La Profecía del Héroe - Capitulo 2: Una carcajada de Esperanza
Con la aparición de la milagrosa profecía, y la
misteriosa desaparición del enemigo. La gente volvió a creer en el futuro. Lo
que restaba era solamente volver a expandir el reino, volver a lo que una vez
fue. Pero la gente aun con esperanza, tenía miedo, miedo de morir en el
trayecto, si bien habían creído en el milagro de que los enemigos habían
desaparecido del campo de batalla, no les aseguraba que no fuesen a aparecer
nuevamente, o peor aún, que hubiesen más esperándolos en las ciudades vecinas.
− ¡Nosotros los guiaremos! – grito un soldado,
hablando por parte de sus compañeros. – Dios nos ha protegido una vez, y yo
creo en él. No dejará que su creación caiga, él nos protegerá −
La gente estaba dudando entre si creer o no en el
soldado, puesto que este hacia no mucho estuvo a punto de morir, mientras que,
por otra parte, fue a ellos mismos a quienes les sucedió el milagro. Aun así,
los soldados que quedaban eran pocos como para realizar largas excursiones y
proteger civiles, claramente era un suicidio salir sin preparación. A lo cual
el Sabio que había dado la primera idea, volvió a hablar.
− El soldado esta en lo correcto – apoyando la idea de
que dios los protegería. – Pero no es el momento, aun no podemos abandonar esta
ciudad. Acabamos de librarnos de la extinción gracias a un milagro, y muchos de
los soldados aún se encuentran heridos. Así mismo tuvimos muchas bajas a lo
largo del tiempo, por lo cual no creo que sea conveniente salir fuera sin estar
preparados. –
− ¿Entonces que propone, anciano? – Pregunto el
soldado. No lo llamaba “anciano” de una forma despectiva, esa era otra forma de
llamar a los Sabios. – La profecía dice que debemos peregrinar en los pueblos,
no podemos quedarnos simplemente sentados a esperar –
− No te equivocas – Respondió el Sabio – Pero primero
debes dejar descansar a los heridos, preparar a tus soldados, reunir alimentos
y realizar un plan. Esta ciudad es lo único que nos queda, y si lo perdemos, no
habrá un futuro para nadie. –
El soldado entendía a lo que se refería el Sabio, y
aceptaba que esta era una buena idea. Dejar descansar a los heridos era algo
razonable; los soldados estaban algo cansados de la anterior batalla; y reunir
alimentos era algo básico. Pero, por otro lado, ellos eran simples soldados que
no sabían idear planes, todo lo que habían aprendido era a pelear y seguir
órdenes.
Fue ahí cuando un segundo Sabio alzo la voz.
− Yo me puedo encargar del plan – Dijo con una sonrisa
altanera y orgullosa – He servido como el consejero de guerra principal al Rey
durante años, y puedo asegurar que es gracias a ello que hemos sobrevivido
tanto tiempo –
Aunque la misión que tenían ahora no era la de pelear,
quizá él era el más indicado para decidir los siguientes movimientos. Nadie se
opuso a la idea, seguir a un sabio era lo más lógico.
La primera parte del plan del Sabio era crear un
equipo de reconocimiento, el cual, como indicaba su nombre, serían los que
saldrían fuera de la ciudad para verificar la situación. El equipo de reconocimiento
serviría de igual manera para informar el estado de las ciudades, si estas
necesitarían reparación y en qué medida, si había supervivientes viviendo aun
ahí, y en base a ello decidir en qué momento seria reconquistada. Era
considerablemente más útil hacerlo en grupos pequeños, ya que pasarían
desapercibidos en comparación a una escolta de muchos soldados.
Para solucionar el problema de la falta de soldados,
sugirió iniciar nuevamente el reclutamiento. Proponiendo que se usara el tiempo
que tardaría el equipo de reconocimiento en traer la información de las
ciudades, para entrenar nuevos soldados, gente que quisiera servir para la
reconstrucción del reino en el frente, solamente en caso de que fuese necesario
entrar nuevamente a las armas. No estaba de más el prepararse para un nuevo
ataque.
Los heridos tendrían que descansar hasta curar sus
heridas, un soldado herido solamente sería una carga. Así fue como el plan del
Sabio se llevó a cabo apenas unos días después. Salieron unos cuantos grupos de
reconocimiento en todas direcciones, estos conformados por dos personas. Se
comenzó a utilizar nuevamente las academias de esgrima que se encontraban en la
ciudad, siendo los soldados más experimentados los encargados de entrenar
nuevos reclutas.
Mucha gente acudió al llamado, ya fuese inspirados por
el milagro o la perseverancia de los soldados aun habiendo estado al borde de
la muerte.
Los cinco sabios se reunieron nuevamente en el
palacio, en la sala de planeación de guerra que habían estado utilizando para
la toma de decisiones. Había un tema que no se había tocado en profundidad y
necesitaba ser aclarado para poder alcanzar la paz, ¿Cómo identificar a su
Héroe?
Lo primero que hicieron fue una lluvia de ideas, para
posteriormente analizarlas y guiarse por la que tuviese más sentido. Las ideas
se basaban principalmente en que cualidades definirían como las de un “Héroe”,
¿Alguien con fluidez de palabra? ¿Un líder nato? ¿Un gran luchador? Por la
concepción que tenían de dicha palabra, todas encajaban en cierto modo, pero
era un margen muy amplio como para identificar claramente. Lo que hacía aún más
difícil el encontrarlo, era el hecho de que bien ya podía haber nacido, ya que
se mencionaba que podía ser cualquier persona; un hombre o una mujer, un anciano
o un niño. Sin importar cuantas vueltas diesen al tema no llegaban a ningún
lugar.
En primer lugar… ¿Por qué habían creído en lo que
decía aquella roca? Por simple desesperación, nada les aseguraba un futuro.
Ellos ya no eran niños y habían vivido mucho más que cualquier otra persona.
Siendo ellos los que habían apoyado al rey en sus decisiones, habían
experimentado igualmente el dolor de perder a gente valiosa de su pueblo, el
cómo fieles devotos de dios morían sin parar aun habiendo rezado a dios durante
toda su vida. Creer en la profecía de la roca era lo mismo que habían hecho
toda su vida, creer en que dios algún día se apiadaría de ellos y acabaría con
el sufrimiento del mundo. Nada les decía que esta vez fuese a ser diferente.
Aunque… No tenían otra opción. Habían motivado la
gente, les habían infundido la esperanza de poder vivir en paz en un futuro, y
no podían simplemente retractarse ahora. Inclusive si no fuese algo seguro,
debían encontrar a aquel sujeto que los guiaría a la paz, no era como si
tuviesen otra opción. Creer o no creer, no importaba realmente para ellos. No
querían ver sufrir más a su gente, no querían verlos llorar a diario por miedo
a perder a sus vidas ante el enemigo. No querían pasar el resto de su vida
esperando simplemente la muerte. Aun siendo algo tan ambiguo… depositarían su
esperanza en un futuro. Aun sin ninguna pista encontrarían a quien los guiaría
a la paz… encontrarían a su Héroe.
La discusión no llego a nada. Una forma de identificar
al Héroe era algo imposible. Aun así, esperarían el tiempo que fuese necesario,
y no dejarían caer a su pueblo.
Así fue como inicio el resurgimiento del reino de
Ingard. Y como si fuese otro milagro, los equipos de reconocimiento volvieron
sanos y salvos a Central al cabo de unos cuantos días, trayendo consigo buenas
noticias.
Muchas de las ciudades vecinas se encontraban en un
estado relativamente bueno. Teniendo pocas estructuras destruidas. Por otro
lado, los pueblos aun albergaban personas, las cuales habían pasado
desapercibidas al ser grupos pequeños de personas autosuficientes con sus
propios plantíos y ganados. Todo iba bien… demasiado bien para parecer real.
Los Sabios comenzaron a preocuparse de no percibir
movimientos del enemigo, pensaron que quizá estos estaban preparando un ataque
a mayor escala o aún estaban recuperándose del último. No podían estar
tranquilos, todo podía acabar en un momento. Pero ya habían dado el primer
paso, identificaron sus alrededores y se encontraban preparados para
reconquistar sus tierras.
La fase dos del plan se llevó después de un mes. El
tiempo que se necesitó para que la mayor parte de los soldados heridos se
recuperaran, y a su vez fue un tiempo suficiente para enseñar a los nuevos
reclutas lo básico de la esgrima y como defenderse.
Para ese entonces el equipo de reconocimiento ya había
recorrido gran parte de las tierras de Ingard. Y, sin embargo, no había rastro
alguno de los Demonios, era como si hubiesen desaparecido después de aquel día.
Pero había que estar alerta. Después de todo, apenas se estaban reponiendo de
las heridas.
La recuperación de la primera ciudad llevo cercas de
dos meses. Siendo esta una ciudad igual de grande que Central, una ciudad
vecina llamada Santa Fe.
Santa Fe había sido una vez famosa por albergar la
mayor cantidad de devotos a la religión que adoraba a dios como ser todo
poderoso. Teniendo en esta misma ciudad la primer y más grande iglesia alguna
vez construida. Fue debido a esto mismo que fue el principal objetivo a
recuperar. Apenas recuperaron la ciudad, trasladaron la Roca de la Profecía al
Templo de Santa Fe, en el cual la gente tendería a ir a rezar.
Habían pasado un total de tres meses, y no había
señales del enemigo. Sin ataques, sin encuentros casuales. Habían desaparecido.
Era muy temprano para cantar victoria, pero esto solo beneficiaba a el Reino.
Con la ausencia de enemigos tenían más facilidad para trasladarse, podían
aprovechar al máximo el tiempo y conseguir las suficientes tropas para poder
defender el reino. Todo iba peculiarmente bien… pero, aun así, el Héroe no
aparecía.
La paz siguió durante unos cuantos años más. Cada vez
el reino se expandía más. Las tropas aumentaban y conseguían un mejor
equipamiento. La moral del pueblo subía al igual que la de los soldados. Había
nuevamente tranquilidad en el reino.
En el año 240 comenzaron a circular rumores, sobre
extraños avistamientos en las minas. Estos no eran demonios, eran
considerablemente gente más pequeña, aunque solo habían visto siluetas. Por lo
cual quedaron en simples rumores.
En el año 245 Uno de los sabios muere. Dejando
solamente cuatro de ellos ejerciendo el puesto de gobernantes.
Año 250. Una gran estatua del Rey Filemón (antiguo
gobernador de Ingard) es puesta en ciudad central. Frente a su palacio, en la
cual se muestra a él blandiendo su hacha mano-doble. Siendo esta la real que
había usado durante todas sus batallas.
Año 260. Mueren simultáneamente dos de los Sabios,
debido a causas naturales, tales como la edad. Dejando solamente a dos en el
puesto de gobernantes. El Sabio que inicio la mentira de la profecía del Rey,
el sabio llamado “Vibes”. Y al Sabio estratega llamado “Core”.
Año 263. Debido a la carga de la edad de los Sabios,
estos son retirados del puesto, levantando un nuevo consejo conformado por
gente de renombre, tales como el Jefe de la milicia del Reino, y el líder de la
Iglesia. Siendo un total de cinco nuevos integrantes, al igual que el anterior
consejo. La palabra de Vibes y Core siguen siendo tomadas en cuenta debido a
que fue gracias a ellos que hubo paz durante treinta y dos largos años.
Año 264. Un ataque sorpresa es efectuado a un pequeño
pueblo. Los demonios volvieron, siendo estos menos que las anteriores ocasiones
y con un poder menor. Se logró salvar el pueblo con algunas bajas. La milicia
se pone alerta en caso de próximos ataques. La guerra vuelve a iniciar.
Año 265. El año prometido.
En un pueblo aún sin nombre, una mujer se encuentra en
trabajo de parto. El pueblo tiene poco de haber sido fundado y las primeras
estructuras aún están siendo levantadas, por lo cual no cuentan con lo
necesario para tratar correctamente el parto.
− Vamos, no te rindas amor – Dice un hombre, mientras
sostiene con fuerza la mano de la que al parecer es su mujer, la mujer que se
encuentra dando a luz.
La mujer comienza a gritar y pujar cada vez más
fuerte, pero él bebe no sale. Se pueden escuchar gritos en todo el pueblo.
− Ya casi nace amor, solo aguanta un poco más – dice
nuevamente el hombre tratando de brindar apoyo a su esposa.
En el lugar solo se encuentra una anciana, la cual decía
tener experiencia en partos. Brindando su apoyo y dando instrucciones a la
mujer. Y al cabo de unas cuantas horas de gritos y dolor, él bebe nace.
− Ese es… mi hijo – dice el padre asombrado. – Es tan…
hermoso –
Toma al bebe en sus brazos y lo abraza con cariño.
− Déjame verlo… − Dice la madre exhausta. Seguido el
hombre acerca al niño a su madre.
La mujer lo mira fijamente… no puede evitar derramar
unas cuantas lágrimas. Él bebe nació saludablemente y sin complicaciones.
Gozando de una buena salud y una cabellera particular, de color blanco como la
nieve, lo cual era algo muy poco común en aquellos lugares. La madre comienza a
llorar más fuerte y derrama lágrimas en el rostro de su hijo. El niño
igualmente se pone a llorar.
− Eres tan hermoso… − Dice la mujer, dándole una
cálida sonrisa. – Tu pelo claramente es una bendición de dios. –
Todos en el lugar creían lo mismo. Un niño muy
particular había nacido en un pueblo desconocido. Nadie podía asegurar que ese
niño iba a ser alguien importante, sin embargo, el color de su cabello era una
señal de ello, al menos eso decían.
− Ciel… − Dice la mujer haciendo una larga pausa. Toma
aire y comienza a cabecear. – Ese es tu nombre… −
Seguido la mujer cierra sus ojos para no volver a
abrirlos. Es hora de que mamá vaya a dormir…
Mientras tanto, en otro pueblo sucede algo similar. Un
pueblo olvidado por el reino inclusive desde antes de la gran guerra. Se
encuentra una mujer en cama, dando a luz por su cuenta. En esta ocasión no hay
un hombre dándole palabras de apoyo. Puja con fuerza, y al parecer lleva horas
haciéndolo. Comienza a llover y el agua se filtra por el techo, cayendo
directamente en el rostro de la mujer.
− Vamos… vamos… − dice para ella misma. – Puedes
hacerlo –
La mujer se alienta a sí misma, debido a que no hay
nadie con ella. Pero no pasa mucho tiempo cuando entra corriendo un hombre ya
algo mayor.
− Lo lamento hija… vine lo más rápido que pude,
perdóname por no estar contigo desde el inicio – dice el anciano. Seguido toma
la mano de la mujer con fuerza y apoya su frente en ella. – Dios que estas en
los cielos, por favor, has que este niño nazca con salud –
Comienza a rezar a la vez que la mujer grita de dolor.
Esto no distrae al hombre que sigue rezando por el niño que viene en camino.
− Ya… ya viene – Dice la mujer haciendo un último
esfuerzo.
Entonces se asoma la pequeña cabeza de un varón. El
anciano deja de rezar y comienza a ayudarla.
El niño sale dando su primer llanto. El anciano se
encarga de limpiar y sostener al bebé, mientras que la mujer descansa, a la vez
que inhala y exhala fuertemente.
− Yo… Quiero… Verlo… − Dice la mujer cada palabra con
leves pausas.
Entonces el anciano deja salir una sonrisa, y lo da a
su madre. La cual lo mira agotada por todo el esfuerzo.
− Es… Hermoso… − Dice sin haber recuperado el aliento
por completo.
− Claro que lo es hija… después de todo es tu hijo… −
dice el anciano con lágrimas en los ojos.
− Si… lo es… el… es mi hijo – dice la mujer, mientras
sostiene al niño que no ha dejado de llorar. Entonces lo abraza con algo más de
fuerza y le da un beso en la frente.
− Spero… − dice haciendo una pausa. – Ese es tu nombre
–
El niño a diferencia del otro, no tiene nada
característico, es un varón común y corriente, con un color de cabello negro
como su madre.
− Spero… tu claramente eres una bendición de dios… −
Dice la madre haciendo una última pausa. Derramando lágrimas en la cabeza de su
hijo. − …y mi esperanza – El niño abre los ojos y mira a su madre, dejando de
llorar al momento y soltando su primera carcajada…
Año 266. Ciel se cría con su padre.
Dándole este todo el amor que puede, pasando todo su tiempo con él y cargándolo
incluso en sus horas de trabajo. Ciel aun siendo un niño, no quería importunar
a su padre, así que comenzó a caminar por su cuenta. Demostrando ser un niño
prodigio desde entonces.
Por otro lado, Spero se encuentra
gateando aún. Creciendo sin el amor de un padre, se cría con su madre y su
abuelo. Su madre pasa los días junto a él en casa, mientras que su abuelo
intenta sacar adelante a la familia.
Año 267. Ciel comienza a hablar
claramente. Su padre no puede pasar tanto tiempo con el como antes. Lo que crea
la necesidad de ser independiente en Ciel, desarrollándose aún más rápido. Su
padre no puede creer como crece con tanta rapidez su hijo.
Mientras que Spero sigue teniendo
problemas para hablar. Su madre lo instruye en casa desde lo más básico.
Mientras que el abuelo usa sus fuerzas restantes para seguir siendo el soporte
de la familia.
Año 270. La guerra empeora y los
hombres son llamados a combatir. El padre de Ciel acude sin rechistar. Ciel se
ha convertido en un niño independiente, por lo cual su padre se va sin
preocupaciones, sin pensar en cómo afectaría eso a su hijo.
La madre de Spero cae enferma,
pasando largos lapsos en cama. Su abuelo debido a la edad no es llevado a la
guerra, por lo cual aprovecha la mayor parte del tiempo para cuidar de su hija
y su nieto.
Año 273. La guerra empeora aún más.
El pueblo de Ciel es atacado, siendo este uno de los pocos sobrevivientes,
siendo trasladado a un orfanato en Central. Deja de recibir comunicación con su
padre. Se presume muerto en la guerra.
La madre de Spero sigue en cama cada
vez peor. Spero aprendió las labores básicas de la casa para ayudar a su madre.
Su abuelo se siente cada vez más acabado, siéndole cada vez más difícil ponerse
en pie. Spero pasa las noches junto a su abuelo acariciando su cabeza,
pidiéndole que no los abandone.
Año 274. Ciel deja el orfanato y
entra a la academia de jóvenes soldados. Una academia que se dedica a educar niños
tanto en el arte de la esgrima, como en educación general.
El abuelo de Spero muere
tranquilamente recostado en cama. La depresión afecta a su madre. Spero pasa
las noches consolando a su madre, mientras esta lo abraza llorando.
− Yo… nunca te abandonare mamá… −
Dice Spero mientras abraza a su madre recostados en su cama.
− Lo se… − Dice haciendo una larga
pausa su madre.
− Así que tú tampoco me abandones
mamá – Dice Spero intentando no llorar, con un nudo en la garganta.
− No lo hare… no lo hare… − Dice su
madre mientras acaricia suavemente su bello pelo negro.
Spero y su madre se quedan dormidos
al cabo de unos minutos.
Año 275. Spero deja el pueblo. No
hay nada en el que lo retenga.
Sin un rumbo ni objetivo. Ambos
niños terminan en la misma academia, preparándose para su inevitable futuro. A
la edad de solo diez años…
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