¿Q-Que está pasando? – Pregunto Spero confundido y alterado.
− ¡Sigue corriendo y cúbrete! – Grito sin dar respuesta a la pregunta.
− [… SPHAERA] –
Entonces lo miro, iluminado por la ráfaga de fuego, se encontraba un sujeto a la distancia, y el fuego provenía de su posición. Esto es… Claramente lo era, aun siendo tan… inexplicable. La ráfaga de fuego navegaba por el aire sin perder altitud y a una velocidad considerablemente alta, pero esta vez no parecía estar dirigida hacia él… si no a…
− ¡Cuidado! – Grito Spero lanzándose sobre la chica, haciendo un movimiento rápido para cubrirla en sus brazos.
La ráfaga fue un poco más debajo de la vez anterior, quemando un poco del antebrazo de Spero. Arde… arde mucho. Aun habiendo solamente rozado, pudo sentir el calor de aquella llama. Era equiparable a la del origen del fuego de una fogata.
− ¡Levántate rápido! – Grito la chica estirando a Spero.
Y continuaron corriendo. Pero no se escuchaba más aquella frase. ¿Se… rindió? No parecía ser el caso. Frente a ellos aparecieron otros tres guardias más, con armadura pesada y cascos, no eran iguales al anterior, estos portaban espada y escudo. Mi turno.
− Quédate atrás – Dio la instrucción a la chica.
Spero corrió aún más rápido, dando un giro a su hacha para no golpear con el filo. No era necesario asesinarlos, simplemente pensaba noquearlos. Igualmente, los guardias cargaron hacia Spero cubriéndose con sus escudos y apuntando su espada al frente, dejando caer todo su peso hacia el frente. Aprovecho la posición encorvada de estos para realizar un gran salto con el impulso de la carrera, logrando pasar por encima del guardia central, dando un golpe en el aire directo al casco, abollándolo y noqueando al guardia. Los demás guardias reaccionaron al momento, coordinándose para atacar y no estorbarse el uno al otro. El primer guardia lanzo una estocada cargando hacia Spero, pero Spero desvió la espada de un golpe con su hacha, tomó al guardia por su brazo y aprovecho el impulso de este para alzarlo un poco en el aire y azotarlo contra el suelo fuertemente, haciéndolo caer sobre su espalda y dejándolo sin aire. Entonces cargo el último de los Guardias, dando un swing diagonal algo lento, Swing que Spero no tuvo problemas en esquivar, dando por ultimo un puñetazo directo a la abertura del casco del guardia, rompiéndole la nariz.
La chica, que se había quedado atrás, logro alcanzarlo una vez acabo con los guardias.
− Eso fue… − Se quedó sin palabras.
− No es suficiente… − Dijo Spero hiperventilando por el cansancio. – Ciel lo hubiese hecho en menor tiempo, y de mejor manera. –
− ¿Ciel? – Pregunto la chica sorprendida. – N-No importa, ¡Sigue corriendo! –
Spero siguió a la chica sin decir nada más. No sabía a donde se dirigía o porque razón lo estaba ayudando, pero no era momento para dudar de ella, lo había ayudado y eso era lo que importaba.
Corrieron hasta perder de vista a los guardias, cerca nuevamente de un callejón. Aunque toda la ciudad parecía un desastre, el lugar en el que se encontraban lo era aún más, estaba completamente abandonado, no había ni un alma alrededor. Pero ella parecía saber guiarse por aquel lugar.
− Llegamos – Dijo apuntando a un lugar vacío. – Aquí estaremos bien –
− ¿Aquí? – Pregunto Spero sin comprender lo que le decía.
Spero entendía que aquel lugar parecía estar totalmente abandonado, pero sería cuestión de tiempo que los encontraran en dicha parte de la ciudad, y sería aún más fácil al no tener cobertura en la cual esconderse. Hubiese sido mejor otro callejón.
− N-No te entiendo – Dijo Spero, pero la chica hizo caso omiso y comenzó a caminar. − ¿A dónde vas? –
Parecía estar buscando algo, caminaba y miraba a los alrededores. Entonces, en un parpadeo, desapareció. ¿Qué? Spero se había distraído por unos segundos y la chica había desaparecido en la nada. El lugar parecía campo abierto sin estructuras alrededor, y ella simplemente había desaparecido.
− Ven – Escucho la voz de la chica. – Acá –
Distinguía la voz, no se escuchaba lejano, pero seguía sin verla. ¿M-Me habré vuelto loco? Entonces, una mano salió del suelo. ¿Qué diablos? Spero dio un salto hacia atrás del miedo.
− Vamos, ven – Volvió a llamar.
La mano era de la chica, se encontraba escondida bajo tierra, pero… ¿cómo? Spero comenzó a caminar hacia la mano, y entonces lo notó. Debajo de un montón de escombros, había un tipo de hoyo con escaleras. Así que ahí estabas. Movió un poco y la miro, se encontraba dentro dicho hoyo, pisando en las escaleras de madera.
− Baja – Dijo la chica.
Spero miro nuevamente alrededor para asegurarse de que no hubiese nadie cerca. El lugar estaba vacío. Se acercó y puso su pie sobre el primer escalón.
− Asegúrate de tapar el hoyo – Dijo la chica.
− Oh… si –
Spero comenzó a bajar por aquel hoyo, haciéndose cada vez más oscuro, dificultando ver donde pisaba. Esta muy profundo.
¿D-Donde estás? – Pregunto Spero con el temor de pisar a la chica.
− Ya casi llego al fondo… − Respondió, su voz hacía eco en el agujero y se escuchaba algo lejana.
Spero siguió bajando poco a poco, moviendo su pie a cada escalón que bajaba para medir la distancia a la que se encontraba del siguiente.
− Listo, ya llegué – Dijo la chica. – Me hare a un lado, ya no te falta mucho, salta –
Spero miro hacia abajo y estaba todo oscuro, aunque confiaba en la chica, tenía algo de miedo, por lo que no salto. Entonces, miro una luz al fondo.
− Encendí una lámpara – Avisó la chica.
La luz no se miraba lejana, por lo que el miedo de Spero se fue y bajo de un salto. Cayendo frente a frente con la chica. Esta… muy cerca. Spero dio un paso atrás, alejándose de la vergüenza. La chica simplemente sonrió un poco.
− ¿Q-Que es este lugar? – Pregunto Spero intentando cambiar el ambiente.
− Es… No lo sé – Respondió. – Encontré este lugar por accidente hace tiempo… así que en realidad no lo sé, solamente caí por este hoyo… –
− ¿¡Caíste!? – Pregunto Spero sorprendido.
La chica se puso un poco nerviosa, junto sus manos y comenzó a jugar con sus pulgares.
− S-Si… − Respondió – Sé que suena sospechoso… ¡pero no miento! No me paso nada porque había varios colchones y paja acomodados aquí debajo –
Ciertamente sonaba muy sospechoso, había guiado a Spero hasta dicho lugar con exactitud y la forma en la que lo había encontrado era muy conveniente. Miro alrededor y parecía ser un tipo de refugio, había algunas lámparas alrededor, pero no tenían aceite. Incluso estaban… los colchones que había mencionado. Supongo que tiene un punto. Aunque en realidad no había razón para dudar de ella.
− N-No hay problema – Dijo Spero sonriendo y carcajeando levemente. – N-No es que dude de ti, ni nada –
La chica cambio rápidamente su expresión y bajo su rostro. ¿Dije algo malo?
− No miento… − Dijo haciendo una pausa. Alzo su rostro y miro a Spero con una mirada triste. – Yo… solía vivir por estos lugares… hace años, por eso es que encontré este lugar. Decidí volver porque aquí cercas se encontraba mi casa, y fue ahí… cuando caí. –
¿L-Lo arruine? Spero se sintió culpable, pensó que había dicho algo que no debía, quizá había hecho que recordara cosas de su pasado que era mejor olvidar. Él sabía lo que se sentía en cierto modo tener malos recuerdos, y como duele cuando alguien los trae a la luz nuevamente o habla de ellos. Soy un tonto.
− P-Pero no pasa nada – Dijo la chica dando una sonrisa y moviendo sus palmas preocupada. – Eso ya es cosa del pasado, n-no es que sea algo malo. Solamente solía ser mi casa, solo eso… –
No tienes que fingirlo. Spero sabía que ella ocultaba algo más. Una persona no solamente vuelve porque si a algún lugar. Detrás de su visita quizá había algo mayor, cuantas cosas habrá vivido en esa casa y ahora… es simplemente polvo. Los recuerdos que se forjaron en ella… todo perdido.
− N-No te pongas así… por favor – Pedía nerviosamente a Spero.
− ¡Ah!… si… perdona… − Dijo Spero dando igualmente una sonrisa.
El ambiente se puso tenso y extraño. Nadie decía nada, Spero se rascaba el antebrazo por la incomodidad y la chica seguía jugando con sus pulgares. ¿Qué se supone que haga ahora? Spero lucio sus habilidades de comunicación excepcionalmente quedándose callado.
− A-Antes lo mencionaste… ¿no? – Pregunto la chica rompiendo el silencio.
− ¿A quién? – Pregunto Spero.
− Al héroe… Ciel… −
Así que aún es reconocido como un héroe… Aun con tanta destrucción, y pobreza en el mundo, Ciel seguía siendo reconocido por la gente como el Héroe. Aun habiendo terminado las cosas como se encontraban ahora… seguían reconociéndolo. En cierta forma, escuchar que alguien lo llamaba así… lo hacía sentir mejor. Quizá no fue todo en vano. Aunque solo fuera un título, y el mundo no hubiese mejorado… seguían reconociendo sus esfuerzos. Mientras no cayera en el olvido, todo estaría bien.
− Si… lo mencione… ¿Qué pasa con ello? – Pregunto Spero.
− Tu… Hablaste de él como si lo hubieses conocido. – Dijo la chica.
− Si… lo conocí – La mirada de Spero tenía un brillo singular, aun pareciendo estar triste al decirlo.
− Eso lo explica… en cierto modo –
− ¿Qué cosa? –
− Tu fuerza… ¿Eras amigo del Héroe… no? Puedo saberlo por tu expresión hacia él –
Era como un hermano para mi…
− Si, entrenamos un tiempo juntos. – Spero comenzó a hablar con naturalidad, quizá por el tema, o porque le había tomado cierta confianza a la chica. Igualmente, no le dolía hablar sobre Ciel, puesto que ya habían pasado años…
Conversaron unas dos o tres cosas más antes de quedarse sin tema nuevamente, trayendo consigo el silencio incomodo nuevamente. Entonces lo recordó.
− Gracias… − Dijo Spero.
− ¿Mmh? ¿Por qué me das las gracias? – Pregunto confundida la chica.
− Por todo, gracias a ti… sigo con vida, así que se podría decir que… mi vida te pertenece. – Dijo Spero soltando una leve risa – Solo bromeo –
La chica se puso roja como un tomate. ¿D-Dije algo raro? Spero no prestaba mucha atención a lo que decía. Se sentía extraño cuando ella le decía ciertas palabras, pero realmente no conocía aquellos sentimientos. En lo que amor respectaba, era solamente un niño. Al igual sus palabras las decía sin pensar mucho en el efecto que tendría en la otra persona. El nerviosismo que sentía era más que nada por el hecho de que la chica le parecía muy hermosa y su inexperiencia tratando con mujeres en general.
− D-De nada… − Respondió la Chica mirando al suelo con una pequeña sonrisa.
− Y… quería preguntarte otra cosa – Continuo Spero. − ¿Q-Qué fue lo que paso allá atrás?
La chica reacciono rápidamente.
− Oh… si… eso… − Dijo.
− ¿Qué es lo que hizo aquel sujeto? – Pregunto Spero. – Dime si me equivoco, pero… el fuego provenía de él… ¿no? –
La chica se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia los colchones. Se agachó un poco y comenzó a estirar uno de ellos, Spero rápidamente fue a ayudarla a moverlo.
− G-Gracias… ahí está bien. – Dijo para luego sentarse sobre uno de ellos. – E-Esto es algo… largo, así que… siéntate un momento, por favor. –
Spero siguió las ordenes como había hecho hasta el momento, sin rechistar ni un poco.
− Bueno… supongo… ya debes saber un poco sobre lo que trata… ¿no? – Pregunto la chica.
− Eso fue… ¿magia? – Respondió Spero.
− Si. – Magia… − ¿Escuchaste algo antes de mirar el fuego? –
− Si… IGNIS algo… no recuerdo bien −  Respondió Spero.
− [IGNIS SPHAERA] – Spero al escucharlo instintivamente se cubrió con sus brazos y cerró los ojos… pero nada sucedió. – No te preocupes, yo… no puedo hacerlo –
Spero se dejó de cubrir y siguió escuchando atentamente.
− La magia funciona de una forma que no comprendo bien… así que no puedo decirte mucho más que lo básico – Continuo – La magia es accesible a todo aquel que quiera aprenderla, siempre y cuando cumpla con tres condiciones. –
− ¿Tres? – Pregunto Spero.
− Si, tres. – Continuo la chica. – La primera puede sonar muy simple. Es encontrar un tutor o un grimorio. –
− ¿Grimorio? – Pregunto nuevamente Spero.
− Es idéntico a un libro cualquiera – Respondió la chica – Pero es necesario para aprender la magia, de este la gente aprende los conjuros, como el que escuchaste antes. Igualmente es necesario tocarlo, aunque sea una vez para que despierte tu magia, también llamada “Maná” –
− ¿Solamente con tocarlo? – Pregunto Spero.
− Si… pero solo es una de las condiciones. – Respondió la chica. – La segunda es… estudiar. –
− ¿C-Cómo en una escuela? –
− A-Algo así… − Continúo la chica. – Puedes aprenderlo de tu instructor o por ti mismo. Debes memorizar los hechizos al pie de la letra, algunos son más largos que otros. Igualmente es necesario recitar un conjuro cualquiera para activar o bueno, dejar fluir tu “Maná”. –
− Entonces, debes tocar el grimorio y recitar un conjuro… suena simple –
− Lo es. – Afirmo la chica – Sin embargo, queda una tercera condición. La más simple y a la vez más importante de todas… tener maná. Así como hay gente que desborda maná, hay quienes no tienen ni una pizca de ella, por lo que son incapaces de despertar la magia por más que toquen y conjuren. –
Entonces… no todos pueden hacerlo. Incluso para ello, hay quienes son buenos y quienes no sirven.
− Claro, no son los únicos impedimentos. – Continúo la chica – Los grimorios son un tanto extraños, aunque anotes los hechizos en otro libro este no funciona como base para activar tu maná, por lo que es común mirar gente vendiendo “Grimorios” que no hacen efecto alguno, haciéndolo todo más difícil para los aspirantes. –
− Pero ya lo habías dicho antes, solamente es necesario un ins… − Sin acabar de formular su oración, lo entendió y guardo silencio.
− Si… en las grandes ciudades hay quienes imparten este conocimiento. Escuelas que son poseedoras de grimorios básicos para la enseñanza, enseñan conjuros básicos. Aunque en su mayoría es encender una pequeña llama o manipular unas cuantas cosas pequeñas. Los complicados generalmente son impartidos por y para el ejército. –
− Pero la guerra termino… ¿Por qué han de impartir tales cosas a un ejército? −
− Así no es como lo miran ellos… –
Así que para ellos la guerra nunca termino…
− ¿Qué más sabes al respecto? –
− Solamente eso… casi todo se mantiene entre maestro y alumno −
Era muy poca información, pero seguía siendo útil. Con el descubrimiento de tal cosa como la magia, las cosas se volvían más confusas. Solo han sido cinco años… Y el mundo había dado un salto enorme, cambiado igualmente de una manera extrema. Y entonces lo notó.
− Dijiste escuelas… ¿no? – Pregunto Spero algo alterado.
− S-Si… lo dije – Respondió la chica algo confundida.
− Eso significa… que hay más ciudades… ¿cierto? –
− S-Si… −
− Y si tienen escuelas, deben ser diferente a esta ciudad, ya sabes… sin pobreza –
− No sabría decirte con exactitud… pero dicen que las grandes ciudades gozan de una vida plena sin problemas… yo también vengo de un pueblo cercano – Dijo la chica.
Esta ocasión Spero no se detuvo a pensar sobre si había herido los sentimientos de la chica o dicho algo fuera de lugar. Las cosas se le hacían un tanto más claras. Si había una civilización estable, significaba que en dicho lugar encontraría al consejo, y si encontraba al consejo… encontraría respuestas. Comenzó a recordar su objetivo, la rabia que sintió al ver el estado de las ciudades, no podía simplemente ignorarlo o pasarlo por alto. Aunque hubiese gente que recordara a Ciel como un Héroe, no podía evitar odiar como mancillaban su sacrificio. Fuese quien fuese el causante de la explosión… habría de pagar por ello.
− Gracias nuevamente… − Dijo Spero.
− ¿P-Por qué? – Pregunto la chica.
− Pensaba vagar sin rumbo una vez abandonara la ciudad. Al menos en lo que aclaraba un poco las cosas. Pero ahora no es necesario. –
− ¿Q-Qué es lo que piensas hacer? –
− Iré a las grandes ciudades a encontrar respuestas… −
− ¿Respuestas…? ¿Sobre qué? –
− La situación, todo lo que está sucediendo. – dijo Spero con una mirada seria. – No puedo perdonarles lo que han hecho… definitivamente lo matare. –
− ¿M-M-Matarlo? – Preguntó la chica asustada − ¿A-A-A-A quién mataras? –
− ¿No lo dije? – Pregunto Spero. – Al causante de todo. Una vez lo encuentre, lo mataré. –
La cara de la chica se tornó pálida; la mirada de Spero no era normal, irradiaba un increíble odio, todo lo contrario a lo que había visto la chica anteriormente.
− ¿N-No crees que es un poco extremo? – Pregunto la chica algo asustada.
− No. No lo es. – Respondió Spero a secas. – No después de lo que hicieron, no después de haber… tirado a la basura sus esfuerzos… todo lo que él intento, su ideal, su sueño, lo que lo impulso a seguir adelante. –
− Hablas de… −
− Si. Hablo del Héroe. – Respondió Spero. – Quiero darte una última vez las gracias… −
Spero se dio cuenta de que había olvidado algo importante, algo sumamente importante. Lo primero que se pregunta al iniciar una conversación con un extraño, lo había pasado por alto completamente.
− ¿C-Cual era tu nombre? – Pregunto Spero volviendo a la actitud que había mostrado antes, pero con algo más de pena.
− A-Alice… mi nombre es Alice. – Respondió la chica. Alice… que nombre tan lindo. No. No es momento para ello.
− Muchas gracias… A-A-Alice. – Aunque se encontraba algo molesto, mantenía la dificultad para hablar con ella. – M-Mi nombre es Spero. Fue un placer conocerte. –
− ¿Fue? – Pregunto Alice confundida − ¿A qué te refieres? –
− Desde aquí nos separamos. Es hora de que siga mi propio camino – Respondió Spero.
Alice bajo su mirada nuevamente, como si estuviese algo triste.
− No… no puedo dejarte hacer eso – Dijo alzando su cabeza rápidamente – Yo también soy parte de esto ahora… e-ellos miraron mi rostro –
Maldición. Había surgido un nuevo problema, por su culpa había involucrado a Alice en sus problemas. No tenía pensado llevarla con él, puesto que era un camino peligroso. Pero dejarla a su suerte después de toda la ayuda que le había brindado… tampoco podía hacerlo.
“Esposa” Resonó en su cabeza. No es momento para ello.
− Así que… Así que… − Continúo Alice, como si quisiera decir algo sin éxito. − ¡Así que déjame ir contigo! –
− ¿Eh? –
− Déjame acompañarte en tu viaje… conozco un par de cosas más que tu… así que… quizá… yo… − Empezó con fuerza, y la fue perdiendo conforme más cosas decía. – pueda… ser… de ayuda –
Spero estaba analizando y buscando otras opciones, pero simplemente no encontraba ninguna solución para el problema. Ciertamente era más fácil llevarla con él, ya que si la abandonaba y le pasaba algo… no podría personárselo. Pero sería aún peor si no era capaz de protegerla. Apenas pude contra tres guardias…
− P-Prometo no ser una carga… − Dijo tartamudeando.
− D-De cualquier manera… ¿Por qué quieres venir? – No parecía ser que fuese totalmente por miedo.
− Solo… − Respondió haciendo una pausa. Bajo su mirada por un momento y se puso roja, comenzó a mirar a todos lados y jugar nuevamente con sus pulgares, entonces alzo su cabeza lentamente. – Quiero estar contigo… por qué me siento segura a tu lado –
Spero sintió como si una flecha atravesara su corazón. ¿Qué es esto? ¿Felicidad? Las palabras animaban y daban fuerza a Spero, quien ya había tomado una decisión, la más lógica posible.
− E-Esta bien. – Respondió Spero completamente nervioso. – N-No sé si sea capaz de protegerte… pero… ¡Te protegeré con mi vida! –
La sonrisa de Alice al escuchar las palabras de Spero ilumino aquel pozo oscuro, siendo más resplandeciente incluso que la luz de la lámpara. Es tan… hermosa.
− Confió en ti… – Dijo Alice sonriendo dulcemente…

Comentarios

Entradas populares