La Profecía del Héroe - Capitulo 21: Ciudad en Llamas


Eso es… ¡Fuego! Detrás de una muralla incompleta, un gran incendio calcinaba la ciudad conocida como Atlova. Aun en lo alto de la colina era difícil visualizar que era lo que estaba sucediendo dentro de ella, y la distancia era considerablemente lejana como para distinguir que era lo que había provocado el incendio. A duras penas se podía mirar puntos corriendo alrededor.
− ¡Atacan la ciudad! – Gritó el comerciante, confirmando lo que Spero temía.
La muralla que rodeaba la ciudad estaba incompleta, por lo que posiblemente habían tomado ventaja de ello para invadir. Igualmente era una ciudad en crecimiento y posiblemente no contaban con un ejército lo suficientemente capaz como para contener ataques. Una mala jugada por su parte.
La ciudad no era realmente grande, al menos desde el punto de vista de Spero. Por lo que supuso podría guiarse fácilmente dentro de ella. Y con la situación medianamente analizada, no había mucho que dudar. Es hora de actuar.
Aunque aún quedaba un pequeño problema, que en si era crucial… ¿Quién o “que” atacaba la ciudad? Había tenido dificultades peleando contra goblins, aunque mayormente se debía a la superioridad numérica y cobertura de la que disponían. Pero su inexperiencia en combate contra otras razas seguía siendo crucial. Desconocer a tu enemigo y atacar de frente no era una buena estrategia. Pero no era como si se pudiera quedar parado ahí mirando como todo se salía de control, era su deber brindar apoyo.
− ¡Viejo! – Llamó al comerciante. – Iremos a la ciudad, usted quédese aquí y busque refugio, pero no huya a menos que su vida esté en riesgo, podríamos necesitar su carreta para una evacuación. –
El comerciante estaba temblando, igual a cuando los goblins habían atacado. Estaba lleno de dudas e indecisión, quería priorizar salvar su vida ante todo, un instinto básico del humano.
− ¡No dude! – Gritó Spero. – Por un momento piense en algo más que usted, piense en la gente que está ahí abajo en problemas. –
− P… − No podía ni responder. Respiro hondo y lo soltó de golpe. − ¡Esta bien maldición! Pero… asegúrenme que todo saldrá bien. –
− Haremos lo posible, y espero que sea suficiente. – Respondió Spero.
Spero miro nuevamente directo a la ciudad, intentando recordar la forma de esta y el tamaño, para cuándo entrará poder guiarse con mayor facilidad.
− Allen. – Llamó Spero.
− ¿Si? –
− Quizá no sea el mejor plan, pero… − Estaba dudoso. – Iremos por dos extremos, yo iré sur, y tu entraras por el Este, en diez minutos nos encontraremos en el centro de la ciudad. Ignora y evita a los enemigos, una vez veamos más de cerca la situación podremos actuar. –
− Entendido. –
Allen fue el primero en correr a su posición. Spero por su parte esperó un momento, y entonces se puso en marcha. Primeramente, hay que reconocer al enemigo, luego a la acción.
Cinco minutos fue lo que le tomó llegar a la muralla exterior Sur. Estaba medianamente destruida, pero era imposible escalar para tener acceso dentro de la ciudad, las llamas habían calentado la roca. Añadiendo el hecho de que estaban prácticamente al otro lado de la muralla.
Spero había llevado consigo a Sirius, lo cargaba en sus brazos para no perder mucho tiempo debido a su lentitud. Allen no lo había llevado con él por el mismo motivo, y aunque Sirius era realmente silencioso, no era un buen elemento para el sigilo.
La mejor decisión que pudo haber tomado Spero fue llevarlo consigo, ya que fue él quien encontró un modo de entrar. A los pocos segundos de haber arribado a la muralla, se dispuso a olfatear y mirar los alrededores, haciéndole la indicación con su cabeza a Spero para que lo siguiera.
Encontró unos grandes huecos en las paredes de la muralla, la cual, por cierto, no era tan sólida como aparentaba desde el exterior, había muchos huecos dentro de ella, haciendo que fuera fácilmente penetrable. Y aunque no conocía las circunstancias detrás de ello… había sido una mala decisión hacerlo así.
Un solo paso fue suficiente para encontrarse con el horror.
− ¡No! ¡Suéltame bestia! – Gritaba una mujer a lo lejos.
 Eso es un… Orco. Era la primera vez que miraba uno, pero era prácticamente inconfundible. Su apariencia similar a la de un goblins en su bestialidad, los Orcos eran descritos de una forma algo vaga y ambigua, puesto que había diferencia entre uno y otro. A grandes rasgos, según la enciclopedia, los Orcos suelen tener una piel verde, aunque algunos llegan a ser incluso rojizos; su estatura oscila generalmente entre los 1.8mt hasta 2mts de altura; su corpulencia, al igual que con los humanos, depende únicamente de ellos, siendo el que estaba frente a Spero gordo, pero no por ello débil, su masa gorda demostraba igualmente gran fuerza; sus bocas eran grandes, con colmillos inferiores que sobresalían; la representación de la enciclopedia era calvo, pero mencionaba que igualmente podían tener cabello, hasta algunos portaban grandes melenas; pero el punto más ambiguo e importante era… su inteligencia. Generalmente eran descritos como seres sin cerebro, que actúan en base a sus necesidades e instintos. Pero había unos cuantos que habían desarrollado cierto intelecto, no equiparable al de un humano, elfo o enano, pero si lo suficiente para organizar a otros orcos en un ataque o planear mejor sus movimientos.
¿De qué tipo de orco se trata? Esa era la mayor duda. Su vestimenta era simple y salvaje, una especie de falda o kilt con partes de metal; sin nada en la parte superior más que una cuerda en la cual llevaba amarrado un mazo de madera sólida. Aunque no era suficiente para llegar a una conclusión, la vestimenta no demostraba su capacidad intelectual.
En su hombro derecho cargaba a una mujer, la mujer que había estado gritando desesperadamente. ¿Para que la necesita? Una pregunta estúpida, él sabía perfectamente para que la llevaba.
La mujer golpeaba la espalda del Orco con fuerza, al igual que daba patadas en su pecho descubierto, pero no parecía importarle en lo más mínimo.
No lo había notado, pero ella parecía estar intentando estirarse a algún lado, detrás del Orco. Oh dios… Detrás del Orco estaba lo que podría considerarse un hombre, o lo que quedaba de él. Un cuerpo molido hasta quedar irreconocible, una masa de carne sin vida.
El Orco caminaba hacia el Este, parecía ser que ya había acabado, puesto que iba con suma tranquilidad. Llevaba a la mujer como si fuera su botín de guerra. Y Spero no podía permitirlo.
Ha pasado un tiempo. Tomó su arco en una mano, y con la otra tomó una flecha, flecha que cargó en su arco. No es momento de dudar. Se detuvo un momento, estiró con fuerza la cuerda de su arco; respiró hondo; midió la distancia entre él y su objetivo, la velocidad del viento, y entonces… soltó la cuerda. Por favor, acierta.
La flecha viajó con velocidad a través del viento, cortándolo todo a su paso, haciéndose camino. La fuerza e intensidad del disparo fue tal que… perforó el cráneo del Orco, derribando a la bestia al instante. ¡Bien!
Aun siendo una bestia intimidante, morían al acertar en su cabeza. Aunque fue en si golpe de suerte, y bien pudo terminar dándole a la mujer, Spero se sentía orgulloso.
Al caer la bestia, la mujer igualmente cayo, y tras un gran esfuerzo arrastrándose lejos del cadáver, corrió hacia la masa de carne que alguna vez fue un humano. Se puso de rodillas frente a él y se quebró.
Spero sin perder tiempo corrió tras la mujer, debía priorizar su bienestar.
− No… no… no puede estar pasando esto… − Repetía una y otra vez la mujer. Era una persona mayor, no llegando al punto de anciana, si no de adulta. Sera… ¿su esposo?
Al lado del cadáver estaba una vieja espada oxidada, la cual parecía que antes de cortar algo, transmitiría alguna enfermedad.
− Disculpe… − Intento acercarse a ella con tacto.
La mujer rápidamente tomó la espada del suelo y dio un swing hacia atrás, y apuntó la espada directamente a Spero. Tenía los ojos cerrados, sus labios temblaban rápidamente y parecía estar llorando; igualmente su espada vibraba, parecía que fuera a caérsele con cualquier movimiento.
− ¡Aléjense de él! – Gritaba con intensidad y una voz quebrantada. – ¡Aléjate de mi pequeño! –
− Se equivoca, yo… no busco lastimarla. – Le era difícil comunicarse con la mujer en tal estado.
La mujer, al escuchar la voz de Spero, y como este era capaz de conjugar palabras entendibles, abrió sus ojos. Era un mar de lágrimas. Soltó su arma y lloró sobre la armadura de Spero.
− Mi niño… mi pequeño… − Cada palabra estaba llena de dolor. – Todo por que intentó protegerme… −
Se agachó nuevamente frente a la masa de carne, y la tomó en sus brazos. No le importó lo deshecho y molido que estaba, tampoco lo asqueroso que se miraba, ella solamente quería a su hijo de regreso.
− E… −  No hay que perder tiempo… − Entiendo su dolor… pero no puede quedarse aquí, es peligroso. No deje que el esfuerzo de su hijo sea en vano, y por favor sígame, yo la pondré a salvo. –
La mujer dio pasos cortos y débiles; Spero la guio rodeándola con su brazo sobre el hombro de la mujer. Volvió al agujero por el que entró y apuntó hacia la colina, lugar donde estaba el comerciante. Habían sido simples palabras, pero al final, la evacuación no era algo tan irreal.
Aunque lo mejor hubiera sido que la guiara hasta la carreta, no podía permitírselo, no podía perder más tiempo. Quizá y ellos no harían una gran diferencia, pero entre más tiempo perdían, más gente moría.
Una vez la mujer se retiró, Spero entró a la ciudad nuevamente. Al centro.
Gritos de dolor y auxilio se escuchaban por todos lados, pero no podía atender a todos. No era como si no quisiera hacerlo, no era algo agradable escuchar su agonía, pero era imposible para él. La fuerza de un Orco supuestamente se comparaba a la de un Demonio, y si ese era el caso, no se debían tomar a la ligera. Se había deshecho de uno únicamente porque dispuso de la oportunidad para hacerlo, y con una gran ventaja de cobertura y sigilo. Quien sabe que podría sucederle si iba de frente a frente.
Cuatro minutos fue lo que le tomó llegar al centro de la ciudad, le hubiera tomado menos, pero tuvo que esconderse de los enemigos. He ahí cuando Sirius demostró sus habilidades.
Sirius no era un perro tonto, inexpresivo tal vez, pero tonto ni un pelo. Su olfato igualmente era excepcional, sin que Spero se diera cuenta, asimiló el olor del cuerpo del Orco, y en base a ello detectó a todos los que estaban alrededor, indicando silenciosamente a Spero la posición de cada uno de ellos. Te amo, Sirius.
Gracias a Sirius, Spero pudo seguir un camino completamente seguro, sin tener que hacer frente a ningún enemigo.
El centro estaba particularmente vacío, como si la batalla ahí ya hubiera terminado, y como era obvio… los humanos habían perdido. Aunque en el suelo había cadáveres de ambos bandos. Todos los Orcos vestían lo mismo, un Kilt con placas. Estaban esparcidos por todo el lugar, como si no hubiera sido un ataque en conjunto o planeado.
Un minuto después, Allen llegó.
− Spero. – Llamó Allen. – Hay Orcos en todos lados. –
Maldición.
− ¿Qué haremos? – Preguntó Allen.
− No podemos atacar a grupos grandes… − Respondió Spero pensando.
− Eso no será problema. – Interrumpió Allen. – Todos atacan dispersos. −
Una muy buena noticia, si estaban dispersos, todo sería incluso más fácil. Aunque eran enemigos desconocidos e intimidantes, si eran dos contra uno podían manejarlo.
− ¿Qué hay de los soldados? – Preguntó Spero. − ¿Y los civiles? –
− Los soldados apenas resisten y son pocos – Respondió Allen. – Algunos mercenarios están apoyando, pero sigue siendo mucho para ellos. Aunque parece que abandonaron la ciudad y priorizan la evacuación de personas. –
Justo como era el plan de Spero, priorizar la evacuación. De nada servía salvar una ciudad, si esta no tenía habitantes.
− Entonces en el Este hay apoyo… − Dijo Spero. – No miré ningún soldado en el Sur, así que apoyemos esa zona, primeramente. –
Usaron el olfato de Sirius para guiarse, igualmente siguieron los gritos de auxilio, y no tardaron mucho en encontrarse con el primer enemigo.
Había un Orco atacando una casa, la cual particularmente no estaba en llamas, una buena señal. Dentro de ella había un par de niños de no más de ocho años, miraban desde la ventana del segundo piso atemorizados.
Spero quería evitar en lo posible el combate cuerpo a cuerpo, por lo que uso nuevamente su arco. Aunque en esta ocasión no pudo asestar un golpe fatal, asestando la flecha en el brazo derecho del Orco.
A diferencia del disparo anterior, la flecha no lo mato al instante, incluso el Orco, de alrededor unos 1.9mts parecía no tomarle importancia a ello. Giró su rostro a la flecha y la arrancó como si no le doliera en lo más absoluto. Entonces, de un gran golpe, logró tirar la puerta de la casa.
− ¡Demonios! – Gritó Spero molesto por su fallo. – Iré al frente. –
Corrió rápidamente hacia el Orco, y una vez frente a él, no logró que este le prestara atención, el Orco estaba fijado en su objetivo sin prestar atención a nada mas de sus alrededores. ¿Qué hago?
Bien podía ser un tipo de trampa, lazarse repentinamente podía ser un mal movimiento. El Orco podía estar fingiendo no mirarlo para cuando él atacara descuidadamente, girarse y sacarlo de equilibrio. No era algo muy poco probable.
Spero entonces, decidió llamar su atención como fuera posible. Golpeó con fuerza su escudo con su espada, tratando de llamar su atención con el ruido, pero no parecía reaccionar. Será al modo difícil entonces. Allen había desaparecido nuevamente, quizá estaba tomando distancia para asestar un golpe sorpresa.
Spero por su parte se lanzó de frente con una estocada al costado izquierdo del Orco, lo hizo con rapidez, aunque… cayó en la trampa.
El Orco giró todo su torso rápidamente, girando un garrote de madera que cargaba en su mano derecha. El giro fue igualmente hacia su flanco derecho, lugar que estaba descubierto de Spero. Para su suerte, notó el leve movimiento previo a este, y le dio a duras penas tiempo para cubrirse con su escudo.
El golpe fue intenso, su fuerza si era equiparable a la de los demonios como decía en la enciclopedia. El golpe fue capaz de hacer retroceder a Spero contra su voluntad. A si mismo dejo una abolladura en el escudo. ¡Carajo! Era nuevo…
Una vez midió la fuerza de los Orcos supo que era capaz de manejarlo, no era tan dificultoso como esperaba. Incluso él, sin ser el mejor soldado, había sido capaz de asesinar unos cuantos Demonios en su batalla del palacio. Lo único que restaba era saber la capacidad mental del Orco, puesto que aun podía mantener unos cuantos trucos bajo la manga.
− Gwaa – Decía el Orco con una voz medianamente baja. Posteriormente soltaba una risa leve y tranquila, como si tuviera un tipo de retraso.
La enciclopedia igualmente mencionaba que los Orcos, aun siendo seres con poco intelecto, eran luchadores natos, por lo cual no era irreal que aun el más estúpido de ellos fuera capaz de dar una buena pelea. Era parte de sus instintos, parte de ellos, era una configuración que ya venía desde su nacimiento.
Tras su leve carcajada, el Orco siguió con una sucesión de ataques. Primeramente, dio un golpe superior, haciendo una abolladura nuevamente en el escudo. El segundo ataque fue horizontal, hacia la izquierda de Spero, lugar en el que se encontraba su escudo, por lo que intento reflejarlo, pero no usó la fuerza suficiente, era difícil hacerlo. Y para su tercer y último ataque, intento asestar un puñetazo con su puño izquierdo, siendo igualmente cubierto por el escudo de Spero. Sí que tiene fuerza. El golpe dejo una marca de puñetazo en él.
¿Ahora? Detrás del Orco había un pequeño callejón, del cual salió Allen silenciosamente. Le dio una señal a Spero, para que este creara una pequeña distracción y así aprovechar para atacar. Confió en ti.
Spero hizo un Swing vertical contra el Orco, y este reaccionó cubriéndose con su garrote, haciendo que la espada se clavara en él. El orco dio una leve sonrisa al igual que su risa de retrasado.
Allen aprovechó eso y comenzó a correr a toda velocidad, e increíblemente sus pasos eran silenciosos. Spero actuaba como si intentara quitar la espada del garrote con desesperación, cosa que hacía reír aún más al Orco. Entonces, tras unas pocas risas, el Orco movió su brazo hacia atrás, como si estuviera tomando vuelo para su golpe. Vamos Allen…
Antes de que diera el golpe, Allen dio unos cuantos pasos y saltó a su espalda; cruzó sus piernas alrededor del torso con fuerza; con ambas palmas golpeó los oídos del Orco, desorientándolo al momento; entonces sacó sus dagas debajo de las mangas, y las encajó con fuerza en su cuello, las giró un poco abriendo la herida. El Orco se apretó el cuello con desesperación intentando detener el sangrado, pero ya era tarde.  Increíble…
− ¿Ahora a dónde? – Preguntó Allen.
Allen hizo una demostración increíblemente asombrosa. Guardo silencio en todo momento, fue rápido y acabó con el enemigo sin mucha dificultad. Cometió su asesinato sin hacer ningún ruido y con completa seriedad. Incluso al final, no se jactó de haber vencido a un enemigo superior a él.
Agitó sus dagas, tirando los restos de sangre de ellas. En el suelo yacía el Orco, su estúpida sonrisa había desaparecido, y en su lugar, un mar de sangre apareció. Asqueroso.
− Oh, sí. – Reaccionó Spero. – Primero por los niños. –
Los niños habían visto la escena desde el segundo piso, y lejos de estar aterrorizados, estaban completamente asombrados. No fue necesario subir por ellos, ya que ellos mismos bajaron las escaleras corriendo.
− ¡Asombroso! – Gritó el niño, eran una parejita de niño y niña, parecían tener la misma edad.
− Si, si, son asombrosos. – Dijo la niña.
¿Huérfanos? No había ningún adulto alrededor que pareciera estar haciéndose cargo de ellos, pero tampoco estaban temerosos o tristes por haber perdido a sus padres, dejando una única posibilidad.
Con una increíble iniciativa, Allen se acercó a ellos; se puso sobre una rodilla y puso sus manos en la cabeza de ambos.
− Es peligroso que se queden aquí. – Dijo amablemente. – Dejen que los guiemos a un lugar seguro. –
Al igual que con los otros niños del orfanato, él demostraba amabilidad. Amabilidad que no mostraba a otro adulto que no fuera Spero. Los niños lo miraban con admiración, ellos no miraban a un asesino, miraban a su salvador.
− Sus… − Spero estaba dudoso de preguntar. – Sus padres… ¿Ellos…? –
− Están fuera. – Respondió el niño alegremente. – Son mercenarios… ¡Como ustedes! –
Menos mal… pero, aun así, dejarlos solos… Era un alivio saber que sus padres no habían sido consumidos por los ataques, pero, por otro lado, seguía siendo un acto irresponsable por su parte dejarlos ahí solos. No había forma de que ellos supieran que eso iba a suceder, aunque con la poca defensa era algo de esperarse, pero seguía siendo muy irresponsable.
− Ya veo… − Dijo Spero. – Bueno… como dijo el agradable chico de ahí, hay que ponerlos a salvo, sígannos. –
Allen no pensaba perder tiempo, y con una gran confianza, tomó a la niña y la subió en sus hombros.
− Así será más rápido. – Sugirió Allen.
Spero por su parte hizo lo mismo con el niño. Y sin mucha dilación, se dispusieron a correr hacia la salida.
Los niños por su parte estaban muy calmados, demasiado, a decir verdad. Era increíble que aun mirando la situación en la que se encontraban pudieran mantener la calma. Incluso parecían estar disfrutando el viajar sobre los hombros de los chicos.
− Bien, aquí es. – Dijo Spero. – Solamente tienen que subir a la colina, un hombre los estará esperando, puede parecer de poco fiar, pero nos la debe. –
Spero intentaba decirlo con una sonrisa, para que los niños no temieran de él.
− No se preocupen. – Dijo Allen. – Tendrán un guía especial en esta ocasión. –
¿Un guía? Él sabía muy bien que no podían darse el lujo de perder tiempo guiando a los niños colina arriba, había cosas más importantes, y el exterior no era peligroso, o eso parecía. Pero había mencionado un “guía”. No lo entendió al momento, sino hasta que Sirius dio un paso al frente.
− Este es nuestro sabueso. – Dijo Allen señalando a Sirius. – Pueden verlo así tranquilo, pero es una bestia que no se inmuta con nada. Es muy inteligente, y pueden estar seguros que nada les sucederá si van con él. –
Allen lo decía todo con una sonrisa increíblemente sincera, una que no se veía muy seguido. Igualmente hablaba de Sirius de una forma muy especial y llena de halagos, pero no era solo eso, parecía realmente creer en sus palabras.
− Vamos, Sirius. – Dijo Allen dándole una pequeña caricia en la cabeza. – Llévalos con el comerciante a salvo. –
Sirius miro a ambos lados, luego a los niños, luego a Allen, luego a Spero, y una vez terminó, miró nuevamente al frente y comenzó a caminar. Los niños, sorprendidos por la inteligencia de Sirius, lo siguieron sin siquiera decir nada.
Sirius era su rastreador, el que les decía la posición de los enemigos, y quien mantuvo a salvo a Spero. Era un elemento importante de su equipo, aunque no lo pareciera. Sin embargo, no sintió la necesidad de negar la decisión de Allen. Era de por si raro que él hablara amable con otras personas que no fuera Spero, y mucho más aún que él tomara la iniciativa para hacer algunas cosas. Será lo mejor. Pensó igual y podían arreglárselas solos.
− ¿Listo? – Preguntó Spero.
− Oh, sí, listo. – Respondió Allen alegre.
Su objetivo era eliminar tantos Orcos pudieran en el Sur, que era el lugar más cercano al que se encontraban. Conocían la situación en esa zona y en el Este, pero desconocían el Norte y Oeste. Eran lugares algo alejados, aun siendo una ciudad pequeña, debían priorizar lo que estaba frente a ellos. Por otro lado, el Este, aun con dificultades, estaban sobreviviendo.
− Ahí. – Señalo Spero con su índice derecho.
Había un par de Orcos, algo extraño, puesto que parecían todos atacar divididos. Estaban peleando contra un sujeto, el cual a duras penas sobrevivía únicamente cubriendo los ataques y esquivando; detrás de él había unas cuantas personas.
La fuerza del individuo era realmente mucha, o al menos eso aparentaba al recibir golpe tras golpe sin caer. Los Orcos parecían ser los más débiles en su categoría, midiendo alrededor de 1.8-1.85mts, aunque podía ser que su fuerza no se basara en el tamaño.
No podía ganar terreno, pero tampoco daba un paso atrás. Su armadura parecía ser parte del ejercito interno. Portaba el conjunto básico de Espada y escudo, pero su espada seguía envainada, como si no le hubiesen dado tiempo para atacar; mientras que su escudo estaba lleno de abolladuras, un par de golpes más y seria derribado. ¿Pero cuánto tiempo lleva aquí?
¿Qué importa eso ahora? Spero corrió rápidamente a brindarle apoyo. Golpeaba su escudo intentando llamar la atención de al menos uno de los Orcos, mientras que, en esa ocasión, Allen había ido de frente.
Uno de los Orcos dejo de atacar, y fijo su mirada en ambos que corrían hacia él. El soldado portaba un yelmo, por lo que no podían mirar su rostro, pero posiblemente era una sonrisa de alivio. Parecía que se desvanecería en cualquier momento, pero seguía ahí de pie, recibiendo golpe tras golpe.
− Acabemos rápido. – Dijo Spero a Allen.
Spero corrió al frente, al igual que el primer Orco. El Orco al igual que los demás portaba únicamente un kilt de guerra y un garrote de madera, que cada vez se asemejaba más a un tronco tallado.
Paró en seco frente a Spero y dio un golpe a su lado izquierdo. Spero por su parte se puso firme y detuvo el golpe sin moverse ni un centímetro. Es más débil. Su fuerza no se comparaba al Orco anterior, lo que hacia las cosas aún más fáciles.
Spero movió su escudo un poco, golpeando el garrote del Orco, sacándolo un poco de balance; posteriormente se agachó un poco y Allen saltó sobre su espalda a toda velocidad; el salto fue tal que pasó sobre la cabeza del Orco y con ambas palmas golpeo nuevamente los oídos, sacándolo aún más de balance y aturdiéndolo un breve momento. Spero dio un paso al frente y atravesó la pierna derecha del Orco, haciendo que cayera sobre su rodilla. Allen que estaba detrás de él, subió a su espalda y lo rodeo con sus piernas, puso su palma izquierda en la frente del Orco y estiró hacia atrás, dejando al descubierto su cuello; con su mano derecha, blandió con fuerza su daga, y cortó su yugular.
No… soporto la sangre. Se deshicieron con suma facilidad del primer Orco; la gente que estaba protegiendo el soldado igualmente estaba impresionada y algo aliviada, eran 5 personas, de las cuales ninguna dio un paso al frente a ayudar.
− 30 segundos… − Dijo el soldado exhausto, respirando hondo y con mucha dificultad. – Es todo lo que pude hacer. –
Al instante el soldado cayó al suelo por agotamiento. ¿Solo 30 segundos? Fueron suficiente tiempo para dejarlo en tal estado, quizá las cosas hubieran sido un tanto diferente si alguno de los protegidos hubiera brindado ayuda, pero no podía culparlos del todo, el miedo incapacita a todos.
El Orco restante, dispuesto a acabar con el soldado, alzó su garrote en el aire, sin prestar atención a que su compañero había caído.
Dejo caer con fuerza su garrote, pero antes de que tocara al soldado, Spero se lanzó cual bala de cañón con su escudo al frente, golpeando directamente el garrote y haciendo que este cambie de dirección. Allen, en un movimiento conjunto, corrió rápidamente e inmovilizó ambas piernas haciendo un corte rápido en la parte posterior del muslo de ambas piernas, haciendo que cayera sobre su espalda. Spero recobró la postura y saltó sobre el Orco, clavando su espada directamente en su garganta. Con eso son dos.
– No… no está respirando. – Dijo una de las personas que estaban al cuidado del soldado. – Tampoco tiene pulso… –
El soldado… murió cumpliendo su deber. ¿Pero cómo pudo haberlo acabado eso?
Aunque había estado cubriendo todos los golpes, tenía múltiples heridas por todo el cuerpo. Su antebrazo estaba quebrado, posiblemente debido a los constantes ataques; algunas otras partes del cuerpo parecían igualmente rotas, como sus costillas; su boca estaba llena de sangre, como si hubiese estado vomitándola. Y aun así él… se mantuvo firme.
– ¡Alguno de ustedes cargue su cuerpo! – Gritó Spero. – Ustedes se van de aquí, y él se va con ustedes. –
– P-Pero… – Interrumpió un sujeto. – Él ya… ya está muerto. –
Esas palabras enfurecieron a Spero, ellos solamente habían pensado en su bienestar, ante todo. Al final de la batalla, no se dignaban a reconocer el esfuerzo del sujeto que los salvó.
– Y tu vivo gracias a él. – Respondió Spero molesto.
Entre dos personas cargaron al soldado, él sujeto que hizo el mal comentario no volvió a decir ni una palabra y caminó en silencio.
Van 8 personas… ¿Cuántos más podremos salvar? La ciudad no dejaba de arder, las casas se caían en cenizas; incluso había gente atrapada por el fuego, siendo calcinados por las llamas. La gente y los gritos de auxilio no cesaban. Ellos eran únicamente dos personas… no podían hacerse cargo de todo.
Entonces llego su tercer pelea contra un Orco, el cual tenía una corpulencia musculosa. Intentaba tomar a una madre con su bebe.
Hasta ahora no habían visto que trato tenían los Orcos con los bebes. Con los hombres eran sanguinarios, los destrozaban sin dudar un momento; con las mujeres eran algo más pasivos, intentaban capturarlas sin matarlas; mientras que a los niños… no estaba seguro del todo, pero claramente no los buscaban para cuidarlos. Por otro lado, los bebes… ¿Qué hacían con ellos?
Era una buena cuestión, con ello podrían aprender un poco más de su enemigo, pero… claramente no podían dejar que eso pasara.
– ¡Allen! – Gritó Spero.
El enemigo era solamente un Orco, pero de los más grandes. Media alrededor de 2mts; tenía un largo pelo, pero no demostraba gran intelecto, como todos los anteriores. Aun así, su tamaño era imponente y preocupante.
Spero fue al frente nuevamente, Allen tomó distancia. El Orco reaccionó incluso antes de que ambos atacaran o intentaran un movimiento; al ser una mujer no se enfocó totalmente en acabarla o capturarla, primeramente, debía deshacerse de las molestias.
– ¡RWAAAAA! – Gritó fuertemente, intentando intimidarlos.
Eso ya no asusta.
El Orco corrió con furia y rapidez hacia Spero, cargó su garrote y dio un golpe por la parte superior, dejando sin otra opción más que cubrirlo; el golpe fue increíblemente poderoso, terminó de doblar el escudo a un punto inservible. ¡Carajo, que era nuevo! Incluso hizo que Spero doblara un poco sus rodillas debido al peso.
Allen tomó la distracción posterior al golpe y corrió directamente a las piernas del Orco, pero este no era tan estúpido como los anteriores, reaccionó con rapidez dando un swing horizontal a su alrededor; Allen tuvo que tirarse al suelo para evitar el golpe. Spero tiró su escudo, puesto que ya no le era de utilidad e hizo una estocada dirigida a la pierna del Orco como era costumbre, si podían derribarlo tenían ganada la pelea. Pero igualmente reaccionó y cubrió su pierna con el garrote, poniéndolo firme contra el suelo.
Maldición. El Orco estaba siendo más difícil que los anteriores, parecía ser que en realidad si tenía mucho que ver la estatura con su habilidad.
– ¡RWAAHAHAHA! – El Orco se jactaba de su superioridad, y no había nada que ellos pudieran hacer para silenciarlo.
Spero corrió un poco hacia atrás, intentando tomar distancia para usar su arco. Pero el Orco no tenía la intención de dejarlo escapar, corrió rápidamente agitando como loco su garrote. En el camino Spero guardó su espada, y tomó una flecha de su quiver, la cargo en su arco y esperó el momento correcto.
Allen cargo contra el Orco intentando encajar sus dagas ya en cualquier parte, con tal de hacerle al menos algo de daño. Pero al igual que antes, el Orco se detuvo en seco y giró su garrote alrededor, haciendo que Allen diera un salto hacia atrás para evitar el golpe. Ahora. Spero apunto directamente a la parte inferior de su pierna, el disparo fue rápido, haciendo asestando profundamente.
El Orco dio un ligero grito de dolor, y cayó sobre su rodilla; apoyó su garrote en el suelo, usándolo como un soporte extra para no caer del todo, grave error. Allen aprovechó el movimiento descuidado y cargo contra su mano derecha; hizo unos cuantos cortes no tan profundos, pero fueron directamente a puntos vitales, haciendo que su brazo quedara inútil.
El Orco, viendo su final frente a sus ojos, dio un golpe hacia Allen con su mano izquierda, haciendo que este último diera un salto para tomar distancia. Respiró hondo por un momento y giró su cabeza hacia el cielo.
– ¡RWAAA! – Gritó una última vez… antes de que su cráneo fuera atravesado por una flecha.
Llevó más tiempo de lo que esperaba. El Orco había sido particularmente más difícil, aunque no lo suficiente como para llamarlo un verdadero problema. Lo qué si era un problema, era que Spero ya no contaba con un escudo.
Mi escudo… mi maldito escudo… Ni con la ganancia de la misión sería capaz de conseguir otro. Podía valérselas bien solamente con su espada y arco, pero… sería más riesgoso, ya de por si no contaba con un casco, cosa que lo ponía muy al descubierto. Ahora sin un escudo, la posibilidad de bloquear ataques era nula. Y añadiendo más leña al fuego… el caos continuaba.
– ¿Ahora qué haremos? – Preguntó Allen.
– Buena pregunta. –
Allen podía valérselas solo, así lo había hecho hasta el momento, y solamente tenía problemas al pelear de frente. Si aprovechaba su factor de sigilo… podía encargarse de los problemas él solo… aunque seguía siendo una medida algo problemática, era más que nada un 50/50 en cuanto a riesgo.
Tampoco era como si pudiera dejarle todo el trabajo a Allen. Lo tengo, simplemente usaré mi arco. Era un buen plan, pero tenía unas cuantas debilidades. Primeramente, solamente podía acabar con los enemigos dando a un punto vital, y si no lo lograba al primer tiro, las cosas se le complicarían enormemente. Añadiendo la probabilidad de un viento repentino que desviara la flecha hacia uno de los civiles… no podía correr ese riesgo.
Los garrotes de los Orcos eran grandes y sólidos, por lo que igualmente podían usarlos como escudo para cubrirse de las flechas que él lanzara, y dependía mucho del factor sorpresa para terminar una pelea. Había estado practicando más tiempo el combate cuerpo a cuerpo, que había descuidado un poco sus habilidades con arco, incluso había olvidado como correr y disparar.
Sus flechas no eran infinitas, por lo que un disparo fallido equivalía a una flecha menos. Podía retirar algunas de los cuerpos de los Orcos, pero ya no tendrían el mismo filo y era ciertamente asqueroso.
No era un buen paisaje para ellos.
– Tendremos que arriesgarnos. – Dijo Spero.
– No hay problema. – Respondió Allen.
– ¡VAMOS! ¡VAMOS! ¡HOORAY! – Se escuchó fuertemente, seguido del grito de guerra de unos tantos más.
¿Mmh?
Corrieron rápidamente al lugar de donde provenía el grito de guerra, era… refuerzos.
– ¡Este es mío! – Gritó un hombre que portaba un espadón, se refería a un Orco.
El sujeto cargo con fuerza contra un Orco de 2mts, él media igualmente cerca de 1.73mts, no era muy alto la verdad. Media casi lo mismo que su espadón, era un tanto sorprendente mirar cómo podía cargar esa cosa con algo de facilidad.
El sujeto tomó con ambas manos el mango de su espadón y lo puso detrás de su espalda, y entonces, dio un Swing superior contra el Orco. El orco, por su parte, alzó su garrote y sostuvo ambos extremos con las palmas de sus manos.
El golpe fue realmente fuerte, y el espadón parecía tener mucho filo, puesto que llego a atravesar hasta la mitad del garrote.
– No fue suficiente, oye, haz eso. – Gritó el sujeto retirando la espada del garrote, incluso el Orco estaba algo sorprendido.
El sujeto no estaba solo, detrás de él estaba otra persona que portaba una pequeña maza y rodela. Su vestimenta no era la de un caballero, tampoco parecía ser alguna armadura de cuero, era más como una vestimenta de tela. Era un buen diseño, pero no era algo que se debía portar en una pelea, estaba muy al descubierto, y de no ser por su rodela… posiblemente seria asesinado como si nada.
– … – Cerró sus ojos y comenzó a decir algo incomprensible. – [FORTITUDINEM AUCTUS] –
Eso es… Magia.
Lo que había dicho el sujeto era un encantamiento, pero no portaba consigo un grimorio, ni parecía haber cambios de ningún tipo. Spero no comprendía aun lo que era la magia o que implicaba ello, pero tenía la sensación de que algo había sucedido.
– Si… ¡SI! – Gritó el sujeto del espadón. – Esto es lo que me faltaba… –
El sujeto del espadón portaba armadura, pero esta no lo cubría del todo, dejando al descubierto igualmente sus brazos, quizá para mayor movilidad.
Fue ahí cuando Spero lo notó.
En ambos brazos del sujeto había aparecido algo, no era muy notable, casi no se miraba realmente, estaba algo desvanecido. Pero… habían aparecido una especie de tatuajes en ellos. Solamente cubría poca parte, pero parecía motivar mucho al sujeto.
– Lo lamento Orco… – Dijo el sujeto. – Pero este es tu fin. –
Lanzó su espadón nuevamente a su espalda, como si fuera a hacer el mismo movimiento de antes. ¿Por qué no lo ataco el Orco en todo ese tiempo? Spero igualmente tenía esa duda, era como si se hubiera impresionado tanto que no pudo reaccionar. Fue un grave error por su parte.
A diferencia que el anterior ataque, el sujeto dio un pequeño paso al frente y un salto. Dio nuevamente un corte vertical impulsando todo su peso con el espadón. Aunque era poco notable, parecía ir con más intensidad. Aun así, no será suficiente.
El Orco subió nuevamente su garrote, y lo sostuvo con ambas palmas, lo movió un poco para que el corte no diera en el mismo lugar. Pero aun así… el espadón atravesó por completo el garrote. El corte se extendió más allá y logró cortar parte del rostro de Orco, haciendo que este gritará de dolor. El sujeto no perdió mucho tiempo y paró a mediación su espadón, cambió su posición, y se lanzó directamente al frente como si fuera una lanza, atravesando el estómago del Orco y tirándolo al suelo.
– Demasiado fácil. – Dijo el sujeto, retiró su espadón y volvió a donde su amigo. – Gracias por el apoyo. –
– Se supone que ese es mi trabajo. – Respondió el sujeto de la maza.
– Vamos por más. – Dijo animado el sujeto del espadón.
Ambos comenzaron a correr directamente al combate.
¿Qué diablos está pasando? Tanto Spero como Allen estaban confundidos. El sujeto había acabado fácilmente con el Orco. Al igual el encantamiento del sujeto de la maza parecía haberle dado algún tipo de fuerza a su compañero, no era algo normal que alguien atravesara un garrote de ese grosor.
– ¡Mi turno! – Gritó otro sujeto a lo lejos.
El que había gritado igualmente portaba una armadura de tela, pero no portaba ni una maza o una rodela, tenía únicamente consigo una especie de bastón. ¿Qué diablos va a hacer?
Un Orco de alrededor unos 1.82mts corría con rapidez hacia él, pero no se movía ni un poco, parecía estar de lo más tranquilo. Entonces, al igual que el anterior, comenzó a recitar algo que no alcanzaban a escuchar.
– [IGNIS RETENTION] –
Una especie de serpiente de fuego se generó de la nada, y fue directamente hacia el Orco. Escaló por su pierna, parecía ser realmente caliente, puesto que el Orco desesperadamente intentaba quitársela de encima, cosa que no parecía ser posible. La serpiente dejaba marcas de quemadura a su paso, y crecía cada vez más. La serpiente de fuego rodeó sus brazos, atándolos detrás de su espalda como si fueran un tipo de esposas; igualmente juntó sus piernas, haciendo que cayera sobre el suelo de frente. Era solamente fuego, pero no parecía poder liberarse de ello. El dolor igualmente parecía ser intenso, ya que el Orco gritaba cada vez más fuerte.
– ¿Cuántas personas no habrás matado ya…? – Dijo el Sujeto de pie frente al Orco. – Esto es lo que mereces. –
Apuntó su bastón hacia el Orco y comenzó a recitar otro conjuro.
– [IGNIS SPHAERA] – Eso si lo conozco.
Una pequeña bola de fuego salió del bastón, dando directamente al Orco en su espalda. El fuego de la bola se extendió por todo el cuerpo; llego hasta sus pies y cabeza. El Orco se encendió en llamas. Gritaba y giraba en el suelo lleno de agonía; golpeaba su cabeza contra el suelo con fuerza, en un inútil intento de acabar con su vida; no podía mover sus brazos puesto que las ataduras no habían desaparecido. Mientras tanto, el sujeto del bastón lo miraba desde arriba, con una mirada de desprecio.
– Esto es lo que mereces. – Repitió una vez más.
– Vamos, vamos. – Gritó otro sujeto aún más lejos.
– ¡Ven por mi maldito! – Gritó uno más aún más lejos.
– ¡Lo siento! – Gritó uno más un poco más cerca.
– ¡Casi me das a mi imbécil! – Respondió al último grito uno más.
Mercenarios… Orcos…Por todo el lugar había gente animada peleando de lo más tranquila contra los Orcos que habían destrozado la ciudad.
¿Era la actitud correcta? Realmente no importaba, los Orcos estaban retrocediendo, incluso algunos corrían con temor de los mercenarios. Los roles se habían invertido y eran ellos los que estaban siendo superados con creces.
Un sujeto que peleaba con una maza de dos manos noqueando a un Orco de un golpe directo a su cráneo… otro sujeto más con ballestas en ambas manos disparando a todo lo que se moviera. Otros sujetos más lanzando fuego, incluso llegó a mirar uno tirando hielo.
Mientras que otros tantos acababan con el fuego de los hogares, unos más apoyaban a las personas para salir de las casas, otros estaban curando a los heridos… ¿G…? Las peleas continuaban y cada vez eran menos Orcos, los humanos ganaban más terreno. ¿Ganamos? Spero no acababa de comprender la situación.
– Oigan, basura. – Llamó alguien a ambos desde atrás, era… Shawn. – No se queden ahí parados y ayuden. –
– ¿Cómo nos llamaste, bastardo? – Preguntó Allen molesto. – Llevamos más tiempo aquí que tú. –
– ¿Es así? – Preguntó Shawn sorprendido. Miró de arriba abajo la apariencia de los chicos. – ¿Y tú escudo? –
– Quedo inútil tras unas cuantas peleas. – Respondió Spero.
– Ya veo, buen trabajo. – Dijo Shawn. – Pero deberías conseguir otro. –
– Si… –
Actuaba con suma tranquilidad. Aun sin estar peleando, no tenía ni una pisca de preocupación por ir a ayudar o temor a que los Orcos fueran a remontar.
Pero si son refuerzos… ¡Claro!
– Son refuerzos… ¿no? – Preguntó Spero.
– ¿No es obvio? – Respondió Shawn.
– En ese caso, deben tener un lugar para evacuar a la gente. –
– Claro. – Dijo Shawn. – Esta misión nos fue encomendada. Salvar cuantos civiles pudiéramos, así que los estamos evacuando al norte ¿Por qué la pregunta? –
– Logramos evacuar un par de personas, dos niños, un pequeño grupo de cinco personas, y una madre con un bebe. – Dijo Spero.
– Sorprendente. – Admitió Shawn. – Y eso que solo son dos personas… y nuevos. Pero bueno… no es momento para sorprenderse. Las cosas están controladas por aquí, lleven a la gente al norte, su trabajo terminó. –
– ¿No sería mejor apoyar a los presentes? – Preguntó Spero confundido.
– Cinco minutos. – Respondió Shawn. ¿Cinco minutos? – En cinco minutos todo acabará. –
Solo… ¿cinco minutos?

Comentarios

Entradas populares