La Profecía del Héroe - Capitulo 29: ¡CRUZARON LA LINEA!


− Puedo entender a lo que te refieres, Susan. – Respondió Spero. – Sin embargo, tanto yo como Ryoku, quitando el hecho de que posiblemente no le interese y Shawn no la tenía en cuenta, no creo que contemos con las habilidades necesarias para hacer tal trabajo. –
− ¿Me estas subestimando? – Preguntó Ryoku molesta.
− N-No… − Respondió Spero cohibido apartando la mirada. – Lo que solo nos deja como posible candidato a Allen, y aún recuerdo que Shawn lo quería para su trabajo. –
− No quería decirlo de esa forma. – Dijo Susan. – Pero, ahora que lo mencionas… es a Allen quien busca Shawn. –
Lo sabía.
− Por mi parte no puedo hablar por él, bueno, si puedo, pero no lo hare, no hare que haga algo que en realidad no quiere hacer. – Respondió Spero. – Así que, si realmente lo necesitan, deben preguntarlo a él. –
− Lo entiendo. – Dijo Susan un tanto apenada. – Shawn me había dicho que lo hablara contigo, primeramente, pero veo que tengo que hacer directamente la propuesta a él. –
Allen había escuchado todo, pero no había dado su opinión al respecto. Se centró en su comida y esperó hasta que se dirigieran a él directamente.
− ¿Qué te parece? – Preguntó Susan a Allen con una sonrisa. − ¿Podrías ayudarnos con ello? –
− Me niego. – Respondió Allen rotundamente. – No recibo ordenes de nadie que no sea Spero. –
Era de esperarse.
− Ya lo escuchaste. – Complementó Spero. – Me seria de utilidad si Allen entrara a la organización, ya que igualmente tengo unos cuantos asuntos que tratar con ellos, pero por otro lado… no quiero que haga nada riesgoso que pueda ponerlo en peligro por algo que yo pida. Así que al igual que él, no estoy de acuerdo. –
− Entiendo que hay riesgo. – Respondió Susan. – Pero deberías pensar en las demás personas, si esto se sale de control, puede que su discurso de no dañar a la gente desaparezca y tomen vidas de inocentes. –
− Claro que me preocupa. – Dijo Spero. – No hago lo que hago por dinero, claro que es de mucha ayuda, pero principalmente quiero rendir tributo a mi amigo. Sin embargo, no puedo mandar a un amigo mío por su cuenta a una misión de la que puede que no vuelva. Entiendo que la organización es relativamente nueva, pero eso no significa que no sea peligrosa, su crecimiento desproporcional y su radicalismo… no puedo fiarme a ciegas. –
Comprendía bien la situación en la que se encontraba Susan. Ella más que nadie de los presentes estaba teniendo problemas con la organización. Los constantes disturbios probablemente la tenían realmente ocupada y estresada.
De la misma manera Shawn, quien tenía un cargo aún más exigente. Tener que estar separado de su pareja por constantes viajes, y aún más con los atentados por parte de una organización en crecimiento. Tener que estar al cargo de que las demás ciudades estén en un buen estado y evitar que los gobernantes hagan mal uso de su poder. Claro que lo comprendo.
Susan no parecía que fuera a desistir, podía notarlo en sus ojos.
− No pido que desmantelen la organización, sé que eso es prácticamente imposible. – Continuó Susan. – Solamente necesitamos información, encontrar a su líder y hacer que paren antes de que algo peor suceda. –
Su líder…
− No es mucho, pero quizá pueda darte algo de información en cambio. – Dijo Spero.
− Cualquier cosa es de ayuda. – Respondió Susan.
− Veras… ya asistimos a una reunión antes, lo cual me recuerda que posiblemente sea aún más difícil infiltrarse, digo, ya conocen nuestros rostros. –
− Podrían usar maquillaje y hacer algunos cambios de apariencia, de eso no hay problema. – Sugirió Susan.
− Prometí no hacer nada de eso nuevamente. – Dijo Allen por su parte seriamente. – Y no pienso romper mi promesa. –
¿Aún lo recuerda? Aunque solo le dije que no se vistiera de mujer.
− Eso sí sería un problema. – Dijo Susan. – Pero bueno… continua. –
− Claro. – Continuó Spero. – La vez que asistimos a la reunión no era más que simple propaganda conspiranoica, no había mucha organización y solo asistieron unas cuantas personas. Se podría decir que asistimos a lo que dio inicio a lo que conocemos ahora como “Ojo de la Verdad” aunque antes no se llamaban de ninguna forma, pero puedo suponerlo. –
− Ya veo… − había captado totalmente la atención de Susan.
− Fue ahí cuando escuchamos algo interesante. – Continuó Spero. – Los presentes, más que nada el que los reunió, no conocían al líder, y él no decía ni parecía serlo. Sin embargo, hablaba como si lo hubiera conocido en algún momento y lo cautivó con sus palabras. No tiene mucha relevancia, a decir verdad, pero me pareció interesante el que el líder no se presentara, y no dudo que siga funcionando de la misma manera. –
− Ahora que lo mencionas, algo así sucedió esta tarde. – Interrumpió Susan. – Llevamos al sujeto que se adjudicó la explosión a la sala de interrogación e intentamos que nos diera tanta información como pudiera, pero solamente repetía cosas como que él era solamente un “esbirro” y que no sabía nada. Se aferró a que no conocía al líder y no parecía mentir, pero aun así creia en él totalmente. “Él nos mira a todos, pero nadie lo mira a él.” Decía algo así. –
− Así que estoy en lo cierto. – Asintió Spero. – Pero lo extraño viene ahora. –
Aunque no es algo seguro.
− Escucho. – Dijo Susan.
− En la misma reunión había una persona peculiar, su nombre era “Hank” – Continuó Spero. – Tenia una actitud extraña, sonreía y tenía la mirada algo perdida, pero eso no era lo importante. Él mismo se adjudicó todo, se autoproclamó como el líder de todos ellos, que había sido él quien inició todo. Aún tengo dudas sobre si creer o no en él, pero… sinceramente me parece algo extraño, como si en verdad supiera algo, no parecía estar mintiendo del todo. –
Susan, se recargó en la silla y rascó su barbilla, como si estuviera analizando lo que le había dicho Spero.
− ¿Tienes una descripción?  − Preguntó Susan.
− Cabello corto, negro y edad media. – Respondió Spero.
− ¿Solo eso? – Preguntó Susan algo inconforme. – Es muy poco como para movilizarnos, una buena parte de la población cumple con los mismos requisitos. –
− No había nada más, solamente eso. – Respondió Spero igualmente inconforme. – Su nombre y su apariencia es lo único que sabemos, aunque no resalta mucho, sé que si lo vuelvo a mirar puedo reconocerlo. –
− No podemos llevar a toda persona que cumpla con esas características sin razón, son demasiadas. – Dijo Susan.
− Suena a que es un hablador. – Interrumpió Ryoku.
− ¿Mmh? – Reaccionó Spero. − ¿A qué te refieres? –
− ¿Qué haría en ese lugar si no iba a actuar como el líder? – Preguntó Ryoku. – No le encuentro sentido a ello, también ¿Por qué te diría a ti todo eso? Sé que tienes una suerte realmente mala, pero, no creo que tanto como para que te encuentres con el líder por casualidad. –
− Y-Yo tampoco creí del todo en lo que me dijo. – Respondió Spero. – Pero… eso es lo que pasó, incluso parecía como que predijo que venían los guardias segundos antes. –
− Me sigue pareciendo muy irreal. – Recalcó Ryoku. – Se acredita mucho, demasiado. Mover tal cantidad de gente sin dinero o algo realmente importante, debería tener una habilidad para hablar increíblemente alta. –
− No puedo asegurarlo tampoco, pero ciertamente dijo algo como “Es muy conveniente lo fácil que creen en mi”. – Dijo Spero.
− Sigue siendo muy ambiguo – Interrumpió Susan. – No podemos hacer nada con ello lamentablemente. Aun si lográramos atraparlo, puede que como dice tu compañera, termine siendo un simple hablador. –
Ya lo sé…
− Aunque es más probable que sea solo un hablador, tendríamos que decir es un cincuenta cincuenta. – Añadió Ryoku.
No parecían estar progresando nada, y era de esperar con la poca información que tenían al respecto.
No era como si a Spero no le importara lo que estaba sucediendo como para oponerse, simplemente no le agradaba la idea de poner en riesgo a su amigo por sus necesidades, siempre y cuando él no lo deseara, no lo obligaría a hacer nada. Quiero que sea independiente en sus decisiones.
− ¿Podrías reconsiderar la propuesta? – Preguntó Susan a Allen insistiendo.
− No tiene caso. – Respondió Allen fríamente.
− Deberías pensarlo un poco más, es por un bien mayor. – Dijo curiosamente Ryoku.
− No me interesa la gente de esta ciudad. – Respondió Allen con una mirada indiferente.
Allen no parecía mentir, pero Spero estaba al tanto de que sus palabras no eran del todo ciertas, de lo contrario nunca hubiera brindado su ayuda. Tenía un tipo de aprecio hacia los niños y animales, por lo que igualmente debía importarle lo que pudiera sucederles a ellos. Pero no parecía que fuera a salir de la idea por su cuenta. Y es mejor así.
− No sacarás nada de él. – Dijo Spero. – Puedo hacerte una propuesta en cambio. –
− ¿Una propuesta? – Preguntó Susan interesada.
− Sigo en contra de que entre en cosas riesgosas, pero aun así es bueno para recabar información por sus propios métodos. – Dijo Spero orgulloso de Allen. – Tengo unos asuntos pendientes con dicha organización igualmente, así que… si encontramos algo de información que sea de utilidad, te lo hare saber lo más pronto posible. –
Susan dejo salir un leve suspiro, aceptando su derrota.
− Supongo que es todo lo que puedo obtener por ahora. – Dijo Susan haciendo una pausa. Dio un pequeño golpe a la mesa y se puso de pie. – Supongo que es todo por hoy, tengo que ir a patrullar un poco más y luego a dormir. Hazme saber si llegan a cambiar de opinión al respecto, su ayuda siempre será bien recibida. –
Susan se despidió amablemente y dejó el bar sin siquiera cenar un poco.
Spero estaba un tanto apenado por no haber podido ayudarla, pero nada iba a cambiar su posición. Estaba bien si hubieran requerido únicamente su ayuda, pero al involucrar a alguien más, y pedir principalmente la ayuda de Allen… no podía aceptarlo. Primero están ellos, y luego yo.
− ¿Estas bien con eso? – Preguntó Ryoku.
− No del todo. – Respondió Spero. – Pero no hay nada que podamos hacer. –
− Ya lo dijo antes, él lo hará si se lo pides. – Recalcó Ryoku apuntando a Allen. − ¿O me equivoco? –
− Siempre y cuando sea por parte de Spero, lo hare. – Respondió Allen.
− No me sorprendería que estuvieran en un tipo extraño de relación. – Dijo Ryoku con una expresión de incomodidad y desagrado. − Pero ¿quién soy yo para juzgarlos? –
− Aclarando lo primero, no tenemos ninguna relación extraña. – Dijo Spero. – Y segundo… ¿Acaso tu…? –
− Claro que no. – Respondió Ryoku algo molesta. − ¿Qué tipo de persona crees que soy? –
− L-Lo mismo me pregunto… − Susurró Spero para sí mismo.
− ¡Pude escucharlo! – Gritó Ryoku fuertemente y aún más molesta. – Poco me importa lo que pienses de mí. –
− N-No lo tomes de esa manera. – Trato de reparar el error cohibido. – No pienso nada mal de ti, solamente que… tu sabes… n-no conozco mucho de ti, a eso me refería. –
− ¿Quieres conocerme más? – Preguntó Ryoku curiosa.
¿Cómo debería responder? Piensa en el bien del equipo, primeramente.
− Creo que sería útil, una buena comunicación entre compañeros es esencial… c-creo… −
Ryoku soltó el pedazo de pollo que estaba comiendo y se recargó en su silla, miró fijamente a Spero entre cerrando los ojos. No podía asegurar si es que estaba molesta o estaba pensando en algo, fuera lo que fuera, ponía realmente incómodo y nervioso a Spero.
− ¿No es lo correcto primero presentarse uno mismo? – Preguntó Ryoku seriamente.
¿Solo eso? Lo había pasado por alto, pero en cierta forma era verdad. A parte de su nombre y el de Allen… ¿Realmente habían tenido una conversación? Claro que no…
− S-Supongo que tienes razón. – Respondió Spero. – Aunque no creo que haya mucho que pueda contarte. –
− No me interesa realmente, pero eres tú quien quiere que nos conozcamos más por el “bien” del grupo, que sinceramente no lo veo al caso. – Dijo Ryoku. – Hago mi parte, él hace su parte e incluso tú haces tú parte, terminas moribundo, pero lo haces. ¿O acaso tienes alguna queja sobre como hago las cosas? –
Un par… sí.
Spero temía que si decía algo todo terminara, la actitud de Ryoku era extraña. Parecía ser alguien con quien podías hablar normalmente, luego alguien de carácter duro, y a final de cuentas… solamente lo confundía más.
Pese a que hablaba con seriedad y parecía abierta a escuchar, sabía que no era del todo así. Su forma de decirlo y como actuaba decía unas tantas cosas más. Como si estuviera esperando a que Spero hiciera una queja para objetar directamente y atacarlo sin piedad.
Esa era más o menos la idea que tenía Spero de cómo era que se turnaría tal conversación, la idea de conocerse más era una simple fachada para abandonarlos, para exponer sus disgustos y acabar con todo de una vez. No puedo permitirme perderla en este momento.
Pese a su actitud extraña y necedad al actuar, seguía siendo alguien de suma importancia para lo que hacían. Sin ella no podrían salir fuera nuevamente, Sky lo hostigaría para que consiguiera a otra persona y eso llevaría tiempo. Encontrar a alguien que tuviera su misma resistencia y pudiera llenar el hueco era igualmente difícil, podría atribuirle todo a la suerte, puesto que realmente tenia a alguien prometedora frente a él.
− ¿Entonces? – Puso más presión. − ¿No tienes nada que decir? –
Pero si seguía posponiendo las cosas, el peor resultado podría presentarse.
− A-Ahora que lo dices… − Tomó algo de valor, tenía que aprovechar la extraña situación. – Hay unas cuantas cosas que quería comentarte. –
− ¿Oh? – Ryoku tenía una mirada como si estuviera frente a alguien inferior. − Con que eso era... ¿Y? ¿Qué es lo que esperas? Dilo. –
Spero tomó nuevamente valor, dio un trago grande de saliva, bebió un poco de agua y entonces, la encaró.
− N-No es realmente una queja. – Comenzó Spero. Realmente no era una queja. – Solamente me preocupo por ti. –
− ¿Por qué deberías? – Preguntó Ryoku a la defensiva. − ¿Acaso piensas que necesito que me protejas? –
− No, no, no. – Intentó evitar que se saliera de control rápidamente. – Todo lo contrario, siento que tú eres como… ¡Nuestro escudo! –
− Entiendo… − Respondió Ryoku rascándose la barbilla. – Solo sirvo para recibir golpes. –
¿Por qué lo toma por el lado malo? ¿Por qué es tan difícil hablar con ella?
− N-No, no es a lo que me refiero. – Intentó nuevamente arreglar las cosas. – Veras… tu… esto… mmh… eres… demonios, no sé qué debería decirte. –
− No es necesario que digas nada. – Interrumpió Ryoku. – No me importa lo que pienses de mí. –
Se aferró nuevamente a sus ideas. ¿No tiene caso lo que diga? Si fuera un poco más… A su cabeza volvió el recuerdo de cuando conoció a Allen y su versión mujer. Era tan… agradable. Todo lo contrario, a lo que estaba frente a él.
Si así van a terminar las cosas, supongo que lo dejare por ahora…
− Igualmente quería hablarte de otras cosas. – Continuó Spero tomándose un respiro. – Son un par de cosas más, y solamente quiero saber si te interesa. –
− Solo dilo. – Dejó salir un suspiro.
− Hemos estado trabajando con un enano herrero, lamento no habértelo comentado antes. – Dijo Spero.
− Ya me preguntaba de donde sacabas esas extrañas armas, aunque no ganábamos lo suficiente para ello. – Una observación que no se esperaba de ella. − ¿Y? ¿Qué hay con ello? –
− Sé que te has negado a usar armas, y no tengo… bueno, si tengo un problema con ello, pero… es únicamente tu decisión y no siento que deba indagar en ello. – Continuó Spero algo nervioso. – Pero tu armadura se está desgastando, y bueno… el diseño es algo grande para… una mujer. –
− No tengo problemas con ello. – Respondió Ryoku casi instantáneamente.
− B-Bueno, aunque no tengas problemas con el diseño… debe estar desgastándose, digo, usualmente recibes todo de frente, lo cual se me sorprende que no haya roto ya tu armadura y… a lo que voy es, que el enano, por cierto, su nombre es Fraud, estaría contento de darte una nueva armadura, es parte de su investigación, por lo que no cobraría nada. –
− Me agrada mi armadura actual. – No retrocedía ni un poco.
− S-Si… pero no va a durar mucho más… después de tantos golpes, aun con tan buena calidad… tu sabes, puedes terminar lastimándote. – Insistió Spero. – P-Pero… si te aferras a tu armadura… creo que igualmente podría darle un mantenimiento.
Ryoku se recargó nuevamente sobre su silla y se dispuso a pensar en la oferta de Spero, o eso parecía. Aunque dudo que acepte.
− Acepto. – Respondió Ryoku. ¿Qué? – La verdad es que últimamente se ha agrietado mi armadura, pese a que le tengo algo de cariño… lo mejor sería cambiarla, y mejor aún si es una herrería de enanos… y gratis. Así que por esta ocasión hare caso de tu consejo. –
− Y-Ya… − No podía creérselo. – I-Igualmente puede darte un nuevo escudo. –
Ryoku hizo una extraña expresión y apartó un poco la mirada, algo inusual en ella.
− N-No… creo que el escudo está bien. – Dijo en voz baja. – Aunque tiene una pequeña abolladura, pero no es mucho. –
− Lo siento por eso. – Dijo Spero bajando la cabeza. – Es culpa mía. –
− ¿Por qué te disculpas? – Preguntó Ryoku confundida. – Puede que este abollado, pero es solamente algo pequeño. Es resistente, ha recibido tantos golpes que me sorprende aún no se haya roto, y al mismo tiempo… ¿Qué diablos te atacó para que provocara eso? –
− Si… − Spero miro a otro lado con pena. – Esa abolladura la hice yo. –
¿Por qué me apena decirlo?
− ¿Tu lo hiciste? – Preguntó Ryoku asombrada.
− S-Si… − Respondió Spero nervioso.
− Así que… fuiste tú… era algo de esperarse… − Susurró Ryoku para sí misma.
− ¿Mmh? – Reaccionó Spero. – A-Así que no hay problema, puedes cambiarlo si así lo quieres, solamente de que hables con Fraud, claro. –
− Lo consideraré. – Era más de lo que Spero esperaba. – Y… ¿Qué era la otra cosa de la que querías hablar? –
Casi lo olvidaba. Pese a que solamente él y quizá Allen eran los que iban a buscar aprender medicina, aunque sea lo más básico de lo básico, quería informar a Ryoku, era parte del equipo y tenía el derecho de saberlo.
Quizá y hasta le interese aprender igualmente.
− Ahora que hablamos sobre cambiar el equipamiento… − Comenzó Spero. – Conocimos a un elfo en la explosión, su nombre es Hendry y tiene habilidades curativas, accedió a enseñarnos unas cuantas cosas sobre medicinas, así que… ¿Te interesaría aprender igualmente? –
− No me interesa. – Respondió Ryoku tranquilamente. – Pero aprecio la oferta. –
¿A que vino la amabilidad de ahora?
Realmente no lograba entender a Ryoku, pero quizá era mejor de esa manera, mientras todo funcionara como debía y aceptara las propuestas importantes.
− Viendo cómo van las cosas, no te obligaré a usar un arma si no quieres, siento que es suficiente por ahora. – Dijo Spero alegremente. – Aunque no es como si pudiera obligarte. −
− Veras… − Parecía que quería decir algo, pero se detuvo antes de hacerlo. – No, no es nada. –
Sin decir nada más, guardaron silencio para terminar su comida, pero esta vez no era un silencio incomodo, puesto que parecía que se habían arreglado un tanto las cosas. Más bien, habían terminado de una forma favorable para Spero.
Que aceptara ir a ver a Fraud era un gran avance, una armadura nueva para Ryoku era algo bueno, así aun sin armas, no se preocuparía tanto por ella. Debería pedir una yo igualmente.
Se llegó tarde la noche, y Spero decidió que era hora de ponerle fin al todo. Se despidió de Ryoku quien extrañamente también lo hizo, Allen tomó a Sirius y lo llevó con ellos. Era hora de descansar tras un día tan ajetreado.
− No quiero obligarte a aprender algo que quizá no te interese, así que dime Allen. – Habló Spero. − ¿Quieres aprender medicina? No me importa si solamente soy yo. –
− Si eso me ayuda a serte más de utilidad, lo hare. – Respondió Allen.
− Ya eres realmente útil. – Afirmó Spero. – No sé qué habría hecho sin tu ayuda. –
Sentía como si fuera la primera vez que reconocía la utilidad de Allen. Todo había iniciado de una manera tan problemática y extraña, pero poco a poco… se había ganado su confianza. Pese a todo lo que dije…
Llegaron a la posada, aun no habían comprado una propiedad en la ciudad. Como habían discutido antes, no lo miraban necesario, el pago por la estancia era barata, y no era como si estuvieran todo el día en la ciudad. Desde que comenzaron a tomar misiones, estaban más tiempo fuera que nunca, su vida era recorrer de un lugar a otro y las constantes batallas.
Y aun así… no he aprendido nada. Después de la explosión, los conocimientos de que podría haber obtenido de dicho lugar… se habían esfumado. Ahora más que nunca, necesitaba a un elfo consigo, alguien que le pudiera proporcionar la información del nuevo mundo.
Conocía a uno que le atraía añadir, pero… solamente era del mismo día y ya era mucho con que accediera a enseñarles algo de medicina. Si obtenemos los recursos, igualmente podríamos ahorrarnos algo de dinero y trabajo a Sky.
Había hecho tantas cosas en un solo día, y muchas cosas rondaban en su cabeza. Sera mejor que duerma cuanto antes.
La duda de quién estaba detrás de todo seguía al aire, y cuando pensaba que quizá las ambigüedades del búho le podrían ser útiles… no había aparecido más.
Desde la última vez que le había repetido constantemente que se preparará, no lo había visto más en sus sueños. La duda sobre quién o qué era persistía. Su interés en conocer a Spero y como constantemente repetía eso mismo… le atraía en cierto modo. Pero poco conocía del nuevo mundo, no podía andar más sin rumbo, y aun había muchas cosas que hacer en dicho lugar.
Pero por ahora a dormir.
La noche paso como cualquier otra, en un parpadeo. Sin sueños con el búho, no había mucho que destacar o pensar de lo que pasaba en su cabeza durante los sueños, era una simple noche más que había pasado.
− Nada ha cambiado. − ¿Pero que iba a cambiar de un día para otro?
Empezó el día como cualquier otro. Recordó que no avisó a Ryoku que ese día igualmente no saldrían de misión, puesto que tenía que encontrarse con Hendry para estudiar un poco de medicina, quería aprender lo que pudiera al menos ese día, aunque sentía que ella lo había entendido, y en el mejor de los casos, estaría en la herrería de Fraud revisando su armadura.
Allen lo esperaba fuera de su habitación, como era de costumbre, se había hecho una rutina del día a día. Esta vez estaba Sirius junto a él, tenían planeado visitar igualmente a Fraud ese día para ver si había terminado la armadura para Sirius, pero era muy temprano para hacerlo.
− Deberíamos comer algo primero. – Sugirió Spero.
− ¿Alguna fruta? – Preguntó Allen. – Podríamos ir a al bazar. –
Una buena opción, nada como empezar el día con una comida ligera que llené de energía. Aunque llevaba mucho tiempo en la ciudad, Spero no solía visitar el bazar, era siempre Allen quien más concurría dicho lugar.
De ese modo, era por así decirlo, una buena experiencia para Spero el ir igualmente, deducía que de dicho lugar era de donde siempre sacaba su información, y nada mejor que mirar directamente de un experto el cómo hacerlo. Era una esponja que buscaba conocimiento.
¿Una manzana? ¿Quizá un plátano? Mejor un durazno. No podía decidirse entre la gran cantidad de frutas que estaban a la venta.
− ¿Qué pedirás tú? – Preguntó a Allen.
Allen miraba fijamente la selección de frutas, tampoco podía decidirse del todo.
Su economía era estable, por lo que podían pagar lo que fuera, incluso si decidían comprar unas cuantas en vez de solamente una, pero… gastar dinero sin razón no era la mejor idea.
Ser indeciso era parte de la forma de ser de Spero, pero en dicho momento, igualmente estaba afectando a Allen. Era una decisión simple, pero por alguna razón, se lo tomaban con la seriedad suficiente como si su vida dependiera de ello.
− No… lo… se… − Respondió Allen concentrado.
En cambio, Sirius se adelantó a la sección de carnes. Algunas ocasiones Allen lo llevaba consigo, por lo que la gente parecía conocerlo, no era como si hubiera muchos perros en los alrededores de todos modos.
El dueño de un puesto de carnes ofreció un buen trozo a Sirius, quien lo tomó con confianza y se dispuso a desayunar. Lo pagaré en un momento. Aunque nadie se lo había pedido.
− Al demonio, llevare una manzana. – Se decidió Spero.
Había escuchado que la manzana tenía muchos beneficios para el organismo, por lo que podía ser que había elegido correctamente. Aunque solamente era una fruta.
− Yo llevaré lo mismo. – Pidió Allen, decantándose por la opción que había elegido Spero igualmente.
El aire era fresco, digno de una maravillosa mañana.
Gracias a la manzana, se sentía lleno de energías para empezar, aunque aún era temprano para ir con Hendry o Fraud. ¿Qué debería hacer?
Creo que debería… Hacer algo que no había hecho desde que había llegado a la ciudad, comprar algo de ropa.
Solía usar lo mismo todos los días, lavándolos constantemente, y ahora con una buena capital, podía costearse algo mejor. ¿Qué hay de Allen? Él en especial solía mirarse impecable, pese a que lavaban siempre sus cambios de ropa en el mismo lugar y prácticamente al mismo tiempo, siempre resaltaba más él. ¿Genética? Lo superaba en muchos ámbitos, más de los que le gustaría admitir.
− ¿Conoces algún sastre? – Preguntó Spero a Allen.
− Cerca de aquí hay uno. – Respondió Allen de una forma familiar. – Suelo pasar por su local y me impresiona sus buenos trabajos, no tiene mucha clientela, pero ciertamente lo hace bien a mi parecer. –
Si lo recomiendas a tal punto…
− ¿Te parece si buscamos unas cuantas prendas? – Sugirió Spero tranquilamente. – Estas se están desgastando, y bueno, ya es hora de que cambiemos un poco nuestra vestimenta. –
− No tengo problema con ello. – Respondió Allen. − ¿Pero no estás muy tranquilo? –
− Claro, es un buen día. – Respondió Spero. – No podemos hacer mucho por ahora, así que estar tensos sin razón no viene al caso. –
− Claro… − Dijo Allen algo curioso.
− Además… − Continuó Spero acercándose a Allen para susurrarle algo al oído. – Pensé que sería mejor si no llamáramos tanto la atención. No soy bueno en eso de recabar información, por lo que tampoco quiero serte un estorbo. 
− ¿Estorbo? – Preguntó Allen confundido. – No hay problema con ello, si lo que quieres es información... solamente hay que estar atentos a cualquier cosa. –
Suena como todo un profesional… aunque lo es.
Atendieron a la sastrería que Allen había mencionado, y ciertamente eran unas de muy buena calidad, podía sentirlo al entrar en contacto con ellas. Tan suaves al tacto… El sastre era un elfo, parecían tener una buena afinidad para esas cosas, no parecía ser de un material extraño, solamente era un trabajo impecable.
− Llevare un par de camisas y un par de pantalones. – Dijo Spero. − ¿Qué hay de ti, Allen? –
− Llevare lo mismo. – Respondió Allen algo distraído.
El precio total fue realmente barato, 2 simples oros. Mucho más que equipamiento, pese a ser un trabajo de gran calidad.
− Vuelva pronto. – Dijo el Elfo con un poco de dificultad y una sonrisa.
Mientras que Spero tomó todo por su cuenta.
Allen seguía un tanto distraído, y no era solamente él. Sirius olfateaba algo, giraba su cabeza a todos lados, pero sin hacer el mas mínimo ruido.
− ¿Pasa algo? – Preguntó Spero con una sonrisa, se sentía realmente fresco.
− Hay algo extraño. – Señaló Allen sin apartar su mirada de los alrededores.
− ¿Qué cosa? – Preguntó Spero confundido. – Todo parece normal para mí. –
Y ciertamente así era, no había caos ni alboroto por ningún lugar, solamente personas realizando sus compras y comerciantes anunciando sus productos.
− Hace poco escuché algo, igualmente Sirius. – Señaló Allen. – Algo… no esta bien. –
− ¿No lo habrás imaginado? – Preguntó Spero incrédulo. – Todo parece bien para mí. –
Tras un preocupante silencio, todo dio un giro.
− ¡Ayuda! – Gritó una mujer. – Alguien… ¡Alguien ayude por favor! –
Los gritos desesperados de la mujer atrajeron la atención de Spero. Así que tenía razón. Allen había acertado, y por alguna razón, su mirada se había vuelto fría y cortante.
− Vamos. – Dijo Spero. – Hay que ayudarla. –
Pese a que no sabía que era lo que pasaba.
Allen guardó silencio y corrió junto a Spero, la mujer los guío a ellos y a un grupo de personas hacia el lugar.
Sus manos no dejaban de temblar; caminaba lento; su respiración era entre cortada y fuerte; parecía estar a punto de llorar. Todo era realmente sospechoso y preocupante.
Llegados cerca de un callejón la mujer se detuvo; alzó su índice y apuntó directamente a él cubriéndose la boca con la palma de su mano, cayó de rodillas y se cubrió con ambos brazos, no podía caminar más.
Una parte del grupo de personas se quedaron junto a ella, se encontraba aterrorizada. Mientras que Allen y Spero se dirigieron al callejón.
Allen seguía con su mirada fría, como si supiera que era lo que estaba pasando, lo que le preocupaba aún más a Spero, quien no sabía que era lo que había en aquel lugar, temía por lo que encontraría.
Quien diría que un día tan tranquilo… terminaría tan abruptamente.
¿Por qué? Fue lo único que se pudo preguntar Spero en aquel momento.
Frente a ellos, en aquel callejón… estaba el cuerpo de una mujer desnuda, pero no cualquier cuerpo de mujer; su complexión se asimilaba más a la de un varón, pero… ciertamente no lo era.
Había múltiples cicatrices en su cuerpo, estaba cubierta de sangre y no se movía ni un centímetro. Una pierna, su pierna derecha… le había sido arrebatada, y como si fuera por arte de magia, la herida había cerrado. En su estómago… una gran cicatriz; en sus brazos múltiples cortes; en su pierna restante de igual manera más cortes; su cuello tenia marcas de estrangulamiento; sus hombros habían sido perforados en múltiples ocasiones. No fue solamente su pierna lo que le fue arrebatada, su rostro igualmente tenia marcas de golpes, moretones alrededor de sus ojos, o bueno… el que quedaba de ellos. Uno de sus ojos había sido extraído, no quedaba más que un hueco en su lugar; y de aquel hueco, un pequeño canal se había formado, un canal hecho por las lágrimas derramadas. Toda herida parecía ser reciente, la sangre lo delataba. Aun con eso… habían sido sanadas, pero con solo mirar el estado… sabía que no el dolor no había sido curado.
Un sentimiento de impotencia recorrió el cuerpo de Spero, crujía con fuerza sus dientes; apretaba con fuerza sus puños, y liberó toda la frustración en una de las paredes, haciendo una pequeña grieta en ella, lastimando severamente su mano.
 ¿Por qué? Se volvió a preguntar.
Allen bajó su mirada, por alguna extraña razón, parecía sentirse de una manera parecida.
Sirius… parecía comprender todo lo que sucedía, bajo su cabeza y se recostó sobre el suelo, su mirada ahora si parecía tener tristeza.
− ¡POR QUÉ! – Gritó Spero al aire. – Ella… ¡ELLA NO HIZO NADA MALO! Si solo… si solo la hubiera accedido anoche… ella… −
La mujer que se encontraba frente a ellos… era Susan.
Allen alzó su mirada y se acercó al cuerpo de Susan. Spero solamente apartó la mirada, era una imagen que no quería quedara grabada en su memoria, no podía aceptar como había terminado, algo dentro de él crujía y hervía con fervor.
− Aun respira… − Dijo Allen silenciosamente. – Hay que llevarla a que la traten. –
− No, así no lo haremos. – Respondió Spero.
Tomó parte de la ropa que había comprado y la rasgó sin importarle que fueran nuevas. Se acercó a Susan; con una parte limpió la sangre de su cuerpo con delicadeza; una vez terminó, con un par más de ropa limpia, cubrió el cuerpo de Susan amablemente. Con solo mirar su estado, y lo que le habían arrebatado… se llenaba aún más de coraje.
− No dejare que recorra la ciudad de tal forma. – Dijo Spero lleno de furia.
Tomó en sus brazos a Susan y la alzó con fuerza como si fuera una princesa durmiente.
− La llevaremos a que la traten. – Dijo Spero con una mirada seria. – Y una vez acabemos… −
La furia de Spero estaba en un alto nivel, en su mente resonaban unas palabras. Pero la razón de su molestia estaba plasmada frente a él. No hay duda.
En el callejón no solamente se encontraba una mujer lastimada e inconsciente. El perpetrador había dejado una nota, una nota marcada con la sangre de su víctima, a la vista de todas las personas.
“Todo aquel que este con ellos, es igual de culpable. Los haremos pagar a todos.”
− Iremos por ellos. –
− Entendido. – Respondió Allen con una mirada fría.
Habían cruzado la línea, habían llegado demasiado lejos, y fue ahí cuando Spero recordó unas palabras.
“Es muy conveniente, lo fácil que creen en mí.”

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