La Profecía del Héroe - Capitulo 22: Capitan


− ¡Debieron llegar antes! – Gritó Spero molesto. − ¿Qué diablos hacían? ¿Por qué tardaron tanto? –
La batalla había terminado en tan solo… 6 minutos, un minuto más del que había mencionado Shawn.
− ¿Llegar antes? – Preguntó Shawn. – ¿Sabes cuánto tardamos en llegar? 3 malditas horas ¿Y sabes hace cuanto recibimos el pedido de ayuda? Hace 3 malditas horas ¿Y sabes cuánto tiempo lleva bajo ataque la ciudad? 6 horas. Apenas recibimos la advertencia, conseguí toda la gente que pude y vinimos a brindar apoyo. –
¿6 horas? Ellos no llevaban ni siquiera una hora en el problema, y la ciudad ya estaba en ruinas.
− El mensaje no debía tardar ni siquiera dos horas en llegar enviando una paloma. – Continuó Shawn molesto.
− ¿Una paloma? – Preguntó Spero, no lo comprendía del todo.
− Si, una paloma. – Respondió Shawn. – Atas el mensaje de emergencia a una paloma entrenada y la mandas a volar directo a la ciudad más cercana, no es un sistema muy complicado, y realmente nos ha sido eficiente. –
− Sigo sin entender tu punto. – Señalo Spero.
Shawn se acercó a Spero y lo miró fijamente.
− Me reclamas que llegamos tarde. – Dijo Shawn seriamente. – Pero temo decirte que estas culpando a la persona equivocada. –
− Oye. – Llamó Allen acercándose a Shawn. – No lo hagas. –
− Allen. – Llamó Spero. – Él… él tiene razón. Es mi culpa por saltar a conclusiones tempranas sin analizar bien la situación. –
Estaba dirigiendo su rabia hacia la persona equivocada. Sin importar cuanto había tardado, estaba ahí para ayudar, toda la gente había ido para ayudar. Pero no lo había tomado por ese lado…
− Me disculpo. – Dijo Spero bajando su cabeza. – Gracias por el apoyo. –
Shawn se alejó de Spero y comenzó a rascarse la cabeza.
− Bueno, le prometí a Susy que no los molestaría. – Dijo Shawn en un tono ya más tranquilo. – Después de todo, este desastre tampoco es culpa suya. –
Cuando Shawn no estaba en su faceta de tipo molesto, realmente era alguien comprensible. Al menos eso demostraba con Susan. No era como si quisiera ser tratado de la misma forma, simplemente no quería tener a Allen y él peleando todo el día.
− ¡Capitán Shawn! – Gritó un soldado que corría hacia él.
¿Capitán?
− ¿Qué pasa? – Preguntó Shawn tranquilo.
− Lo encontramos. – Respondió el Soldado. – Y es como usted suponía. Estaba escondido en el sótano de su casa… un sótano realmente impresionante. –
− Ya veo… ese bastardo. – Dijo Shawn tronando la lengua. – Bueno, en marcha. –
¿En marcha? ¿Se retira? La pelea había terminado, y la gente estaba recibiendo apoyo. Incluso Spero había guiado a la gente que intentaba evacuar al norte, donde fueron atendidos hasta la más mínima herida que presentaran. Pero… aun había algunas incógnitas en el aire.
− ¿Te retiras? – Preguntó Spero. − ¿Por qué tan repentinamente? –
Shawn, quien ya había comenzado a caminar, se dio media vuelta sin detenerse y miró a Spero.
− ¿A dónde más? – Preguntó Shawn. – A por el culpable de todo esto. Puedes venir si así lo deseas. –
¿El culpable? Llamó totalmente la atención de Spero. Shawn no esperó una respuesta y se dispuso a caminar. Spero, con la opción de seguirlo, no dudó mucho tampoco.
Llamó a Allen, y juntos siguieron a Shawn todo el camino. Al parecer, se dirigía hacia el centro de la ciudad. Pero no iba solo, iba acompañado de unos cuantos soldados. Antes lo llamaron capitán…
− Oye… Shawn. – Preguntó Spero con algo de duda.
− ¿Qué sucede? – Preguntó Shawn sin girar su mirada.
− Ellos antes… te llamaron capitán. –
− Oh, claro. – Se detuvo y giró a mirarlos a ambos. – El otro día estaba molesto y no me presente como era debido. Soy el Capitán del escuadrón de asuntos externos, Shawn Mertenz, mucho gusto. –
Su actitud había cambiado mucho, no era la misma del tipo arrogante que habían conocido en el bar ni el de hacía unos cuantos minutos. Es extraño.
Spero había pensado que se trataba simplemente de una cara bonita, o incluso algún mercenario que pasaba por el lugar. Pero se trataba nada más y nada menos del capitán de un escuadrón, escuadrón que desconocían.
− ¿Escuadrón de asuntos externos? – Preguntó Spero aún más confundido.
− Bueno, mmh, no puedo perder mucho tiempo, así que te lo explicaré mientras caminamos. – Dijo Shawn y siguió caminando. – Veras… la división de asuntos externos es justo como lo dice su nombre, nos encargamos de asuntos que el ejército interno no puede. –
Ya veo...
− Aunque eso es solo a grandes rasgos. – Continuó Shawn. – El ejército interno cubre únicamente la ciudad a la que es encomendada. Mientras que asuntos externos nos encontramos viajando de ciudad en ciudad, escuchando quejas de los ciudadanos y/o propuestas. Igualmente tomamos los reportes de estado de los gobernantes de dicha ciudad. Ya sabes, algo así como medir la seguridad y calidad de vida en las ciudades, a la vez que evaluamos a los gobernantes. –
− Suena… exhaustivo. –
− Lo es. – Respondió Shawn. – Pero alguien tiene que hacerlo. Y realmente no es un trabajo especialmente peligroso, no somos una división de pelea, por lo que realmente no solemos entrar mucho en acción. –
− Pero… −
− Pero esta fue una excepción. – Interrumpió Shawn. – No es que seamos especialmente débiles, mi escuadrón está perfectamente preparado para combatir en caso de ser necesario. Aunque no queramos, el viajar entre ciudades suele ser peligroso, nunca sabes con que puedes encontrarte en el camino. –
Como goblins…
− Entiendo… −
− Pero mi escuadrón no era suficiente para hacerse cargo de los Orcos. – Continuó Shawn. – Por eso reclutamos tantos mercenarios pudimos de la ciudad en la que nos encontrábamos, claro, ofreciendo una recompensa por sus esfuerzos. Aun siendo Orcos primitivos sin mucho intelecto, están bien preparados para luchar y ello conlleva a arriesgar la vida. –
− Nosotros no lo hicimos por una recompensa. – Dijo Spero. – Llegamos por pura casualidad, y no pudimos simplemente ignorarlo. –
Shawn soltó una leve risa, algo extraño.
− Lo sé, no te miras como el tipo de persona que solamente actúa por dinero. – Respondió Shawn. – Igual muchas personas hubieran actuado aun sin recompensa, pero… es parte de la profesión. Todo esfuerzo conlleva su recompensa, así que igualmente ustedes recibirán una. –
No actuaban por una recompensa, pero no iban a rechazarla. Igualmente ellos tenían gastos que cubrir, como la pérdida del escudo de Spero.
Lo que decía Shawn era verdad, si bien, mucha gente igualmente hubiera actuado sin recibir nada a cambio, una recompensa llenaba más de motivación a las personas. Más al poner su vida en riesgo. Además, no por nada se llamaban mercenarios.
 − Es aquí. – Indicó uno de los soldados. Se detuvieron frente a lo que parecía ser una casa de lo más normal, aunque esa casa no estaba en llamas.
A un lado de la casa, había una especie de puerta de metal que llevaba a un sótano.
− Tráiganlo. – Ordenó Shawn a uno de sus soldados.
El soldado abrió la puerta que llevaba al sótano y pronto se empezaron a escuchar gritos de auxilio. ¿Están torturado a alguien? Alguien llamaba con mucho esmero, gritaba como si lo estuvieran intentando matar.
Y entonces… el soldado volvió, arrastrando a un puerco consigo. Bueno, realmente no era un puerco, solamente era un hombre mórbidamente obeso. Su ropaje era la que portaría un noble, ropa de alta calidad; su peso denotaba obviamente que su alimentación era de la más buena y en exceso; su estatura dejaba mucho que desear, no solamente era gordo, sino que también era pequeño. Y para añadir una cosa más, estaba sudando como un cerdo.
− Marcus Sim… − Llamó Shawn dando un paso al frente, con sus manos en la espalda. − ¿Sabe por qué estamos aquí? –
− Y-Y-Y-Y – No podía conjugar ni una palabra, pero su papada rebotaba con cada tartamudeo que hacía. – N-No… no tengo idea. –
− ¿Podría ponerse de pie y mirar alrededor? – Preguntó Shawn.
Marcus, el hombre gordo, se puso de pie y miró a los alrededores lleno de temor.
− Todo esta… destruido. – Dijo temblando.
− Claro que lo está. – Dijo Shawn con suma tranquilidad. − ¿Conoce el motivo? –
− N-No… −
Shawn cerró los ojos, alzó su cabeza al cielo y respiró hondo. Tras unos breves segundos, soltó el aire.
− ¡ES TODO POR SU CULPA, CERDO DE MIERDA! – Gritó Shawn con intensidad y molestia. − ¿Cómo puede decir que no conoce el motivo? Mientras usted se escondía en su sótano, su pueblo era arrasado. –
− N-No… no tenía idea. – Cada vez temblaba más.
− Oh… − Dijo Shawn con una mirada de desprecio. − ¿No tenía idea? Es el gobernante de esta ciudad, ¿Sabe? Y aun así tiene el descaro de decir que no tenía idea… –
− Y-Yo… − Cada vez estaba más nervioso.
− ¡SILENCIO! – Gritó Shawn interrumpiéndolo. – No tiene derecho a hablar a menos de que yo de la orden. –
Su actitud había cambiado nuevamente. Aunque se asemejaba a la primera que había tomado al conocerlos, esta ocasión estaba totalmente justificada. No era un berrinche o celos de pareja, era odio hacia una persona que no había cumplido con su deber, un deber que era crucial.
− ¿Sabe cuanta gente murió? – Preguntó Shawn. – Claro que no lo sabe. –
− ¿M-Murió gente? – Preguntó Marcus.
− ¿Qué si murió gente? – Preguntó Shawn nuevamente. − ¿Por qué no mira alrededor un poco? ¿No es obvio lo que sucedió? ¿No puede deducir algo tan simple en base a su entorno? ¿Es usted solamente un estúpido? –
Shawn volvió a respirar hondo e intento calmarse.
− Solo tenía un deber… − Continuó Shawn un poco más tranquilo. – Cuidar de su gente. Y aun así no pudo hacerlo. No… disculpe, que no es su deber protegerlos, ese es el deber del ejercito interno, su deber es únicamente administrarlos y pagar su salario, pero… no veo muchos soldados alrededor, aun habiendo recibido la orden de contratar tantos como pudiera para mantener a salvo la ciudad mientras estaba en fase de construcción… lo que me lleva a lo siguiente. ¿No debía estar ya terminada la muralla? Recuerdo que le fue suministrado con todo lo necesario para que se llevara a cabo, solamente tenía que contratar a los obreros y pagar sus sueldos… −
− A-Así lo hice… − Respondió Marcus. – Solamente que los obreros… se estaban demorando un poco más de lo acordado, p-pero ya estaba casi terminada. –
− Oh, entiendo. – Dijo Shawn. – Entonces… ¿Podría explicarme algo? –
− ¿Q-Que cosa? – Preguntó Marcus con temor.
− ¿¡COMO MIERDA ENTRARON LOS ORCOS A LA CIUDAD!? – Gritó Shawn nuevamente, haciendo que Marcus se encogiera aún más. – Veo claramente que la muralla esta “casi terminada” pero aun así no me explico cómo fueron capaces de pasar a través de ella. Los Orcos no tenían el intelecto suficiente como para hacer un plan complicado, por lo que posiblemente no se apoyaron en algún tipo de catapulta para hacer una entrada. –
− Creo que yo… − Interrumpió Spero. – Puedo responder eso. –
− ¿Oh sí? – Preguntó Shawn. – Me encantaría escucharlo. –
Spero tomó un poco de aire, y entonces, se dispuso a hablar.
− Me pareció algo extraño desde el inicio. – Explicó Spero. – Entre por un hoyo que esta al sur, ahí comienza lo extraño. Cuando entre pude ver dentro de la muralla… estaba hueca. Cualquier persona podía tirarla sin mucho esfuerzo. –
Al escuchar esas palabras, varias venas sobresaltaron en el cuello y cabeza de Shawn, parecía como si fuera a explotar. Dirigió su ira contra el sujeto que más se había puesto nervioso al escuchar las palabras de Spero.
− ¿La muralla estaba hueca? – Preguntó Shawn. – La muralla… lo que se supone debe ser la principal defensa de la ciudad, no estaba terminada y podía ser tirada sin mayor esfuerzo… dime Marcus, por favor, solo respóndeme esta duda… ¿Qué mierda tienes en la cabeza? –
− Y-Y-Y – Era su fin. Ninguna cosa que saliera de su boca iba a calmar a Shawn, tampoco había forma de enmendar su error.
− Podría matarte en este momento y nadie diría nada. – Dijo Shawn con una mirada llena de desprecio, como si mirara algo peor que la mierda. – Pero eso no sería castigo suficiente para ti. Seria incluso mejor entregarte a los sobrevivientes del pueblo que abandonaste, me encantaría ver cómo reaccionarían todas esas personas que perdieron familiares y amigos. Dime… ¿Cómo crees que reaccionarían? ¿Qué crees que harían al saber que mientras ellos sufrían, su gobernador estaba de lo más cómodo escondido en su sótano? ¿Qué crees que harían si se enteran de que desviaste los fondos de defensa? Claramente no reaccionarían bien, harían todo un espectáculo con tu cuerpo… aunque eso no le regresaría a la gente que perdieron, pero dudo que les importe. –
Marcus rápidamente se tiró al suelo y se arrastró en el piso a los pies de Shawn, y en un acto asqueroso y despreciable, se dispuso a lamerlos y besarlos.
− Por favor… − Rogaba lleno de sudor, con los ojos saltados y llorosos. – Todo menos eso… si me entregas a ellos… si me entregas a ellos… −
− No lo hare. – Respondió Shawn casi instantáneamente. ¿No lo hará? Pero lejos de disfrutar el paisaje del sujeto besándole los pies, lo hacía entrar más en cólera. Pateó fuertemente a Marcus para alejarlo. El golpe le tiró unos cuantos dientes, haciendo que su boca sangrara y él soltara un chillido de dolor. – Trabajaras el resto de tu vida para pagar por tus acciones, aunque hubiera preferido ver cómo te linchaban en público. ¿Te imaginas? Su tortura no hubiera tenido fin. –
Shawn sacó un pañuelo y limpió sus pies, para luego tirar el pañuelo al suelo. Mientras tanto, Marcus se sostenía la quijada con una mano y se cubría la boca con otra, intentando evitar derramar mucha sangre; miraba desde abajo a Shawn, con una mirada de odio y tristeza. Lo que le esperaba, era años tortuosos y llenos de dolor.
− Llévenselo. – Ordenó Shawn.
Dos soldados dieron un paso al frente, y tomaron de un brazo cada quien al cerdo.
− ¡NO! ¡SUELTENME! ¡ESTE LUGAR ME PERTENECE! ¡TODO ESTO ES MIO! – Chillaba en desesperación mientras era arrastrado lejos del lugar.
Tras un poco de forcejeo Marcus logró liberarse de los soldados y corrió nuevamente al sótano de su casa, cerrando con fuerza la puerta.
− ¡No lo hagas más difícil, Marcus! – Gritó Shawn caminando hacia la puerta, estaba alcanzando su límite. – ¡No tienes a donde huir! –
Tomó la puerta y estiró con fuerza, abriendo de un solo intento; Marcus, que sostenía desde el otro extremo, se vio arrastrado. Se puso de pie rápidamente y corrió dentro del sótano.
Eres un grandísimo… El interior del sótano era… impresionante. No parecía ser siquiera un sótano. Tenía la suficiente iluminación como para simular la luz del sol en un día de verano; los pisos eran lisos y brillosos, con incrustaciones de oro; el espacio dentro del sótano era incluso mayor que el de la casa superior, incluso había una pequeña escotilla para conectar sótano y casa desde dentro. El lugar estaba equipado con todo lo necesario para sobrevivir; había muchas cosas lujosas, como vasijas de alta calidad artesanal, sofás de pieles finas y caras, una cama que parecía tener la textura de una nube y el tamaño suficiente como para que durmieran al menos cinco personas en ella. Pero lo más desagradable de todo… lo más repudiable, era… una estatua tamaño real de Marcus, con ligeros cambios como la complexión y estatura, como si en ella hubiera representado el ideal que buscaba de sí mismo o incluso como era que él mismo se miraba.
Marcus se aferró a la estatua de sí mismo, la cual, por cierto, era de oro sólido.
− ¡Lo gané con mi esfuerzo! – Seguía chillando. − ¡Por ende es mío! ¡Ese dinero era mío desde un principio! –
Shawn, molesto, a punto de explotar, tomó su guadaña, la cual cargaba en la espalda, la hoja estaba retraída, pero solamente bastó un movimiento para que la hoja saliera. Miró lleno de furia y desprecio a Marcus.
− ¡YA ESTOY HARTO DE TI! – Lleno de cólera dio un swing con todas sus fuerzas.
Eso fue… impresionante. Logró partir por la mitad la estatua de oro sólido. La hoja era tan resistente y afilada como para poder hacer un corte tan perfecto… posiblemente era un arma de los enanos.
Pero no era la hoja lo único impresionante. Aun con la mejor arma, se requiere una fuerza increíblemente alta como para hacer ese tipo de movimiento. Shawn Mertenz, el capitán del escuadrón de asuntos externos… no tenía el puesto por nada.
Marcus se movió rápidamente a un lado, para evitar que la parte se la estatua cayera sobre él. Estaba realmente asustado, por un momento había creído que iba a tomar su vida, en vez de la de su ideal. Una vez miró la situación en la que se encontraba, se dio cuenta de que estaba acabado, no importaba cuanto intentara huir, solamente haría las cosas más difíciles. Lleno de furia y frustración, crujió fuertemente los dientes que le quedaban.
Nuevamente dos soldados se acercaron a él, lo pusieron de pie y esposaron con unos grilletes de madera que a simple vista parecían ser realmente pesados. Lo guiaron fuera del sótano, hacia una carreta que a saber dónde iba a parar, pero fuera a donde fuera, no sería un lugar agradable de ver.
− ¿Lo ejecutaran? – Preguntó Spero, no le había quedado claro que era lo que iba a suceder con él.
− No… − Respondió Shawn recuperando la compostura. – Seria algo muy bueno para él. Ya lo dije antes, trabajará el resto de su vida para pagar por sus acciones. Pero no puedo decirte en que trabajará, lo lamento. –
Ya de por si le parecía increíblemente amable de su parte dejarlos presenciar lo que habían visto, era información que posiblemente seria clasificada después y solamente manejada por unos cuantos. Lo que indujo una duda en Spero. ¿Por qué nos dejó venir?
− Oye imbécil. – Llamó Shawn a Allen. – Perdón, la costumbre. Allen... ¿Cierto? –
− ¿Qué? – Respondió Allen indiferentes. − ¿Qué quieres? –
− Tengo una propuesta para ti. – Dijo Shawn.
¿Una propuesta?
− Espero no te ofenda, pero… − Continuó Shawn. – Tienes una apariencia algo femenina, y eso nos interesa. –
¿Les interesa?
− No me interesa. – Respondió Allen casi instantáneamente.
− Vamos, déjame terminar. – Pidió Shawn. – No es solamente eso. Nuestro trabajo requiere escuchar las quejas de la gente y tantas cosas más, pero también investigar a los gobernantes y el empeño que ponen en su labor. Algunos, como ese cerdo, son corruptos, pero saben esconder bien sus crímenes. Lastimosamente son el tipo más difícil de sacar a la luz, por lo que tu ayuda nos vendría bien. Puedo notar algo proviniendo de ti, algo que me perturba un poco, algo que nos podría ser de utilidad, tus habilidades. Con solo mirarte sé que eres capaz de matar a todos mis soldados aquí presentes, y si lo combinamos con tu apariencia femenina… serias un muy buen espía. –
− No me interesa. – Respondió Allen nuevamente.
Era algo de esperar.
Solamente mirando la armadura de Shawn se podía intuir que estando de su lado podía obtener mejores ingresos, igualmente arriesgaría su vida de una forma peligrosa, pero sería incluso un poco mejor que estar peleando o escoltando gente por unos cuantos oros.
− No cambiaras de parecer eh… − Dijo Shawn desanimado. – Supongo que… no se puede hacer nada más. –
Shawn llamó a uno de sus soldados, y le dio una especie de indicación.
El soldado corrió a una carreta que estaba cerca, carreta en la cual transportaban a Marcus. Busco entre unas tantas cosas, mientras tanto Shawn esperaba en silencio. Entonces, al cabo de unos segundos, el soldado volvió.
− Aquí esta. – Dijo el soldado ofreciendo unos papeles, una pluma y un sello a Shawn.
Tomó lo que le dio el soldado y se dispuso a escribir algo en los papeles en silencio. Una vez acabó, dio la pluma a el soldado, tomó el sello y golpeó con fuerza los papeles.
− Listo. – Dijo Shawn. Alzó su mano y ofreció los papeles a ambos, los cuales los tomaron sin mucha dilación. – Cámbienlo en la sala de misiones. –
El papel era nada más y nada menos que un simple papel. Aunque en el había escrito algo y el sello que tenía parecía ser el de alguien importante. “Dales algo bueno, fueron de mucha ayuda” Decía el papel.
No decía ni una cantidad, pero basándose en que la recompensa de escolta era de 1 oro, posiblemente algo bueno equivalía a 5 oros. Después de todo, su trabajo no había sido especialmente difícil, aunque habían perdido un escudo. Supongo que con ello compraré otro.
Shawn se dio media vuelta, habló un poco con sus soldados y dio unas cuantas instrucciones, parecían estar listos para dejar la ciudad.
Aunque el escuadrón de asuntos exteriores se retirara la ayuda seguiría ahí, brindado apoyo para apagar el fuego de la ciudad y tratar a los heridos.
− Bueno… − Dijo Shawn volviendo con ellos. – Nosotros nos retiramos. Iremos de regreso a Central, ¿No quieren que los lleve? –
Ellos ya habían cumplido su parte del trato, aunque aún restaba regresar a salvo al comerciante. Por otro lado, no había otra cosa que pudieran hacer. El fuego era controlado por unos tantos y ellos no parecían ser de utilidad en ello; no tenían habilidades curativas ni sabían brindar apoyo de ese tipo, por lo que tampoco eran de utilidad ahí; la batalla había terminado, por lo que apoyar en la defensa tampoco era algo que necesitaran hacer. Solamente restaba volver por Sirius y podían volver a Frontera sin problemas.
− Aun hay algunas cosas que debemos hacer. – Respondió Spero. – Pero agradezco la oferta. –
Shawn, un tanto dudoso, soltó un suspiro.
− Bueno. – Dijo Shawn. – Estaremos unos treinta minutos en la puerta Sur, por si cambian de parecer. –
A por Sirius.
Sirius se había mantenido al lado del par de niños en todo momento, siguiendo las instrucciones de Allen. Los niños igualmente le habían tomado mucho cariño, dándole caricias en todo momento, cosa que no le afectaba en lo más mínimo.
El comerciante, haciendo a un lado su orgullo y actitud arrogante, estaba igualmente prestando ayuda en el tratamiento de las personas. Entre las cosas que transportaba había algo de comida, por lo que no dudo ni un momento en abrir las cajas y darlas a los afectados. Igualmente, para los que perdieron vienes, regalo algunas prendas. Un cambio muy radical.
− Pueden irse sin mí. – Dijo el Comerciante.
− ¿Seguro? – Preguntó Spero confundido. − ¿Cómo hará para volver? –
El Comerciante estaba concentrado ayudando y repartiendo cosas.
− No soy de Frontera, soy de otra ciudad de por aquí. – Explicó el Comerciante. – Pensaba volver a reponer unas cuantas provisiones una vez terminara esta entrega, pero… no salió como esperaba. –
Ni como yo esperaba.
− Así que creo mejor volveré a casa. – Continuó el Comerciante. – Pero tomen, tomen, no pueden irse sin su comprobante de éxito en la misión. –
Al igual que Shawn, el comerciante sacó un papel en el cual venia inscrita la misión que ellos habían llevado a cabo, pero ahora con su firma.
− Desearía poder darles más… − Dijo el Comerciante.
− No hay problema. – Interrumpió Spero.
− Pero… se esforzaron mucho. – Continuó el Comerciante. – Lastimosamente… no saque ninguna ganancia de esta entrega, así que no puedo darles más. –
− Insisto, no hay problema. – Repitió Spero. – Es suficiente con ver que este brindado apoyo.
− Es lo menos que podía hacer. – Dijo el Comerciante con una leve sonrisa.
Tanto Shawn como el Comerciante habían tenido unas actitudes realmente molestas al inicio, pero realmente no eran personas desagradables. Un cambio muy radical en ambos, pero realmente era algo bueno.
Con la aprobación del Comerciante, aun tenían tiempo para volver a Frontera con Shawn. Más bien, era su única opción, puesto que el Comerciante ya no iba a volver, y ya habían corrido el tiempo suficiente como para volver a hacerlo.
− Bueno, supongo que nos vamos, Allen. – Indicó Spero.
Allen no parecía haberle escuchado, no prestaba la más mínima atención a las palabras de Spero, pero tenía su mirada puesta en un lugar en específico. Los niños que habían salvado, seguían solos, esperando por sus padres arriba de una carreta. Lo había olvidado…
Puesto que los niños estaban de lo más tranquilos durante el ataque, se podía intuir que era normal para ellos estar solos. Sus padres eran mercenarios según habían dicho, y posiblemente igual estaban fuera muy seguido. Pero mirar a ese par de pequeños esperando por sus padres… era un tanto triste para ambos.
− Allen… − Llamó Spero nuevamente. – Podemos esperar a que vuelvan sus padres si así lo deseas. –
Allen reacciono con duda, por un lado, no quería que Spero tuviera que esperar solamente por uno de sus caprichos, no era como si algo le fuese a pasar a los niños. Por otro lado, simplemente quería esperar y ver que iba a ser de ellos.
No dijo ni una palabra. Su devoción era más grande que su preocupación, se giró y bajo su cabeza, indicando a Spero que era hora de seguir adelante.
¿Estás seguro?
− Disculpe… − Detuvo una mujer a Allen. – Yo… −
La mujer rápidamente bajo su cabeza, haciendo una reverencia. Un hombre, que parecía estar acompañándola, igualmente hizo lo mismo. ¿Qué pasa? Hubo silencio por un momento, y entonces se escucharon unos sollozos de ambas personas. ¿Ella esta…? Sobre el suelo de aquel lugar comenzaron a caer unas cuantas gotas, provenientes de los ojos de aquella pareja.
− ¡Quiero agradecerle que haya salvado a mis hijos! – Gritó la mujer desde el fondo de su corazón. – Volvimos apenas nos enteramos de lo que sucedía, yo… soy una madre horrible. –
Allen se había mantenido en silencio e indiferente ante la escena que había montado la mujer, como si no le importara en lo más mínimo.
− ¡Igualmente yo! – Gritó el hombre. – ¡Te agradezco desde el fondo de mi corazón que hayas salvado a mis niños! –
− Tenia tanto miedo… − Dijo la mujer en voz baja. – De volver y no encontrarlos… −
− Fuimos tan estúpidos… − Le siguió el hombre. – Nunca debimos irnos, pero…−
Allen dio un paso al frente de aquella pareja, seguía sin siquiera mostrar un poco de empatía por ellos.
− No me cuenten su vida. – Respondió Allen indiferente. Rápidamente alzaron su cabeza; estaban hechos un mar de lágrimas. – Solo no descuiden a sus hijos. –
Sin decir más, Allen siguió su camino.
Realmente estas feliz, ¿no? Pese a las palabras de Allen, esbozaba una alegre sonrisa. Y como no estarlo al saber que esos niños ya estaban en la protección de su familia.
Una familia… que suerte tienen algunos.
Como lo había dicho, Shawn estaba parado a la entrada Sur, solamente él y un carruaje. ¿Ahora que trama?
− No tardaron tanto como pensaba. – Dijo Shawn en un tono bromista. – Suban, quiero llegar cuanto antes. –
El viaje junto a Shawn fue de lo más incómodo, más incluso que cuando actuaba de una forma despreciable hacia ellos. Por alguna razón, se había obsesionado con Allen y quería llevarlo a su escuadrón bajo todo costo.
Spero sabia la razón, ya lo había dicho antes Shawn. Las habilidades de Allen eran realmente buenas, quizá mejores que las de Spero. Su factor de sigilo era realmente alto; su apariencia fémina igualmente era un punto muy fuerte para él y el trabajo de espía. Ese tipo de personas obsesionadas con el dinero, siempre caen ante una bella mujer.
Pero Allen seguía negando cada proposición de Shawn.
− Te daré un buen sueldo. – Propuso Shawn.
− No. – Respondió Allen.
− Una residencia en Frontera de la mejor calidad. –
− No. –
− Te puedo presentar a unas chicas lindas… −
− No. – Bueno, viniendo de él… chicas lindas es un tanto…
− Sueldo incluso aun fuera de misión. –
− No. –
− ¿Hay algo que pueda hacer para que aceptes? –
− No. –
− ¿Por qué? –
− No me interesa. –
Se le acababan las ideas a Shawn, no tenía nada más para ofrecer, y aunque lo tuviera… no era como si Allen fuese a cambiar de parecer. No había nada que le interesara en lo más absoluto… o eso pensó.
− ¿Y si contrato a Spero también? – Preguntó Shawn con una mirada triunfante.
Allen dudó por un momento, parecía estar considerando la propuesta.
− No. – Respondió Spero por su cuenta. – No estoy interesado en trabajar para ustedes. –
− ¿Aunque pudieras obtener información? – Preguntó Shawn de una forma muy sospechosa. Él… ¿sabe lo que busco? – Después de todo soy el capitán de asuntos externos… sería sumamente fácil para mi encontrar lo que buscas. −
Una propuesta… digna de escucharse.
− ¿Cualquier cosa? – Preguntó Spero curioso. − ¿Incluso sobre lo que sucedió en Central? –
No pensaba irse con rodeos, si había una forma de llegar más fácilmente a la información que buscaba, iba a aprovecharla. Aunque tenga que formar parte de ellos.
Pero… la expresión de Shawn cambio casi instantáneamente. Su rostro que había estado entre feliz y bromista, ahora era… seria.
− Así que eso buscas. – Respondió Shawn. – Lamento decirlo, pero no es algo que puedas encontrar conmigo. –
− ¿No puedes hablar sobre ello? – Preguntó Spero.
− No es eso. – Respondió Shawn igualmente serio. – Al igual que tú, busco información acerca de ello, pero… no hay nada. –
Incluso para el capitán de asuntos externos era imposible encontrar el motivo de la explosión de Central. Palabras que solamente desanimaban más a Spero, cada vez estaba más lejos de su objetivo, cada vez era más difícil alcanzarlo.
− ¿No se supone que ustedes van de ciudad en ciudad? ¿Cómo es posible que no tengan esa información? – Preguntó Spero confundido.
− Bueno… − Respondió Shawn haciendo una pausa. – Todo el tema de Central es manejado únicamente por los altos mandos, ni siquiera yo tengo acceso a la información de lo que se hizo ahí. –
– ¿Nunca visitaste Central? –
– Obviamente lo hice, fue ahí donde crecí. – Respondió Shawn. – Pero es muy diferente una visita casual a una por trabajo. Nunca se nos fue asignado el lugar para trabajo, luego de la explosión… todo se manejó únicamente por altos mandos. –
Nada ¿eh?... un paisaje desolador, lejos de respuestas y con mas incógnitas. Si era tratado únicamente por los altos mandos, había algo muy serio detrás de todo ellos.
A diferencia de antes, ya no se desvivía por ello, sin embargo, no pensaba abandonar el objetivo.
Todo termino cuando entraron en territorio de Frontera, su actitud cambio nuevamente a la de alguien serio, puesto que sus soldados lo estaban esperando. Se despidió de una manera simple, sin hacer mucho rodeo.
Aún era temprano, lo suficiente como para no ir a la posada a descansar, pese a haber tenido un largo e incómodo viaje.
Supongo que lo primero será cobrar la recompensa.
El carruaje los había dejado no muy lejos de la Sala de misiones, facilitando aún más el proceso para llegar al lugar.
Diez minutos fueron suficientes para llegar, el lugar seguía igual de animado que en otras ocasiones. Gente entrando y saliendo, con una vivacidad envidiable por ejercer su trabajo. ¿Recompensas altas? ¿La adrenalina del combate? Quizá todos o ninguna, pero ciertamente estaban motivados para seguir haciéndolo.
Dentro del edificio… un caos. Gente gritando por su turno; los recepcionistas atareados por el exceso de trabajo; gente saliendo molesta de las salas que se encuentran aparte; otros tanto peleando por misiones en el segundo piso. ¿Qué diablos sucede?
Todos estaban frenéticos. Recepcionistas gritándole a mercenarios, y mercenarios gritándole a recepcionistas. Literalmente un caos fuera de lo común. Deberíamos tomar lugar en la fila.
– Hey… aquí. – Llamó una voz femenina.
¿Sky? ¿Nuevamente un día libre? Todo lo contrario, vestía su ropa de trabajo, pero su caja estaba cerrada, y ella de lo más tranquila.
Spero apuntó a sí mismo, dudoso de si era a él quien hablaban. ¿Yo? Sky asintió con su cabeza en respuesta. Entonces, una vez clarificado, Spero se acercó a la caja.
– ¿Si? – Preguntó Spero.
– Estaba esperando a que volvieran. – Respondió Sky. – Me estrese y tome mi descanso antes, pero ahora que llegaste, volveré a trabajar. –
– ¿Esta bien eso? – Preguntó Spero, puesto que nuevamente, los demás mercenarios lo miraban con algo de celos y desprecio. – Hay mucha más gente que llego antes que yo, no se me hace justo el recibir un trato especial. –
– ¿Trato especial? – Preguntó Sky confundida. – Da la casualidad de que tú casualmente te formaste en esta caja justo antes de que yo la abriera, no es un trato especial en lo absoluto. –
Sky lo había dicho en voz alta, como si estuviera haciéndolo a propósito para que los demás escucharan y dejaran de molestar. Aunque desde un principio era sospechoso el cómo había estado actuando, puesto que no parecía estar en su descanso. Únicamente parecía como si no quisiera trabajar.
– Bien… – Respondió Spero algo nervioso, las miradas fulgurantes no cesaban.
– Me alegro. – Dijo Sky con una sonrisa. – De que no murieran en la escolta. –
¿Tanto riesgo había de morir?
– Solo se trataba de una escolta… no era gran cosa. – Dijo Spero algo nervioso.
– Eso dices, pero mira tu rostro. – Sky acercó su palma al rostro de Spero, lo que lo puso un poco más nervioso. – Te hiciste una herida. –
Dado que la herida no era realmente profunda, no le tomó mucha importancia. Aunque había dejado marca, ya lo había olvidado.
– No es gran cosa. – Dijo Spero alejándose un poco. – Igualmente me perforaron la pierna. –
– ¿¡Te perforaron la pierna!? – Gritó Sky preocupada. – ¿Y dices que no era la gran cosa? –
– B-Bueno… me perforaron el hombro antes de llegar a la ciudad. – Dijo Spero despreocupado.
– ¿Y lo dices como si no fuera nada? – Preguntó Sky. – No tienen a alguien que use magia de curación con ustedes, pudo haber terminado mal. –
– B-Bueno… – Spero, aunque aún no lo había dicho, sintió algo de pena. – Fue gracias a ti que no pasó a más. –
– ¿A mí? – Preguntó Sky confundida y nerviosa. – ¿Y yo que hice? –
– La medicina. – Respondió Spero. – Fue de suma utilidad, nos atacaron unos goblins y bueno… con ella pudimos tratar al Comerciante y mi pierna. –
– ¿Los atacaron? – Preguntó Sky aún más confundida. ¿Con que crees que me herí? – Pero se supone que la ruta de comercio es segura. –
– Si… – Spero giro su rostro con culpa. – La razón fue que tomamos un atajo… y una cosa llevo a la otra. Aunque la decisión fue del comerciante, no de nosotros. –
– Por eso nunca nadie atiende a sus peticiones. – Afirmó Sky. – Paga poco y siempre hace alguna estupidez, y su carácter es horriblemente pésimo.
En eso concordamos. Parecía ser que no era la primera vez que alguien tomaba las peticiones de ese comerciante, o bueno, no era la primera vez que las hacía. Y al parecer, todos tenían la misma opinión de él. Aunque al final cambió un poco.
– Bueno, aun así, debió pagarles ¿no? – Preguntó Sky.
– S-Si… – Respondió Spero.
– Bueno, sígueme. – Indicó Sky y cruzó la barra que los separaba. – Vamos a una de esas habitaciones de por allá, y traer a tu amigo también, debe estar presente. –
Esa sería la primera vez que Spero entraría a esas místicas habitaciones, de la cual muchos salían contentos y otros tantos enojados. Pero en su mayor parte felices.
La duda duro poco, y el misticismo aún menos. Poco de especial tenían, era nada más y nada menos que una habitación normal, en la cual solamente había una caja, una mesa y un par de sillas, aparte de la ilutación, claro.
– La entrega de dinero se hace en estas habitaciones para no divulgar la recompensa que obtuvieron por el trabajo. – Explicó Sky. – Aunque en misiones de bajo rango como las que tomaron realmente no es necesario, solamente me molestaba el ruido que había afuera. –
Y-Ya veo…
– Enséñenme sus papeles. – Pidió Sky. – Ya veo… ya veo… –
Los miró contra luz, analizó la tinta y unas cuantas cosas más. Solo es un oro… No era como si fueran a falsificarlos solamente por un oro.
– Listo. – Terminó de analizar los papeles, y de la caja que estaba a un lado de ella, sacó dos monedas de oro, las cuales entregó a ambos. – 1 oro por persona, todo listo. –
– Oh cierto. – Había olvidado la recompensa que Shawn les había dado por la participación en la defensa de Atlova. – También tenemos estos. –
Nuevamente tomó los papeles y se dispuso a analizarlos, en especial el sello, que parecía tener más importancia que la inscripción. Aunque solo dice “Dales algo bueno.”
La expresión de Sky cambió radicalmente de un momento para otro, parecía estar realmente sorprendida por algo que había visto. Puso los papeles sobre la mesa y los miró con asombro.
– ¿Cómo conocieron al Capitán Shawn? – Preguntó realmente sorprendía. ¿Tan impresionante es? Mejor dicho, la forma en que lo conocimos… – Este es su sello, no hay duda alguna… pero ¿Por qué tienen esto? ¿Y qué es eso de “Fueron de mucha ayuda”? ¿Qué diablos hicieron? –
– Cierto, olvide mencionarlo. – Dijo Spero algo apenado. – Cuando llegamos a Atlova estaba bajo ataque de Orcos, así que ayudamos a evacuar algunas personas y matamos unos cuantos Orcos. –
– ¿Qué? – Preguntó Sky como si no comprendiera lo que había dicho Spero.
– Que cuando llegamos a A… – Repitió Spero.
– ¡No me refiero a eso! – Gritó interrumpiendo Sky. – Primero los atacan Goblins en su viaje de escolta, ¿Para luego llegar a una ciudad bajo ataque? ¿Eres un imán de desgracias o algo así? –
Bueno… no es como si no lo hubiera pensado.
– Me sorprende que hayan salido vivos de ahí. – Continuó Sky. – Si los goblins te hicieron tales heridas… ¿Qué diablos te hicieron los Orcos? No veo que estés lastimado. –
– Bueno… – Respondió Spero realmente apenado. – Perdí mi escudo. –
– ¿Solo eso? – Preguntó Sky aún más sorprendida., y luego miró a Allen – Espera un momento… ¡Tu ni siquiera te miras herido! –
– No lo estoy. – Respondió Allen seriamente.
– ¿Cómo es posible? Tienes menos protección que Spero. –  La respuesta de Allen fue todavía más increíble… solamente encogió los hombros. – Bueno… bueno… dejen me calmo un poco. –
Sky se alzó de su asiento y comenzó a caminar alrededor de la sala. “Solamente perdí mi escudo, dice” repetía una y otra vez mientras agitaba su cabeza. Hasta que después de unos cuantos minutos, se calmó y volvió a su asiento.
– Ya estoy mejor… – Dijo Sky.
– B-Bien… – Respondió Spero.
– Ahora. – Puso ambas manos sobre la mesa con fuerza, y los miró fijamente. – No sé cuánto es “Dales algo bueno” –
Yo tampoco lo se…
– Así que les daré lo que a mí me parece algo justo. – Dijo Sky con seriedad. Miró a los alrededores, aunque no había nadie, y entonces sacó algo de dinero de la caja. – 20 oros para cada quien. –
¿¡20!? Era literalmente veinte veces más que la recompensa inicial. Con eso podían despreocuparse por quizá hasta un mes.
– ¿No es eso mucho? – Preguntó Spero sorprendido por la cantidad de dinero.
– No. – respondió Sky seriamente. – Arriesgaron su vida en ello. Aunque lo normal es pagar cerca de 10 oros por apoyo a defensa de ciudad, ya que igualmente es en grupos literalmente grandes. –
– ¿Entonces no deberías pagarnos eso? – Preguntó Spero.
– ¿No quieres el dinero? – Preguntó Sky, a lo que Spero guardo silencio. – Eso pensé. Debería darles solamente 10 oros, quizá 15, pero ahí dice que les de algo bueno, y bueno… también me agradan, así que serán 20 para cada uno. –
20 oros… ¡con eso podré comprarme otro escudo!
– ¡Gracias! – Gritó Spero esbozando una dulce sonrisa.
– No tienes que agradecérmelo, fue gracias a su esfuerzo. – Respondió Sky. – Y ahora que tienen su recompensa e hicieron su primera misión… ¿Qué piensas hacer? –
Spero había pasado por una montaña rusa de dudas. Primeramente, no quería luchar puesto que no le parecía ser algo necesario y no iba realmente con su objetivo. Luego pensó que igualmente era su deber hacer algo, prestar su ayuda como alguna vez su amigo lo había hecho. Pero… después de lo vivido en su primera misión, estaba algo aún más dudoso, no por él, si no nuevamente por Allen. Aunque las cosas habían salido relativamente bien, los peligros que había fuera… era peor de lo que pensaban. Aunque… debería confiar en él.
– Yo… – Respondió Spero pensando en su respuesta.
– Alto. – Interrumpió Sky. – No digas más. –
¿Por qué?
– No quiero escuchar tu respuesta ahora, claramente sigues indeciso. – Lo había leído totalmente, aunque no era algo difícil. – Deberías ir a comer algo, comprarte unas cuantas cosas, descansar. Y una vez estés listo, vuelve a verme, que esta conversación aun no acaba… bueno, por ahora sí, largo de aquí. –
Sky los empujó fuera de la habitación, luego fuera de la sala de misiones, y cerró la puerta. La cual volvió a abrir segundos después, puesto que había gente que necesitaba salir y entrar. Pero Spero había entendido lo que Sky buscaba con ello. Primeramente, tenía que descansar.
 Bueno… habrá que ir a avisarle a Sam que estamos vivos.

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