La Profecía del Héroe - Capitulo 22: Capitan
− ¡Debieron llegar antes! –
Gritó Spero molesto. − ¿Qué diablos hacían? ¿Por qué tardaron tanto? –
La batalla había terminado en
tan solo… 6 minutos, un minuto más del que había mencionado Shawn.
− ¿Llegar antes? – Preguntó
Shawn. – ¿Sabes cuánto tardamos en llegar? 3 malditas horas ¿Y sabes hace
cuanto recibimos el pedido de ayuda? Hace 3 malditas horas ¿Y sabes cuánto
tiempo lleva bajo ataque la ciudad? 6 horas. Apenas recibimos la advertencia,
conseguí toda la gente que pude y vinimos a brindar apoyo. –
¿6
horas? Ellos
no llevaban ni siquiera una hora en el problema, y la ciudad ya estaba en
ruinas.
− El mensaje no debía tardar ni
siquiera dos horas en llegar enviando una paloma. – Continuó Shawn molesto.
− ¿Una paloma? – Preguntó Spero,
no lo comprendía del todo.
− Si, una paloma. – Respondió
Shawn. – Atas el mensaje de emergencia a una paloma entrenada y la mandas a
volar directo a la ciudad más cercana, no es un sistema muy complicado, y
realmente nos ha sido eficiente. –
− Sigo sin entender tu punto. –
Señalo Spero.
Shawn se acercó a Spero y lo
miró fijamente. …
− Me reclamas que llegamos
tarde. – Dijo Shawn seriamente. – Pero temo decirte que estas culpando a la
persona equivocada. –
− Oye. – Llamó Allen acercándose
a Shawn. – No lo hagas. –
− Allen. – Llamó Spero. – Él… él
tiene razón. Es mi culpa por saltar a conclusiones tempranas sin analizar bien
la situación. –
Estaba
dirigiendo su rabia hacia la persona equivocada. Sin importar cuanto había
tardado, estaba ahí para ayudar, toda la gente había ido para ayudar. Pero no
lo había tomado por ese lado…
− Me disculpo. – Dijo Spero
bajando su cabeza. – Gracias por el apoyo. –
Shawn se alejó
de Spero y comenzó a rascarse la cabeza.
− Bueno, le prometí a Susy que
no los molestaría. – Dijo Shawn en un tono ya más tranquilo. – Después de todo,
este desastre tampoco es culpa suya. –
Cuando Shawn
no estaba en su faceta de tipo molesto, realmente era alguien comprensible. Al
menos eso demostraba con Susan. No era como si quisiera ser tratado de la misma
forma, simplemente no quería tener a Allen y él peleando todo el día.
− ¡Capitán Shawn! – Gritó un
soldado que corría hacia él.
¿Capitán?
− ¿Qué pasa? – Preguntó Shawn
tranquilo.
− Lo encontramos. – Respondió el
Soldado. – Y es como usted suponía. Estaba escondido en el sótano de su casa…
un sótano realmente impresionante. –
− Ya veo… ese bastardo. – Dijo
Shawn tronando la lengua. – Bueno, en marcha. –
¿En
marcha? ¿Se retira? La pelea había terminado, y la gente estaba recibiendo
apoyo. Incluso Spero había guiado a la gente que intentaba evacuar al norte,
donde fueron atendidos hasta la más mínima herida que presentaran. Pero… aun
había algunas incógnitas en el aire.
− ¿Te retiras? – Preguntó Spero.
− ¿Por qué tan repentinamente? –
Shawn, quien ya había comenzado
a caminar, se dio media vuelta sin detenerse y miró a Spero.
− ¿A dónde más? – Preguntó
Shawn. – A por el culpable de todo esto. Puedes venir si así lo deseas. –
¿El culpable? Llamó
totalmente la atención de Spero. Shawn no esperó una respuesta y se dispuso a
caminar. Spero, con la opción de seguirlo, no dudó mucho tampoco.
Llamó a Allen,
y juntos siguieron a Shawn todo el camino. Al parecer, se dirigía hacia el
centro de la ciudad. Pero no iba solo, iba acompañado de unos cuantos soldados.
Antes lo llamaron capitán…
− Oye… Shawn. – Preguntó Spero
con algo de duda.
− ¿Qué sucede? – Preguntó Shawn
sin girar su mirada.
− Ellos antes… te llamaron
capitán. –
− Oh, claro. – Se detuvo y giró
a mirarlos a ambos. – El otro día estaba molesto y no me presente como era debido.
Soy el Capitán del escuadrón de asuntos externos, Shawn Mertenz, mucho gusto. –
Su actitud había cambiado mucho,
no era la misma del tipo arrogante que habían conocido en el bar ni el de hacía
unos cuantos minutos. Es extraño.
Spero había pensado que se
trataba simplemente de una cara bonita, o incluso algún mercenario que pasaba
por el lugar. Pero se trataba nada más y nada menos del capitán de un
escuadrón, escuadrón que desconocían.
− ¿Escuadrón de asuntos
externos? – Preguntó Spero aún más confundido.
− Bueno, mmh, no puedo perder
mucho tiempo, así que te lo explicaré mientras caminamos. – Dijo Shawn y siguió
caminando. – Veras… la división de asuntos externos es justo como lo dice su
nombre, nos encargamos de asuntos que el ejército interno no puede. –
Ya
veo...
− Aunque eso es solo a grandes
rasgos. – Continuó Shawn. – El ejército interno cubre únicamente la ciudad a la
que es encomendada. Mientras que asuntos externos nos encontramos viajando de
ciudad en ciudad, escuchando quejas de los ciudadanos y/o propuestas.
Igualmente tomamos los reportes de estado de los gobernantes de dicha ciudad.
Ya sabes, algo así como medir la seguridad y calidad de vida en las ciudades, a
la vez que evaluamos a los gobernantes. –
− Suena… exhaustivo. –
− Lo es. – Respondió Shawn. –
Pero alguien tiene que hacerlo. Y realmente no es un trabajo especialmente
peligroso, no somos una división de pelea, por lo que realmente no solemos
entrar mucho en acción. –
− Pero… −
− Pero esta fue una excepción. –
Interrumpió Shawn. – No es que seamos especialmente débiles, mi escuadrón está
perfectamente preparado para combatir en caso de ser necesario. Aunque no
queramos, el viajar entre ciudades suele ser peligroso, nunca sabes con que
puedes encontrarte en el camino. –
Como
goblins…
− Entiendo… −
− Pero mi escuadrón no era
suficiente para hacerse cargo de los Orcos. – Continuó Shawn. – Por eso
reclutamos tantos mercenarios pudimos de la ciudad en la que nos encontrábamos,
claro, ofreciendo una recompensa por sus esfuerzos. Aun siendo Orcos primitivos
sin mucho intelecto, están bien preparados para luchar y ello conlleva a
arriesgar la vida. –
− Nosotros no lo hicimos por una
recompensa. – Dijo Spero. – Llegamos por pura casualidad, y no pudimos
simplemente ignorarlo. –
Shawn soltó una leve risa, algo
extraño.
− Lo sé, no te miras como el
tipo de persona que solamente actúa por dinero. – Respondió Shawn. – Igual
muchas personas hubieran actuado aun sin recompensa, pero… es parte de la
profesión. Todo esfuerzo conlleva su recompensa, así que igualmente ustedes
recibirán una. –
No actuaban por una recompensa,
pero no iban a rechazarla. Igualmente ellos tenían gastos que cubrir, como la
pérdida del escudo de Spero.
Lo que decía Shawn era verdad,
si bien, mucha gente igualmente hubiera actuado sin recibir nada a cambio, una
recompensa llenaba más de motivación a las personas. Más al poner su vida en
riesgo. Además, no por nada se llamaban mercenarios.
− Es aquí. – Indicó uno de los soldados. Se
detuvieron frente a lo que parecía ser una casa de lo más normal, aunque esa
casa no estaba en llamas.
A un lado de la casa, había una
especie de puerta de metal que llevaba a un sótano.
− Tráiganlo. – Ordenó Shawn a uno de sus soldados.
El soldado
abrió la puerta que llevaba al sótano y pronto se empezaron a escuchar gritos
de auxilio. ¿Están torturado a alguien? Alguien
llamaba con mucho esmero, gritaba como si lo estuvieran intentando matar.
Y entonces… el
soldado volvió, arrastrando a un puerco consigo. Bueno, realmente no era un
puerco, solamente era un hombre mórbidamente obeso. Su ropaje era la que
portaría un noble, ropa de alta calidad; su peso denotaba obviamente que su
alimentación era de la más buena y en exceso; su estatura dejaba mucho que
desear, no solamente era gordo, sino que también era pequeño. Y para añadir una
cosa más, estaba sudando como un cerdo.
− Marcus Sim… − Llamó Shawn
dando un paso al frente, con sus manos en la espalda. − ¿Sabe por qué estamos
aquí? –
− Y-Y-Y-Y – No podía conjugar ni
una palabra, pero su papada rebotaba con cada tartamudeo que hacía. – N-No… no
tengo idea. –
− ¿Podría ponerse de pie y mirar
alrededor? – Preguntó Shawn.
Marcus, el
hombre gordo, se puso de pie y miró a los alrededores lleno de temor.
− Todo esta… destruido. – Dijo
temblando.
− Claro que lo está. – Dijo
Shawn con suma tranquilidad. − ¿Conoce el motivo? –
− N-No… −
Shawn cerró los ojos, alzó su
cabeza al cielo y respiró hondo. Tras unos breves segundos, soltó el aire.
− ¡ES TODO POR SU CULPA, CERDO
DE MIERDA! – Gritó Shawn con intensidad y molestia. − ¿Cómo puede decir que no
conoce el motivo? Mientras usted se escondía en su sótano, su pueblo era
arrasado. –
− N-No… no tenía idea. – Cada
vez temblaba más.
− Oh… − Dijo Shawn con una
mirada de desprecio. − ¿No tenía idea? Es el gobernante de esta ciudad, ¿Sabe? Y
aun así tiene el descaro de decir que no tenía idea… –
− Y-Yo… − Cada vez estaba más
nervioso.
− ¡SILENCIO! – Gritó Shawn
interrumpiéndolo. – No tiene derecho a hablar a menos de que yo de la orden. –
Su actitud había cambiado
nuevamente. Aunque se asemejaba a la primera que había tomado al conocerlos,
esta ocasión estaba totalmente justificada. No era un berrinche o celos de
pareja, era odio hacia una persona que no había cumplido con su deber, un deber
que era crucial.
− ¿Sabe cuanta gente murió? –
Preguntó Shawn. – Claro que no lo sabe. –
− ¿M-Murió gente? – Preguntó
Marcus.
− ¿Qué si murió gente? –
Preguntó Shawn nuevamente. − ¿Por qué no mira alrededor un poco? ¿No es obvio
lo que sucedió? ¿No puede deducir algo tan simple en base a su entorno? ¿Es
usted solamente un estúpido? –
Shawn volvió a respirar hondo e
intento calmarse.
− Solo tenía un deber… −
Continuó Shawn un poco más tranquilo. – Cuidar de su gente. Y aun así no pudo
hacerlo. No… disculpe, que no es su deber protegerlos, ese es el deber del
ejercito interno, su deber es únicamente administrarlos y pagar su salario, pero…
no veo muchos soldados alrededor, aun habiendo recibido la orden de contratar
tantos como pudiera para mantener a salvo la ciudad mientras estaba en fase de
construcción… lo que me lleva a lo siguiente. ¿No debía estar ya terminada la
muralla? Recuerdo que le fue suministrado con todo lo necesario para que se
llevara a cabo, solamente tenía que contratar a los obreros y pagar sus
sueldos… −
− A-Así lo hice… − Respondió
Marcus. – Solamente que los obreros… se estaban demorando un poco más de lo
acordado, p-pero ya estaba casi terminada. –
− Oh, entiendo. – Dijo Shawn. –
Entonces… ¿Podría explicarme algo? –
− ¿Q-Que cosa? – Preguntó Marcus
con temor.
− ¿¡COMO MIERDA ENTRARON LOS
ORCOS A LA CIUDAD!? – Gritó Shawn nuevamente, haciendo que Marcus se encogiera
aún más. – Veo claramente que la muralla esta “casi terminada” pero aun así no
me explico cómo fueron capaces de pasar a través de ella. Los Orcos no tenían
el intelecto suficiente como para hacer un plan complicado, por lo que
posiblemente no se apoyaron en algún tipo de catapulta para hacer una entrada.
–
− Creo que yo… − Interrumpió
Spero. – Puedo responder eso. –
− ¿Oh sí? – Preguntó Shawn. – Me
encantaría escucharlo. –
Spero tomó un poco de aire, y
entonces, se dispuso a hablar.
− Me pareció algo extraño desde
el inicio. – Explicó Spero. – Entre por un hoyo que esta al sur, ahí comienza
lo extraño. Cuando entre pude ver dentro de la muralla… estaba hueca. Cualquier
persona podía tirarla sin mucho esfuerzo. –
Al escuchar esas palabras,
varias venas sobresaltaron en el cuello y cabeza de Shawn, parecía como si
fuera a explotar. Dirigió su ira contra el sujeto que más se había puesto
nervioso al escuchar las palabras de Spero.
− ¿La muralla estaba hueca? –
Preguntó Shawn. – La muralla… lo que se supone debe ser la principal defensa de
la ciudad, no estaba terminada y podía ser tirada sin mayor esfuerzo… dime
Marcus, por favor, solo respóndeme esta duda… ¿Qué mierda tienes en la cabeza?
–
− Y-Y-Y – Era su fin. Ninguna
cosa que saliera de su boca iba a calmar a Shawn, tampoco había forma de
enmendar su error.
− Podría matarte en este momento
y nadie diría nada. – Dijo Shawn con una mirada llena de desprecio, como si
mirara algo peor que la mierda. – Pero eso no sería castigo suficiente para ti.
Seria incluso mejor entregarte a los sobrevivientes del pueblo que abandonaste,
me encantaría ver cómo reaccionarían todas esas personas que perdieron
familiares y amigos. Dime… ¿Cómo crees que reaccionarían? ¿Qué crees que harían
al saber que mientras ellos sufrían, su gobernador estaba de lo más cómodo
escondido en su sótano? ¿Qué crees que harían si se enteran de que desviaste
los fondos de defensa? Claramente no reaccionarían bien, harían todo un
espectáculo con tu cuerpo… aunque eso no le regresaría a la gente que perdieron,
pero dudo que les importe. –
Marcus rápidamente se tiró al
suelo y se arrastró en el piso a los pies de Shawn, y en un acto asqueroso y
despreciable, se dispuso a lamerlos y besarlos.
− Por favor… − Rogaba lleno de
sudor, con los ojos saltados y llorosos. – Todo menos eso… si me entregas a
ellos… si me entregas a ellos… −
− No lo hare. – Respondió Shawn
casi instantáneamente. ¿No lo hará? Pero
lejos de disfrutar el paisaje del sujeto besándole los pies, lo hacía entrar
más en cólera. Pateó fuertemente a Marcus para alejarlo. El golpe le tiró unos
cuantos dientes, haciendo que su boca sangrara y él soltara un chillido de
dolor. – Trabajaras el resto de tu vida para pagar por tus acciones, aunque
hubiera preferido ver cómo te linchaban en público. ¿Te imaginas? Su tortura no
hubiera tenido fin. –
Shawn sacó un pañuelo y limpió
sus pies, para luego tirar el pañuelo al suelo. Mientras tanto, Marcus se
sostenía la quijada con una mano y se cubría la boca con otra, intentando
evitar derramar mucha sangre; miraba desde abajo a Shawn, con una mirada de
odio y tristeza. Lo que le esperaba, era años tortuosos y llenos de dolor.
− Llévenselo. – Ordenó Shawn.
Dos soldados dieron un paso al
frente, y tomaron de un brazo cada quien al cerdo.
− ¡NO! ¡SUELTENME! ¡ESTE LUGAR
ME PERTENECE! ¡TODO ESTO ES MIO! – Chillaba en desesperación mientras era
arrastrado lejos del lugar.
Tras un poco de forcejeo Marcus
logró liberarse de los soldados y corrió nuevamente al sótano de su casa,
cerrando con fuerza la puerta.
− ¡No lo hagas más difícil,
Marcus! – Gritó Shawn caminando hacia la puerta, estaba alcanzando su límite. –
¡No tienes a donde huir! –
Tomó la puerta y estiró con
fuerza, abriendo de un solo intento; Marcus, que sostenía desde el otro
extremo, se vio arrastrado. Se puso de pie rápidamente y corrió dentro del
sótano.
Eres un
grandísimo… El
interior del sótano era… impresionante. No parecía ser siquiera un sótano.
Tenía la suficiente iluminación como para simular la luz del sol en un día de
verano; los pisos eran lisos y brillosos, con incrustaciones de oro; el espacio
dentro del sótano era incluso mayor que el de la casa superior, incluso había
una pequeña escotilla para conectar sótano y casa desde dentro. El lugar estaba
equipado con todo lo necesario para sobrevivir; había muchas cosas lujosas,
como vasijas de alta calidad artesanal, sofás de pieles finas y caras, una cama
que parecía tener la textura de una nube y el tamaño suficiente como para que
durmieran al menos cinco personas en ella. Pero lo más desagradable de todo… lo
más repudiable, era… una estatua tamaño real de Marcus, con ligeros cambios
como la complexión y estatura, como si en ella hubiera representado el ideal
que buscaba de sí mismo o incluso como era que él mismo se miraba.
Marcus se aferró a la estatua de
sí mismo, la cual, por cierto, era de oro sólido.
− ¡Lo gané con mi esfuerzo! –
Seguía chillando. − ¡Por ende es mío! ¡Ese dinero era mío desde un principio! –
Shawn,
molesto, a punto de explotar, tomó su guadaña, la cual cargaba en la espalda,
la hoja estaba retraída, pero solamente bastó un movimiento para que la hoja
saliera. Miró lleno de furia y desprecio a Marcus.
− ¡YA ESTOY HARTO DE TI! – Lleno
de cólera dio un swing con todas sus fuerzas.
Eso
fue… impresionante. Logró partir por la mitad la estatua de oro sólido. La hoja
era tan resistente y afilada como para poder hacer un corte tan perfecto…
posiblemente era un arma de los enanos.
Pero no era la hoja lo único
impresionante. Aun con la mejor arma, se requiere una fuerza increíblemente
alta como para hacer ese tipo de movimiento. Shawn Mertenz, el capitán del
escuadrón de asuntos externos… no tenía el puesto por nada.
Marcus se movió rápidamente a un
lado, para evitar que la parte se la estatua cayera sobre él. Estaba realmente
asustado, por un momento había creído que iba a tomar su vida, en vez de la de
su ideal. Una vez miró la situación en la que se encontraba, se dio cuenta de
que estaba acabado, no importaba cuanto intentara huir, solamente haría las
cosas más difíciles. Lleno de furia y frustración, crujió fuertemente los
dientes que le quedaban.
Nuevamente dos soldados se
acercaron a él, lo pusieron de pie y esposaron con unos grilletes de madera que
a simple vista parecían ser realmente pesados. Lo guiaron fuera del sótano,
hacia una carreta que a saber dónde iba a parar, pero fuera a donde fuera, no
sería un lugar agradable de ver.
− ¿Lo ejecutaran? – Preguntó
Spero, no le había quedado claro que era lo que iba a suceder con él.
− No… − Respondió Shawn
recuperando la compostura. – Seria algo muy bueno para él. Ya lo dije antes,
trabajará el resto de su vida para pagar por sus acciones. Pero no puedo
decirte en que trabajará, lo lamento. –
Ya de por si le parecía
increíblemente amable de su parte dejarlos presenciar lo que habían visto, era
información que posiblemente seria clasificada después y solamente manejada por
unos cuantos. Lo que indujo una duda en Spero. ¿Por qué nos dejó venir?
− Oye imbécil. – Llamó Shawn a
Allen. – Perdón, la costumbre. Allen... ¿Cierto? –
− ¿Qué? – Respondió Allen
indiferentes. − ¿Qué quieres? –
− Tengo una propuesta para ti. –
Dijo Shawn.
¿Una
propuesta?
− Espero no te ofenda, pero… −
Continuó Shawn. – Tienes una apariencia algo femenina, y eso nos interesa. –
¿Les
interesa?
− No me interesa. – Respondió
Allen casi instantáneamente.
− Vamos, déjame terminar. –
Pidió Shawn. – No es solamente eso. Nuestro trabajo requiere escuchar las
quejas de la gente y tantas cosas más, pero también investigar a los
gobernantes y el empeño que ponen en su labor. Algunos, como ese cerdo, son
corruptos, pero saben esconder bien sus crímenes. Lastimosamente son el tipo
más difícil de sacar a la luz, por lo que tu ayuda nos vendría bien. Puedo
notar algo proviniendo de ti, algo que me perturba un poco, algo que nos podría
ser de utilidad, tus habilidades. Con solo mirarte sé que eres capaz de matar a
todos mis soldados aquí presentes, y si lo combinamos con tu apariencia
femenina… serias un muy buen espía. –
− No me interesa. – Respondió
Allen nuevamente.
Era
algo de esperar.
Solamente mirando la armadura de
Shawn se podía intuir que estando de su lado podía obtener mejores ingresos,
igualmente arriesgaría su vida de una forma peligrosa, pero sería incluso un
poco mejor que estar peleando o escoltando gente por unos cuantos oros.
− No cambiaras de parecer eh… −
Dijo Shawn desanimado. – Supongo que… no se puede hacer nada más. –
Shawn llamó a uno de sus
soldados, y le dio una especie de indicación.
El soldado corrió a una carreta
que estaba cerca, carreta en la cual transportaban a Marcus. Busco entre unas
tantas cosas, mientras tanto Shawn esperaba en silencio. Entonces, al cabo de
unos segundos, el soldado volvió.
− Aquí esta. – Dijo el soldado
ofreciendo unos papeles, una pluma y un sello a Shawn.
Tomó lo que le dio el soldado y
se dispuso a escribir algo en los papeles en silencio. Una vez acabó, dio la
pluma a el soldado, tomó el sello y golpeó con fuerza los papeles.
− Listo. – Dijo Shawn. Alzó su
mano y ofreció los papeles a ambos, los cuales los tomaron sin mucha dilación.
– Cámbienlo en la sala de misiones. –
El papel era nada más y nada
menos que un simple papel. Aunque en el había escrito algo y el sello que tenía
parecía ser el de alguien importante. “Dales algo bueno, fueron de mucha ayuda”
Decía el papel.
No decía ni una cantidad, pero
basándose en que la recompensa de escolta era de 1 oro, posiblemente algo bueno
equivalía a 5 oros. Después de todo, su trabajo no había sido especialmente
difícil, aunque habían perdido un escudo. Supongo
que con ello compraré otro.
Shawn se dio media vuelta, habló
un poco con sus soldados y dio unas cuantas instrucciones, parecían estar
listos para dejar la ciudad.
Aunque el escuadrón de asuntos
exteriores se retirara la ayuda seguiría ahí, brindado apoyo para apagar el
fuego de la ciudad y tratar a los heridos.
− Bueno… − Dijo Shawn volviendo
con ellos. – Nosotros nos retiramos. Iremos de regreso a Central, ¿No quieren
que los lleve? –
Ellos ya habían cumplido su
parte del trato, aunque aún restaba regresar a salvo al comerciante. Por otro
lado, no había otra cosa que pudieran hacer. El fuego era controlado por unos
tantos y ellos no parecían ser de utilidad en ello; no tenían habilidades
curativas ni sabían brindar apoyo de ese tipo, por lo que tampoco eran de
utilidad ahí; la batalla había terminado, por lo que apoyar en la defensa
tampoco era algo que necesitaran hacer. Solamente restaba volver por Sirius y
podían volver a Frontera sin problemas.
− Aun hay algunas cosas que
debemos hacer. – Respondió Spero. – Pero agradezco la oferta. –
Shawn, un tanto dudoso, soltó un
suspiro.
− Bueno. – Dijo Shawn. –
Estaremos unos treinta minutos en la puerta Sur, por si cambian de parecer. –
A por
Sirius.
Sirius se había mantenido al
lado del par de niños en todo momento, siguiendo las instrucciones de Allen.
Los niños igualmente le habían tomado mucho cariño, dándole caricias en todo
momento, cosa que no le afectaba en lo más mínimo.
El comerciante, haciendo a un
lado su orgullo y actitud arrogante, estaba igualmente prestando ayuda en el
tratamiento de las personas. Entre las cosas que transportaba había algo de
comida, por lo que no dudo ni un momento en abrir las cajas y darlas a los
afectados. Igualmente, para los que perdieron vienes, regalo algunas prendas. Un cambio muy radical.
− Pueden irse sin mí. – Dijo el
Comerciante.
− ¿Seguro? – Preguntó Spero
confundido. − ¿Cómo hará para volver? –
El Comerciante estaba
concentrado ayudando y repartiendo cosas.
− No soy de Frontera, soy de
otra ciudad de por aquí. – Explicó el Comerciante. – Pensaba volver a reponer
unas cuantas provisiones una vez terminara esta entrega, pero… no salió como
esperaba. –
Ni como yo esperaba.
− Así que creo mejor volveré a
casa. – Continuó el Comerciante. – Pero tomen, tomen, no pueden irse sin su
comprobante de éxito en la misión. –
Al igual que
Shawn, el comerciante sacó un papel en el cual venia inscrita la misión que
ellos habían llevado a cabo, pero ahora con su firma.
− Desearía poder darles más… −
Dijo el Comerciante.
− No hay problema. – Interrumpió
Spero.
− Pero… se esforzaron mucho. –
Continuó el Comerciante. – Lastimosamente… no saque ninguna ganancia de esta
entrega, así que no puedo darles más. –
− Insisto, no hay problema. –
Repitió Spero. – Es suficiente con ver que este
brindado apoyo. –
− Es lo menos que podía hacer. –
Dijo el Comerciante con una leve sonrisa.
Tanto Shawn
como el Comerciante habían tenido unas actitudes realmente molestas al inicio,
pero realmente no eran personas desagradables. Un cambio muy radical en ambos,
pero realmente era algo bueno.
Con la
aprobación del Comerciante, aun tenían tiempo para volver a Frontera con Shawn.
Más bien, era su única opción, puesto que el Comerciante ya no iba a volver, y
ya habían corrido el tiempo suficiente como para volver a hacerlo.
− Bueno, supongo que nos vamos,
Allen. – Indicó Spero.
Allen no parecía haberle
escuchado, no prestaba la más mínima atención a las palabras de Spero, pero
tenía su mirada puesta en un lugar en específico. Los niños que habían salvado,
seguían solos, esperando por sus padres arriba de una carreta. Lo había olvidado…
Puesto que los niños estaban de
lo más tranquilos durante el ataque, se podía intuir que era normal para ellos
estar solos. Sus padres eran mercenarios según habían dicho, y posiblemente
igual estaban fuera muy seguido. Pero mirar a ese par de pequeños esperando por
sus padres… era un tanto triste para ambos.
− Allen… − Llamó Spero nuevamente. – Podemos esperar a que vuelvan sus padres si así lo
deseas. –
Allen reacciono con duda, por un
lado, no quería que Spero tuviera que esperar solamente por uno de sus
caprichos, no era como si algo le fuese a pasar a los niños. Por otro lado,
simplemente quería esperar y ver que iba a ser de ellos.
No dijo ni una palabra. Su devoción
era más grande que su preocupación, se giró y bajo su cabeza, indicando a Spero
que era hora de seguir adelante.
¿Estás
seguro?
− Disculpe… − Detuvo una mujer a
Allen. – Yo… −
La mujer rápidamente bajo su
cabeza, haciendo una reverencia. Un hombre, que parecía estar acompañándola,
igualmente hizo lo mismo. ¿Qué pasa? Hubo
silencio por un momento, y entonces se escucharon unos sollozos de ambas
personas. ¿Ella esta…? Sobre el suelo
de aquel lugar comenzaron a caer unas cuantas gotas, provenientes de los ojos
de aquella pareja.
− ¡Quiero agradecerle que haya
salvado a mis hijos! – Gritó la mujer desde el fondo de su corazón. – Volvimos
apenas nos enteramos de lo que sucedía, yo… soy una madre horrible. –
Allen se había
mantenido en silencio e indiferente ante la escena que había montado la mujer,
como si no le importara en lo más mínimo.
− ¡Igualmente yo! – Gritó el
hombre. – ¡Te agradezco desde el fondo de mi corazón que hayas salvado a mis
niños! –
− Tenia tanto miedo… − Dijo la
mujer en voz baja. – De volver y no encontrarlos… −
− Fuimos tan estúpidos… − Le
siguió el hombre. – Nunca debimos irnos, pero…−
Allen dio un paso al frente de
aquella pareja, seguía sin siquiera mostrar un poco de empatía por ellos.
− No me cuenten su vida. –
Respondió Allen indiferente. Rápidamente alzaron su cabeza; estaban hechos un
mar de lágrimas. – Solo no descuiden a sus hijos. –
Sin decir más, Allen siguió su
camino.
Realmente
estas feliz, ¿no? Pese
a las palabras de Allen, esbozaba una alegre sonrisa. Y como no estarlo al
saber que esos niños ya estaban en la protección de su familia.
Una
familia… que suerte tienen algunos.
Como lo había dicho, Shawn
estaba parado a la entrada Sur, solamente él y un carruaje. ¿Ahora que trama?
− No tardaron tanto como
pensaba. – Dijo Shawn en un tono bromista. – Suban, quiero llegar cuanto antes.
–
El viaje junto a Shawn fue de lo
más incómodo, más incluso que cuando actuaba de una forma despreciable hacia
ellos. Por alguna razón, se había obsesionado con Allen y quería llevarlo a su
escuadrón bajo todo costo.
Spero sabia la razón, ya lo
había dicho antes Shawn. Las habilidades de Allen eran realmente buenas, quizá
mejores que las de Spero. Su factor de sigilo era realmente alto; su apariencia
fémina igualmente era un punto muy fuerte para él y el trabajo de espía. Ese
tipo de personas obsesionadas con el dinero, siempre caen ante una bella mujer.
Pero Allen seguía negando cada
proposición de Shawn.
− Te daré un buen sueldo. –
Propuso Shawn.
− No. – Respondió Allen.
− Una residencia en Frontera de
la mejor calidad. –
− No. –
− Te puedo presentar a unas
chicas lindas… −
− No. – Bueno, viniendo de él… chicas lindas es un tanto…
− Sueldo incluso aun fuera de
misión. –
− No. –
− ¿Hay algo que pueda hacer para
que aceptes? –
− No. –
− ¿Por qué? –
− No me interesa. –
Se le acababan las ideas a
Shawn, no tenía nada más para ofrecer, y aunque lo tuviera… no era como si
Allen fuese a cambiar de parecer. No había nada que le interesara en lo más
absoluto… o eso pensó.
− ¿Y si contrato a Spero también?
– Preguntó Shawn con una mirada triunfante.
Allen dudó por un momento,
parecía estar considerando la propuesta.
− No. – Respondió Spero por su
cuenta. – No estoy interesado en trabajar para ustedes. –
− ¿Aunque pudieras obtener
información? – Preguntó Shawn de una forma muy sospechosa. Él… ¿sabe lo que busco? – Después de todo soy el capitán de asuntos
externos… sería sumamente fácil para mi encontrar lo que buscas. −
Una propuesta… digna de
escucharse.
− ¿Cualquier cosa? – Preguntó
Spero curioso. − ¿Incluso sobre lo que sucedió en Central? –
No pensaba irse con rodeos, si
había una forma de llegar más fácilmente a la información que buscaba, iba a
aprovecharla. Aunque tenga que formar
parte de ellos.
Pero… la expresión de Shawn
cambio casi instantáneamente. Su rostro que había estado entre feliz y
bromista, ahora era… seria.
− Así que eso buscas. – Respondió Shawn. – Lamento decirlo, pero no es algo que puedas encontrar
conmigo. –
− ¿No puedes hablar sobre ello?
– Preguntó Spero.
− No es eso. – Respondió Shawn
igualmente serio. – Al igual que tú, busco información acerca de ello, pero… no
hay nada. –
Incluso para el capitán de
asuntos externos era imposible encontrar el motivo de la explosión de Central.
Palabras que solamente desanimaban más a Spero, cada vez estaba más lejos de su
objetivo, cada vez era más difícil alcanzarlo.
− ¿No se supone que ustedes van
de ciudad en ciudad? ¿Cómo es posible que no tengan esa información? – Preguntó
Spero confundido.
− Bueno… − Respondió Shawn
haciendo una pausa. – Todo el tema de Central es manejado únicamente por los
altos mandos, ni siquiera yo tengo acceso a la información de lo que se hizo
ahí. –
– ¿Nunca visitaste Central? –
– Obviamente lo hice, fue ahí donde
crecí. – Respondió Shawn. – Pero es muy diferente una visita casual a una por
trabajo. Nunca se nos fue asignado el lugar para trabajo, luego de la
explosión… todo se manejó únicamente por altos mandos. –
Nada ¿eh?... un paisaje
desolador, lejos de respuestas y con mas incógnitas. Si era tratado únicamente
por los altos mandos, había algo muy serio detrás de todo ellos.
A diferencia
de antes, ya no se desvivía por ello, sin embargo, no pensaba abandonar el
objetivo.
Todo termino cuando entraron en
territorio de Frontera, su actitud cambio nuevamente a la de alguien serio,
puesto que sus soldados lo estaban esperando. Se despidió de una manera simple,
sin hacer mucho rodeo.
Aún era temprano, lo suficiente
como para no ir a la posada a descansar, pese a haber tenido un largo e
incómodo viaje.
Supongo
que lo primero será cobrar la recompensa.
El carruaje los había dejado no
muy lejos de la Sala de misiones, facilitando aún más el proceso para llegar al
lugar.
Diez minutos fueron suficientes
para llegar, el lugar seguía igual de animado que en otras ocasiones. Gente
entrando y saliendo, con una vivacidad envidiable por ejercer su trabajo.
¿Recompensas altas? ¿La adrenalina del combate? Quizá todos o ninguna, pero
ciertamente estaban motivados para seguir haciéndolo.
Dentro del edificio… un caos.
Gente gritando por su turno; los recepcionistas atareados por el exceso de
trabajo; gente saliendo molesta de las salas que se encuentran aparte; otros
tanto peleando por misiones en el segundo piso. ¿Qué diablos sucede?
Todos estaban frenéticos.
Recepcionistas gritándole a mercenarios, y mercenarios gritándole a
recepcionistas. Literalmente un caos fuera de lo común. Deberíamos tomar lugar en la fila.
– Hey… aquí. – Llamó una voz
femenina.
¿Sky?
¿Nuevamente un día libre? Todo lo contrario, vestía su ropa de trabajo, pero su caja
estaba cerrada, y ella de lo más tranquila.
Spero apuntó a sí mismo, dudoso
de si era a él quien hablaban. ¿Yo?
Sky asintió con su cabeza en respuesta. Entonces, una vez clarificado, Spero se
acercó a la caja.
– ¿Si? – Preguntó Spero.
– Estaba esperando a que
volvieran. – Respondió Sky. – Me estrese y tome mi descanso antes, pero ahora
que llegaste, volveré a trabajar. –
– ¿Esta bien eso? – Preguntó
Spero, puesto que nuevamente, los demás mercenarios lo miraban con algo de
celos y desprecio. – Hay mucha más gente que llego antes que yo, no se me hace
justo el recibir un trato especial. –
– ¿Trato especial? – Preguntó
Sky confundida. – Da la casualidad de que tú casualmente te formaste en esta
caja justo antes de que yo la abriera, no es un trato especial en lo absoluto.
–
Sky lo había dicho en voz alta,
como si estuviera haciéndolo a propósito para que los demás escucharan y
dejaran de molestar. Aunque desde un principio era sospechoso el cómo había
estado actuando, puesto que no parecía estar en su descanso. Únicamente parecía
como si no quisiera trabajar.
– Bien… – Respondió Spero algo
nervioso, las miradas fulgurantes no cesaban.
– Me alegro. – Dijo Sky con una
sonrisa. – De que no murieran en la escolta. –
¿Tanto
riesgo había de morir?
– Solo se trataba de una
escolta… no era gran cosa. – Dijo Spero algo nervioso.
– Eso dices, pero mira tu
rostro. – Sky acercó su palma al rostro de Spero, lo que lo puso un poco más
nervioso. – Te hiciste una herida. –
Dado que la herida no era
realmente profunda, no le tomó mucha importancia. Aunque había dejado marca, ya
lo había olvidado.
– No es gran cosa. – Dijo Spero
alejándose un poco. – Igualmente me perforaron la pierna. –
– ¿¡Te perforaron la pierna!? –
Gritó Sky preocupada. – ¿Y dices que no era la gran cosa? –
– B-Bueno… me perforaron el
hombro antes de llegar a la ciudad. – Dijo Spero despreocupado.
– ¿Y lo dices como si no fuera
nada? – Preguntó Sky. – No tienen a alguien que use magia de curación con
ustedes, pudo haber terminado mal. –
– B-Bueno… – Spero, aunque aún
no lo había dicho, sintió algo de pena. – Fue gracias a ti que no pasó a más. –
– ¿A mí? – Preguntó Sky
confundida y nerviosa. – ¿Y yo que hice? –
– La medicina. – Respondió
Spero. – Fue de suma utilidad, nos atacaron unos goblins y bueno… con ella
pudimos tratar al Comerciante y mi pierna. –
– ¿Los atacaron? – Preguntó Sky
aún más confundida. ¿Con que crees que me
herí? – Pero se supone que la ruta de comercio es segura. –
– Si… – Spero giro su rostro con
culpa. – La razón fue que tomamos un atajo… y una cosa llevo a la otra. Aunque
la decisión fue del comerciante, no de nosotros. –
– Por eso nunca nadie atiende a
sus peticiones. – Afirmó Sky. – Paga poco y siempre
hace alguna estupidez, y su carácter es horriblemente pésimo. –
En eso
concordamos. Parecía
ser que no era la primera vez que alguien tomaba las peticiones de ese
comerciante, o bueno, no era la primera vez que las hacía. Y al parecer, todos
tenían la misma opinión de él. Aunque al final cambió un poco.
– Bueno, aun así, debió pagarles
¿no? – Preguntó Sky.
– S-Si… – Respondió Spero.
– Bueno, sígueme. – Indicó Sky y
cruzó la barra que los separaba. – Vamos a una de esas habitaciones de por
allá, y traer a tu amigo también, debe estar presente. –
Esa sería la primera vez que
Spero entraría a esas místicas habitaciones, de la cual muchos salían contentos
y otros tantos enojados. Pero en su mayor parte felices.
La duda duro poco, y el
misticismo aún menos. Poco de especial tenían, era nada más y nada menos que
una habitación normal, en la cual solamente había una caja, una mesa y un par
de sillas, aparte de la ilutación, claro.
– La entrega de dinero se hace
en estas habitaciones para no divulgar la recompensa que obtuvieron por el
trabajo. – Explicó Sky. – Aunque en misiones de bajo rango como las que tomaron
realmente no es necesario, solamente me molestaba el ruido que había afuera. –
Y-Ya
veo…
– Enséñenme sus papeles. – Pidió
Sky. – Ya veo… ya veo… –
Los miró contra luz, analizó la
tinta y unas cuantas cosas más. Solo es
un oro… No era como si fueran a falsificarlos solamente por un oro.
– Listo. – Terminó de analizar
los papeles, y de la caja que estaba a un lado de ella, sacó dos monedas de
oro, las cuales entregó a ambos. – 1 oro por persona, todo listo. –
– Oh cierto. – Había olvidado la
recompensa que Shawn les había dado por la participación en la defensa de
Atlova. – También tenemos estos. –
Nuevamente tomó los papeles y se
dispuso a analizarlos, en especial el sello, que parecía tener más importancia
que la inscripción. Aunque solo dice
“Dales algo bueno.”
La expresión de Sky cambió
radicalmente de un momento para otro, parecía estar realmente sorprendida por
algo que había visto. Puso los papeles sobre la mesa y los miró con asombro.
– ¿Cómo conocieron al Capitán
Shawn? – Preguntó realmente sorprendía. ¿Tan
impresionante es? Mejor dicho, la forma en que lo conocimos… – Este es su
sello, no hay duda alguna… pero ¿Por qué tienen esto? ¿Y qué es eso de “Fueron
de mucha ayuda”? ¿Qué diablos hicieron? –
– Cierto, olvide mencionarlo. –
Dijo Spero algo apenado. – Cuando llegamos a Atlova estaba bajo ataque de
Orcos, así que ayudamos a evacuar algunas personas y matamos unos cuantos
Orcos. –
– ¿Qué? – Preguntó Sky como si
no comprendiera lo que había dicho Spero.
– Que cuando llegamos a A… –
Repitió Spero.
– ¡No me refiero a eso! – Gritó
interrumpiendo Sky. – Primero los atacan Goblins en su viaje de escolta, ¿Para
luego llegar a una ciudad bajo ataque? ¿Eres un imán de desgracias o algo así? –
Bueno…
no es como si no lo hubiera pensado.
– Me sorprende que hayan salido
vivos de ahí. – Continuó Sky. – Si los goblins te hicieron tales heridas… ¿Qué
diablos te hicieron los Orcos? No veo que estés lastimado. –
– Bueno… – Respondió Spero
realmente apenado. – Perdí mi escudo. –
– ¿Solo eso? – Preguntó Sky aún
más sorprendida., y luego miró a Allen – Espera un momento… ¡Tu ni siquiera te
miras herido! –
– No lo estoy. – Respondió Allen seriamente.
– ¿Cómo es posible? Tienes menos
protección que Spero. – La respuesta de
Allen fue todavía más increíble… solamente encogió los hombros. – Bueno… bueno…
dejen me calmo un poco. –
Sky se alzó de su asiento y
comenzó a caminar alrededor de la sala. “Solamente perdí mi escudo, dice”
repetía una y otra vez mientras agitaba su cabeza. Hasta que después de unos
cuantos minutos, se calmó y volvió a su asiento.
– Ya estoy mejor… – Dijo Sky.
– B-Bien… – Respondió Spero.
– Ahora. – Puso ambas manos
sobre la mesa con fuerza, y los miró fijamente. – No sé cuánto es “Dales algo
bueno” –
Yo tampoco
lo se…
– Así que les daré lo que a mí
me parece algo justo. – Dijo Sky con seriedad. Miró a los alrededores, aunque
no había nadie, y entonces sacó algo de dinero de la caja. – 20 oros para cada
quien. –
¿¡20!? Era literalmente
veinte veces más que la recompensa inicial. Con eso podían despreocuparse por
quizá hasta un mes.
– ¿No es eso mucho? – Preguntó
Spero sorprendido por la cantidad de dinero.
– No. – respondió Sky
seriamente. – Arriesgaron su vida en ello. Aunque lo normal es pagar cerca de
10 oros por apoyo a defensa de ciudad, ya que igualmente es en grupos
literalmente grandes. –
– ¿Entonces no deberías pagarnos
eso? – Preguntó Spero.
– ¿No quieres el dinero? –
Preguntó Sky, a lo que Spero guardo silencio. – Eso pensé. Debería darles solamente
10 oros, quizá 15, pero ahí dice que les de algo bueno, y bueno… también me
agradan, así que serán 20 para cada uno. –
20 oros… ¡con eso podré comprarme otro escudo!
– ¡Gracias! – Gritó Spero
esbozando una dulce sonrisa.
– No tienes que agradecérmelo,
fue gracias a su esfuerzo. – Respondió Sky. – Y ahora que tienen su recompensa
e hicieron su primera misión… ¿Qué piensas hacer? –
Spero había
pasado por una montaña rusa de dudas. Primeramente, no quería luchar puesto que
no le parecía ser algo necesario y no iba realmente con su objetivo. Luego
pensó que igualmente era su deber hacer algo, prestar su ayuda como alguna vez
su amigo lo había hecho. Pero… después de lo vivido en su primera misión,
estaba algo aún más dudoso, no por él, si no nuevamente por Allen. Aunque las
cosas habían salido relativamente bien, los peligros que había fuera… era peor
de lo que pensaban. Aunque… debería
confiar en él.
– Yo… – Respondió Spero pensando
en su respuesta.
– Alto. – Interrumpió Sky. – No
digas más. –
¿Por qué?
– No quiero escuchar tu
respuesta ahora, claramente sigues indeciso. – Lo había leído totalmente,
aunque no era algo difícil. – Deberías ir a comer algo, comprarte unas cuantas
cosas, descansar. Y una vez estés listo, vuelve a verme, que esta conversación
aun no acaba… bueno, por ahora sí, largo de aquí. –
Sky los empujó
fuera de la habitación, luego fuera de la sala de misiones, y cerró la puerta.
La cual volvió a abrir segundos después, puesto que había gente que necesitaba
salir y entrar. Pero Spero había entendido lo que Sky buscaba con ello.
Primeramente, tenía que descansar.
Bueno… habrá que ir a avisarle a Sam que estamos
vivos.
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