La Profecía del Héroe - Capitulo 28: Ojo de la Verdad
− ¡SOMOS EL OJO DE LA VERDAD! – Gritó un hombre
fuera de la biblioteca que había explotado en su interior, atrayendo una gran
masa de personas aterradas alrededor de ella.
El edificio comenzaba encenderse en llamas cada
vez más pronto, había sido un ataque perfectamente planeado y con una gran
coordinación, tal que no solamente habían explotado el interior, si no que
habían cubierto las paredes con una sustancia que hacía que estas ardieran con
más velocidad, creando un incendio en pocos minutos.
Pese a que el ataque parecía haber sido
coordinado por varias personas al ver como de un momento a otro se había
vaciado la biblioteca, solamente había una persona al frente hablando como el
autor intelectual de todo, dando la cara por las acciones de toda la secta.
Daba su discurso lleno de energía y convicción
en sus palabras, como si no tuviera ningún arrepentimiento y creyera firmemente
en que sus acciones eran las correctas.
− ¡Este es únicamente el primer paso! –
Continuaba gritando. − ¡Ahora que saben de nosotros, no nos detendremos,
revelaremos las acciones que el gobierno nos oculta! ¡Abriremos sus ojos y
eliminaremos toda ignorancia de sus cabezas! –
Fue ahí cuando una persona dio un paso al
frente enfurecida.
− ¿¡Con que cara dices eso!? – Reclamó furiosa.
− ¿No tienen reparos en involucrar inocentes en sus acciones? –
El hombre que estaba al frente tenía una mirada
penetrante y decidida, fijo su mirada en la mujer y respiró hondo sin siquiera
parpadear.
− ¡Usted se equivoca, mujer! – Gritó una vez
más poniendo su palma en el pecho. – No buscamos lastimar inocentes, no
buscamos traer más problemas a su comunidad. Solamente queremos sacarlos de la
ignorancia, que dejen de ser borregos de este sistema que ha hecho sus
cimientos en los cadáveres de su mismo pueblo, queremos sacar al descubierto a
esas personas que nos ocultan la verdad. –
La mujer tenía una mirada de incredulidad, no
creia ni una de las palabras del sujeto que hablaba con fervor.
− ¡Es por eso que queremos que crean en
nosotros! – Continuó. − ¡No somos sus enemigos! ¡Somos sus aliados, sus
salvadores! ¡Nosotros pelearemos por la verdad! ¡Pelearemos por su derecho al
conocimiento! ¡Pelearemos por una nación que no se base en mentiras y secretos!
Dentro de esta biblioteca no quedo nadie más, todos abandonaron momentos antes,
todos fueron advertidos… –
Un estruendo resonó, era un sonido diferente al
de la explosión anterior o alguna parte del edificio colapsando sobre el suelo,
era el sonido de una puerta siendo pateada con fuerza y lleno de furia.
El fuego salió por presión desde la puerta que
había sido abierta, atrayendo la atención de todos los presentes que fijaron su
mirada en ella.
− ¡DEJA DE DECIR ESTUPIDECES! – Gritó una voz
desde dentro del edificio. − ¿Qué no había nadie adentro? ¿Entonces quiénes son
ellos? –
La persona que salía de la biblioteca era
Spero, pero no solamente él. A cada uno de sus hombros portaba el cuerpo de una
persona; a su derecha cargaba a Allen quien parecía estar inconsciente y con
una herida en su cráneo de la cual fluía sangre; y a su izquierda al
recepcionista de la biblioteca quien tenía heridas por todo su cuerpo, pero
seguía consiente.
Spero daba un paso tras otro con gran esmero,
paso tras paso retumbaba el suelo.
− P… − Se quedó atónito el hombre. − ¿P-Pero
que hacían ahí adentro? –
Lo había pensado por un momento, parecía no
comprender del todo la situación.
− ¿Lo preguntas ahora? ¿Aun cuando pasaste al
lado nuestro? – Preguntó Spero molesto. – ¡Alguien deme tela, necesito tratar
las heridas de mi amigo, y por favor, alguien ayúdeme con este otro hombre, se
le dificulta caminar y está herido! –
Aun en la confusión ante la situación, la gente
se movía para ayudar torpemente, pero con buenas intenciones. Uno de los presentes
se quitó su camisa y la rompió para hacer un trozo de tela que pudieran poner
en la herida de Allen. Otro trajo un poco de agua para limpiar la herida y otro
grupo cargó en brazos al recepcionista para llevarlo un poco lejos del fuego y
tratarlo. Solamente es el golpe lo que lo
noqueó, cubriendo la herida y con un poco de medicina deberá bastar.
− ¿Alguien sabe si venden un poco de medicina
elfica cerca? Tengo oro, solamente necesito que alguien la compre por mí, no
puedo dejarlo solo. – Exclamó Spero mirando a los presentes.
− ¡Yo tengo un poco! – Gritó uno en el fondo
corriendo hacia él. – Puedes tenerla gratis… no… no te cobrare nada por ello,
solamente úsala. –
El sujeto que había proporcionado la medicina
parecía estar de lo más nervioso, pero no solamente él. Todas las personas
estaban preocupadas, incluso el hombre que había estado al frente del ataque.
Los heridos los habían tomado por sorpresa y no sabían cómo actuar al respecto.
− A-Alguien… − Se escuchó al fondo. − ¡Alguien
llamé a los guardias y al equipo contra incendios! –
Parecían estar comprendiendo la situación y
poco a poco tomaban las medidas que eran debidas y correctas. Primeramente,
debían apaciguar el fuego de la biblioteca, ya que este podía extenderse hasta
otro edificio y ocasionar más daños.
Rápidamente unos cuantos dejaron el lugar en
busca de ayuda, otro tantos estaban al tanto mirando a los alrededores para ver
qué era lo que podían hacer. Entre ellos no había ningún usuario de magia que
pudiera apaciguar el fuego, no había nadie más dentro que necesitara ser
salvado, pero, aun así, la gente actuaba extrañamente de una forma solidaria.
− Esto… no estaba planeado así. – Susurró el
integrante de la secta para sí mismo. − ¡PERO AUN ASI! –
Gritó con fuerza recobrando sus ánimos.
− ¡NOSOTROS NO PLANEAMOS DE ESTA MANERA! ¡Como
lo dije antes, no buscamos lastimarlos, y me hago responsable totalmente de
este error! – No podía dejar que la gente pensara mal de él y sus intenciones,
por lo que agachó su cabeza en señal de disculpas, pero el daño ya estaba
hecho, y habían involucrado inocentes. − ¡Como miembro del Ojo de la verdad
busco librarlos del yugo de la ignorancia…! –
Continuó con su discurso intentando recobrar el
ritmo que tenía con natalidad, pero en sus palabras ya no había tanta
seguridad, ya no estaba del todo tranquilo. Pero la gente seguía escuchando
atentamente, con una mirada entre confusión y molestia.
− ¡Este es solamente el primer paso! – Continuó
recobrándose cada vez más. − ¡De nada sirven los libros de historia, si están
llenos de mentira! ¡Más que querer destruir un edificio, una locación, un
lugar, queremos destruir la idea que tienen de cómo han sido las cosas hasta
ahora! Por eso mismo atacamos la biblioteca, nuestro centro principal de
información que solamente está llena de mentiras. Dejemos que las llamas
consuman todo, dejemos que las llamas consuman su ignorancia. –
Decía tales cosas cuando era él quien parecía
ser el más ignorante de todos.
La atención poco a poco se enfocaba más en el
incendio y los heridos que en la persona que estaba dando su discurso a todo
pulmón.
No tardó mucho hasta que llegó el equipo contra
incendios, que era nada más y nada menos, que lo que se podrían considerar “magos”
capaces de usar magia relacionada al agua o el hielo incluso.
Todos equipados con un bastón apuntaron
directamente al incendio e impresionantemente de dicho bastón se generó agua,
como si recogiera la humedad de los alrededores o de una manera más inexplicable,
generando el agua prácticamente de la nada.
Ciertamente era muy útil, no solamente la magia
de curación era algo bueno. La magia de fuego que había visto en misiones
anteriores era realmente poderosa y atractiva, y en dicho momento, la magia relacionada
al agua era de lo más útil para acabar con el incendio rápidamente antes de que
se propagara o redujera todo el edificio a cenizas.
− ¿Dónde están los heridos? – Preguntó otra
persona que llego junto al equipo contra incendios, era un elfo.
La principal característica de los Elfos era su
complexión delgada y sus orejas puntiagudas, y dicho elfo no era la excepción.
Vestía ropa casual, como si solamente fuera alguien que iba pasando por ahí; su
altura era equiparable a la de Allen, no era alguien extremadamente alto; su
rostro era fino, como la de cualquier otro elfo; sus ojos eran de un café
oscuro; su cabello era café al igual que sus ojos y un poco largo, lo
suficiente para hacerse una pequeña coleta.
Los presentes indicaron tanto al recepcionista
como a Allen, y dicha persona se acercó rápidamente.
El recepcionista había sido la persona más
herida de todas. Irónicamente, estaba más lejos de la explosión en el momento
que sucedió, bien pudo abandonar el lugar sin mucho esfuerzo antes de que las
cosas se complicaran. Pero por alguna razón, se lanzó directamente al fuego.
“La información es más valiosa que mi vida” Gritó intentando tomar tantos
libros como pudo, y debido a ello no se percató de que él mismo se estaba
encerrando en las abrazadoras llamas, recibiendo graves heridas por parte del
fuego, añadiendo que igualmente inhalo demasiado humo.
Por otro lado, fue mi
culpa por no darme cuenta. Allen se había percatado antes que todos de lo que había sucedido, pero
aun con eso no le dio suficiente tiempo como para actuar, logrando únicamente
cubrir a Spero tras la explosión. Si me
hubiera dado cuenta antes… Cubrió a Spero con su cuerpo, y al momento de la
explosión, tanto libro, trozos de madera y pedazos de escombros volaron,
golpeando uno de estos directamente en el cráneo a Allen, dejándolo
inconsciente al momento. Si algo mas
hubiera pasado… Afortunadamente, no llego más lejos de eso.
− Dame un poco de espacio. – Pidió el sujeto
que buscaba a los heridos.
Se puso de rodillas frente al recepcionista que
estaba teniendo problemas para respirar en el suelo. Puso sus palmas sobre el
cuerpo del recepcionista, cerró los ojos y comenzó a susurrar cosas que no
alcanzaban a ser audibles.
− [SANITATEM] – Fue lo único que fue audible, y
fue suficiente para saber qué era lo que estaba haciendo.
Las palmas del sujeto se volvieron doradas y
las heridas del recepcionista estaban desapareciendo a un ritmo relativamente
lento, pero eficiente. La respiración se estabilizaba y parecía que el dolor
estaba desapareciendo.
− En un momento trataré al otro sujeto. –
Indicó preocupado el elfo. – Lamento que sea tan lento, pero es lo más que
puedo hacer. –
− N… − Seguía un poco impresionado al ver la
magia, no se había acostumbrado del todo. – No hay problema, ya es mucha ayuda
lo que estás haciendo. Igualmente puse algo de medicina en la herida. –
− ¡Así que sabes de primeros auxilios! – Se
entusiasmó el sujeto. − ¿Dónde aprendiste? ¿Sabes algo más de medicina? –
Un cambio repentino de actitud, pero sin dejar
de lado su deber de curación.
− N-No… solamente se un poco, no hace mucho me
enteré de la existencia de esta medicina y… bueno, realmente hace poco me
enteré de la existencia de muchas cosas. – Respondió Spero algo abrumado.
− Y-Ya veo… − Se calmó al momento. – Buen trabajo
de cualquier manera. –
Es un poco animado. Aunque lo sorprendente era su
curación. Según tenía entendido, la mayor parte de los grimorios vinculados a
la curación, habían sido tomados por la iglesia, dejando únicamente lo que se
podría considerar de ataque o apoyo, y debido a lo mismo, no había tantos
curadores disponibles para llevar de “aventura”.
Sin embargo, él había salido de la nada y no
portaba ninguna insignia que indicara que fuera parte de una organización o
algo parecido, simplemente miró el problema y acudió a brindar apoyo. Lo cual fue realmente útil.
− ¡Fue ahí donde todo inicio! – Continuaba
gritando el sujeto. – En aquella batalla, la traición del gobierno, lo que hizo
caer al héroe, como lo abandonaron en aquella lucha y dejaron que peleara por
su cuenta. –
Cada vez decía cosas con menos sentido,
quitando toda la credibilidad que Spero pudo haber tenido hacia ellos.
− Traición, esa es la historia de este
gobierno. – Continuaba gritando. – Fueron lo que desencadenaron la separación
del consejo, los que nos obligaron a decidir un rumbo contra nuestra voluntad.
Decidieron abandonar lo que alguna vez fue su reino, para iniciar una nueva
vida sacrificando lo que fuera necesario para salir adelante en su plan. –
Debería simplemente
callarse. Pero no
quería actuar agresivo y provocar más problemas, tenía que estar al pendiente
de Allen en lo que despertaba y se recuperaba.
− Luego fue ahí cuando el gran hongo se plasmó
en el cielo. – Tocó el tema más importante. – No fue una casualidad, no fue un
accidente, todo… todo fue planeado por ellos, Central no fue más que un simple
sacrificio necesario para ellos, no dudaron ni un segundo para tomar todas esas
vidas. –
No te guíes por
rumores, has lo que puedas para ayudar. Había decido enfocarse en un nuevo rumbo, no
más perseguir un objetivo sin sentido. Iba a hacer lo que estaba a su alcance,
apoyar a quien lo necesitara, ese era su nuevo objetivo.
− ¡Nuestro líder lo sabe! ¡Él nos lo ha
revelado! ¡Él abrirá sus ojos! ¡Él les mostrará la verdad! –
− ¡Quieto ahí! – Gritó una voz femenina. − ¡No
se te ocurra ni moverte un centímetro! –
El ejército interno había llegado al lugar, el
fuego comenzaba a extinguirse, y los heridos estaban siendo tratados. El
problema se había resuelto prácticamente rápido y sin tantos problemas.
− No pienso ir a ningún lado. – Respondió el
sujeto de la secta con suma seriedad.
La voz femenina se hizo presente dando un paso
al frente, su silueta era inconfundible, solamente había una persona que
llenará dichos requisitos. Aquí esta. Era
Susan.
− Ni aunque lo intentaras te dejaríamos ir. –
Respondió Susan con suma molestia.
Susan se acercó rápidamente al sujeto; tomó
ambas manos y las pasó detrás de su espalda con fuerza, lo tiró al suelo y
comenzó a inspeccionar.
− No era necesaria tanta rudeza. – Dijo el
sujeto.
− Claro que era necesaria, acabas de volar un
edificio. – Contestó Susan molesta. – Si fuera por mi… te golpearía sin dudar,
involucraste a gente inocente en ello. –
− Eso no fue lo que planeamos… − Susurró para sí
mismo girando el rostro. – Aun así… no temo enfrentar las consecuencias de mis
actos. –
− Me alegra escuchar eso. – Dijo Susan
alzándolo con fuerza, puso unos grilletes en sus manos y restringió con fuerza
sus acciones. – Ahora muévete. –
El sujeto dejó salir una leve sonrisa y comenzó
a caminar. Miró a los alrededores con una vista baja y entonces, se detuvo por
un momento.
− No te dije que te detuvieras. – Indicó Susan
empujándolo. – Síguete moviendo. –
− ¡ESTO APENAS COMIENZA! – Gritó fuertemente al
aire. – Solo soy una pieza desechable en este juego. −
− Ya cállate. – Dijo Susan molesta empujando la
cabeza del sujeto hacia abajo.
Las miradas perseguían al hombre que había
cometido aquel crimen. Un rostro de duda ante sus últimas palabras, un destino
incierto le deparaba, pero lo había tomado como si no fuera nada para él. Ya lo
había dicho, él no era nadie en comparación a lo que se venía.
Pensaba… pasarlos por
alto, no tomarles mucha importancia, pero… Eso ya no se podía hacer.
Bien sus palabras podrían ser las de un
charlatán que intentó meter miedo a la población con falsas amenazas, pero ya
lo había visto antes, y si seguía subestimándolos… podía complicarse aún más.
¿Pero qué es lo que
puedo hacer? Se
había puesto como objetivo ayudar a quien hiciera falta, sin embargo, esa
situación lo sobrepasaba. El ataque había sido realizado con coordinación
excepcional, tomando en cuenta que debieron posicionar los explosivos sin que
nadie se diera cuenta, y la cantidad de personas que se movieron dentro de la
biblioteca eran demasiadas como para pasar por alto el tamaño de la
organización.
Podría dejarlo a
alguien más capacitado. Después de todo no era un problema directo para él y siempre podría
ayudar cuando fuera necesario en caso de que alguien resultara herido. No tenía
la suficiente perspicacia como para encontrar al líder y poder desmantelar una
organización que crecía rápidamente por su cuenta, no tenía tales habilidades,
añadiendo que tenía poco tiempo en la ciudad como para conocer todos los
secretos que esta guardaba. Pero… Él
había conocido la clave de todo el asunto. Spero tenía una buena memoria, y
para su suerte, recordaba claramente a la persona que estaba supuestamente
detrás de todo el asunto. Una organización sin su líder… fácilmente se
desmantelaría.
Y no puedo dejarlo
pasar así de simple. Habían
lastimado a su amigo, a su compañero, y se sentía incluso más culpable ya que había
sido para protegerlo. Pasarlo por alto era como faltarle el respeto
directamente a quien había arriesgado su vida en diversas ocasiones, y eso no
era algo con lo que Spero pudiera estar de acuerdo.
− S… ¿Spero? – Llamó Allen haciendo un leve
movimiento.
− ¿Te sientes mejor? – Preguntó Spero
preocupado. – No te sobre esfuerces demasiado. –
Por fuera parecía una herida leve, pero no
sabía con seguridad si había algo aún más profundo.
− Esto… Esto no es nada. – Dijo Allen
recobrando poco a poco la conciencia.
− ¿Quién eres? ¿Ryoku? – Preguntó Spero con una
sonrisa. – Me alegra que tengas la energía para decir eso… −
− Ya terminé por aquí. – Dijo el Elfo curador.
– Ahora le doy tratamiento a tu amigo. –
Eso fue rápido.
El recepcionista se miraba un poco mejor,
seguía descansando recostado sobre el suelo, pero su respiración y quemaduras
habían desaparecido, no parecía que su vida corriera peligro o tuviera alguna
otra lesión. Era simplemente impresionante.
− Déjame ver, ¿Qué partes te duelen? – Preguntó
el Elfo poniéndose de rodillas frente a Allen.
− No necesito esto. – Respondió Allen
demostrado incomodidad y dolor.
− Allen, deja que lo haga. – Dijo Spero. –
Puedes tener alguna otra lesión. –
Allen cerró los ojos por un momento y guardó
silencio en signo de aprobación.
Ahí fue entonces, cuando el Elfo comenzó a
curarlo.
− [DEPREHENSIO] – Una palabra que Spero no
había escuchado, y esta vez, sus manos emanaron un aura verde.
− ¿Qué es lo que haces? – Preguntó Spero.
− Oh, claro. – Reaccionó el Elfo. – Es un
hechizo para detectar si es que hay heridas internas, y de ese modo, poder
enfocarme en sanar lo que sea más crítico al momento. –
− Impresionante… − Realmente lo era.
− Oh, no, esto no es nada. – Era muy modesto en
sus habilidades. – Es un hechizo realmente útil, pero se ocupa igualmente algo
de conocimiento para saber que herida tratar primero. –
− ¿No forma todo parte del hechizo? – Preguntó
Spero.
− No, no. – Respondió al momento. – El hechizo
solamente indica los lugares afectados y la forma en que fueron afectados, sin
embargo, juzgar la gravedad de una herida es en base a los conocimientos del
curador. –
Bueno, eso lo hace
solamente más impresionante.
− No parece tener heridas externas. – Señaló el
Elfo. – Procederé con la curación externa, [SANITATEM] –
Y sus palmas volvieron a ser doradas. Menos mal que no está herido de gravedad.
− ¿Cómo podemos pagarte por la ayuda? –
Preguntó Spero.
− ¿Mmh? – No parecía comprender lo que Spero
decía.
− La curación, el apoyo, debe haber alguna
forma de pagarte. – Reiteró Spero.
− Oh, eso. – No apartaba sus ojos del trabajo.
– No es nada, lo hago por decisión propia, no por querer recibir algo a cambio.
–
No parecía
estar mintiendo u ocultando algo, no parecía ser que decía tales cosas
esperando a que Spero hiciera por sí mismo una oferta o algo parecido. En
cambio, parecía gustarle lo que estaba haciendo, y era más notable después de
haber visto cómo reaccionó al ver como Spero hacia primeros auxilios, era todo
un entusiasta de la curación.
− Ya lo dije antes, pero… ciertamente es
impresionante lo que haces, o quizá es que no he visto a casi nadie usar
curación, pero si me lo preguntaran, diría que eres hábil, muy hábil. –
− ¿Crees? – Respondió el Elfo. – Bueno, yo… siento que aún me falta aprender aún más, pero… he
estudiado durante un largo tiempo, así que bueno, tiene sentido que al menos
conozca y pueda defenderme en esta rama. –
Ahora que lo pienso,
es el mayor tiempo que he conversado con un elfo.
− ¿Me podrías decir tu nombre? – Preguntó
Spero.
− Claro, aunque no veo la razón para ello. –
Respondió el Elfo.
− Tengo que darte las gracias, y bueno, no
sería muy educado de mi parte hacerlo sin antes preguntar tu nombre. De
antemano, mi nombre es Spero, y el sujeto al que estas curando es Allen. –
− Claro, claro, ¿Dónde están mis modales? –
Respondió el Elfo. – Mi nombre es Hendry, un gusto conocerlos, Allen y Spero. –
Ahora que lo pienso…
− ¿Perteneces a alguna organización? – Preguntó
Spero, hacia más preguntas de lo común.
− No, no realmente. – Indicó Hendry. − ¿Por qué
la pregunta? –
− Bueno, me pareció extraño el cómo llegaste
tan rápido al lugar. Parecías formar parte del equipo contra incendios, pero no
veo ninguna placa o insignia. –
− Eso es porque no soy parte de ellos. –
Respondió Hendry. – Escuché que hubo heridos y vine lo más rápido que pude, así
que se podría decir que fue pura casualidad. –
Eso lo vuelve más fácil aún.
− ¿Formas parte de algún grupo? – Preguntó
Spero.
− ¿Grupo? No realmente. – Respondió Hendry. –
Ya casi termino, espera un momento. –
¿Podría pedir más?
− ¿No te interesaría unirte a uno? – Sugirió
Spero.
Pese a que ya
eran tres personas, sin contar a Sirius, y podían tomar misiones, Sky había
estado constantemente poniendo presión a Spero para que consiguiera a una
persona que pudiera curarlos, después de todo, siempre volvía con heridas o
llegaba a los extremos en los que su vida corría peligro.
Hendry era una
persona amable y dedicada a lo que hacía, o eso parecía, añadiendo que
igualmente era un Elfo, y se le facilitaba hablar con él, por lo que era por
así decirlo, un premio doble.
Si lograba
hacer que se le uniera una persona como él… seria como tener una enciclopedia
andante, puesto que los Elfos parecían ser de los que más tenían conocimientos
del mundo exterior. También era curador y uno habilidoso, por lo que cubría dos
espacios sin problemas, y de ese modo, igualmente, Sky no estaría preocupada o
poniendo presión en cada misión.
Consideró
igualmente las ocasiones en las que se encontraban con gente herida y no eran
capaces de ayudar en esas circunstancias, y si su objetivo era ayudar a quienes
pudiera, el curador cumpliría una función increíblemente buena. Simplemente no puedo pedir más.
Aunque todo
dependía solo y únicamente de lo que Hendry respondiera.
− Veras… − Hizo una pausa y se enfocó
totalmente en la curación por unos segundos, miró fijamente a Allen y entonces…
acabó. – No soy alguien a quien le apasione ir en búsqueda de nuevas
experiencias, tampoco vencer monstruos o ir en búsqueda de fama y grandeza. –
Entonces… es un “no”.
− Y yo… me encuentro algo ocupado por el
momento. – Respondió apartando la mirada.
− No necesitas dar explicaciones, digo, solo
soy un sujeto al que ayudaste y ahora intenta abusar de tu amabilidad. – Dijo
Spero soltando una leve carcajada. – En cambio, déjame ayudarte en algo si así
lo necesitas. –
− Ojalá pudieras hacerlo… − Susurró en voz
baja.
− ¿mmh? –
− Nada, disculpa. – Contestó Hendry con una
mirada melancólica. – Revisaré al otro sujeto, me preocupa que haya olvidado
algo. –
Hendry se puso de pie y caminó hasta donde
tenían al recepcionista, usó el mismo hechizo que con Allen para revisar
internamente y se mantuvo hablando con él durante un buen rato.
− Allen. – Llamó Spero. − ¿Te encuentras mejor?
–
− Si… − Respondió Allen intentando ponerse de
pie.
− Descansa un poco. – Dijo Spero intentando que
se mantuviera en el suelo.
− No, mmh, el dolor ya se fue. – Respondió
Allen insistiendo en ponerse de pie. – No hay necesidad para que descanse. –
Spero dejó que se pusiera de pie, confiaba en
la palabra de Allen sobre su estado.
− Sabes, quería preguntarte algo. – Dijo Spero.
− ¿Qué cosa? – Preguntó Allen.
− Hace un momento rechazó mi oferta, pero… ¿No
crees que sería bueno tenerlo con nosotros? – Respondió Spero. – Yo no
tengo habilidades de curación, y tampoco cargaba medicina conmigo. Si las cosas
hubieran resultado peor, yo… no sé qué habría hecho. –
Allen dejo salir un leve suspiro y miró a
Spero.
− Esto no es tu culpa. – Dijo Allen. – Nadie
podría haber previsto que ese lugar iba a explotar, fue todo muy espontaneo, así
que no te culpes por no llevar medicina ni nada de ello, a fin de cuentas, fue
mi decisión cubrirte. –
Eso no me hace sentir
mejor. A Spero no
le agrava el mirar como alguien más se lastimaba por su culpa, se sentía
culpable y lleno de remordimiento por ello.
− Pero ciertamente tienes razón. – Continuó
Allen. – Sería bueno tener a alguien con nosotros con habilidades de curación,
me preocupas mucho cuando te veo herido. Si no hubiera sido por el antídoto que
nos había dado Sky, aquella intoxicación del Hellhound pudo haberte matado. –
A fin de cuentas, siempre era él quien más se
hería.
− Lastimosamente ya declinó la oferta. – Dijo
Allen. – Si insistimos demasiado puede terminar abrumándolo y molestándose con
nosotros, después de todo, somos simples desconocidos a los que ayudo. –
− Tienes razón. – Asintió Spero. – Pudo
funcionar con Ryoku, pero… no significa que pueda funcionar con cualquier
persona. –
− Aunque… − Se frotó la barbilla. – Tengo una
idea. –
− ¿Una idea? – Le sorprendía el que Allen
proporcionara ideas.
− Con solo mirarlo, y el esfuerzo que pone en
lo que hace, puedo deducir que es un entusiasta de la medicina… y escuché un
poco cuando estaba medio inconsciente. – Respondió Allen. – Si el problema es
la medicina y el poco conocimiento que tenemos de ella, podríamos pedir ayuda
al respecto. –
− ¿A qué te refieres? – Todavía no comprendía
la idea del todo.
− A lo que voy es eso, pedir ayuda, asesoría o
bien, conocimientos sobre la medicina. – Respondió Allen. – Es un elfo, por lo
que debe saber muchas más cosas que cualquier humano de por aquí. Quizá pueda
acceder a dar algunas clases, y bueno, en las misiones usualmente encuentro
yerbas extrañas que no había visto antes, si aprendemos a identificar los
materiales que componen las medicinas, podríamos fabricarlas por nosotros
mismos y en caso de emergencia, tener el conocimiento necesario para tratar las
heridas con lo que tengamos en los alrededores. –
− Allen. – Llamó Spero. – Ciertamente eres un
genio. –
Conocimientos de medicina no era suficiente
como para valerse por sí mismos, pero era un buen comienzo y reemplazo en lo
que encontraban a alguien que pudiera ayudarlos a cumplir dicho rol.
Allen había acertado en lo del entusiasmo que
tenía por la medicina. Mirando como había reaccionado al saber que Spero sabía
algo tan simple como primeros auxilios, no había duda en que se alegraría al
mirar cómo se interesaba más en la medicina.
Podía aprovechar de igual manera el
conocimiento de Hendry para algunas otras cosas, conocer nuevos lugares fuera
de Frontera, y ahora que la biblioteca era un montón de polvo, aprender un poco
más de los Elfos en general.
De las pocas ideas o veces en las que Allen
tomaba la iniciativa… terminaban siendo de lo más útil.
Hendry terminó de verificar el estado del recepcionista
y hablar con él. Se puso de pie y palmeó sus rodillas para limpiar el polvo de
ellas. Se dio media vuelta y parecía estar listo para irse.
Spero se puso de pie y lo alcanzó tomándolo del
hombro.
− Disculpa. – Llamó Spero.
− ¿Si? – Volteó Hendry.
− Veras… quería pedirte un favor. – No sé si esta es la mejor forma de hacerlo.
− ¿Qué sucede? – Preguntó Hendry, girando todo
su cuerpo completamente hacia Spero.
− ¿Te importaría… enseñarme algo de medicina? –
Fue directamente al punto.
− ¡CLARO! – Respondió al instante con un brillo
en sus ojos y una sonrisa de punta a punta. – Puedes… −
Y todo desapareció en un instante, la sonrisa y
el brillo. Selló sus labios y crujió un poco los dientes, giró su cabeza hacia
otro lado y tras una leve pausa, volvió a mirar a Spero.
− ¿Sucede algo? – Preguntó Spero confundido.
− No, no es nada. – Respondió Hendry de una
forma más calmada. – En cuanto a tu petición, estaría feliz de enseñarte,
realmente feliz, pero ahora… por hoy no puedo hacerlo, tengo… algo que hacer. –
− Oh, claro, digo, no hay problema. – Dijo
Spero nervioso y confundido tras el cambio de actitudes tan repentino. – No
tiene que ser hoy, quizá mañana, la próxima semana o el próximo mes, no hay
problema. –
− ¿Tienes un papel y pluma? – Preguntó Hendry.
– Bueno, acabas de salir de un incendio, así que supongo que no. –
− Lamentablemente, no. – Respondió Spero. –
Pero puedo memorizarlo si es algo importante. –
− Esta bien, ven mañana a esta dirección. –
Dijo Hendry.
Seguido proporcionó una dirección, ubicada en
la zona residencial de Frontera. Spero la repitió varias veces en su cabeza
para no olvidarla. No lo olvides… no lo
olvides…
− Entendido. – Dijo Spero.
− Bien. – Respondió Hendry estrechando la mano
de Spero. – Nos vemos mañana. −
Sin esperar
por una respuesta, Hendry caminó rápido lejos del lugar, sin mirar ni una vez
atrás.
− Tuvimos suerte, ¿No? – Dijo Spero.
− Probablemente. – Respondió Allen.
Su día “libre”
se había arruinado por la explosión casi apenas empezó. No le dio tiempo
siquiera de leer los libros que había pedido en la biblioteca, había sido todo
un desperdicio y habían pasado pocas horas desde que habían iniciado el día. ¿Ahora qué haremos?
Por más que lo
pensará no sabía qué hacer. Claramente tenía algo que hacer, y era encontrar a Hank,
la persona que supuestamente estaba detrás de la secta del Ojo de la Verdad,
sin embargo, pese a que recordaba claramente su apariencia, no era como si
caminando a los alrededores fuera a encontrarlo, más que nada sería una pérdida
de tiempo; su apariencia normal y nada fuera de lo común solamente complicaba
las cosas, era como cualquier otro civil y posiblemente había más posibilidades
de confundirlo con alguien más antes de encontrarlo. Pero no por eso desistiré.
− Es algo temprano, pero ¿Qué te parece si
vamos a con Sam? – Sugirió Spero.
− No hay problema por mi parte. – Respondió
Allen.
Sam era el dueño de uno de los bares más
“famosos” o buenos de la ciudad, por lo que igualmente podría aprovechar un
poco su estancia y preguntar por Hank o si había escuchado algo sobre la secta
en crecimiento. Era alguien que parecía compartir con sus clientes, por lo que
algo debía saber. Y aunque no sepa nada,
tengo algo de hambre.
Así fue como
se llegó la noche. Pasaron prácticamente todo el día conversando con Sam en su
bar, quien lamentablemente, no sabía nada sobre la Secta. No era algo difícil
de comprender, aunque había iniciado todo como una tontería, sabían cómo
mantener confidencial su información, y su crecimiento excesivo a una velocidad
increíble lo hacía aún más impresionante.
A sabiendas de
lo que buscaban y al ver el estado en el que Spero se encontraba, Sam brindó su
apoyo a los chicos para reunir información. “No puedo perdonar a los que
lastimen a mis yernos” Dijo Sam con una actitud de molestia. Así que ya no solo soy yo… Y ciertamente era un buen apoyo. Con su posición, facilidad verbal y la
gran clientela, era posible que encontraran algo de información en poco tiempo,
y en base a ello tomarían una decisión.
Aunque había algo que le preocupaba, y era el cómo
seguir. Como ya lo había pensado muchas veces antes, el crecimiento de la Secta
había sido rápido y enorme, pero eso no significaba que ya había terminado. Si
la información sobre ellos era aún un misterio, estaba la duda de como
reclutaban a las personas.
Inicialmente era por medio de sus discursos,
como cuando intentaron llamarlos para su causa en el sótano. Incluso cuando
arrestaron al sujeto de la explosión de la biblioteca, daba un discurso, y
aunque era burdo y estúpido… había grandes probabilidades de que atrajeran a más
gente. Entre más gente obtuvieran… Se me
hace cada vez más difícil que podamos desmantelarlos.
Aunque existía otra solución, no necesariamente
debían ir a hacer todo el trabajo por su cuenta. Conocían a Susan y Shawn,
quienes parecían tener buenos puestos en lo que la seguridad publica
respectaba, por lo que, si obtenían información importante, proporcionarla a
alguno de ellos dos era una buena idea.
Ya veré que hago
cuando obtenga algo…
− ¿Qué hacen ustedes aquí? – Llamó una voz
femenina, con un ligero tono de desagrado.
− ¿mmh? – Giró su rostro hacia la voz y a su
lado había una persona con una gran armadura, una armadura inconfundible. −
¿Ryoku? –
No hay duda.
− ¿Quién responde con otra pregunta? – Preguntó
molesta Ryoku. − ¿Qué diablos les paso? Su ropa esta toda sucia y desgastada. –
Es un día libre y
vienes con armadura, deberías mirar primero lo tuyo.
− Veras… − Spero se dispuso a contar la
historia.
− Suena largo, mejor déjalo. – Interrumpió
Ryoku antes de que siquiera empezara. – Así que responde lo primero, ¿Qué hacen
aquí? –
− ¿Qué hacemos? – Preguntó Spero confundido. –
Frecuentamos este lugar prácticamente a diario, la verdadera pregunta es ¿Qué
haces tú aquí? –
No podría ver su reacción ante las preguntas,
puesto que como era normal, estaba portando su yelmo, pero por alguna razón,
sentía una mirada fulminante de molestia proveniente de ella, aunque… esa era
su actitud de siempre.
Allen se mantenía en silencio, puesto que
sentía que, si decía algo, solo desataría más problemas, no era la persona más
correcta en cuanto a expresarse o elegir las palabras correctas, y si algo
salía mal, podía poner en peligro la poca integridad que había en el equipo.
Ryoku igualmente se molestaba con Spero sin
razón alguna, algo arraigado posiblemente de su actitud. Pero de una u otra
forma, siempre lograba hacer que ella se tranquilizara y no desertara, por lo
que dejaba que Spero se hiciera cargo en dichas situaciones.
− ¿No es obvio? Vine a comer. – Respondió
Ryoku. – Escuché que sirven buena comida. –
− ¡Claro que sirven buena comida! – Gritó Spero
contento. – La mejor diría yo, es más, acabamos de pedir la cena, ¿Qué te
parece cenar con nosotros? –
− No me agrada la idea. – Respondió Ryoku sin
mostrar mucho desagrado.
− ¿Por favor? – Insistió Spero. Me gustaría que mejoráramos la relación de
todos.
− Esta bien. – Respondió Ryoku dejando salir un
fuerte suspiro. Como de costumbre, parecía ser propensa a aceptar tras
insistir.
Tomó Asiento junto a Allen, de frente a Spero.
La situación era deprimente, tensa e incómoda. Nadie hablaba y las miradas no
se fijaban en nadie.
Unos pequeños y cortos pasos se escucharon
caminando hacia ellos.
−Oh, aquí estas. – Dijo Allen alegremente. –
Tardaste en despertar. –
Era Sirius. Habían estado dejándolo en casa de
Sam puesto que se ocupaban regularmente, y los lugares a los que iban no
admitían mascotas, y era algo trabajoso caminar a su lento ritmo igualmente.
Pensaron igualmente dejar de llevarlo a
misiones por el riesgo que conllevaba, al menos en lo que Fraud terminaba la
armadura para él.
Había pasado poco tiempo, pero Allen estaba
sumamente alegre por volverlo a ver. Parece
que solo aprecia a los animales.
Lo tomó en brazos y lo sentó junto a él, le dio
unas cuantas caricias más y prácticamente se enfocó solamente en Sirius, lo que
dejaba únicamente a Ryoku y Spero en la “conversación” que era nula.
− ¿Y qué hiciste en tu día libre? – Preguntó
Spero nervioso.
− Caminar. – Respondió
Ryoku cortante.
− Ya veo… que interesante. – Dijo Spero con una
risa nerviosa, Ryoku era una mujer algo difícil.
Dejó salir un suspiro, y entonces se quitó el
yelmo.
− Me incomoda mucho, así que solo cuéntalo. –
Dijo con unos ojos muertos.
− ¿Qué cosa? – Preguntó Spero.
− Lo de antes, el por qué están así de sucios.
–
− Oh, eso. – Reaccionó Spero.
No le tomó mucho tiempo el contar la historia,
ya que no era realmente larga, después de todo había sucedido realmente rápido.
− Impresionante. – Dijo Ryoku. ¿” Impresionante”?
− ¿A qué te refieres? – Preguntó Spero.
− Me impresiona como siempre se las arreglan
para estar en medio de un desastre y no morir, bueno en especial tú. –
Respondió Ryoku. Bueno, tiene mucha
razón, pero no es como si lo buscara.
− “Mala suerte” podría decirse. – Dijo Spero
con una leve risa.
− Va más allá de eso, prácticamente estas a
punto de morir en cada misión, y ahora incluso en la ciudad. – Recalcó Ryoku. – Me pediste ayuda en tu grupo, y siento que vas a morir antes de
cumplir cualquier cosa que busques. –
− Bueno, quizá así sea. –Respondió Spero riendo levemente.
− ¿De qué te ríes? Es algo serio, deberías ir a
ver a un especialista, quizá y estas maldito o algo parecido. –
Maldito…
− Quizá y lo este. – Respondió Spero con una
mirada triste. – Algunas veces ha pasado eso por mi cabeza. –
Y la situación, tras haberse aligerado un poco,
se volvió a tensar.
− ¡Aquí están! – Gritó nuevamente una voz
femenina. – Sabia que los encontraría en este lugar. –
Y una persona más llegó al lugar, esta vez era
Susan.
− Oh, Susan, tiempo sin verte. – Aunque te miramos hace poco.
− Así que si eran ustedes chicos. – Dijo Susan
con una expresión de preocupación. – Los mire allá atrás en la biblioteca,
quería detenerme a ver si estaban bien, pero… el deber es primero. Sin embargo,
no pude dejar de pensar en ello, así que vine esperando encontrarlos, ¿Cómo están?
–
− Un poco mejor. – Dijo Spero. − ¿Qué hay de
ti, Allen? –
− Mucho mejor, gracias por la preocupación. –
Respondió Allen inclinando un poco la cabeza hacia Susan.
− Me alegro de que estén bien. – Dijo Susan
poniendo su palma derecha en el pecho y soltando un leve suspiro. − ¿Y quién es
esta linda chica? –
Ciertamente es linda.
− Mi nombre es Ryoku. – Respondió Ryoku por su
cuenta. – Un gusto conocerla. –
No dudo ni un poco. A diferencia de ellos, supo
instantáneamente que se trataba de una mujer con una complexión algo varonil. ¿Intuición femenina?
− Oh, mucho gusto, soy Susan. – Se presentó con
una sonrisa. − ¿Y que es suya? ¿Novia de alguno de ustedes dos? –
− Claro que no. – Respondió Ryoku casi al
instante.
− ¡Exacto, ellos ya están comprometido! – Gritó
desde el fondo Sam cargando la comida que habían ordenado.
¿Cuándo accedí?
− Solamente es una compañera de equipo. – Dijo
Spero ignorando las palabras de Sam.
− Ya veo, disculpa la rudeza. – Dijo Susan.
− Solo no lo repita. – Dijo Ryoku. – Aunque no
es gran problema. –
− Listo, aquí esta lo que ordenaron. – Dijo Sam
poniendo los platillos sobre la mesa. – Y tu chica… No vayas a intentar
robárnoslo. –
− Ya le dije que no. – Insistió un poco más
molesta Ryoku.
− ¿Puedo tomar este? – Preguntó Allen tomando
un platillo.
− Claro. – Respondió Spero. – Provecho. –
Y Allen comenzó a comer.
− Yo tomare esto. – Dijo Ryoku tomando su
platillo. Claro…
− Yo volveré a la cocina. – Dijo Sam. − ¿O
quieren que me quede a cenar con ustedes? –
− ¡Sam mi orden! – Gritó otro comensal.
− Bueno, será otro dia, me llaman. – Dijo Sam
sin esperar respuesta.
− Gracias por la comida. – Dijo Spero
despidiéndolo. − ¿Qué hay de ti Susan, no quieres cenar con nosotros? –
− Bueno, la verdad es que hay algo que quiero
hablar con ustedes. – Respondió Susan.
− ¿Qué sucede? – Preguntó Spero haciendo
espacio para que Susan tomara asiento, y tomó igualmente un platillo. Ahora que lo pienso. − ¿No estas con
Shawn hoy? –
− A eso iba. – Respondió Susan tomando asiento.
– Esta fuera por cosas del trabajo. –
− ¿Algo importante? – Preguntó Spero.
− Algo así. – Respondió Susan. – Con los
recientes disturbios en la ciudad, se le encomendó verificar el estado de las
demás ciudades. Queremos identificar si es un problema grande o solamente de
esta ciudad. –
− ¿Shawn? – Preguntó Ryoku. A diferencia de
Allen, era más activa en la conversación, pese a su mal carácter.
− Mi esposo. –
Respondió Susan. – Y
bueno, me pidió que les dijera algo. –
− ¿Qué cosa? – Preguntó Spero. – Le debo una,
así que no hay problema. –
− Verán… − Ya estaban más involucrados de lo
que pensaba. – Quería pedir su ayuda para… infiltrarse en el Ojo de la verdad.
−
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