La Profecía del Héroe - Capitulo 25: Rumores


− Ryoku, ¿Estas bien? – Preguntó Spero preocupado.
− Esto no es nada. – Respondió Ryoku tomando aire. − ¡ESTO NO ES NADA! –
− Allen, cambio de planes. – Indicó Spero. – Guarda la Katana e intenta hacer un ataque sorpresa. –
− Entendido. – No lo dudo ni un momento.
Ahora… ¡VEAMOS QUE PUDE HACER ESTA COSA!
20 minutos, 20 minutos era lo que llevaban en batalla y sus energías estaban por el suelo. El ambiente se había puesto caliente y cada vez era más insoportable, los ataques no cesaban y eran cada vez más coordinados. 
Malditos perros. “Perros” no era una forma del todo correcta para llamarlos, tenían un parecido, puesto que parecían ser de la misma familia, pero ellos no eran “perros” normales.
“Hellhound” Era el nombre que se le había puesto a esa raza o bestias, que como su nombre lo dice, son perros infernales. Aunque su origen no es muy místico como venir directamente del infierno, eran realmente peligrosos. Su apariencia era lo que les había hecho ganar el nombre de “Hellhound” Perros cubiertos en fuego que parecía no afectarles… ciertamente era algo perturbadoramente peligroso.
 Al igual que con su nombre, el origen de sus llamas no eran algo místico o mágico. Contaban con un órgano extra dentro de sus cuerpos, el cual se encargaba de generar un gas que al entrar contacto ya sea con un poco de fuego o incluso una chispa… prendía en fuego. Gracias al mismo su cuerpo estaba encendido en llamas, puesto que el gas salía de otras partes de su cuerpo, manteniéndolos encendidos como si se tratara de una estufa.
Diferente a lo que uno podría pensar, no atacaban como si se tratara de un lanzallamas, podían hacerlo, pero ciertamente no lo hacían. Su forma de atacar era como cualquier otro perro que no fuera Sirius, puesto que él estaba de lo más tranquilo descansando en la retaguardia. Atacaban en grupos grandes de hasta 20 Hellhounds, que, para suerte de Spero, solamente habían sido 5 para ellos. Atacaban de forma coordinada con sus filosos y resistentes colmillos hacia la armadura, que pese a ser resistente, incluso podía ser perforada por ellos.
Otra de sus “tácticas” de batalla era hervir hasta la muerte a sus oponentes. Con la adición de las creaciones de los Enanos, las armaduras ciertamente ganaban mucha más resistencia, a tal punto que en ocasiones estas no podían siquiera ser perforadas por sus colmillos, por lo que optaban por otra opción más útil, calentar la armadura. Pese a que fuera resistente, seguía siendo metal, metal que absorbe el calor y, por ende, calienta todo su interior. Era una forma cruel y despiadada de asesinar a sus enemigos, pero... eran bestias después de todo.
− Debemos acabar rápido. – Indicó Spero pateando lejos a uno de los Hellhound que se abalanzaban hacia él.
− ¡Ya lo sé! – Respondió Ryoku molesta cubriéndose con su escudo del ataque de un Hellhound.
Ojalá fuera tan fácil de hacer como de decirlo.
En lo que llevaban de los 20 minutos de pelea solamente habían podido deshacerse de uno de los cinco Hellhounds que los atacaban, y está de por más decir que fue gracias a un golpe de suerte.
Una de las tácticas defensivas de los Hellhound era cubrir sus alrededores con gas, un poco alejado de su cuerpo para que este no se encendiera, pero lo suficiente para poder activarlo con una chispa; chispa que creaban con sus dientes, los cuales eran de un material parecido a la roca para encender fogatas.
Aun cubiertos sus alrededores con gas concentrado, no dejaban de expulsarlo, esperaban a que su enemigo atacara y entonces… lo activaban. Maldición, otra vez. Al crear la chispa y encender el gas, creaba una explosión, no lo suficientemente grande como para tener que huir de ella, ni lo suficientemente pequeña para ser insignificante, era lo suficiente para hacer que el arma atacante fuera desviada o rebotara dependiendo la intensidad con la que fuera el ataque.
Una vez el ataque era reflejado, otro Hound saltaba hacia el atacante para intentar asesinarlo, aprovechando el momento de descuido y la poca defensa. A lo que Spero respondió cubriéndose con su brazo izquierdo, recibiendo la potente mordida en su guantelete.
Una más y no creo contarla. Había recibido los ataques suficientes para que el guante comenzara a agrietarse y perforarse, no llevaba la cuenta, pero poco faltaba para que tuviera que decir adiós a su brazo. Si las mordidas eran tan potentes como para perforar el metal, no quería ni saber que podrían hacerle a la carne.
− Esos estúpidos perros. – Refunfuño Ryoku siendo consumida por el calor. – No son más que un problema. –
Y lo eran mucho más para ella, parecían ser literalmente su peor enemigo. Ryoku era lenta debido a su pesada armadura, lo que la hacía el foco principal de los ataques, que, aunque su armadura los resistía, no resistía tanto el calor.
Atacaban a Ryoku por turnos exhalando gas directamente en ella, cuando Spero intentaba hacer algún movimiento para alejarlos de ella, uno saltaba y cambiaban de posición. Lo mismo hacían cuando ella los pateaba o empujaba con su escudo, aunque poco hacía, puesto que no contaba con un arma. Se negaba rotundamente a cargar con un arma.
− Es por esto que te dije que trajeras aunque sea un cuchillo. – Señalo Spero.
− No es necesario, esto no es nada, yo puedo arreglármelas. – Insistió Ryoku como si comenzara a perder la conciencia y se le fuera el aire en ello. – Más importante… ¿Dónde está el otro sujeto? ¿Huyó? –
− Lo sabrás cuando llegue el momento. –
− ¿Qué significa eso? – Preguntó Ryoku molesta. – Deja las ambigüedades y has algo, me estoy asando aquí adentro. –
− Eso intento. –
− Pues hazlo bien. Por eso te dije que no trajeras esa cosa si no sabías usarla. –
− No es que no sepa usarla, solamente que no es como esperaba. –
− Es lo mismo. –
− Bueno… sí. – Pero esperaba que fuera más… ancha o pesada. – Pero fue un pedido de Fraud, no había de otra. –
Cuatro más… solo cuatro más y acabamos, vamos… ¡vamos maldito espadón!
Fraud había hecho su primer encargo, el cual se vinculaba perfectamente con la misión que estaban cumpliendo. Fraud había pedido a Spero que probara una nueva arma, como le había indicado tiempo atrás, y en este caso, era un Espadón o Gran espada.
El espadón que Fraud le había brindado a Spero no era más que una pieza de prueba, no contaba con diseños ni un nombre, pero eso no quitaba el hecho de su letalidad. Pese a eso, era un tanto extraña la forma y peso que tenía. En sí, el espadón no era pesado como uno esperaría; la hoja estaba posicionada exactamente al centro del mango, el cual, por cierto, era mucho más ancho que la hoja, puesto que la hoja era increíblemente pequeña en anchura, pero larga como un espadón normal; media alrededor de 1.6mts, un tamaño increíblemente grande para lo ligera que se sentía; igualmente la hoja tenía unas grietas, como si no hubiera sido hecha de buena calidad; y el mango se tambaleaba un poco, sentía que de un mal movimiento se saldría.
Spero intento hacer un corte horizontal contra el Hound 1 que estaba calentando la armadura de Ryoku, pero fue interceptado rápidamente por el Hound 2 y 3 que estaban haciendo el trabajo de guardia para el que calentaba la armadura; el ultimo Hound, el 4, estaba en busca de Allen, era el único que se había percatado de que faltaba una persona.
El Hound 2 mordió la hoja de Spero con fuerza, a lo que este intento hacerlo que cayera agitándola con fuerza, pero estaba pegado completamente y sentía como si la hoja se fuera a romper en cualquier momento; el Hound 3 aprovechó y se lanzó hacia la pierna derecha de Spero y mordió con esmero para intentar perforar la armadura.
− ¡Ryoku, necesito apoyo! – Gritó Spero desesperado intentando alejar a los Hound de su pierna.
− Yo… también… la ocupo. – Aunque no la podía mirar, se podía sentir en sus palabras el cansancio y desesperación, el aire se le iba a cada palabra, debía estar experimentando un infierno dentro de su armadura, y aun con sus pocas fuerzas, golpeaba al Hound 1 intentando pararlo.
Allen te necesitamos.
− ¡HIIIIC! – El chillido de uno de los Hound sonó fuertemente y se desvaneció casi instantáneamente. El sonido atrajo la atención del resto de Hounds, los cuales dejaron de ejercer tanta presión, pero el ruido igualmente desconcertó a Spero y Ryoku.
− ¡Uno menos! – Gritó Allen desde la lejanía, no sabía su posición, pero… se había hecho cargo del Hound 4.
Con dichas palabras Spero reaccionó y notó que el Hound 2 había dejado de ejercer tanta presión sobre la hoja. Ignoró al Hound 3 y tomó con ambas manos el mango del espadón, sin importarle el estado del espadón, comenzó a agitar aun con más fuerza, intentando hacer que el Hound 2 cayera, el cual intentó reaccionar y se sujetó un poco más fuerte, pero era tarde.
El mando del espadón giró sobre sí mismo, lo que Spero temía. “Lo rompí” fue el primer pensamiento que pasó por la cabeza de Spero, pero estaba totalmente alejado de la realidad.
Lo que parecían ser grietas o franjas en la hoja del espadón era lo que se consideraba una habilidad especial de los armamentos de los enanos. Dichas franjas se expandieron del centro de la hoja, aumentando el ancho de esta, hasta llenar completamente el mango y dar una apariencia de un verdadero espadón. Así que esto es armamento de enanos…
Y no solamente eso, debido a que el Hound 2 estaba mordiendo la hoja desde antes de la expansión, se vio cortado por esta al expandirse con gran fuerza. Cortó en dos desde su hocico por todas las mejillas, haciendo que este se soltara al momento y chillara de dolor en el suelo; usaba sus patas para rascarse en la herida, intentando calmar su dolor, pero era inútil, no tenía propiedades curativas y cada vez expedía más sangre.
A diferencia del Hound 2, el Hound 3 seguía aferrado, pese a ver como dos de sus compañeros restantes habían caído, seguía mordiendo con esmero para atravesar la armadura de Spero.
Spero no fue nada tonto, con la nueva función de su espadón, podía cubrir aún más espacio, y gracias a la situación, tomó con fuerza la espada y volteó la hoja hacia el suelo, para intentar cortar en dos al Hound 3 desde su abdomen.
El Hound 3 soltó la pierna de Spero y corrió un poco atrás; exhalo gas intentando nuevamente su táctica de defensa, para evitar que Spero hiciera algún corte en lo que pensaba alguna mejor estrategia.
Así mismo, Spero no pensó perder tiempo. Allen se había encargado de dos Hound por su cuenta, dejándolos con solamente 3 de ellos; de lo cuales uno estaba en pánico, otro entretenido con Ryoku y otro más chillando de dolor en el suelo. La elección es obvia.
Sin voltear nuevamente su espada, Spero giró su torso rápidamente a la posición en la que está el Hound 2 y perforó desde su costado hasta atravesar el suelo, no podía permitirse hacer una herida leve, puesto que este podría intentar hacer aquel movimiento desesperado.
Los Hellhound, al ser de la raza canina y de alguna forma vinculados a los sistemas de los lobos, solían cazar como manadas o grupos, siendo en ese caso solamente un grupo de 5. Usualmente iban por presas pequeñas, pero se arriesgaban a atacar cualquier cosa que tuviera algo de carne y estuviera vivo. Aprovechaban su órgano especial para intimidar a los más pequeños y para atacar igualmente a criaturas más grandes como los humanos, pero no hacían únicamente eso.
El movimiento desesperado que mencionaba era uno que solamente usaban cuando no podían hacerse cargo de su presa, y la razón por la cual habían sido mandados a eliminarlos. Cuando un grupo de Hellhounds demoraba o notaba que su presa estaba a punto de escapar, encendían en fuego sus alrededores.
Los Hellhounds no eran estúpidos, todo lo contrario. A sabiendas de sus habilidades, solían atacar en bosques frondosos, lugares en el cual ellos tuvieran la mayor ventaja. Aunque su hábitat natural solían ser los desiertos o lugares donde sus llamas no provocarían muchos estragos.  Poco faltaba para que uno de ellos entrara en desesperación y encendiera el bosque, cortando el paso y asándolos con el resto de árboles.
Y no puedo permitir eso.
Spero arrancó su espada del cuerpo de Hound 2 y se lanzó contra el Hound 3, quien lo esperaba con gas a su alrededor.
Intento dar un corte horizontal, pero el Hound 3 lo desvió haciendo una pequeña explosión a su lado izquierdo; después de la explosión dio un salto intentando atacar al cuello de Spero. Spero lo evadió haciéndose a un lado y apenas recupero la postura intento hacer un corte vertical a la parte posterior del Hound 3 mientras estaba de espaldas.
El Hound 3 dio un pequeño paso a su derecha para evitar el corte; el espadón de Spero se clavó en el suelo, haciendo que este se doblara un poco hacia el frente; el Hound 3 aumento la cantidad de gas que expulsaba de su cuerpo por la espalda, haciendo más grande la llama frente al rostro descubierto de Spero.
Spero cayó hacia atrás sobre su trasero intentando apartarse de las llamas del Hound 3. Maldición, debería comprarme un casco. Aunque el casco poco hubiera hecho, al calentarse hubiera sido igual de inútil.
El Hound 3 aprovechó el descuido de Spero y se lanzó sobre él, intentó atacar directamente a su rostro, a lo que Spero se cubrió con su antebrazo izquierdo. El Hound Estaba mirándolo directamente mientras daba mordida tras mordida en un frenesí, hasta que logró perforar la armadura y mordió con fuerza su antebrazo. ¡AGH! Pero no era lo suficientemente profundo como para considerarse una herida grave o que pudiera arrancar el brazo, aun así, seguía siendo doloroso.
Spero desesperado comenzó a golpear el hocicó del Hound, puesto que se había clavado sobre su brazo y no parecía estar dispuesto a soltarse. Cada segundo que pasaba era un milímetro que estaba más dentro de su brazo, y no solamente eso, los ojos endemoniados del Hound estaban puestos sobre Spero, y comenzaba a distinguir un olor extraño. ¡El gas! El Hound estaba totalmente consiente de que no sería capaz de matar a Spero únicamente quitándole un brazo, por lo que estaba exhalando gas sobre su rostro, intentando asfixiarlo con él.
Maldición… maldición… Daba golpe tras golpe, pero el Hound no hacia otra cosa más que mover un poco su rostro. La posición y el calor evitaban que Spero pudiese dar un buen golpe en condiciones.
− ¡Ryoku! – Gritó Spero en desesperación.
Pero Ryoku estaba en una situación similar. Daba pequeños pasos hacia atrás y a duras penas se mantenía de pie; el Hound 1 tacleaba a Ryoku intentando derribarla, e igualmente roía partes de la armadura intentando romperlas. Ryoku por su parte a duras penas podía dar un golpe, cada uno era más lento que el anterior y rara vez acertaba, solamente la sacaba más de balance. Esta peor que yo…
− ¡Ya voy Spero! – Gritó Allen desde las sombras.
No… yo.
− ¡Ayuda a Ryoku primero! – No puedo anteponer mi vida a la de los demás.
− ¡Pero…! – Se opuso Allen.
− ¡PERO NADA! – Gritó Spero desesperado. − ¡Primero están ustedes, luego estoy yo! –
Allen hizo un sonido de desaprobación y comenzó a correr hacia Ryoku.
La respiración de Spero era cada vez más rápida, cosa que no debía haber hecho. Cada vez inhalaba más y más gas, el gas lo mareaba y hacia que poco a poco perdiera la conciencia. Los Hellhound no eran un enemigo formidable en lo que se refería a fuerza, y aun así él… estaba a punto de…
− ¡HIIC! – Chilló el Hound 3, soltando al instante el antebrazo de Spero.
¿Qué fue? Algo había hecho que el Hound se apartara, algo había hecho que este chillara. Allen tu… Pero no era Allen.
− ¡Recuerda que tenemos un cazador con nosotros! – Gritó Allen entusiasmado.
− ¿S-Sirius? –
Sirius había entrado a la pelea, salvando la vida de Spero quien estaba a pocos segundos de perder la conciencia. La impresión fue tal que pudo volver en sí; Sirius estaba mordiendo con fuerza una de las piernas traseras del Hound 3, y no dejaba que este se moviera o lo atrapara.
No me esperaba esto de ti... Aunque lo había subestimado, después de todo, él también era parte del equipo.
− G-Gra… − Dijo Spero tomando aire.
Se giró sobre su pecho y puso con fuerza su palma; empujó hacia el frente y se hincó en una rodilla, el gas aún estaba surtiendo efecto. Pero no puedo perder más tiempo. Sirius resistía con fuerza, el Hound 3 se giraba con fuerza intentando que Sirius lo soltara para poder atacarlo, pero no cedía ni un poco.
El Hound 3 hizo nuevamente lo que con Spero y encendió aún más sus llamas, que, aunque no alcanzaban a Sirius, provocaban un calor insoportable. A lo que Sirius, combinado con el forcejeo del Hound, comenzó a ceder. El Hound 3 atacó rápidamente dando una patada hacia atrás con la pata que no estaba siendo mordida, lanzando hacia atrás a Sirius.
El Hound 3 comenzó a gruñir fuertemente, su hocico vibraba y sus dientes crujían tal que soltaba chispas a cada segundo; daba un paso a la vez lentamente, como si fuera a disfrutar hacer sufrir a Sirius. Pero Sirius no se inmutaba, se puso de pie y lo miró con su mirada triste de siempre.
El Hound 3 se inclinó un poco, como si estuviera listo para saltar hacia él, soltó un ladrido y…
− ¡Gracias, Sirius! – Gritó Spero.
Atravesó al Hound 3 por la espalda perfectamente en el centro, clavándolo al suelo.
Casi al instante cayo nuevamente sobre su trasero, miro hacia el cielo y entonces lo recordó. ¡Ryoku!
Intento inútilmente ponerse de pie, no podía hacerlo, su cabeza daba vueltas. El gas no parecía ser lo suficientemente toxico como para matarlo, o al menos no la cantidad que el había inhalado, pero si era lo suficientemente poderoso como para mantenerlo en el suelo.
Debo ayudarla. Pero no era necesario, Allen ya estaba ahí.
Allen estaba detrás de Ryoku, quien estaba a punto de caer; una tacleada más del Hound y esta caería debido al inmenso calor que sentía en su armadura.
Allen desenfundó su Katana, puesto que de nada le servía intentar atacar por sorpresa estando ya ahí. Dio un paso al frente y Ryoku dio el último paso hacia atrás, iba a caer.
*PUM* Resonó una pisada.
− Aléjate. – Dijo Ryoku seriamente.
− Deja de decir tonterías, Spero me pidió… − Respondió Allen.
− ¡QUE TE ALEJES! – Gritó Ryoku molesta recuperando la postura. – Estoy harta, ¡Muy harta! Este endemoniado calor me está matando, desearía poder quitarme la armadura y lanzarla a un lado, pero eso me volvería vulnerable contra esta cosa. –
− Entonces, deja que lo mate. – Insistió Allen.
− No… − Apretó fuertemente su escudo. – No seré la única que no hizo nada en esta misión, no puedo permitirme tal humillación.
Ryoku hizo que Allen se apartara, tiró su escudo al suelo con fuerza y extendió sus brazos; golpeó su pecho con fuerza y se inclinó un poco, esperando el ataque del Hound.
− ¡AUUU! – Aulló el Hound antes de comenzar a correr con fuerza hacia Ryoku para dar su última tacleada.
Se lanzó con fuerza directamente al abdomen de Ryoku, pero ella hizo un pequeño movimiento a su izquierda y en un rápido movimiento tomó al Hound en el aire del cuello; puso el cuello del Hound entre su costado y su brazo derecho; con su brazo izquierdo tomó la muñeca de su brazo derecho y comenzó a hacer fuerza. El Hound al sentir la desesperación comenzó a hacer pequeñas explosiones a su alrededor.
− Esto no es nada. – Repetía constantemente Ryoku con una tranquilidad admirable.
El Hound intentaba igualmente seguir hirviendo a Ryoku quien ya se debía encontrar en su límite tras estar en el calor durante tanto tiempo, pero no dejaba de apretar el cuello del Hound en ningún momento; por más que extendía sus llamas no parecía afectarle; aunque no podía mirar su rostro, sentía que era uno apático y lleno de furia.
Conforme sentía la presión, sentía más desesperación e intentaba morder lo que pudiera al aire, un movimiento desesperado; giraba su cabeza a los lados alocadamente; pateaba con fuerza el aire intentando apartarse; chillaba, ladraba y gruñía, pero todo era inútil; intentaba rasgar su armadura, pero no hacía más que simples raspones. Y entonces… *Clac* su cuello se partió; los forcejeos cesaron; el cuerpo cayó al suelo.
− Esto no es nada. – Dijo Ryoku una vez más.
Ryoku se quedó ahí de pie, se negó a caer aun habiendo acabado la pelea; se retiró el casco y su rostro parecía estar derritiéndose; estaba empapada de sudor y de la armadura salía vapor; el interior era como una especie de sauna, el solo tocar la armadura podía provocarte graves heridas; su respiración era honda y pausada; entre cerraba sus ojos como si fuese a desfallecer en cualquier momento.
Tras unos cuantos minutos, se retiró algo lejos; encontró un tronco y se sentó sobre él. Retiró las placas de su armadura, dejando únicamente la ropa que llevaba debajo de ella.
Spero estaba sentado en el suelo peleando por no perder la conciencia; Allen buscaba con desesperación un antídoto que le había regalado Sky. Nuevamente era gracias a ella que estaban salvados. El antídoto, al igual que la medicina, era de procedencia elfica, ellos eran los maestros en ese ámbito.
El antídoto no es más que una sustancia que purificaba todo tipo de veneno que se le introdujera al cuerpo, siendo en este caso intoxicación por el gas expedido por los Hellhound. Ciertamente los Elfos tenían unas cuantas cosas muy útiles.
Su sabor era amargo y aunque se suponía debía ser liquida, estaba algo espesa y era difícil de tragar; pero no había de otra, era eso o poco a poco morir.
− Al menos cumplimos la misión. – Dijo Spero tosiendo por el mal sabor del antídoto.
Sin contar a Allen, estaban a un solo paso de haber perdido. Como era de costumbre, solamente era él quien salía bien parado al final.
La misión que habían tomado consistía en hacerse cargo de los Hellhounds que rondaban alrededor de un pequeño pueblo. Aparecieron sin previo aviso y comenzaron a causar conmoción en el pequeño pueblo que no contaba con la protección suficiente en caso de que estos desearan ir por presas más grandes que no fueran simples animales del bosque.
En la misión igualmente se mencionaba que debían hacerlo con rapidez, no se podían permitir que usaran su último recurso e incendiaran el bosque. Apagar un incendio de tal magnitud requería más esfuerzo del que podían brindar al momento.
La recompensa no era muy grande, y el pueblo en si estaba algo alejado de Frontera; ellos lo habían tomado únicamente por decisión de Spero quien miró que nadie tenía interés en brindar apoyo a tales zonas. Incluso entre mercenarios son selectivos.
Los Hellhounds no son un gran problema para un mercenario experimentado, con algo más de experiencia ellos no serían un problema, pero puesto que era la primera vez que peleaban contra ese tipo de bestia, se les terminó complicando más de lo necesario.
Afortunadamente lograron acabar con ellos sin que alguno de ellos intentara incendiar los alrededores y a la vez sin tener bajas por su parte, no había pasado más allá de unas cuantas heridas y sustos de muerte.
− ¿Te gustó el arma? – Preguntó Allen intentando aligerar el ambiente.
Spero una vez dejo de sentirse mareado, se puso de pie y tomó por el mango el espadón que seguía enterrado en el cuerpo del Hound.
− Es menos pesada de lo que pensaba. – Respondió Spero. – Pero… −
Sacó la espada con fuerza del cuerpo, debido al buen filo que esta tenia no tuvo mucho problema para ello. Al sacarla completamente se percató de algo.
− Aún le faltan unas cuantas mejoras. – Uno de los trozos de la expansión se había roto y quedado clavado en el suelo, siendo exactamente el filo superior; igualmente otras partes estaban agrietadas tras las mordidas del Hound y los golpes que dio al suelo. – Afortunadamente no se rompió cuando estaba peleando. –
– Habrá que hablarlo con Fraud cuando volvamos. –
– ¿Estás listo? – Preguntó Spero. – ¿Qué hay de ti Ryoku? ¿Puedes caminar o esperamos a que te refresques un poco más? –
– ¿Dónde está la carreta? – Preguntó Ryoku.
– Donde la dejamos, fuera del bosque. – Respondió Spero.
Ryoku tomó las partes de su armadura y salió del bosque en busca de la carreta. Supongo que es un sí.
– Aun no… habla mucho – Señalo Spero con una risa nerviosa. – Pero que se le va a hacer, hace una semana que nos conocemos. –
– Ciertamente trae muchos problemas, primeramente, con su actitud, y segundo negándose a usar algún arma. Pero fue tu decisión el traerla, por lo que no me opondré. – Respondió Allen.
– Habrá que darle tiempo. – Dijo Spero tranquilamente. – Por ahora, vamos por el sello y volvamos a Frontera, extraño la comida de Sam. –
Al hacer una petición de misión se asigna un sello a la persona solicitante, la cual, al finalizarla, debe sellar la petición con su sello, como prueba de que se llevó a cabo con éxito. Existen algunas excepciones, pero son contadas y en casos remotos.
Una vez con el sello no tenían que hacer nada más, solamente volver a Frontera, lugar en el que se cobran las recompensas y se habla con el asesor acerca de lo sucedido, siendo el caso de ellos Sky.
A diferencia de viajes anteriores, el camino fue de lo más pacífico y sin problema alguno, dejando que llegaran sin problemas hasta Frontera en el menor tiempo posible.
Al llegar a Frontera lo primero que notaron fue algo extraño. No se podía calificar como disturbio, pero había mucha gente reunida en la plaza frente a la Sala de misiones, la cual era la primer parada de ellos para recibir la recompensa.
Al frente de todos estaba un hombre de lo más común, sin nada sobresaliente; estaba parado sobre una caja de madera y gritando cosas que no parecían tener mucho sentido, pero por alguna razón la gente lo alababa y gritaba con fervor.
– ¡No nos lo volverán a hacer! – Gritaba el hombre.
– ¡SI! – Respondía la gente.
– ¡No lograran callarnos! – Seguía gritando el hombre.
– ¡NO! –
– ¡La verdad se sabrá! –
– ¡SI! –
– ¡Daré a conocer todos sus pecados! –
– ¡SI! –
Repetía nuevamente las mismas palabras, pero nunca llegaba a revelar nada de lo que decía que haría, solamente decía una y otra vez lo mismo, y por alguna razón la gente lo aclamaba por ello; los guardias presentes no le tomaban mucha importancia, sentían que habría más revuelo si intentaban hacer algo.
A si mismo Spero decidió hacer caso omiso de ellos e ir directamente a la sala de misiones, que para su suerte estaba casi completamente vacía; era un día entre semana, por lo que no acudía mucha gente y era algo tarde, cuando usualmente todos iban desde temprano para poder aprovechar todo el día.
– ¡Volviste! – Gritó Sky apenas miró que este cruzó por la puerta. – ¡Sigues vivo! –
– Me das mi parte mañana. – Dijo Ryoku en voz baja a Spero, se dio media vuelta y se retiró de la sala.
– E-Esta… bien. – Respondió Spero.
Allen como de costumbre tomó asiento en el sillón de la sala junto a Sirius, mientras que Spero fue directamente a la caja para entregar la petición.
– Gracias nuevamente. – Fue lo primero que dijo.
– ¿Y ahora por qué? – Preguntó Sky confundida.
– Bueno… – Le daba algo de pena haberse visto en tales problemas por unos simples Hellhounds. – Se podría decir que subestime a mi enemigo y… inhale mucho gas, por lo que tu antídoto fue de lo más útil. –
– ¿Solamente estas esperando una oportunidad para morir? – Preguntó Sky molesta. – Has hecho pocas misiones y en todas terminas herido, ¿Qué pasa contigo? –
– Bueno… – No puedo argumentar nada al respecto.
*Suspiro* – No va al caso por ahora ¿Puedo pagarte aquí en la caja? – Preguntó Sky.
– Claro, pero… ¿Por qué? –
– No es nada, solo que… no es nada, realmente no es nada. La sala esta tan sola que no supone un problema hacerlo aquí mismo, así me ahorro el esfuerzo de caminar hasta allá. –
Es algo floja pese a que es su trabajo.
Busco entre los cajones de la barra y sacó un par de monedas, las contó una y otra vez, checó la petición y revisó el sello para evitar que no fuera falsificado. ¿Por qué dudas?
– Listo. – Extendió su mano y dio las monedas a Spero. – Cuéntalas y dime si es correcto. –
– No es necesario, confió en ti. – Aunque al parecer tu no en mí.
– Creo hubiera sido mejor ir a la habitación… – Dijo Sky pensativa. – Pero bueno, tendrá que ser aquí. –
– ¿Qué sucede? – Preguntó Spero curioso.
Sky miró a los alrededores, no había mucha gente y la que estaba presente parecía estar en sus propios asuntos. Saco un poco su cuerpo fuera de la caja y llamó a Spero para que se acercara.
Spero se acercó y Sky le hablo en su oído.
– ¿Recuerdas lo que me preguntaste sobre Central? – Dijo Sky.
– S-Si… ¿Qué pasa con ello? –
– Veras, creo ya lo notaste, pero… en los días que no estuviste ha habido un tanto de revuelo. – Ciertamente lo note. – Se habla sobre conspiraciones del gobierno y como estos solamente nos están utilizando; rumores sobre lo sucedido en Central y la verdad detrás de esto; otros dicen que el gobierno ha estado haciendo experimentos extraños en esta misma ciudad. Yendo a casos más extremos, un hombre gritó en la plaza durante los últimos días cosas como “Esta ciudad está construida bajo mentiras” o “Los cadáveres de inocentes duermen debajo de esta ciudad”. No tiene mucha relevancia ni es nada importante, pero… últimamente hay cada vez más personas esparciendo rumores, quizá te interese escuchar un poco de lo que dicen y en base a lo que has visto juzgar. –
– Bueno, pero dices que son rumores. – Respondió Spero.
– Obviamente solo son rumores, pero cada vez están más presentes. El ejército interno no los intenta parar para no generar más confusión, pero… quizá haya algo de verdad tras tanto alboroto. –
Creer en rumores o seguir esperando por respuestas claras…
– Lo tendré en cuenta. – Dijo Spero.
Sky se alejó y lo miró fijamente.
– De todas maneras, no te dejes llevar por lo que escuches. –
– S-Si… –
Spero tomó las monedas y salió de la sala, seguido de Allen y Sirius.
– ¿De que hablaban? – Preguntó Allen.
– No era nada importante, solamente le di las gracias por la medicina. –
– Ya veo… –
– ¡No nos callaran! – Seguía el hombre gritando a todo pulmón.
– ¡NO! –
Spero nuevamente hizo caso omiso de ellos.
– ¿Y ahora a dónde vamos? – Preguntó Allen.
– ¿Quieres que cenemos o vamos directamente a la posada? – Preguntó Spero.
– ¡Ellos saben la verdad, y por eso nos la ocultan! – Gritaba el hombre.
– ¡GOBIERNO FALSO! –
– Están haciendo mucho escándalo. – Mencionó Spero.
– Ahí vienen los guardias. – Señaló Allen.
¿Al fin harán algo?
Los guardias llegaron con algo de duda y preocupados, no parecían estar preparados para tratar con la situación que se les presentaba; la mirada de la gente estaba postrada en ellos y no era una muy agradable; intentaban hablar con tacto, pero eran apaleados a palabras por los presentes.
– ¡ESTO ES LO QUE HACEN! ¡QUIEREN SILENCIARNOS! ¡NO QUIEREN QUE LA VERDAD SEA REVELADA! – Gritaba el hombre, motivando a los presentes para que empujaran a los guardias.
– No… se equivocan. – Respondió uno de los guardias dudoso, bien podía hacer uso de la fuerza, pero eso solamente complicaría las cosas. – Están armando mucho escándalo y se está haciendo tarde, por ley no pueden hacerlo. Hay otras personas que quieren descansar y bueno… deben retirarse. –
Aun sin ser la zona residencial o a falta de posadas, había unas cuantas y contadas casas, que parecían estar desde el inicio de la ciudad.
– ¡SUCIAS MENTIRAS! – Gritó el hombre. – ¡Es solamente una forma de disfrazar sus ataques! ¡Así que hermanos míos, compañeros! ¡Hoy les hago la invitación a descubrir la verdad! ¡Todo será revelado esta noche en el bar el sótano del bar “XXXX” donde nuestro sabio líder expondrá los males de este gobierno! ¡Son libres de aprender y abrir sus ojos! –
Como era de esperarse, había alguien detrás de todo el asunto. Como era usual, siempre hay un “líder” moviendo los hilos desde las sombras.
Pero si ese líder en verdad sabe algo… Comenzaba a considerar la propuesta. Supongo que igual y no… no perdería nada. Cualquier indicio que le diera un avance más allá del que él había logrado era suficiente, aun en los rumores hay algo de verdad.
El hombre se bajó de la caja y la gente comenzó a dispersarse; los guardias se acercaron a él para intentar hablar, pero lo tomó como un ataque y los empujo lejos de él, para seguido retirarse enfurecido.
Bar XXXX…
¿Te interesa? – Preguntó Allen al ver la atención que Spero ponía en él.
– En cierta forma, me interesa saber el “por qué” ponen tanto esfuerzo en esto. – Respondió Spero. – Si saben algo… no, no creo que sea así. –
– Podemos ir si así lo deseas. – Propuso Allen. – Tenemos reservada la posada, por lo que podemos volver a cualquier hora, y si podemos conseguir algo de información de ellos… sería bueno. –
– No es como si crea que mis dudas sean resueltas con ellos, pero… –
– No necesitas justificarlo. –
– No lo hago, solamente me sigue pareciendo extraño. –
– Entonces vamos. –
– Bueno… – *Grr* el estómago de Spero rugió fuertemente. – Primero vayamos a cenar. –
– Claro. –

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