La Profecía del Héroe - Capitulo 28: Ojo de la Verdad


− ¡SOMOS EL OJO DE LA VERDAD! – Gritó un hombre fuera de la biblioteca que había explotado en su interior, atrayendo una gran masa de personas aterradas alrededor de ella.
El edificio comenzaba encenderse en llamas cada vez más pronto, había sido un ataque perfectamente planeado y con una gran coordinación, tal que no solamente habían explotado el interior, si no que habían cubierto las paredes con una sustancia que hacía que estas ardieran con más velocidad, creando un incendio en pocos minutos.
Pese a que el ataque parecía haber sido coordinado por varias personas al ver como de un momento a otro se había vaciado la biblioteca, solamente había una persona al frente hablando como el autor intelectual de todo, dando la cara por las acciones de toda la secta.
Daba su discurso lleno de energía y convicción en sus palabras, como si no tuviera ningún arrepentimiento y creyera firmemente en que sus acciones eran las correctas.
− ¡Este es únicamente el primer paso! – Continuaba gritando. − ¡Ahora que saben de nosotros, no nos detendremos, revelaremos las acciones que el gobierno nos oculta! ¡Abriremos sus ojos y eliminaremos toda ignorancia de sus cabezas! –
Fue ahí cuando una persona dio un paso al frente enfurecida.
− ¿¡Con que cara dices eso!? – Reclamó furiosa. − ¿No tienen reparos en involucrar inocentes en sus acciones?  
El hombre que estaba al frente tenía una mirada penetrante y decidida, fijo su mirada en la mujer y respiró hondo sin siquiera parpadear.
− ¡Usted se equivoca, mujer! – Gritó una vez más poniendo su palma en el pecho. – No buscamos lastimar inocentes, no buscamos traer más problemas a su comunidad. Solamente queremos sacarlos de la ignorancia, que dejen de ser borregos de este sistema que ha hecho sus cimientos en los cadáveres de su mismo pueblo, queremos sacar al descubierto a esas personas que nos ocultan la verdad. –
La mujer tenía una mirada de incredulidad, no creia ni una de las palabras del sujeto que hablaba con fervor.
− ¡Es por eso que queremos que crean en nosotros! – Continuó. − ¡No somos sus enemigos! ¡Somos sus aliados, sus salvadores! ¡Nosotros pelearemos por la verdad! ¡Pelearemos por su derecho al conocimiento! ¡Pelearemos por una nación que no se base en mentiras y secretos! Dentro de esta biblioteca no quedo nadie más, todos abandonaron momentos antes, todos fueron advertidos… –
Un estruendo resonó, era un sonido diferente al de la explosión anterior o alguna parte del edificio colapsando sobre el suelo, era el sonido de una puerta siendo pateada con fuerza y lleno de furia.
El fuego salió por presión desde la puerta que había sido abierta, atrayendo la atención de todos los presentes que fijaron su mirada en ella.
− ¡DEJA DE DECIR ESTUPIDECES! – Gritó una voz desde dentro del edificio. − ¿Qué no había nadie adentro? ¿Entonces quiénes son ellos? –
La persona que salía de la biblioteca era Spero, pero no solamente él. A cada uno de sus hombros portaba el cuerpo de una persona; a su derecha cargaba a Allen quien parecía estar inconsciente y con una herida en su cráneo de la cual fluía sangre; y a su izquierda al recepcionista de la biblioteca quien tenía heridas por todo su cuerpo, pero seguía consiente.
Spero daba un paso tras otro con gran esmero, paso tras paso retumbaba el suelo.
− P… − Se quedó atónito el hombre. − ¿P-Pero que hacían ahí adentro? –
Lo había pensado por un momento, parecía no comprender del todo la situación.
− ¿Lo preguntas ahora? ¿Aun cuando pasaste al lado nuestro? – Preguntó Spero molesto. – ¡Alguien deme tela, necesito tratar las heridas de mi amigo, y por favor, alguien ayúdeme con este otro hombre, se le dificulta caminar y está herido! –
Aun en la confusión ante la situación, la gente se movía para ayudar torpemente, pero con buenas intenciones. Uno de los presentes se quitó su camisa y la rompió para hacer un trozo de tela que pudieran poner en la herida de Allen. Otro trajo un poco de agua para limpiar la herida y otro grupo cargó en brazos al recepcionista para llevarlo un poco lejos del fuego y tratarlo. Solamente es el golpe lo que lo noqueó, cubriendo la herida y con un poco de medicina deberá bastar.
− ¿Alguien sabe si venden un poco de medicina elfica cerca? Tengo oro, solamente necesito que alguien la compre por mí, no puedo dejarlo solo. – Exclamó Spero mirando a los presentes.
− ¡Yo tengo un poco! – Gritó uno en el fondo corriendo hacia él. – Puedes tenerla gratis… no… no te cobrare nada por ello, solamente úsala. –
El sujeto que había proporcionado la medicina parecía estar de lo más nervioso, pero no solamente él. Todas las personas estaban preocupadas, incluso el hombre que había estado al frente del ataque. Los heridos los habían tomado por sorpresa y no sabían cómo actuar al respecto.
− A-Alguien… − Se escuchó al fondo. − ¡Alguien llamé a los guardias y al equipo contra incendios! –
Parecían estar comprendiendo la situación y poco a poco tomaban las medidas que eran debidas y correctas. Primeramente, debían apaciguar el fuego de la biblioteca, ya que este podía extenderse hasta otro edificio y ocasionar más daños.
Rápidamente unos cuantos dejaron el lugar en busca de ayuda, otro tantos estaban al tanto mirando a los alrededores para ver qué era lo que podían hacer. Entre ellos no había ningún usuario de magia que pudiera apaciguar el fuego, no había nadie más dentro que necesitara ser salvado, pero, aun así, la gente actuaba extrañamente de una forma solidaria.
− Esto… no estaba planeado así. – Susurró el integrante de la secta para sí mismo. − ¡PERO AUN ASI! –
Gritó con fuerza recobrando sus ánimos.
− ¡NOSOTROS NO PLANEAMOS DE ESTA MANERA! ¡Como lo dije antes, no buscamos lastimarlos, y me hago responsable totalmente de este error! – No podía dejar que la gente pensara mal de él y sus intenciones, por lo que agachó su cabeza en señal de disculpas, pero el daño ya estaba hecho, y habían involucrado inocentes. − ¡Como miembro del Ojo de la verdad busco librarlos del yugo de la ignorancia…! –
Continuó con su discurso intentando recobrar el ritmo que tenía con natalidad, pero en sus palabras ya no había tanta seguridad, ya no estaba del todo tranquilo. Pero la gente seguía escuchando atentamente, con una mirada entre confusión y molestia.
− ¡Este es solamente el primer paso! – Continuó recobrándose cada vez más. − ¡De nada sirven los libros de historia, si están llenos de mentira! ¡Más que querer destruir un edificio, una locación, un lugar, queremos destruir la idea que tienen de cómo han sido las cosas hasta ahora! Por eso mismo atacamos la biblioteca, nuestro centro principal de información que solamente está llena de mentiras. Dejemos que las llamas consuman todo, dejemos que las llamas consuman su ignorancia. –
Decía tales cosas cuando era él quien parecía ser el más ignorante de todos.
La atención poco a poco se enfocaba más en el incendio y los heridos que en la persona que estaba dando su discurso a todo pulmón.
No tardó mucho hasta que llegó el equipo contra incendios, que era nada más y nada menos, que lo que se podrían considerar “magos” capaces de usar magia relacionada al agua o el hielo incluso.
Todos equipados con un bastón apuntaron directamente al incendio e impresionantemente de dicho bastón se generó agua, como si recogiera la humedad de los alrededores o de una manera más inexplicable, generando el agua prácticamente de la nada.
Ciertamente era muy útil, no solamente la magia de curación era algo bueno. La magia de fuego que había visto en misiones anteriores era realmente poderosa y atractiva, y en dicho momento, la magia relacionada al agua era de lo más útil para acabar con el incendio rápidamente antes de que se propagara o redujera todo el edificio a cenizas.
− ¿Dónde están los heridos? – Preguntó otra persona que llego junto al equipo contra incendios, era un elfo.
La principal característica de los Elfos era su complexión delgada y sus orejas puntiagudas, y dicho elfo no era la excepción. Vestía ropa casual, como si solamente fuera alguien que iba pasando por ahí; su altura era equiparable a la de Allen, no era alguien extremadamente alto; su rostro era fino, como la de cualquier otro elfo; sus ojos eran de un café oscuro; su cabello era café al igual que sus ojos y un poco largo, lo suficiente para hacerse una pequeña coleta. 
Los presentes indicaron tanto al recepcionista como a Allen, y dicha persona se acercó rápidamente.
El recepcionista había sido la persona más herida de todas. Irónicamente, estaba más lejos de la explosión en el momento que sucedió, bien pudo abandonar el lugar sin mucho esfuerzo antes de que las cosas se complicaran. Pero por alguna razón, se lanzó directamente al fuego. “La información es más valiosa que mi vida” Gritó intentando tomar tantos libros como pudo, y debido a ello no se percató de que él mismo se estaba encerrando en las abrazadoras llamas, recibiendo graves heridas por parte del fuego, añadiendo que igualmente inhalo demasiado humo.
Por otro lado, fue mi culpa por no darme cuenta. Allen se había percatado antes que todos de lo que había sucedido, pero aun con eso no le dio suficiente tiempo como para actuar, logrando únicamente cubrir a Spero tras la explosión. Si me hubiera dado cuenta antes… Cubrió a Spero con su cuerpo, y al momento de la explosión, tanto libro, trozos de madera y pedazos de escombros volaron, golpeando uno de estos directamente en el cráneo a Allen, dejándolo inconsciente al momento. Si algo mas hubiera pasado… Afortunadamente, no llego más lejos de eso.
− Dame un poco de espacio. – Pidió el sujeto que buscaba a los heridos.
Se puso de rodillas frente al recepcionista que estaba teniendo problemas para respirar en el suelo. Puso sus palmas sobre el cuerpo del recepcionista, cerró los ojos y comenzó a susurrar cosas que no alcanzaban a ser audibles.
− [SANITATEM] – Fue lo único que fue audible, y fue suficiente para saber qué era lo que estaba haciendo.
Las palmas del sujeto se volvieron doradas y las heridas del recepcionista estaban desapareciendo a un ritmo relativamente lento, pero eficiente. La respiración se estabilizaba y parecía que el dolor estaba desapareciendo.
− En un momento trataré al otro sujeto. – Indicó preocupado el elfo. – Lamento que sea tan lento, pero es lo más que puedo hacer. –
− N… − Seguía un poco impresionado al ver la magia, no se había acostumbrado del todo. – No hay problema, ya es mucha ayuda lo que estás haciendo. Igualmente puse algo de medicina en la herida. –
− ¡Así que sabes de primeros auxilios! – Se entusiasmó el sujeto. − ¿Dónde aprendiste? ¿Sabes algo más de medicina? –
Un cambio repentino de actitud, pero sin dejar de lado su deber de curación.
− N-No… solamente se un poco, no hace mucho me enteré de la existencia de esta medicina y… bueno, realmente hace poco me enteré de la existencia de muchas cosas. – Respondió Spero algo abrumado.
− Y-Ya veo… − Se calmó al momento. – Buen trabajo de cualquier manera. –
Es un poco animado. Aunque lo sorprendente era su curación. Según tenía entendido, la mayor parte de los grimorios vinculados a la curación, habían sido tomados por la iglesia, dejando únicamente lo que se podría considerar de ataque o apoyo, y debido a lo mismo, no había tantos curadores disponibles para llevar de “aventura”.
Sin embargo, él había salido de la nada y no portaba ninguna insignia que indicara que fuera parte de una organización o algo parecido, simplemente miró el problema y acudió a brindar apoyo. Lo cual fue realmente útil.
− ¡Fue ahí donde todo inicio! – Continuaba gritando el sujeto. – En aquella batalla, la traición del gobierno, lo que hizo caer al héroe, como lo abandonaron en aquella lucha y dejaron que peleara por su cuenta. –
Cada vez decía cosas con menos sentido, quitando toda la credibilidad que Spero pudo haber tenido hacia ellos.
− Traición, esa es la historia de este gobierno. – Continuaba gritando. – Fueron lo que desencadenaron la separación del consejo, los que nos obligaron a decidir un rumbo contra nuestra voluntad. Decidieron abandonar lo que alguna vez fue su reino, para iniciar una nueva vida sacrificando lo que fuera necesario para salir adelante en su plan. –
Debería simplemente callarse. Pero no quería actuar agresivo y provocar más problemas, tenía que estar al pendiente de Allen en lo que despertaba y se recuperaba.
− Luego fue ahí cuando el gran hongo se plasmó en el cielo. – Tocó el tema más importante. – No fue una casualidad, no fue un accidente, todo… todo fue planeado por ellos, Central no fue más que un simple sacrificio necesario para ellos, no dudaron ni un segundo para tomar todas esas vidas. –
No te guíes por rumores, has lo que puedas para ayudar. Había decido enfocarse en un nuevo rumbo, no más perseguir un objetivo sin sentido. Iba a hacer lo que estaba a su alcance, apoyar a quien lo necesitara, ese era su nuevo objetivo.
− ¡Nuestro líder lo sabe! ¡Él nos lo ha revelado! ¡Él abrirá sus ojos! ¡Él les mostrará la verdad! –
− ¡Quieto ahí! – Gritó una voz femenina. − ¡No se te ocurra ni moverte un centímetro! –
El ejército interno había llegado al lugar, el fuego comenzaba a extinguirse, y los heridos estaban siendo tratados. El problema se había resuelto prácticamente rápido y sin tantos problemas.
− No pienso ir a ningún lado. – Respondió el sujeto de la secta con suma seriedad.
La voz femenina se hizo presente dando un paso al frente, su silueta era inconfundible, solamente había una persona que llenará dichos requisitos. Aquí esta. Era Susan.
− Ni aunque lo intentaras te dejaríamos ir. – Respondió Susan con suma molestia.
Susan se acercó rápidamente al sujeto; tomó ambas manos y las pasó detrás de su espalda con fuerza, lo tiró al suelo y comenzó a inspeccionar.
− No era necesaria tanta rudeza. – Dijo el sujeto.
− Claro que era necesaria, acabas de volar un edificio. – Contestó Susan molesta. – Si fuera por mi… te golpearía sin dudar, involucraste a gente inocente en ello. –
− Eso no fue lo que planeamos… − Susurró para sí mismo girando el rostro. – Aun así… no temo enfrentar las consecuencias de mis actos. –
− Me alegra escuchar eso. – Dijo Susan alzándolo con fuerza, puso unos grilletes en sus manos y restringió con fuerza sus acciones. – Ahora muévete. –
El sujeto dejó salir una leve sonrisa y comenzó a caminar. Miró a los alrededores con una vista baja y entonces, se detuvo por un momento.
− No te dije que te detuvieras. – Indicó Susan empujándolo. – Síguete moviendo. –
− ¡ESTO APENAS COMIENZA! – Gritó fuertemente al aire. – Solo soy una pieza desechable en este juego. −

− Ya cállate. – Dijo Susan molesta empujando la cabeza del sujeto hacia abajo.
Las miradas perseguían al hombre que había cometido aquel crimen. Un rostro de duda ante sus últimas palabras, un destino incierto le deparaba, pero lo había tomado como si no fuera nada para él. Ya lo había dicho, él no era nadie en comparación a lo que se venía.
Pensaba… pasarlos por alto, no tomarles mucha importancia, pero… Eso ya no se podía hacer.
Bien sus palabras podrían ser las de un charlatán que intentó meter miedo a la población con falsas amenazas, pero ya lo había visto antes, y si seguía subestimándolos… podía complicarse aún más.
¿Pero qué es lo que puedo hacer? Se había puesto como objetivo ayudar a quien hiciera falta, sin embargo, esa situación lo sobrepasaba. El ataque había sido realizado con coordinación excepcional, tomando en cuenta que debieron posicionar los explosivos sin que nadie se diera cuenta, y la cantidad de personas que se movieron dentro de la biblioteca eran demasiadas como para pasar por alto el tamaño de la organización.
Podría dejarlo a alguien más capacitado. Después de todo no era un problema directo para él y siempre podría ayudar cuando fuera necesario en caso de que alguien resultara herido. No tenía la suficiente perspicacia como para encontrar al líder y poder desmantelar una organización que crecía rápidamente por su cuenta, no tenía tales habilidades, añadiendo que tenía poco tiempo en la ciudad como para conocer todos los secretos que esta guardaba. Pero… Él había conocido la clave de todo el asunto. Spero tenía una buena memoria, y para su suerte, recordaba claramente a la persona que estaba supuestamente detrás de todo el asunto. Una organización sin su líder… fácilmente se desmantelaría.
Y no puedo dejarlo pasar así de simple. Habían lastimado a su amigo, a su compañero, y se sentía incluso más culpable ya que había sido para protegerlo. Pasarlo por alto era como faltarle el respeto directamente a quien había arriesgado su vida en diversas ocasiones, y eso no era algo con lo que Spero pudiera estar de acuerdo.
− S… ¿Spero? – Llamó Allen haciendo un leve movimiento.
− ¿Te sientes mejor? – Preguntó Spero preocupado. – No te sobre esfuerces demasiado. –
Por fuera parecía una herida leve, pero no sabía con seguridad si había algo aún más profundo.
− Esto… Esto no es nada. – Dijo Allen recobrando poco a poco la conciencia.
− ¿Quién eres? ¿Ryoku? – Preguntó Spero con una sonrisa. – Me alegra que tengas la energía para decir eso… −
− Ya terminé por aquí. – Dijo el Elfo curador. – Ahora le doy tratamiento a tu amigo. –
Eso fue rápido.
El recepcionista se miraba un poco mejor, seguía descansando recostado sobre el suelo, pero su respiración y quemaduras habían desaparecido, no parecía que su vida corriera peligro o tuviera alguna otra lesión. Era simplemente impresionante.
− Déjame ver, ¿Qué partes te duelen? – Preguntó el Elfo poniéndose de rodillas frente a Allen.
− No necesito esto. – Respondió Allen demostrado incomodidad y dolor.
− Allen, deja que lo haga. – Dijo Spero. – Puedes tener alguna otra lesión. –
Allen cerró los ojos por un momento y guardó silencio en signo de aprobación.
Ahí fue entonces, cuando el Elfo comenzó a curarlo.
− [DEPREHENSIO] – Una palabra que Spero no había escuchado, y esta vez, sus manos emanaron un aura verde.
− ¿Qué es lo que haces? – Preguntó Spero.
− Oh, claro. – Reaccionó el Elfo. – Es un hechizo para detectar si es que hay heridas internas, y de ese modo, poder enfocarme en sanar lo que sea más crítico al momento. –
− Impresionante… − Realmente lo era.
− Oh, no, esto no es nada. – Era muy modesto en sus habilidades. – Es un hechizo realmente útil, pero se ocupa igualmente algo de conocimiento para saber que herida tratar primero. –
− ¿No forma todo parte del hechizo? – Preguntó Spero.
− No, no. – Respondió al momento. – El hechizo solamente indica los lugares afectados y la forma en que fueron afectados, sin embargo, juzgar la gravedad de una herida es en base a los conocimientos del curador. –
Bueno, eso lo hace solamente más impresionante.
− No parece tener heridas externas. – Señaló el Elfo. – Procederé con la curación externa, [SANITATEM] –
Y sus palmas volvieron a ser doradas. Menos mal que no está herido de gravedad.
− ¿Cómo podemos pagarte por la ayuda? – Preguntó Spero.
− ¿Mmh? – No parecía comprender lo que Spero decía.
− La curación, el apoyo, debe haber alguna forma de pagarte. – Reiteró Spero.
− Oh, eso. – No apartaba sus ojos del trabajo. – No es nada, lo hago por decisión propia, no por querer recibir algo a cambio. –
No parecía estar mintiendo u ocultando algo, no parecía ser que decía tales cosas esperando a que Spero hiciera por sí mismo una oferta o algo parecido. En cambio, parecía gustarle lo que estaba haciendo, y era más notable después de haber visto cómo reaccionó al ver como Spero hacia primeros auxilios, era todo un entusiasta de la curación.
− Ya lo dije antes, pero… ciertamente es impresionante lo que haces, o quizá es que no he visto a casi nadie usar curación, pero si me lo preguntaran, diría que eres hábil, muy hábil. –
− ¿Crees? – Respondió el Elfo. – Bueno, yo… siento que aún me falta aprender aún más, pero… he estudiado durante un largo tiempo, así que bueno, tiene sentido que al menos conozca y pueda defenderme en esta rama.
Ahora que lo pienso, es el mayor tiempo que he conversado con un elfo.
− ¿Me podrías decir tu nombre? – Preguntó Spero.
− Claro, aunque no veo la razón para ello. – Respondió el Elfo.
− Tengo que darte las gracias, y bueno, no sería muy educado de mi parte hacerlo sin antes preguntar tu nombre. De antemano, mi nombre es Spero, y el sujeto al que estas curando es Allen. –
− Claro, claro, ¿Dónde están mis modales? – Respondió el Elfo. – Mi nombre es Hendry, un gusto conocerlos, Allen y Spero. –
Ahora que lo pienso…
− ¿Perteneces a alguna organización? – Preguntó Spero, hacia más preguntas de lo común.
− No, no realmente. – Indicó Hendry. − ¿Por qué la pregunta? –
− Bueno, me pareció extraño el cómo llegaste tan rápido al lugar. Parecías formar parte del equipo contra incendios, pero no veo ninguna placa o insignia. –
− Eso es porque no soy parte de ellos. – Respondió Hendry. – Escuché que hubo heridos y vine lo más rápido que pude, así que se podría decir que fue pura casualidad. –
Eso lo vuelve más fácil aún.
− ¿Formas parte de algún grupo? – Preguntó Spero.
− ¿Grupo? No realmente. – Respondió Hendry. – Ya casi termino, espera un momento. –
¿Podría pedir más?
− ¿No te interesaría unirte a uno? – Sugirió Spero.
Pese a que ya eran tres personas, sin contar a Sirius, y podían tomar misiones, Sky había estado constantemente poniendo presión a Spero para que consiguiera a una persona que pudiera curarlos, después de todo, siempre volvía con heridas o llegaba a los extremos en los que su vida corría peligro.
Hendry era una persona amable y dedicada a lo que hacía, o eso parecía, añadiendo que igualmente era un Elfo, y se le facilitaba hablar con él, por lo que era por así decirlo, un premio doble.
Si lograba hacer que se le uniera una persona como él… seria como tener una enciclopedia andante, puesto que los Elfos parecían ser de los que más tenían conocimientos del mundo exterior. También era curador y uno habilidoso, por lo que cubría dos espacios sin problemas, y de ese modo, igualmente, Sky no estaría preocupada o poniendo presión en cada misión.
Consideró igualmente las ocasiones en las que se encontraban con gente herida y no eran capaces de ayudar en esas circunstancias, y si su objetivo era ayudar a quienes pudiera, el curador cumpliría una función increíblemente buena. Simplemente no puedo pedir más.
Aunque todo dependía solo y únicamente de lo que Hendry respondiera.
− Veras… − Hizo una pausa y se enfocó totalmente en la curación por unos segundos, miró fijamente a Allen y entonces… acabó. – No soy alguien a quien le apasione ir en búsqueda de nuevas experiencias, tampoco vencer monstruos o ir en búsqueda de fama y grandeza. –
Entonces… es un “no”.
− Y yo… me encuentro algo ocupado por el momento. – Respondió apartando la mirada.
− No necesitas dar explicaciones, digo, solo soy un sujeto al que ayudaste y ahora intenta abusar de tu amabilidad. – Dijo Spero soltando una leve carcajada. – En cambio, déjame ayudarte en algo si así lo necesitas. –
− Ojalá pudieras hacerlo… − Susurró en voz baja.
− ¿mmh? –
− Nada, disculpa. – Contestó Hendry con una mirada melancólica. – Revisaré al otro sujeto, me preocupa que haya olvidado algo. –
Hendry se puso de pie y caminó hasta donde tenían al recepcionista, usó el mismo hechizo que con Allen para revisar internamente y se mantuvo hablando con él durante un buen rato.
− Allen. – Llamó Spero. − ¿Te encuentras mejor? –
− Si… − Respondió Allen intentando ponerse de pie.
− Descansa un poco. – Dijo Spero intentando que se mantuviera en el suelo.
− No, mmh, el dolor ya se fue. – Respondió Allen insistiendo en ponerse de pie. – No hay necesidad para que descanse. –
Spero dejó que se pusiera de pie, confiaba en la palabra de Allen sobre su estado.
− Sabes, quería preguntarte algo. – Dijo Spero.
− ¿Qué cosa? – Preguntó Allen.
− Hace un momento rechazó mi oferta, pero… ¿No crees que sería bueno tenerlo con nosotros? – Respondió Spero. – Yo no tengo habilidades de curación, y tampoco cargaba medicina conmigo. Si las cosas hubieran resultado peor, yo… no sé qué habría hecho. –
Allen dejo salir un leve suspiro y miró a Spero.
− Esto no es tu culpa. – Dijo Allen. – Nadie podría haber previsto que ese lugar iba a explotar, fue todo muy espontaneo, así que no te culpes por no llevar medicina ni nada de ello, a fin de cuentas, fue mi decisión cubrirte. –
Eso no me hace sentir mejor. A Spero no le agrava el mirar como alguien más se lastimaba por su culpa, se sentía culpable y lleno de remordimiento por ello.
− Pero ciertamente tienes razón. – Continuó Allen. – Sería bueno tener a alguien con nosotros con habilidades de curación, me preocupas mucho cuando te veo herido. Si no hubiera sido por el antídoto que nos había dado Sky, aquella intoxicación del Hellhound pudo haberte matado. –
A fin de cuentas, siempre era él quien más se hería.
− Lastimosamente ya declinó la oferta. – Dijo Allen. – Si insistimos demasiado puede terminar abrumándolo y molestándose con nosotros, después de todo, somos simples desconocidos a los que ayudo. –
− Tienes razón. – Asintió Spero. – Pudo funcionar con Ryoku, pero… no significa que pueda funcionar con cualquier persona. –
− Aunque… − Se frotó la barbilla. – Tengo una idea. –
− ¿Una idea? – Le sorprendía el que Allen proporcionara ideas.
− Con solo mirarlo, y el esfuerzo que pone en lo que hace, puedo deducir que es un entusiasta de la medicina… y escuché un poco cuando estaba medio inconsciente. – Respondió Allen. – Si el problema es la medicina y el poco conocimiento que tenemos de ella, podríamos pedir ayuda al respecto. –
− ¿A qué te refieres? – Todavía no comprendía la idea del todo.
− A lo que voy es eso, pedir ayuda, asesoría o bien, conocimientos sobre la medicina. – Respondió Allen. – Es un elfo, por lo que debe saber muchas más cosas que cualquier humano de por aquí. Quizá pueda acceder a dar algunas clases, y bueno, en las misiones usualmente encuentro yerbas extrañas que no había visto antes, si aprendemos a identificar los materiales que componen las medicinas, podríamos fabricarlas por nosotros mismos y en caso de emergencia, tener el conocimiento necesario para tratar las heridas con lo que tengamos en los alrededores. –
− Allen. – Llamó Spero. – Ciertamente eres un genio. –
Conocimientos de medicina no era suficiente como para valerse por sí mismos, pero era un buen comienzo y reemplazo en lo que encontraban a alguien que pudiera ayudarlos a cumplir dicho rol.
Allen había acertado en lo del entusiasmo que tenía por la medicina. Mirando como había reaccionado al saber que Spero sabía algo tan simple como primeros auxilios, no había duda en que se alegraría al mirar cómo se interesaba más en la medicina.
Podía aprovechar de igual manera el conocimiento de Hendry para algunas otras cosas, conocer nuevos lugares fuera de Frontera, y ahora que la biblioteca era un montón de polvo, aprender un poco más de los Elfos en general.
De las pocas ideas o veces en las que Allen tomaba la iniciativa… terminaban siendo de lo más útil.
Hendry terminó de verificar el estado del recepcionista y hablar con él. Se puso de pie y palmeó sus rodillas para limpiar el polvo de ellas. Se dio media vuelta y parecía estar listo para irse.
Spero se puso de pie y lo alcanzó tomándolo del hombro.
− Disculpa. – Llamó Spero.
− ¿Si? – Volteó Hendry.
− Veras… quería pedirte un favor. – No sé si esta es la mejor forma de hacerlo.
− ¿Qué sucede? – Preguntó Hendry, girando todo su cuerpo completamente hacia Spero.
− ¿Te importaría… enseñarme algo de medicina? – Fue directamente al punto.
− ¡CLARO! – Respondió al instante con un brillo en sus ojos y una sonrisa de punta a punta. – Puedes… −
Y todo desapareció en un instante, la sonrisa y el brillo. Selló sus labios y crujió un poco los dientes, giró su cabeza hacia otro lado y tras una leve pausa, volvió a mirar a Spero.
− ¿Sucede algo? – Preguntó Spero confundido.
− No, no es nada. – Respondió Hendry de una forma más calmada. – En cuanto a tu petición, estaría feliz de enseñarte, realmente feliz, pero ahora… por hoy no puedo hacerlo, tengo… algo que hacer. –
− Oh, claro, digo, no hay problema. – Dijo Spero nervioso y confundido tras el cambio de actitudes tan repentino. – No tiene que ser hoy, quizá mañana, la próxima semana o el próximo mes, no hay problema. –
− ¿Tienes un papel y pluma? – Preguntó Hendry. – Bueno, acabas de salir de un incendio, así que supongo que no. –
− Lamentablemente, no. – Respondió Spero. – Pero puedo memorizarlo si es algo importante. –
− Esta bien, ven mañana a esta dirección. – Dijo Hendry.
Seguido proporcionó una dirección, ubicada en la zona residencial de Frontera. Spero la repitió varias veces en su cabeza para no olvidarla. No lo olvides… no lo olvides…
− Entendido. – Dijo Spero.
− Bien. – Respondió Hendry estrechando la mano de Spero. – Nos vemos mañana. −
Sin esperar por una respuesta, Hendry caminó rápido lejos del lugar, sin mirar ni una vez atrás.
− Tuvimos suerte, ¿No? – Dijo Spero.
− Probablemente. – Respondió Allen.
Su día “libre” se había arruinado por la explosión casi apenas empezó. No le dio tiempo siquiera de leer los libros que había pedido en la biblioteca, había sido todo un desperdicio y habían pasado pocas horas desde que habían iniciado el día. ¿Ahora qué haremos?
Por más que lo pensará no sabía qué hacer. Claramente tenía algo que hacer, y era encontrar a Hank, la persona que supuestamente estaba detrás de la secta del Ojo de la Verdad, sin embargo, pese a que recordaba claramente su apariencia, no era como si caminando a los alrededores fuera a encontrarlo, más que nada sería una pérdida de tiempo; su apariencia normal y nada fuera de lo común solamente complicaba las cosas, era como cualquier otro civil y posiblemente había más posibilidades de confundirlo con alguien más antes de encontrarlo. Pero no por eso desistiré.
− Es algo temprano, pero ¿Qué te parece si vamos a con Sam? – Sugirió Spero.
− No hay problema por mi parte. – Respondió Allen.
Sam era el dueño de uno de los bares más “famosos” o buenos de la ciudad, por lo que igualmente podría aprovechar un poco su estancia y preguntar por Hank o si había escuchado algo sobre la secta en crecimiento. Era alguien que parecía compartir con sus clientes, por lo que algo debía saber. Y aunque no sepa nada, tengo algo de hambre.
Así fue como se llegó la noche. Pasaron prácticamente todo el día conversando con Sam en su bar, quien lamentablemente, no sabía nada sobre la Secta. No era algo difícil de comprender, aunque había iniciado todo como una tontería, sabían cómo mantener confidencial su información, y su crecimiento excesivo a una velocidad increíble lo hacía aún más impresionante.
A sabiendas de lo que buscaban y al ver el estado en el que Spero se encontraba, Sam brindó su apoyo a los chicos para reunir información. “No puedo perdonar a los que lastimen a mis yernos” Dijo Sam con una actitud de molestia. Así que ya no solo soy yo… Y ciertamente era un buen apoyo. Con su posición, facilidad verbal y la gran clientela, era posible que encontraran algo de información en poco tiempo, y en base a ello tomarían una decisión.
Aunque había algo que le preocupaba, y era el cómo seguir. Como ya lo había pensado muchas veces antes, el crecimiento de la Secta había sido rápido y enorme, pero eso no significaba que ya había terminado. Si la información sobre ellos era aún un misterio, estaba la duda de como reclutaban a las personas.
Inicialmente era por medio de sus discursos, como cuando intentaron llamarlos para su causa en el sótano. Incluso cuando arrestaron al sujeto de la explosión de la biblioteca, daba un discurso, y aunque era burdo y estúpido… había grandes probabilidades de que atrajeran a más gente. Entre más gente obtuvieran… Se me hace cada vez más difícil que podamos desmantelarlos.
Aunque existía otra solución, no necesariamente debían ir a hacer todo el trabajo por su cuenta. Conocían a Susan y Shawn, quienes parecían tener buenos puestos en lo que la seguridad publica respectaba, por lo que, si obtenían información importante, proporcionarla a alguno de ellos dos era una buena idea.
Ya veré que hago cuando obtenga algo…
− ¿Qué hacen ustedes aquí? – Llamó una voz femenina, con un ligero tono de desagrado.
− ¿mmh? – Giró su rostro hacia la voz y a su lado había una persona con una gran armadura, una armadura inconfundible. − ¿Ryoku? –
No hay duda.
− ¿Quién responde con otra pregunta? – Preguntó molesta Ryoku. − ¿Qué diablos les paso? Su ropa esta toda sucia y desgastada. –
Es un día libre y vienes con armadura, deberías mirar primero lo tuyo.
− Veras… − Spero se dispuso a contar la historia.
− Suena largo, mejor déjalo. – Interrumpió Ryoku antes de que siquiera empezara. – Así que responde lo primero, ¿Qué hacen aquí? –
− ¿Qué hacemos? – Preguntó Spero confundido. – Frecuentamos este lugar prácticamente a diario, la verdadera pregunta es ¿Qué haces tú aquí? –
No podría ver su reacción ante las preguntas, puesto que como era normal, estaba portando su yelmo, pero por alguna razón, sentía una mirada fulminante de molestia proveniente de ella, aunque… esa era su actitud de siempre.
Allen se mantenía en silencio, puesto que sentía que, si decía algo, solo desataría más problemas, no era la persona más correcta en cuanto a expresarse o elegir las palabras correctas, y si algo salía mal, podía poner en peligro la poca integridad que había en el equipo.
Ryoku igualmente se molestaba con Spero sin razón alguna, algo arraigado posiblemente de su actitud. Pero de una u otra forma, siempre lograba hacer que ella se tranquilizara y no desertara, por lo que dejaba que Spero se hiciera cargo en dichas situaciones.
− ¿No es obvio? Vine a comer. – Respondió Ryoku. – Escuché que sirven buena comida. –
− ¡Claro que sirven buena comida! – Gritó Spero contento. – La mejor diría yo, es más, acabamos de pedir la cena, ¿Qué te parece cenar con nosotros? –
− No me agrada la idea. – Respondió Ryoku sin mostrar mucho desagrado.
− ¿Por favor? – Insistió Spero. Me gustaría que mejoráramos la relación de todos.
− Esta bien. – Respondió Ryoku dejando salir un fuerte suspiro. Como de costumbre, parecía ser propensa a aceptar tras insistir.
Tomó Asiento junto a Allen, de frente a Spero. La situación era deprimente, tensa e incómoda. Nadie hablaba y las miradas no se fijaban en nadie.
Unos pequeños y cortos pasos se escucharon caminando hacia ellos.
−Oh, aquí estas. – Dijo Allen alegremente. – Tardaste en despertar. –
Era Sirius. Habían estado dejándolo en casa de Sam puesto que se ocupaban regularmente, y los lugares a los que iban no admitían mascotas, y era algo trabajoso caminar a su lento ritmo igualmente.
Pensaron igualmente dejar de llevarlo a misiones por el riesgo que conllevaba, al menos en lo que Fraud terminaba la armadura para él.
Había pasado poco tiempo, pero Allen estaba sumamente alegre por volverlo a ver. Parece que solo aprecia a los animales.
Lo tomó en brazos y lo sentó junto a él, le dio unas cuantas caricias más y prácticamente se enfocó solamente en Sirius, lo que dejaba únicamente a Ryoku y Spero en la “conversación” que era nula.
− ¿Y qué hiciste en tu día libre? – Preguntó Spero nervioso.
− Caminar. – Respondió Ryoku cortante.
− Ya veo… que interesante. – Dijo Spero con una risa nerviosa, Ryoku era una mujer algo difícil.
Dejó salir un suspiro, y entonces se quitó el yelmo.
− Me incomoda mucho, así que solo cuéntalo. – Dijo con unos ojos muertos.
− ¿Qué cosa? – Preguntó Spero.
− Lo de antes, el por qué están así de sucios. –
− Oh, eso. – Reaccionó Spero.
No le tomó mucho tiempo el contar la historia, ya que no era realmente larga, después de todo había sucedido realmente rápido.
− Impresionante. – Dijo Ryoku. ¿” Impresionante”?
− ¿A qué te refieres? – Preguntó Spero.
− Me impresiona como siempre se las arreglan para estar en medio de un desastre y no morir, bueno en especial tú. – Respondió Ryoku. Bueno, tiene mucha razón, pero no es como si lo buscara.
− “Mala suerte” podría decirse. – Dijo Spero con una leve risa.
− Va más allá de eso, prácticamente estas a punto de morir en cada misión, y ahora incluso en la ciudad. – Recalcó Ryoku. – Me pediste ayuda en tu grupo, y siento que vas a morir antes de cumplir cualquier cosa que busques. –
− Bueno, quizá así sea. –Respondió Spero riendo levemente.
− ¿De qué te ríes? Es algo serio, deberías ir a ver a un especialista, quizá y estas maldito o algo parecido. –
Maldito…
− Quizá y lo este. – Respondió Spero con una mirada triste. – Algunas veces ha pasado eso por mi cabeza. –
Y la situación, tras haberse aligerado un poco, se volvió a tensar.
− ¡Aquí están! – Gritó nuevamente una voz femenina. – Sabia que los encontraría en este lugar. –
Y una persona más llegó al lugar, esta vez era Susan.
− Oh, Susan, tiempo sin verte. – Aunque te miramos hace poco.
− Así que si eran ustedes chicos. – Dijo Susan con una expresión de preocupación. – Los mire allá atrás en la biblioteca, quería detenerme a ver si estaban bien, pero… el deber es primero. Sin embargo, no pude dejar de pensar en ello, así que vine esperando encontrarlos, ¿Cómo están? –
− Un poco mejor. – Dijo Spero. − ¿Qué hay de ti, Allen? –
− Mucho mejor, gracias por la preocupación. – Respondió Allen inclinando un poco la cabeza hacia Susan.
− Me alegro de que estén bien. – Dijo Susan poniendo su palma derecha en el pecho y soltando un leve suspiro. − ¿Y quién es esta linda chica? –
Ciertamente es linda.
− Mi nombre es Ryoku. – Respondió Ryoku por su cuenta. – Un gusto conocerla. –
No dudo ni un poco. A diferencia de ellos, supo instantáneamente que se trataba de una mujer con una complexión algo varonil. ¿Intuición femenina?
− Oh, mucho gusto, soy Susan. – Se presentó con una sonrisa. − ¿Y que es suya? ¿Novia de alguno de ustedes dos? –
− Claro que no. – Respondió Ryoku casi al instante.
− ¡Exacto, ellos ya están comprometido! – Gritó desde el fondo Sam cargando la comida que habían ordenado.
¿Cuándo accedí?
− Solamente es una compañera de equipo. – Dijo Spero ignorando las palabras de Sam.
− Ya veo, disculpa la rudeza. – Dijo Susan.
− Solo no lo repita. – Dijo Ryoku. – Aunque no es gran problema. –
− Listo, aquí esta lo que ordenaron. – Dijo Sam poniendo los platillos sobre la mesa. – Y tu chica… No vayas a intentar robárnoslo. –
− Ya le dije que no. – Insistió un poco más molesta Ryoku.
− ¿Puedo tomar este? – Preguntó Allen tomando un platillo.
− Claro. – Respondió Spero. – Provecho. –
Y Allen comenzó a comer.
− Yo tomare esto. – Dijo Ryoku tomando su platillo. Claro…
− Yo volveré a la cocina. – Dijo Sam. − ¿O quieren que me quede a cenar con ustedes? –
− ¡Sam mi orden! – Gritó otro comensal.
− Bueno, será otro dia, me llaman. – Dijo Sam sin esperar respuesta.
− Gracias por la comida. – Dijo Spero despidiéndolo. − ¿Qué hay de ti Susan, no quieres cenar con nosotros? –
− Bueno, la verdad es que hay algo que quiero hablar con ustedes. – Respondió Susan.
− ¿Qué sucede? – Preguntó Spero haciendo espacio para que Susan tomara asiento, y tomó igualmente un platillo. Ahora que lo pienso. − ¿No estas con Shawn hoy? –
− A eso iba. – Respondió Susan tomando asiento. – Esta fuera por cosas del trabajo. –
− ¿Algo importante? – Preguntó Spero.
− Algo así. – Respondió Susan. – Con los recientes disturbios en la ciudad, se le encomendó verificar el estado de las demás ciudades. Queremos identificar si es un problema grande o solamente de esta ciudad. –
− ¿Shawn? – Preguntó Ryoku. A diferencia de Allen, era más activa en la conversación, pese a su mal carácter.
− Mi esposo. – Respondió Susan. – Y bueno, me pidió que les dijera algo. –
− ¿Qué cosa? – Preguntó Spero. – Le debo una, así que no hay problema. –
− Verán… − Ya estaban más involucrados de lo que pensaba. – Quería pedir su ayuda para… infiltrarse en el Ojo de la verdad. −

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