La Profecía del Héroe - Capitulo 13: Cuernos de Demonio


− Despierta, es hora de seguir –
La luz de la mañana pasa a través de las hojas de los árboles. Habían sobrevivido la noche y no parecían estar siendo rastreados, posiblemente habían abandonado los intentos de capturarlos apenas habían dejado la ciudad.
− ¿C-Como está tu herida? – Fue lo primero que pregunto Alice apenas despertó.
− Mucho mejor, no te preocupes – Respondió Spero.
− Aunque a decir verdad… pensé serias más resistente… peleaste en la última batalla… ¿no? –
− Bueno… − Spero no había participado mucho en la batalla realmente. Había acabado con unos cuantos demonios, pero no era nada que nadie hubiese hecho antes. – La mayor parte lo hizo Ciel… nosotros solo nos encargamos de los demonios regulares… aunque también hace tiempo que no entrenaba… jaja. –
− N-No lo tomes a mal – Dijo Alice intentando arreglar la situación.
− No… no importa, igual tienes razón. Es una simple herida y fue suficiente para detenerme… debo mejorar, mejorar mucho –
Alice miraba con un poco de admiración como era que Spero aceptaba sus errores, a la vez que buscaba mejorar un poco más. Mientras que a Spero le sorprendía igualmente, por primera vez en su vida, sentía ganas de superarse por su propia cuenta, sin dejarse influenciar por alguien más. Así es como se siente…
− B-Bueno… − Continuo Spero. – Mejor démonos prisa, debemos llegar más tardar antes del anochecer –
Se puso de pie con un poco de dificultad, no podía ocultar que la herida aun no cerraba del todo y le dolía un poco, pero no lo suficiente como para detenerlo. Intentó lo más que pudo ocultar los signos de debilidad, pero de igual manera Alice no dejo que esté la llevara en su espalda nuevamente.
− No quiero que te sobre esfuerces – Dijo.
El transcurso fue más largo y ameno, ya que no estaban siendo seguidos, podía caminar con algo más de tranquilidad.
− ¿Qué piensas hacer una vez lleguemos a tu pueblo? – Preguntó Spero.
− Primeramente, quiero ir con mi madre… quizá no pueda volver a verla… − Las palabras que salían de la boca de Alice solo lo hacían sentir más culpable. – Según tengo entendido los guardias de Santa Fe no suelen salir de la ciudad… pero después del alborotó que causamos, no estoy segura del todo. –
− Lamento eso – Aunque una disculpa no era suficiente.
− N-No te culpes… − Respondió Alice. – Estoy en esta situación por mis propias decisiones –
Aun con eso, Spero sentía profundamente que era su culpa. Si yo no hubiera sido tan… Pensaba.
− ¿Y-Y tú qué piensa hacer? – Interrumpió Alice al ver lo incomodo que se volvía el ambiente − ¿Cuál será nuestro destino después del pueblo? –
− B-Buena pregunta… − Spero se quedó pensando durante un largo rato. ¿A dónde iremos…? Ciertamente tenía claro su objetivo, y algo de información sobre la situación. El lugar más probable donde hubiese encontrado información había sido destruido y en sí, el detonante de su odio. Por lo que tendría que vagar en alguna dirección buscando respuestas. – Creo lo mejor sería buscar a algún informante –
− Buena idea… − Asintió Alice. – Quizá podamos encontrar uno en mi pueblo. –
Lo que detonó otra duda para Spero. ¿En qué clase de lugar vivía Alice? Ella no tenía una complexión delgada a tal punto que pareciera estar falta de alimento. Su ropa no estaba en mal estado, quitando obviamente la parte que había roto para vendar a Spero. Por lo que surgía la duda, ¿Su pueblo estaba en las mismas condiciones que Santa Fe?
− Mmh… Alice… −
− ¿Si? –
− T-Tu… tu pueblo… − Por alguna razón tenía miedo de preguntar directamente. − ¿Cómo es? –
− Ya lo mirarás cuando lleguemos – Respondió con una sonrisa. – Aunque si tuviera que decir… supongo que siempre ha sido igual. –
Una respuesta muy vaga. “Siempre ha sido igual” se podía interpretar de muchas maneras, su estado podía ser deplorable o quizá un pueblo enriquecido… pero era difícil adivinar en base a solo la apariencia de Alice.
− Dijiste que solías vivir en Santa Fe antes… − Señalo Spero.
− Si… eso fue hace mucho tiempo –
− Yo igualmente viví ahí por un tiempo –
− ¿Si? –
− Si… fue antes de la última batalla… después de la caída de Central. –
− ¿Estuviste igualmente en la caída de Central? – Preguntó Alice con asombro.
− Si… se podría decir que si… −
− E-Estas lleno de historias interesantes… −Señalo Alice con una leve carcajada. – Estuviste en Central y Santa Fe en sucesos importantes… e incluso fuiste amigo del héroe… ciertamente eres interesante –
− N-No es para tanto… −
Spero no sabía manejar los halagos e interés de Alice, simplemente no era bueno con ello.
− ¿Y? – Preguntó Alice. − ¿A qué viene la pregunta? –
Spero quería conocer un poco más de Alice, igualmente no quería apresurar las cosas, pero pensó que, si iban a seguir un camino en conjunto, igualmente debía saber un poco más de ella que no fuera solamente su nombre.
− S-Solo quería saber la razón por la que te fuiste de Santa Fe… −
− Oh… − Alice puso una expresión como si no quisiera hablar del tema. – Fue por… algunas cosas –
Y al final no dijo nada. Debe tener sus razones. Razones que no eran de la incumbencia de Spero, no debía hostigarla con su pasado, si ella no quería hablar de ello en aquel momento, era mejor no insistir.
− ¿Y tú? – Pregunto Alice.
− ¿Yo? –
− Si… ¿a donde fuiste después de la última batalla? – Preguntó Alice, parecía igualmente querer un poco más sobre Spero. – No parecías saber mucho sobre lo que había pasado, por lo que no parece que estuvieras cerca de las grandes ciudades… aunque si no quieres hablar de ello, lo entenderé. –
No hay nada que ocultar. No era como si hubiese habido algo oscuro que lo obligara a dejar la ciudad, simplemente lo había hecho porque no tenía otro lugar a donde ir, tomando como único recurso volver a su pueblo. No había un pasado trágico en ello o algo que deseara borrar de su memoria. Perder a Ciel había sido duro, pero no algo que quisiera ocultar de los demás.
− Volví a mi pueblo natal – Respondió Spero sin dudar. – No había nada para mí en la ciudad con todo el tema de la paz. Así que volví a casa… o algo así. –
− Oh. – Dijo Alice sorprendida. – ¡Con tu familia! –
− N-No… no exactamente… − Dijo Spero con una leve y baja risa. – Mi madre falleció hace ya muchos años… y nunca conocí a mi padre… −
La expresión de Alice cambio al momento.
− P-Perdón… dije algo sin pensar – Dijo apenada bajando su cabeza.
− N-No te preocupes, eso ya fue hace mucho tiempo. – Respondió igualmente Spero apenado. – igualmente no estuve solo… conocí un anciano llamado Core, y estuve viviendo con él los últimos años −
− Siento que ese nombre me suena de algún lugar – Señalo Alice – Aunque supongo solo es mi imaginación. –
− Cuando llegue a mi pueblo, ya estaba ahí −  Continuo Spero – Me enseño lo básico de la agricultura, y fue el quien me dio esta hacha
Spero alzo su hacha. Por primera vez noto cuan desgastado estaba el filo, aunque intentara usarla para cortar a alguien sería difícil, servía mas como un mazo que como hacha en el estado que se encontraba. Aunque no tenía razones para matar a alguien al momento, o cortar leña, por lo que no había problema alguno.
− ¿N-No crees que sea mejor comprar otro equipo? – Señalo Alice, al parecer, también había echado un ojo al hacha – Y… no me refiero solo a tu arma… me refiero a protección… ayer saliste herido… −
Lo que decía Alice era cierto, le sorprendía a Spero cuando descuidado había sido. Aunque había actuado acorde a la situación, aun no había pensado en que debía conseguirse algo de equipo. Regularmente era solamente el ejército quienes tenían acceso a armas y armaduras, sin embargo, los herreros no eran considerados exclusivos de la milicia, por lo que vendían armamento a cualquiera que estuviese dispuesto a pagar. ¿Pero seguirá siendo igual? No había visto ni un puesto de herrería en Santa Fe, tampoco era como si los guardias de ahí estuvieran vestidos con el mejor armamento. En general, sus armaduras tenían signos de desgaste, algunas partes estaban oxidadas o rotas, por lo que seguramente no contaban con un herrero. Pero debieron conseguirlas de algún lugar.
Os había mencionado que algunos pueblos se dedicaban a la creación de objetos con materias primas, por lo que posiblemente había alguno que contara con algún herrero, el mismo que había provisto a los guardias de Santa Fe de su equipamiento. Aunque había la posibilidad de que igualmente lo consiguieran de algún comerciante que pasaba por el lugar. Las posibilidades eran muchas, pero la posibilidad de que hubiera aun herreros era la más alta.
− ¿Y cuentas con dinero? – Preguntó Alice – D-Debe ser caro comprar equipamiento –
Ciertamente… Contaba con dinero que había ahorrado con los años, y al parecer seguían usando la misma moneda. El problema era saber cuánto era el precio que se manejaba en la actualidad, ya que igualmente había hecho una donación a la iglesia y repartido algo de dinero a los niños que le habían pedido apenas llegar a la ciudad. Contaba con nada más y nada menos que con noventa y cinco monedas de oro, una cantidad que antes era considerablemente buena, pero la situación igualmente podía haber cambiado.
− S-Si… − Respondió con duda Spero. – Solía igualmente hacer artesanías y venderlas… tengo solamente 95 oros… qu…−
− ¿¡Noventa y cinco!? – Preguntó Alice sobresaltada. ¿Mmh?  − Eso es mucho dinero… −
Entonces… el valor subió…
− ¿Lo es? – Preguntó Spero sin creérselo.
− S-Si… − Contestó Alice calmándose – Es una muy buena cantidad. Con el tiempo y las cosas que pasaron, el valor de las monedas de oro subió… debieron ser muy buenas artesanías… −
Aunque solo era un pasatiempo… jaja. El valor del dinero con el que cargaba era un tanto tranquilizante, le decía que no tendría problemas en un futuro durante un tiempo. Quizá no era lo suficiente para sobrevivir por el resto de su vida, pero a juzgar por la forma en que había reaccionado Alice, sería suficiente como para abastecerse de comida y nuevo equipo.
− ¿N-No conocerás un herrero? – Preguntó Spero con la esperanza de que en su pueblo hubiese alguno.
− Lamentablemente no… − Contestó Alice sin mucha demora. – El pueblo no se dedica a la herrería, y lamentablemente no conozco con certeza los demás pueblos… –
Parecían estar en la misma situación. Ninguno de los dos tenía mucha información, lo que volvería a su viaje más incierto y demoroso.
− ¿Sabes manejar algún arma? – Preguntó Spero.
Sería más fácil si así fuera. Con un mejor equipamiento podía cuidarse a sí mismo. Podía poner la excusa de las que las peleas anteriores era debido a que no iba más que armado con un hacha sin filo y su ropa casual, mientras que las cosas cambiarían drásticamente con el equipo adecuado. Pero el punto seguía siendo Alice, por más habilidoso que uno sea, siempre será más difícil teniendo a alguien que proteger.
− N-No… −
Lo supuse. Sera por la vía difícil…
− B-Bueno, no hay problema… −
− ¡P-Pero puedo aprender si así lo deseas! – Dijo Alice con mucho ánimo – S-Si te parece enseñarme… −
Después de analizarlo un poco, sintió que no sería lo más apropiado. Aunque le resultaría más fácil el que ella pudiese defenderse por sí misma, no era como si quisiera que ella formara parte de los problemas que él podría ocasionar. Por lo que la mejor opción era dejarla fuera de las peleas en lo que cabe de lo posible. Pero… ¿Y si no puedo hacerlo todo? En su mente se llevaba un conflicto, por otro lado, igualmente quería enseñarle al menos lo básico para que pudiese defenderse cuando la situación lo requiriera… y no necesariamente tendría que formar parte de las peleas. Igualmente comprarle algo de equipo para su protección seria… mucho mejor.
− S-Supongo que podría enseñarte algo… − Al final decidió enseñarle. − ¿Q-Que es lo que te interesa? –
Alice se quedó durante un pequeño momento en silencio, presumiblemente pensando.
− N-No creo que pueda cargar con cosas pesadas – Dijo con una pequeña sonrisa y una leve carcajada.
Eso limitaba las cosas un poco, quizá podía conseguirle un pequeño cuchillo para defensa personal. Aunque no sería suficiente… ¡Ya lo tengo!
− ¿Qué tal arquería? – La especialidad de Spero.
− S-Suena bien para mí –
Era la mejor opción, mientras él mantenía a raya a los enemigos, Alice podía asistir desde la retaguardia. Añadiendo el hecho de que podía enseñarle más de arquería que cualquier otra cosa…
Aunque… ¿Enemigos? Estaba pensando muy a futuro, y en uno muy incierto. No había seguridad de que lo que viniese después le causara problemas… aunque pensaba enfrentarse a quien sea que causara la explosión de Central. Aunque quizá no era motivo suficiente para despertar enemigos contra él. Los problemas habían sido en Santa Fe, y dudaba que estos lo siguieran hasta más lejos. Pero era mejor ser precavido, no podía simplemente confiarse y arriesgar su vida o la de alguien más.
Durante el transcurso a la ciudad hablaron de unas cuantas cosas más. Algunas sin importancia, y otras ocasiones se quedaron en total silencio. Pero ciertamente el camino se hizo más ameno con ello. Podía sentir como los lazos se iban haciendo más estrechos a cada palabra que intercambiaban.
− Creo que ya lo veo – Señalo hacia el frente Spero.
− S-Si… lo de ahí adelante es mi pueblo – Respondió Alice.
A diferencia que las anteriores ciudades, el pueblo de Alice no tenía una gran muralla que lo rodeara, se podían mirar algunas casas a lo lejos. También contaban con algunos cultivos y gente trabajando en ellos. Así que se dedican a la agricultura.
Spero no entendía la razón por la que ella no había querido decirle a que se dedicaba su pueblo, siendo uno tan simple, tampoco había una razón para apenarse porque fueran un pueblo agricultor. Pero poco importaba, solo estaban a unos cuantos metros de llegar.
Conforme más se acercaban, Alice había mas silencio por parte de ambos. Spero se sentía un tanto nervioso respecto a conocer a la madre de Alice, y el cómo esta reaccionaria al traer un extraño a su casa… más por el hecho de ser un hombre. Mientras que, por el lado de Alice, simplemente guardaba silencio.
− T-Tu madre… − Dijo Spero temeroso − ¿C-Como es ella?
Alice no reaccionó al momento, parecía estar en su propio mundo.
− ¿Si…? Oh… Ella… − Dijo haciendo una pausa. – Ella es una buena persona, no te preocupes –
Si Alice lo dice…
− ¿N-No te causare un problema si me presento? – Preguntó Spero aun preocupado. – Ya sabes… algún malentendido –
− ¿Mmh? Ah… no… no te preocupes –
Siguieron caminando hasta estar frente a la entrada principal del pueblo. No había una muralla o puertas para entrar, pero si un pequeño camino trazado por el uso de este, lo que indicaba que era la entrada al pueblo.
− Llegamos… − Dijo Spero.
El pueblo era algo simple, tenía una gran cantidad de casas, aunque no todas se miraban habitadas. Algunos puestos como panaderías, que al parecer usaban los mismos cultivos de ahí. Unos establos con caravanas para el comercio, entre otras cosas.
Spero dio el primer paso dentro del pueblo, mientras que Alice se encontraba inmóvil frente a esté.
− ¿Pasa algo? – Preguntó Spero.
− Ah… no –
Alice igualmente comenzó a caminar. Era difícil notar alguna diferencia en su forma de actuar, pero Spero era bueno para ello. Notaba como cada paso que daba estaba un poco tenso, como si se le dificultara caminar o hacer el movimiento. Quizá si soy un problema para ella… Aunque no parecía ser realmente ese el caso.
− ¿A dónde nos dirigimos? – Puesto que Spero aún no sabía dónde estaba la casa de Alice.
Alice no dijo nada, simplemente comenzó a caminar frente a Spero. ¿habré dicho algo que la molesto?
Camino a través de las casas, entre el estrecho camino que se formaba en la separación de estas. Entonces comenzó a hablar nuevamente.
− Spero… − Fue la primera vez que lo llamo por su nombre.
− ¿S-Si? –
− Tu… − Dijo haciendo una pausa. – Peleaste en la última batalla… ¿cierto? –
− S-Si… − Aunque no hice mucho que digamos…
− Eso significa que has matado demonios… −
− S-Si… un par –
− Peleaste por la paz… −
− S-Si… −
− Junto al héroe… −
− A… Así es… −
− ¿Podrías decirme tu objetivo nuevamente? – Spero ya no comprendía que era lo que sucedía, Alice estaba actuando de una manera muy extraña.
− Asesinar a quien arruino esa paz – Dijo sin titubear.
− Y si esa persona… − Dijo Alice haciendo una leve pausa. Se detuvo y miro directamente a Spero con los ojos bien abiertos. – ¿Hubiera sido yo? –
− D-Deja de bromear Alice… − Spero forzaba una risa nerviosa.
− Dime… − Alice continuaba. − ¿Has matado a un humano? –
− Y-Yo… − Se sentía culpable de las muertes de la gente que alguna vez vivieron a su alrededor, sin embargo, no podía decir que él fue quien los mato literalmente. – N-No lo he hecho –
Alice comenzó a caminar alrededor de Spero, mirándolo fijamente. Spero se comenzaba a poner nervioso, no sentía malas intenciones viniendo de ella, pero no podía dejar de sentir que algo andaba realmente mal. Su actitud… no era la habitual.
Se encontraban en un punto muerto. No había personas alrededor, no escuchaba el ruido de las azadas golpeando el suelo fértil. La gente hablando entre ellas… había desaparecido.
− Entonces… − Alice desapareció de la vista de Spero. Y sintió aquello nuevamente, un terror paralizante que recorría todo su cuerpo. Quedo inmóvil al momento, sin ser capaz de dejar salir ni una palabra. − ¿Cómo puedes decir que asesinaras a quien arruino la paz? –
¿Q-Que?
Aunque no podía asegurarlo, sentía como Alice se encontraba detrás de él. La voz… su respiración, todo podía sentirlo detrás de su cabeza.
Una suave mano comenzó a acariciar su cuello con mucho cuidado. Voy a morir. Poniéndola al final en su frente, arrastrando su cabeza hacia atrás, dejando su cuello al descubierto, y él no podía hacer nada al respecto. Moriré… moriré… Sintió el suave filo de una hoja posicionarse en su cuello, un frio y mortal metal. Un simple movimiento y su cuello seria rebanado.
− ¿Alguna vez has sentido… la sangre de otro humano recorriendo tu piel? – La voz femenina se comenzó a distorsionar…
Ciel… Fue el único pensamiento de Spero.
− ¿Has cargado con el peso de quitarle la vida a alguien más? – La voz ya no era la misma… su tono… su tono era más… masculino.
− Esa persona a la que odias… puede tener una familia. – Definitivamente no era la Alice que él conocía. − ¿Eres capaz de separar esa familia? ¿Cargar con el peso de quitarle un padre, una madre o un hijo a alguien? –
Muévete… Si Spero no hacía algo, definitivamente iba a morir. Pero no podía hacer nada más que escuchar lo que aquel sujeto detrás de él le decía. Él… él no es Alice. Más que temer por su vida, temía por lo que le había pasado a Alice, no podía creer que quien se encontrará detrás de él fuera Alice… definitivamente no era ella.
− A-A-A-lice… − Dijo con mucha dificultad.
− ¿Qué sucede? – Respondió la misma voz masculina. – Espera… ¿Estas preocupado por Alice? En verdad… ¿Piensas que algo le sucedió? ¿Acaso no lo comprendes? –
La voz comenzó a reír fuertemente, en un tono burlón, sin quitar ni un momento la cuchilla del cuello de Spero. Mientras que Spero no podía dejar de sudar por el nerviosismo.
− Realmente eres un estúpido…. – Continúo riendo – No creí que fuera tan efectivo… pero al parecer sigues confundido –
No… no… no… La persona que estaba detrás de él, arrastro aún más su cabeza hacia atrás, y seguido puso su rostro frente a la cara de Spero, era… Alice. La persona que había creído que era… era una simple mentira. Podía mirarlo en su expresión. Seguía siendo el mismo rostro, pero… Esa sonrisa… Esa persona sosteniendo un cuchillo, diciendo tales cosas… no era a quien había conocido.
Spero había sido totalmente engañado. Había caído en el juego de la damisela en peligro. Esa persona solamente había jugado con él.
− Hablas sobre asesinar… − Continuo – Pero no has matado a nadie… mataste todos aquellos demonios porque eran diferentes a nosotros, ellos tenían aquellos cuernos y no sentían empatía. No eres capaz de asesinar a un igual, no eres capaz de matar a un humano. No tienes el valor para hacerlo.
Tiene… tiene razón. Lo que Alice decía era totalmente la verdad. Spero solo pudo hacerse cargo de los demonios al hacerse a la idea de que ellos eran enemigos, que no eran humanos a pesar de su apariencia, de lo contrario… nunca lo hubiera podido hacer. Él no era capaz de quitar la vida a otro ser humano, solamente era el odio hablando por él.
Paró de reír y volvió a su expresión normal. Seguía siendo la misma persona, la misma Alice… si es que ese era su verdadero nombre.
− Seria tan fácil simplemente mover mi daga y acabar con tu vida… después de todo me pertenece… − Comenzó a hablar con su tono anterior, con el que lo había conocido – N-No es así… tu… tú lo dijiste Spero…
Para luego comenzar a reír nuevamente.
− H-H-Hazlo – Dijo Spero nuevamente con mucha dificultad.
− ¿Tanto te enamoraste de mí? – Preguntó Alice. – Tanto que darías tu vida por esa imagen… esa persona que creíste que era… mira que hacerse el fuerte en esta situación. –
− P-P-Pero… − Continuo Spero con un poco menos de dificultad. – D-Deja de… de… temblar –
− ¿Temblar? – Preguntó Alice. – Eres tú el que está temblando, no puedes siquiera hablar bien. Deja de decir estupideces. A diferencia de ti… no tengo miedo a asesinar. –
La forma tranquila en que lo decía… no había falsedad en sus palabras.
− He matado más gente de la que crees, y tú no serás la excepción. –
− D-D-D-Deja de… hablar… y… hazlo –
− Lo lamento, pero aun no es momento para que te quite la vida. – Respondió Alice. – Seria una molestia hacerlo en este lugar, podría llamar la atención. Aunque… solamente necesito tu cabeza. –
¿M-Mi cabeza?
− Por tu expresión parece que lo olvidaste – Continuo Alice. – Tu eres el hereje que profano la roca de la profecía… ¿Crees que serias olvidado tan fácil? Aunque me base en una simple descripción de la persona, lo supe y confirme al conocerte. Tú eres él… el consejo te busca, y la recompensa es muy alta, no importa si es vivo o muerto, solamente quieren pruebas de tu persona, con la cabeza es suficiente. –
Entonces… seguía en pie la recompensa.
− Quizá Central y Santa Fe cayeron, pero si busco lo suficiente, posiblemente encuentro donde se encuentra el consejo para que me pague. – Aclaro Alice. – Pero sigue siendo una molestia matarte en este lugar −
− M-Mientes… − Dijo Spero – N-N-No puedes hacerlo…
Poco a poco la parálisis dejaba de hacer efecto en él, sintió como pudo mover un dedo.
− M-Mátame… − Decía Spero. – M-Mátame si eso es lo que quieres… p-pero deja de temblar –
Mientras que Alice estaba en silencio escuchando todo lo que Spero decía. Con una expresión de indiferencia, como si mirara a un simple insecto.
− D-Deja de dudar… − Muévete…
− D-Deja de actuar… − Muévete…
− D-Deja de temblar… − Muévete…
− D-Deja de llorar… − ¡MUÉVETE!
− Sera un problema… − Dijo Alice con mucha tranquilidad. – Pero supongo que tendré que matarte aquí –
− Confié en ti… − Vamos… − Pero no eres más que mentiras… −
Un dedo, dos dedos, tres dedos, cuatro dedos, una mano…
− No puedes… siquiera matarme –
Alice dejo salir un suspiro.
− Adiós, Spero. Eres muy ingenuo para este mundo –
Aun no…
En un movimiento increíblemente rápido, Spero tomo por la muñeca a Alice sin darle tiempo a reaccionar. Misma muñeca con la que sostenía su daga. Se paró firmemente y paso el brazo de Alice sobre su hombro, jalo con fuerza y azotó a Alice contra el suelo, dejándolo sin aire.
− No puedes hacerlo – Dijo Spero. Alice recobrando el aire en el suelo, comenzó a reír.
− Supongo que también mentí sobre eso –
Spero no perdió el tiempo y se echó a correr sin dirección, simplemente quería alejarse del lugar. Aunque Alice había dudado sobre asesinarlo, y había sido capaz de sobrevivir… no estaba seguro de tener la misma suerte si volvían a encontrarse. Adiós… Alice.
− Mamá me matará – Dijo Alice recostado en el suelo. – No quiero volver a casa –
Al cabo de unos diez minutos Alice se puso de pie nuevamente. Aunque al parecer ese no era realmente su nombre.
− D-Debo volver a casa – Dijo mientras se tocaba la espalda, el golpe había sido muy fuerte, dejándole un gran dolor.
Al parecer en algo no había mentido, y era que ese era realmente el pueblo en el que vivía, puesto que se dispuso a caminar buscando su casa, y parecía conocer el camino de memoria.
Pero por alguna razón, sus pasos eran lentos y llenos de duda. Eran igual a cuando habían entrado primeramente al pueblo, llenos de tensión y difícil de dar.
La gente comenzaba a entrar en sus casas, la noche se acercaba. Habían llegado justamente en la tarde. Camino durante unos largos y pesados ocho minutos, aunque el pueblo no era un lugar realmente grande, hasta llegar a una casa. No parecía estar en mal estado, era una casa común y corriente, sin nada fuera de lo normal.
Toco la puerta, al parecer no tenía llave para entrar a ella.
− Voy – Grito una voz femenina desde dentro.
Alice bajo su mirada, no tenía el valor para enfrentar lo que se avecinaba.
− ¿Si que pasa? – Preguntó la voz antes de abrir la puerta. – ¿¡H-Hijo!? ¿Qué te paso? ¿Por qué estás en esas condiciones? –
Una mujer de complexión normal, de alrededor unos cuarenta años estaba preocupada por Alice. La mujer era algo baja, vestía de la misma forma que Alice, y su cabello era café oscuro. Muy diferente a su hijo.
− N-No es nada, mamá. – Respondió Alice sin alzar su mirada.
Mamá cubrió en sus brazos a Alice y la guio hacia dentro de la casa, con mucha preocupación.
− Espera un poco, deja te traigo algo de comida y un té – Dijo Mamá preocupada. – Aunque… no he hecho nada, así que mejor descansa un poco. Te despertaré cuando esté listo. –
Alice siguió las instrucciones de Mamá sin decir ni un pero. Se recostó sobre un sofá que tenían en la sala de su casa, y sin muchos problemas, se quedó dormido.
Difícil decir cuánto tiempo durmió, pero para cuando despertó ya era de noche. El sol se había ocultado.
− P-Perdón por tardar tanto – Dijo Mamá – Pero la comida ya está lista. −
Sirvió un plato lleno de vegetales cocidos acompañados de algo de pollo, y como bebida un poco de té.
− G-Gracias mamá – Dijo Alice antes de ponerse a comer.
− Te dije que era peligroso que fueras solo por ahí, mira nomas como regresaste – Decía en un tono algo molesta, pero con una pizca de preocupación. – Dime quien te hizo esto e iré a darle una lección, nadie se mete con mi familia –
− Así está bien… mamá, fue mi culpa. – Dijo Alice en un tono bajo.
− ¿Cómo va a estar bien? – Preguntaba Mamá molesta − ¿Y si hubiera pasado algo peor? Andar por ahí tu solo es peligroso, no quiero que lo vuelvas a hacer
− Perdón… mamá –
− ¿Y? – Preguntó Mamá.
− Te falle… −
− Oh… − La expresión de preocupación del rostro de Mamá se desvanecía. – Ya veo… −
− No pude hacerlo… −
− No te preocupes hijo… − Dijo Mamá. – Todos cometemos errores, tu sigue comiendo, debes reponer fuerzas, mira que vienes todo golpeado
− ¿Por qué… mamá? –
− ¿Qué pasa? – Preguntó Mamá acercándose a Alice. − ¿Pasa algo malo? ¿Te desagrada mi comida? –
− No… no… − Respondió Alice rápidamente. – No es eso… ¿Por qué no me has regañado? Yo… te falle, volví con las manos vacías –
Mamá se quedó pensando por unos minutos, rascando su barbilla.
− Porque eres mi hijo. – Respondió con una alegre expresión – Vamos, toma un poco de té, no lo has probado
− S-Si… −
Alice se comenzó a calmar, temía por el regaño de su madre, pero parecía que nada andaba mal. Había exagerado las cosas, su madre no le guardaba ningún rencor…
− Mamá… − Dijo Alice
− ¿Qué pasa? –
− Me estoy… mareando –
− Oh, es por el té, le puse un veneno paralizante –
− Oh… −
Alice cayo rápidamente en el suelo. Estaba consiente, pero no podía moverse en lo más mínimo, tampoco podía hablar.
− Vuelves a casa después de salir sin permiso – Dijo Mamá acercándose a Alice. – Y vuelves todo golpeado. Comes mi comida sin decir nada, ¿Y esperas que no me moleste? Encima vuelves sin nada de dinero –
Alice no podía responder nada.
− Tengo que castigarte, de lo contrario sería una mala madre. –
Se puso de rodillas frente a Alice y comenzó a desnudarlo, dejando al descubierto su cuerpo. Su complexión era algo delgada, pero claramente no era mujer, puesto que él tenía… pene.
− Así no servirá – Dijo Mamá mirando la parte privada de Alice. – Debe estar erecto o no podré hacer nada. –
Comenzó a tocarlo por todo el cuerpo, y a besarlo en el cuello. Pero no parecía surtir efecto en su cuerpo.
− Vamos, estimúlate – Decía Mamá moviendo de un lado a otro la parte privada de Alice. – Supongo no es suficiente –
Al igual que Alice, Mamá se quitó la ropa, dejando al descubierto todo. Pero Alice seguía sin reaccionar a ello.
Se tumbó sobre el cuerpo de Alice y frotó su cuerpo con el de él, intentando estimularlo.
− Vamos, reacciona – Decía Mamá con frustración. – Aunque tu cuerpo diga lo contrario, sé que esto es más una recompensa que un castigo para ti… chico sucio −
− N-No… − Decía Alice en una voz baja y con muchísima dificultad.
− ¿No? – Pregunto Mamá enojada. − ¿Estas despreciando mi cuerpo? ¿Después de todo lo que hago por ti? Si es así… no me dejas otra opción, tendré que imponerte otro castigo. –
Mamá se puso de pie y comenzó a buscar algo alrededor de la casa.
− ¿Dónde deje esa cosa? – Preguntaba enojada.
Mientras que Alice seguía tendido en el suelo. Su respiración era cada vez más rápida, comenzaba a sudar de los nervios y aunque no podía decir nada, se podía notar en sus ojos cuanto miedo sentía. “No más… mamá” repetía una y otra vez en su cabeza.
− ¡Aquí esta! – Grito Mamá. Y volvió a donde Alice. – Tu pediste esto –
Mamá giro a Alice en el suelo, dejándolo de espaldas. Alice ya sabía que era lo que iba a pasar, y no pudo contener las lágrimas. El suelo se llenó de las lágrimas de Alice, y su cuerpo no dejaba de temblar.
− No llores hijo… es por tu bien – Decía Mamá acariciando la cabeza de Alice. – Ahora vamos, levanta tu trasero –
Mamá sostenía un tipo de cinturón en su mano; tomó a Alice por la cadera y lo alzo dejando su trasero arriba. Se abrochó el cinturón que sostenía en su mano, y este… tenía un palo de madera que figuraba un… órgano sexual masculino.
− No te pongas tenso – Decía Mamá mientras acariciaba a Alice. – Solo será más difícil si lo haces así –
La mente retorcida de Mamá hacía temblar y llorar a Alice, quien aún peleaba con todas sus fuerzas para oponerse a ella. Todo era inútil, la parálisis era demasiado fuerte como para deshacerse de él.
− Esto es por tu bien – Dijo Mamá.
− … −
Una silueta de proyecto frente a Alice, quien estaba boca abajo. La silueta no era la de su madre, era una más grande.
El sonido de un swing y todo termino. Algo cayó sobre el suelo y comenzó a rodar hacia Alice, era la cabeza de mamá. El cuerpo cayo segundos después, haciendo que Alice cayera sobre su costado, frente al rostro de su madre sin vida. La silueta de acercó, y entonces lo miro… era él.
− H-H-H-Humano… − Dijo con mucha dificultad.
− ¿Humano? – Preguntó. − ¿Qué acaso no miras sus cuernos? −

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