La Profecía del Héroe - Capitulo 32: Discusion nocturna


− ¿Cuál es el plan? – Preguntó Allen atentamente.
− ¿Plan? – Respondió Spero confundido.
− ¿No tienes uno? – Reiteró Allen. – ¿Cómo piensas hacer que Hank se presente, entre y todo salga bien? –
− Deje un mensaje al tabernero, parece ser conocido de Hank por la forma en que hablaban entre ellos. – Respondió Spero. – Shawn dijo que se encargaría de hacernos entrar y en lo demás… se podría decir que tengo algo pensado. –
No lo había pensado a fondo, quería creer mayormente en las palabras de Hank sobre su posición en torno al caos que se estaba formando. No parecía ser una persona que mintiera, pero eso era únicamente creer en alguien que estaba destruyendo la ciudad por una razón algo estúpida. Pero si era verdad, la forma que le proponían para terminar con todo… era demasiado conveniente como para que se negara o intentara otro movimiento. Aunque no me descuidaré del todo.
− Primero vayamos con Fraud, hace cerca de una semana que no reportamos nada y debe estar preocupado. – Pensaba decírselo a Allen, pero primero quería pensarlo un poco mejor.
− Entiendo. – Respondió Allen y comenzaron a caminar.
Otra de las razones para ir a donde Fraud, era la armadura de Sirius.
Allen no había acudido a su herrería en los últimos días, por lo que posiblemente solo estaba haciendo montón en su local. Dejarla ahí no era algo educado después de haberla hecho bajo encargo, y menos aún al ser sus socios en todo ese meollo.
Aunque la situación no les había permitido simplemente dejar de lado lo que estaban haciendo para ir a donde Fraud. Tampoco habían podido degustar de la deliciosa comida de Sam en su restaurant, a duras penas comían unas cuantas cosas de bajo precio, puesto que no tenían una forma de reponer el dinero que gastarían en esos días inactivos. Tenían suficiente dinero para sobrellevarlo, pero gastar descuidadamente sin pensar en el futuro los podía llevar a la ruina, o ponerlos en una situación difícil cuando en verdad lo necesitaran.
Pero quizá todo eso termine hoy.
− Pero miren a quienes tenemos aquí. – Dijo un enano molesto detrás de un mostrador. – Se supone que somos socios y terminan desapareciendo por una semana sin previo aviso. –
Más que preocupado… está molesto.
− L-Lo lamento… supongo. – Dijo Spero.
− ¿Supones? – Preguntó Fraud golpeando con molestia el mostrador. – ¡Me encargaste hacer esa armadura para perro y nunca más apareciste! Pensé que habían muerto o algo peor. –
− ¿Algo peor? –
− Si, como huir o algo así. –
− ¿Por qué sería algo peor que huyéramos? –
− Porque si hubieran muerto, tendría una respuesta clara. – Respondió Fraud encogiendo los hombros. – Pero si hubieran huido, el daño emocional que dejarían en mí, no me hubiera permitido confiar en nadie más. –
Por alguna extraña razón, lo decía como si fuera una adolecente herida mientras apartaba su mirada y apretaba con fuerza su pecho; su voz era masculina, pero era el tono lo que lo hacía parecer extraño. Pensé que ya iba a dejar de hacer eso…
Pero de cierta forma, sentía que esa era la forma en la que Fraud demostraba su felicidad en cuanto saber que ellos estaban bien. Sus palabras eran… revitalizantes, la forma en que temía que se fueran, demostraba que eran importantes para él.
− Gracias por preocuparte, Fraud. – Dijo Spero con una sonrisa.
− ¿Q-Quien se preocupa por ti…? T-tonto… − Dijo Fraud cruzando los brazos y apartando la mirada.
− Pero ya enserio, deja eso, es aterrador. –
A lo que Fraud solamente sonrió y dejó salir una carcajada.
Fraud se alejó del mostrador y pasó a la parte trasera, lugar donde hacia sus trabajos de herrería, y al cabo de un momento, volvió, cargando consigo lo que parecía ser una masa de placas empalmadas.
− Aquí esta lo que me pidieron. – Dijo Fraud dejando caerlo sobre el mostrador.
Lo que fue sorprendente, que, aun siendo una masa de placas metálicas, no causo mucho más ruido que el de los metales chocando entre sí; no alzó polvo como uno lo esperaría, y no era debido a que el mostrador estuviera realmente limpio.
− ¿Qué es eso? – Preguntó Spero torpemente.
− Lo que me pediste, la armadura para tu perro. – Respondió Fraud. – O la del perro de él, la verdad, no importa quién sea el dueño, es la armadura para el perro que los acompaña. –
− Su nombre es Sirius. – Dijo Allen sin expresión alguna.
− ¿Mmh? – Reaccionó Fraud sin molestia u ofensa. –Es verdad, gracias por aclararlo. Incluso a los animales hay que tenerles respeto, no por nada tienen un nombre, y así que es Sirius. Entonces, tengo la armadura de Sirius. –
− Oh, entiendo. – Dijo Spero algo nervioso. Menos mal no lo tomó a mal. − ¿Qué tanto te debemos? –
No quería creer que, al ser socios, todo iba a ser gratis, quizá un descuento vendría bien, pero regalado era algo muy fuera de sus expectativas.
− Veamos… − Y Fraud se puso pensativo. – La armadura es un nuevo diseño; cabe decir que nunca antes había hecho algo como esto, pero dados los materiales que utilice, entre los cuales algunos eran un tanto… valiosos, debería pensarlo. Es un nuevo diseño, pero es ergonómico, la masa de placas empalmadas es para dejar que Sirius tenga movilidad y a su vez pueda evitar ser perforado por flechas; cubre sus piernas por los laterales, pero no están ajustadas al frente para que no reduzca tampoco la movilidad; no quise incluir casco ya que evitaría que abriera el hocico; y para terminar… es ligera, puse un tanto más de empeño en ello, así que el peso no es problema para él. –
Había pensado en más cosas de lo que esperaban, la armadura cubría únicamente los laterales de las piernas y el torso, mas no la cabeza o posteriores, y, de todas formas, seguía siendo increíblemente perfecta. Aunque en cuanto a la movilidad… no es como que Sirius se mueva mucho.
– ¿Y cuánto será el precio? – Insistió Spero algo nervioso, temía que fuera un precio que no pudiera pagar, aun tras pedirlo de antemano.
– Déjame pensarlo un poco más. – El silencio lo estaba matando. – Será… ¿gratis? –
¿Gratis?
– No, no, no puedo dejarlo así. – Continuó pensando. ¿no puedes? – Lo tengo. –
Y alzó su pulgar. ¿Lo tiene?
– El precio será… – Haciendo nuevamente una pausa. – Que me avisen cuando hagan algo estúpido o vayan a desaparecer por varios días. –
– ¿Solo eso? – Dijo Spero sorprendido. – ¿Estás seguro? –
– Somos socios después de todo, es lo menos que puedo hacer por ustedes. – Respondió Fraud alegremente.
Era más de lo que esperaba, simplemente había superado sus expectativas. No sentía que con solo usar sus armas y ser “sujetos de prueba” fuera suficiente, seguían teniendo más beneficio ellos. Aunque quizá eso era lo que decían de los enanos, amaban tanto su herrería que estaban bien con solo poder seguir desarrollando.
Conveniente, pero no debían depender de ello. Aunque demostraba de esa forma su apoyo, no podían simplemente depender de él todo el tiempo, era algo realmente bueno, pero… Spero esperaba poder pagarlo por cuenta propia, tener deudas no era algo bueno.
– Agradezco la amabilidad. – Dijo Spero dando la armadura a Allen. – Y te aseguro que algún día te lo pagaremos. –
– No te preocupes por ello, suficiente es que se jueguen sus vidas con mis prototipos. – Insistió Fraud. – Y hablando de prototipos… ¿Qué tal esta la lanza que te di? ¿Aún no la rompes?
– Quería hablarte al respecto. – Dijo Spero. – Ayer recibí un golpe con ella… sé que no es un escudo, pero fue inevitable, y quería cerciorarme de que no vaya a quebrarse cuando esté en peligro. –
– Dame acá. – Y Fraud extendió su palma.
Spero tomó su lanza y la dio a Fraud, quien nuevamente fue a la herrería, y al cabo de unos cuantos segundos, comenzaron a escucharse martillazos. Se habrá puesto a trabajar.
Spero aprovechó el momento para hablar con Allen, no tenía la certeza de si Fraud tardaría o iba a ser un trabajo corto, pero era el momento indicado para decirle su parte en el plan de esa noche.
– Hace poco me preguntaste si es que tenía un plan. – Mencionó Spero.
– Así es. – Respondió Allen. – ¿Lo tienes? ¿O iremos a ciegas? No tengo problema con ninguno de los dos, al final siempre sale todo bien. –
En cierta forma Allen tenía razón, al final todo les había salido de una u otra forma “bien”, con heridas, pero vivos y cumpliendo el objetivo. Pero era momento de cambiar eso, e intentar no salir heridos, por lo que tenía en mente un plan.
– No es algo muy elaborado, pero… quiero creer en sus palabras. – Dijo Spero. – Hank… él dijo que no era partidario de la violencia, y por alguna razón… siento que es verdad, siento que sus palabras son sinceras, y estoy en un conflicto con ello, por un lado, quiero creer, pero por otro miro alrededor y simplemente no puedo hacerlo. –
Después de todo… todo ha sido su culpa.
– Y si decido creer… – Continuó Spero. – Todo puede terminar esta noche. –
– Yo creeré en ti y la decisión que tomes. – Dijo Allen. – Así que adelante, di el plan y yo lo seguiré, sea cual sea el desenlace, lo enfrentaremos. –
Spero apreciaba mucho la ciega fe que Allen tenía en él, lo motivaba en cierta forma a seguir adelante. Tener a alguien apoyándote… era algo que no se podía describir más que como “felicidad”, pero esa misma fe le preocupaba. No había olvidado su prioridad, el bienestar de sus compañeros, por lo que, si alguien debía arriesgarse, sería únicamente él.
– Esta bien, el plan es… – Continuó Spero seriamente. – Yo entraré con Hank. –
– ¿Tu solo? – Preguntó Allen.
– Si, y claro, Shawn, quien es quien nos hará entrar en primera instancia. – Respondió Spero.
– ¿Y qué hare yo? – Preguntó Allen.
– Tu trabajo podría ser aún más importante que el mío, y por lo tanto lo dejaré a tu decisión si es que quieres hacerlo. No dudo de que puedas, la verdad, creo que eres el único que podría. – Dijo Spero confiando en Allen. – Quiero que hagas el trabajo de reconocimiento. –
– No tengo problema con ningún rol, incluso podría ser tu escudo humano. – Dijo Allen.
– No digas eso, no me gusta que pienses de esa manera. – Respondió Spero algo molesto. – Debes… apreciarte más, apreciar tu vida. –
– Yo… –
– Es por eso que lo dejaré a tu discreción, no solo digas que sí, piénsalo un poco por favor. – Interrumpió Spero. – El trabajo de reconocimiento será el más importante de esta misión. Incluso temo que sea de lo más peligroso. –
– … –
– Como encargado de reconocimiento quiero que lleves contigo a Sirius. – Indicó Spero. – La ciudad es grande, pero el lugar de la reunión parece no serlo tanto. Sirius será vital, quiero que revisen los alrededores en búsqueda de explosivos o personas sospechosas, aunque quiero creer en que Hank no hará nada, debemos tener un respaldo. Pero no quiero que mates a nadie, sería un problema justificarlo, y tampoco quiero que salgas herido, por lo que si encuentras algún sospechoso o algún explosivo que no puedas detener, corre lejos de ahí. –
– ¿Qué hay de ti? – Preguntó Allen preocupado. – Si Hank preparó de antemano algo o lo está haciendo ahora… si la explosión te atrapa, tu… –
– No hay certeza en que vaya a suceder eso, y espero que no. – Respondió Spero. – Pero aun así si sucede algo… solo confía en que estaré bien, de alguna forma siempre salgo vivo. –
– … – No parecía estar del todo conforme. – Preferiría entrar con ustedes… pero si no hay otra forma, entonces hare el trabajo de reconocimiento. –
– Muchísimas gracias. – Respondió Spero alegremente.
– ¡Listo! – Gritó Fraud desde la herrería.
¿Mmh?
Y entonces volvió cargando un par de cosas, entre las cuales estaba la lanza de Spero.
– Me sorprende, esta lanza es más resistente de lo que parece. – Dijo Fraud entregándole la lanza a Spero. – Pero aun así no es un escudo, no la uses como tal. –
– Ya… – Respondió Spero apenado. – Entonces no hay nada mal con ella? –
– Todo está bien. – Dijo Fraud. – ¿Te gusto el arma? Puedo hacer una mejor si quieres. –
– Por el momento estoy bien con esto. – Respondió Spero. No quiero abusar de su amabilidad.
– Bueno, bueno, igual probaré unas cuantas cosas. – Insistió Fraud por su cuenta.
Dejó caer un par de cosas en el mostrador, y entonces miró a ambos.
– Les tengo unos regalos. – Dijo Fraud. – Pese a que se fueron sin decir nada… bueno, en realidad fue idea de aquella chica, no le robaré el crédito. –
¿Aquella chica?
– ¿Cuál chica? ¿Regalos? –
– Una pregunta a la vez. – Dijo Fraud. – En realidad no son regalos, bueno, sí lo son, pero no en ese sentido. –
– ¿Lo son o no? –
– ¿Los quieres o no? –
– … –
– Exacto. – Dijo Fraud. – Para Spero… ¡Un yelmo! –
¿Un yelmo?
– Toma. – Dijo Fraud extendiendo el yelmo hacia Spero. – Esa chica, la de la gran armadura, su compañera, vino el otro día y me pidió unas mejoras para su armadura. –
Se sentía un tanto feliz de que a fin de cuentas decidiera visitar a Fraud por un cambio de armadura, después de todo, era por su bienestar. Pero no la vi usándola.
– ¿Una nueva armadura? – Preguntó Spero.
– Si, la terminé esta mañana. – Respondió Fraud. – Vino por ella esta mañana. –
Entonces es reciente.
– Cierto, en lo que estaba. – Continuó Fraud. – Vino por un cambio en su armadura, y me pidió igualmente que te hiciera un yelmo, lo que igual pensaba hacer, digo, pueden ser algo incomodos, pero son necesarios... –
Dejo de escuchar después de “pidió que te hiciera un yelmo”, era algo que no podía simplemente creer. La Ryoku que conocía no era ese tipo de persona, ciertamente había cambiado un tanto su actitud el día anterior, pero… ¿A tal punto? Preocuparse por él no era algo que mirara posible, para ello debía prestar atención y comprender las necesidades de los demás… aunque quizá estaba pensándolo de más. ¿La subestimé?
¿Y habrá influido en el diseño? Tomó el yelmo, y misteriosamente era hecho a la medida, aun cuando Fraud no había pedido las medidas; el diseño no era muy extravagante, era un yelmo que cubría todo el rostro, con la adición de una visera en la parte frontal. Aunque… Si había algo que destacar del yelmo, era un pico que sobresalía del lado derecho, en donde se situaba la frente, simulando un… cuerno. Spero tuvo sus dudas, la visera perdía sentido si había un metal que evitara elevarla, pero estaba diseñado para que esta tuviera una ranura compresible que se escondía al entrar en contacto con el cuerno. Pero aun así es muy…
– ¿Te gustó? – Preguntó Fraud con una gran sonrisa. – no es por presumir, pero… pensé que iba con tu imagen, y supongo te debes preguntar sobre como supe tus medidas. Es una respuesta simple, años de experiencia, cuando tienes tanto tiempo en esto… –
Y nuevamente lo dejo de escuchar cuando escuchó “Pensé que iba con tu imagen”. ¿Es que me miro como un tipo de demonio? Bueno, solo nos diferenciaban… los cuernos.  Pero seguía siendo un diseño agradable para él; su armadura estaba un tanto fuera de lugar en cuestión al yelmo, pero… a fin de cuentas era un regalo.
– … Y así es como aprendes a medir un cráneo con la pura vista. – Terminó de hablar.
– Gracias nuevamente, Fraud. – Dijo Spero, aun sin haber escuchado nada de lo que dijo.
– No hay de que socio, vuelve en unos días, te tendré una armadura nueva también. – ¿Una nueva armadura? ¿Qué tanto piensa hacer? – Y ahora… el regalo del otro chico. –
Incluso había tenía un regalo para Allen.
– Esto no fue petición de la chica, pero igual pensé vendría bien. – Aclaró Fraud. – ¡Un par de dagas! –
Incluso venían guardadas en unas fundas, que tenían un tipo de cintos para amarrarse a alguna parte del cuerpo.
– Pensé en una Katana, pero no parece ser muy diestro con ella aún. – Continuó Fraud. – Y miré sus dagas, están algo viejas y no son de muy buena calidad, pero debo decir que me excedí con lo que hice. –
– Gracias. – Dijo Allen seriamente y agradeciendo con la cabeza.
– Bueno, te explicaré. – Fraud tomó las dagas y las sacó de su funda. – No te las puedo dar si no te digo su función. Es simple, muy simple. Veras, son dos funciones, cuentan con todo lo básico de un enano, resistencia, poco peso y mucho filo; pero lo que diferencia a estas dagas es… –
El diseño de la daga era una regular; filo curveado, por un lado, y plano por el otro; el mango igualmente estaba algo curveado y parecía ser de una madera muy finamente pulida en espiral, lo único extraño, era la base de este. Fraud lo presionó apuntado a la pared y… la hoja salió disparada.
– ¡Ta-da! – Dijo Fraud como si presentara el arma. – Hoja arrojadiza a presión, y… –
Presionó nuevamente la base y volvió a donde el mango con rapidez; no se miraba a simple vista, pero tanto el mango como la hoja estaban conectados por un fino cable.
– Y también… – Parecía que aun había un truco más.
Tomó de la parte más baja del mango, lo giró un poco e hizo como si lanzara; la mayor parte del mango fue lanzado junto a la hoja. Interesante. Y al igual que antes, todo volvió cuando presionó la base, conectado por ese fino cable.
– Puedes usarlo como se te plazca. – Dijo Fraud devolviendo las dagas a su funda, para posteriormente dárselas a Allen. – Deja que tu creatividad vuele. Y no te preocupes por el cable, puede parecer fino, pero necesitas una fuerza inhumana para romperlo, no te diré que está hecho, pero te aseguro que no se romperá. –
– Ya veo… – Dijo Allen mirando las dagas. – Puedo estrangular a alguien con el cable. –
¿Eso? Después de todo, parecía ajustarse a él.
Eran… cosas pensadas especialmente para cada uno de ellos, hechas a medida y de una forma que no parecían ser prototipos de nada; invirtió de su propia mano para hacerlos, y como había pensado todo este tiempo… Es más de lo que esperaba.
– No tengo forma de agradecerte, Fraud. – Dijo Spero.
– ¿Cuánto más piensas seguir con eso? Es lo único que has dicho en todo el rato. – Dijo Fraud. – Te digo que no hay problema, en vez de decir “No tengo, bla bla bla”, deberías decir: “Espero poder seguir ayudándote”. Es lo único que quiero escuchar. –
Era una forma muy amable de pensar.
– Pero, ¿Sabes qué? – Continuó Fraud. – Estoy harto de escucharte disculparte, así que mejor ya váyanse, ya les di sus cosas y de nada me sirven aquí, solo ahuyentan a mis clientes, chu chu, largo. –
Aunque solía bromear actuando como una adolecente, parecía estar un tanto apenado por lo que había dicho antes, tanto que los sacó del local dándoles sus cosas.
Cerró la puerta en sus caras, y segundos después la volvió a abrir. “Vuelve en unos días por la armadura” Dijo Fraud y nuevamente cerró la puerta.
Que se le va a hacer.
Fuera de la herrería y con nuevas adquisiciones, solo quedaba algo más que hacer. Hora de hacer frente a Ryoku.
No sabía del todo como hablar con ella; la noche anterior había sido amable y un tanto comprensiva, pero no quitaba el hecho de que ellos la habían excluido sin dar información, y peor aún, la habían privado de poder siquiera salir de la ciudad.
Aun así, ella se tomó la molestia de pensar en él y las necesidades del equipo, obtuvo una nueva armadura pese a que al inicio se negaba siquiera a cooperar, e incluso pidió con anticipación un yelmo para Spero. ¿Y que se supone que le diga? ¿bastará con unas gracias?
Medio día se acercaba y estaban un poco lejos, así que se puso en marcha.
Las cosas seguían un tanto agitadas en los alrededores, solo había pasado un día y la gente seguía un tanto temerosa; aunque ese día no hubo heridos, no querían bajar la guardia.
Todo lo contrario, sucedía en la sala de misiones. Gente entrando y saliendo, era inicio de semana y empezaban con todo. Menos mal hoy no saldremos. Lograr que un recepcionista aprobara la misión era un caos, gente empujaba y gritaba; otros peleaban por quien había tocado primero el papel.
Y si había algo fuera de lo normal, era Sky, quien extrañamente… estaba trabajando. Tenía una fila llena de gente, la cual era la más tranquila al parecer, tomaba su tiempo, leía bien lo que había en el papel y entonces acababa con el aventurero de turno.
Giró su cabeza hacia ellos e hizo una expresión de sorpresa, pero esta vez no detuvo su trabajo. Miró nuevamente hacia ellos, e hizo una señal de que esperaran.
– Tendremos que esperar. – Indicó Spero y tomó asiento.
Allen miró a los alrededores, como si buscara algo.
– ¿Dónde se llevará acabo la reunión? – Preguntó Allen.
– Si mal no entendí… a unas cuantas calles de aquí, es un edificio grande. – Respondió Spero con algo de duda.
– Entiendo… – Miró nuevamente a los alrededores y entonces, tomó a Sirius consigo. – Iré a trabajar. –
– ¿Tan pronto? –
– Si planea hacer algo, quizá puedo evitarlo desde ahora. –
– Ya veo… – Evitarlo en vez de detenerlo… – Esta bien, te lo encargo, y Allen… –
– ¿Si? –
– Ten cuidado. –
– Claro. –
Y Allen dejó la sala junto a Sirius. Supongo que ahora estoy solo.
Pese a que había sido Ryoku quien lo había citado a ese lugar temprano… no estaba ahí. Algo se le habrá presentado.
El tiempo pasaba, los aventureros disminuían, al igual que la carga de trabajo sobre Sky, quien inesperadamente estaba tranquila. ¿Debería pedir un deseo? Y Spero estaba absorto en sus pensamientos, era la primera vez que estaba tanto tiempo solamente sentado, era relajante, pero a la vez algo desesperante, simplemente no estaba acostumbrado a ello.
Y finalmente, Sky terminó. Se acercó hacia Spero, con una expresión seria, no como usualmente saludaba.
– Hola. – Dijo Sky, algo inesperado.
– ¿Hola? – Dijo Spero confundido.
– ¿No esta Ryo contigo? – Preguntó Sky.
– ¿Ryo? – Preguntó Spero.
– Ryoku. – Respondió Sky seriamente. – Ha estado buscándolos desde hace casi una semana. –
– Oh… me la encontré ayer, fue ella quien me citó aquí. – Dijo Spero. – ¿Por qué la seriedad? –
– Estoy molesta. – Respondió Sky sin demostrar molestia.
– ¿Molesta? – Preguntó Spero. – No pareces estarlo, ¿Y por qué lo estarías? –
Sky parpadeó lento, ladeó su cabeza y miró nuevamente a Spero.
– ¿No lo parezco? – Preguntó Sky. – Ya veo… lo entiendo, pero… ¿” Por qué lo estarías”? ¿Me preguntas algo como eso? ¿En serio no lo sabes? –
– Yo… – No se enteraba del todo.
– Eso me molesta aún más. – Y su expresión cambio a una de molestia finalmente. – Desapareces sin decir nada, haces preocupar a Ryo y te apareces nuevamente como si nada… obviamente estaré molesta, temí que hubieras muerto… –
¿Tan preocupada estaba…?
– Temí que hubieras muerto… – Recalcó nuevamente bajando su mirada y haciendo una pausa. – ¡Antes de que yo te matara! –
Alzó su mirada y estaba realmente molesta, de no ser por la armadura, posiblemente le hubiera asestado un fuerte golpe.
– Desapareces sin decirme nada… ¿Qué esperabas? ¿Qué te recibiera como sin nada? – Insistió Sky. – Eres un adulto, puedes hacer lo que quieras, pero… si vas a irte, al menos avísanos para no preocuparnos por ti. –
Más que molestia, demostraba preocupación, una preocupación sincera, algo que no podía reclamarle incluso si decidía golpearlo fuertemente en el rostro. Solo habían sido unos días, pero en una situación tan complicada, y con la suerte que Spero tenía… solamente se podía esperar lo peor.
– Lo siento… – Dijo Spero bajando la cabeza.
– ¿Qué? – Preguntó Sky aun molesta. – Dilo más fuerte. –
– Lo siento. – Dijo Spero nuevamente, esta vez más fuerte.
– ¡Mas fuerte! – Gritó Sky. –
– ¡Lo siento! – Gritó Spero.
– Ahora ponte de rodillas y pide perdón. – Dijo Sky.
– ¿Ah? – Spero alzó su cabeza de golpe con extrañeza. – Estas bromeando… ¿Cierto? –
– ¿Por qué bromearía? – Respondió Sky con una mirada de odio. – De rodillas. –
Maldición… No miraba otra salida.
Con temor y tembloroso, bajó lentamente su pierna derecha; crujía los dientes y cerró sus ojos; bajó la pierna izquierda, y estaba completamente de rodillas, a su merced. Otra vez no…
– Lo sí… –
– ¿Llegó? – Interrumpió una voz femenina.
– Está aquí arrodillado – Respondió Sky. – Te dije que lo haría si lo presionaba. –
¿eh? Spero abrió los ojos y miró hacia arriba; ahí estaba Sky con una sonrisa petulante de oreja a oreja, y a su lado una persona con una gran armadura. ¿Ryoku? No podía ser nadie más.
Una gran armadura, como Ryoku prefería. La forma no era fácilmente descriptible, pero se podía definir como “Que cubría hasta el último punto de su cuerpo”, donde se necesitaba flexibilidad, había malla; y donde era vital, duro metal; las hombreras resaltadas, imponentes como ningunas otras; y lo más característico, los costados de las grebas. A diferencia de su armadura anterior, que solamente se destacaba por su tamaño, esta contaba con una tela saliendo desde las grebas, en ambos lados, al frente y posterior, una tela roja con un par de líneas blancas hasta el final.
– ¿Ryoku? – Preguntó Spero, aun dudoso, puesto que no podía ver su rostro.
Ahora que lo noto. Su yelmo tenía un parecido al de Spero, era un diseño similar, pero lo más parecido era… el cuerno. Al igual que Spero, su yelmo contaba con un cuerpo en la frente, pero a diferencia de Spero, estaba en su lado izquierdo.
– ¿Quién más podría ser? – Preguntó Ryoku en respuesta.
– Ya puedes ponerte de pie. – Indicó Sky, y Spero tomó la palabra.
– ¿Ya no estas molesta? – Preguntó tontamente Spero.
– Claro que lo estoy, tanto que no quiero hablar contigo por un tiempo. – Respondió Sky cruzando los brazos y apartando la mirada. – O al menos por hoy. –
No sabía si eso era bueno o malo.
– Pero… –
– ¡Nada, no me hables! – Interrumpió Sky antes de que terminara su oración. – Todo tuyo Ryo, golpéalo fuerte si es necesario. –
Y sin decir más, se dio media vuelta y volvió a su lugar. Dirigía su mirada hacia él en repetidas ocasiones, para luego solamente apartarla como si lo despreciara. Por alguna razón duele.
– Hey. – Llamó Ryoku.
Cierto, que venía por ella.
– Te lo explicaré todo. – Indicó Spero a Ryoku, sin esperar a saber que era lo que quería.
– No me interesa. – Respondió Ryoku. – Más o menos entiendo lo que sucedió, y no necesitas explicar nada.
¿No le interesa? Como siempre, era difícil saber que era lo que pensaba.
– Mmh… entonces… ¿P-Para que me llamaste? – Preguntó Spero confundido.
– Presiento que harás algo tonto, y hay posibilidades de que desaparezcas nuevamente. – Respondió Ryoku.
– No… hoy solamente… –
– Así que. – Impuso su palabra. – Te acompañaré. –
¿Acompañarme?
– N-No es necesario… hoy solamente… –
– ¡Sin peros! – Insistió Ryoku. – No me quedaré fuera, tú me pediste unirme a este grupo, así que hasta que decida irme o mueras, no puedo dejar que desaparezcas nuevamente. –
– L-Lo entiendo… – No lo dejaba siquiera terminar una oración. – Hoy es la última noche, espero… digo, hoy esperamos terminar con el asunto, así que no hay necesidad de que… ¿Cómo decirlo? No hay necesidad de que te pongas en peligro. –
– Así que será algo peligroso. – Intuyó Ryoku. – Mejor aún, si harás algo peligroso… quiero estar a tu lado. –
A-A… ¿A mi lado? Lo había entendido mal.
– ¿S-S-Segura? – No podía dejar de tartamudear.
– Claro, así si mueres podre cerciorarme de ello y podré notificarlo. – ¿ah? – De lo contrario no estaría segura y podrías simplemente irte nuevamente, lo que sería un problema. –
Lo había entendido todo realmente mal, era todo lo contrario a lo que pensaba.
– Ya… ya veo… – Respondió Spero algo desanimado.
A vistas de que no podría hacer que Ryoku desistiera de su elección… terminó aceptando. Si el peor de los casos se presentaba, usaría su propia vida para cubrirla y hacerla salir a salvo, de una u otra forma.
– Seria algo como escolta, ¿no? – Spero intentaba explicarle como iba a ser lo de esa noche.
– Algo así. – Parecía comprender la idea en general.
– ¿Y qué haremos hasta la hora? – No pasaba más de mediodía.
– No queda más que esperar. – Respondió Spero, tomando asiento nuevamente.
– Ya veo, avísame cuando sea hora. – Indicó Ryoku.
Se alejó de Spero, caminó hacia Sky y se dispusieron a platicar entre ellas. Por alguna razón, tenían una buena comunicación. Lo había notado desde que Sky se refirió a Ryoku como Ryo; aun habiendo sido solamente un par de días… su amistad había florecido, y por cómo se miraba que hablaban, parecían llevarse bien.
Solo nuevamente…
Ryoku no estaba obligada a hablar con él, y tampoco era como si tuviera un tema de conversación, pero en cierta forma… se sentía solo. Y lo estaría por un par de horas hasta que llegara la noche. Sin un lugar a donde ir, Spero pasó el resto del día en ese asiento.
Es tan… estresante. Pasaron las horas más lento de lo que esperaba, más pesadas de lo que uno pensaría. Pero al parecer para Ryoku, no había sido más que un instante.
– ¿Ya es hora? – Preguntó Ryoku despreocupada.
– Si… vayamos por Hank… – Respondió Spero desanimado.
Moverse tras tantas horas de no hacer nada… era reconfortante.
– ¿Dónde estará? – Preguntó Ryoku durante el camino.
– Si todo sale bien, debe estar esperando en el bar. – Respondió Spero.
No había seguridad de que así fuera, pero tenía el presentimiento de que así seria. Era después de todo era una oferta tentadora, tanto para atacar como para intentar persuadirlos y hacer que pidieran las disculpas que buscaba. Fuera cual fuera lo que buscara, estaba listo para entrar en acción, o eso pensaba y esperaba.
El camino era silencioso, no había tema de conversación, y Ryoku no parecía tampoco tener razones para iniciarlo.
¿Estará molesta? Pensaba que ya no lo estaba, puesto que había aclarado las cosas un día antes, pero como había sido el día… no le extrañaría. Después de todo, hoy todos están molestos conmigo.
Pero la molestia era debido a la preocupación que sentían por ellos, lo que le recordó algo reconfortante, la amabilidad que siempre venia hacia él. Y es por eso mismo, que acabaré con esto…
– Así que ya es hora. – Dijo una voz misteriosa desde atrás.
Spero alerta, giró rápidamente y ahí… estaba Hank, con su típica sonrisa.
– ¿Qué haces aquí? – Preguntó Spero sin bajar la guardia, era muy sospechoso que él fuera a ellos.
– Ya terminé mis asuntos en el bar, así que decidí adelantarme. – Respondió Hank.
– ¿Es él? – Preguntó Ryoku.
– Si. – Respondió Spero.
– ¿Entonces? ¿Nos vamos? – Preguntó Hank. – Pero, antes que nada, quiero darte las gracias por esta oportunidad. –
– Solo… quiero terminar con esto. – Respondió Spero un tanto molesto.
– No te preocupes. – Dijo Hank con su sonrisa. – Sin importar lo que pase, esta noche pararé. –
Spero estaba un tanto dudoso… no sabía cómo tomar tales palabras, eran una amenaza o… algo más. Solo puedo confiar en Allen.
Hank no dijo nada más, al igual que Ryoku quien guardaba silencio, pero daba cada paso con algo de precaución. Escoltaban a la persona con más poder del momento, y solamente esbozaba una sonrisa tranquila. No me da una buena vibra.
Parecía que Hank tenía un problema para caminar, miraba a todos lados y en ocasiones se tambaleaba un poco; sostenía con fuerza su bastón y daba cada paso apoyado en él. Una parte de Spero, la parte bondadosa, quería ayudar a Hank, pero su parte fría decía que no debía hacerlo, podía ser un simple truco para aprovecharse de la situación.
El camino fue pesado y algo estresante, no podía dejar de estar alerta y con algo de temor con que fueran emboscados repentinamente. Pensándolo bien, ahora que estoy en la situación, creo que no fue la mejor idea. No pensó en todas las posibilidades, si Spero aparentaba tal poder como para hacer una audiencia directamente con el gobernador, podían secuestrarlo y usarlo como medio para negociaciones, o simplemente podían matarlo para mandar un mensaje, había muchas posibilidades, y no había considerado ni una de ellas.
Para bien o para mal, nada de eso sucedió en el camino.
Shawn los esperaba en la entrada, algo ansioso al respecto. Spero sentía como si pudiera leer sus pensamientos, lo que no era algo difícil. Posiblemente quiere volver cuanto antes con Susan.
– Esta noche no hay mucha seguridad. – Susurró Shawn a Spero.
Ryoku se había quedado atrás cuidando a Hank.
– ¿Enserio? – Preguntó Spero sorprendido y nervioso. – ¿Qué haremos si sale mal? –
– De eso te encargaras tú. – Respondió Shawn seriamente. – Sé que dijo que no importaba si él moría, que todo seguiría igual, pero si las cosas se complican… usa la fuerza para amenazar si alguien irrumpe. Y recuerda revisar que no porte ningún arma. –
– Entendido. –
Spero procedió a revisar a Hank, quien no se resistió lo mas mínimo.
– ¿Listo? – Preguntó Hank una vez terminó Spero. – ¿hay algo fuera de lugar? –
– No, nada. – Respondió Spero.
No encontró ningún tipo de arma, solamente era él y su ropa.
– Entremos. –
Como había indicado Shawn, la seguridad era mínima, lo que era ya de por si extraño, era un lugar importante, y con los problemas que había en la ciudad, no parecía ser la mejor elección.
Quizá por ser Shawn quien escoltaba al frente, ningún guardia detuvo a los que lo acompañaban, solamente abrían paso y se mantenían firmes.
Y entonces, llegaron a la sala principal. Era un lugar amplio, no tanto como una sala del trono, pero lo suficiente como para albergar una gran cantidad de personas. Al frente, estaban dos escalones; en el primero había dos escritorios con dos sillas cada uno de ellos, separados por unos cuantos centímetros, pero nadie sentado frente a ellos; y en el escalón superior… otro escritorio más elevado, el lugar que parecía ser del jefe.
– Veo que ya llegaste, Shawn. – Dijo una voz grave y masculina.
Una persona estaba sentada hasta arriba en el último escritorio, era de donde provenía la voz, era quien parecía ser el líder. Y es mi primera vez conociendo al gobernador. Eran simples conjeturas, pero el contexto lo aclaraba, era obvio que era él.
Spero entre cerró los ojos para aclarar su visión, y tras el escritorio, esta esa persona. No puede ser… Era el mismísimo jefe de la milicia, el bastardo que había utilizado como una herramienta a Ciel, la persona que actuó como si estuviera dolido tras aquella batalla, la persona que se suponía terminó con la paz por la que lucharon. Ese bastardo… Era idéntico a como lo recordaba, quizá su físico había cambiado un poco, parecía más robusto; su cara era más dura; su cabello era más gris, eran los efectos de la edad, pero sin duda era él.
– Tengo el reporte de las ciudades que visité, no pude hacer el recorrido completo por… cuestiones personales. – Dijo Shawn apenado apartando la mirada.
– Lo entiendo, no hay problema. – Respondió el jefe con un tono comprensivo. – Siempre has hecho tu mejor esfuerzo, así que no hay problema con lo sucedido, es algo que no pudo prevenirse. –
– Gracias. – Dijo Shawn haciendo una reverencia.
– Y ahora que lo veo… vienes con un par de amigos. – Señaló el jefe. – ¿Quiénes son ellos? –
– Vera, ellos son… –
– Supongo que no me conoces, pero yo a ti si, Asmund. –  Dijo Hank dando un paso al frente.
– Bueno, soy el gobernador de la ciudad, no hago gala de presencia regularmente, pero dada tu edad, supongo deberías conocerme. – Respondió Asmund confirmando las sospechas de Spero, increíblemente con una gran tranquilidad. – Pero eso genera otra pregunta, ¿Qué es lo que necesitas de mí? –
¿Una fachada? Su actitud tranquila no era algo que pareciera ir con él, algo estaba mal, definitivamente mal. Ese tipo no puede ser el mismo que conocí.
Pero lo más preocupante, era el tono de Hank, quien no perdía su sonrisa, sus palabras se escuchaban duras. No denotaba intenciones de atacar, pero las palabras podían ser el detonante perfecto para incitar a que ellos lo iniciaran.
– Buena pregunta. – Señaló Hank. – Claramente vengo con un objetivo, y quizá te sea inconveniente, pero supongo es lo justo. –
– ¿Lo justo? – Preguntó Asmund. – ¿Acaso te debo algo? –
Hank soltó una leve risa y miró hacia Asmund.
– A mí no me debes nada, por supuesto. – Respondió Hank. – Pero a ellos le debes la vida, les debes todo lo que les arrebataste, y es por eso que vengo a cobrarlo por ellos que ya no pueden. –
– ¿Ellos? – Preguntó Asmund confundido.
– La gente de central, mis amigos, familia, conocidos y todos aquellos que alguna vez me demostraron amabilidad, aquellos que ustedes asesinaron. – ¿Qué?
Hank ya lo había dicho con anterioridad, que culpaba a los altos mandos por lo sucedido en central, pero… añadió más a su propósito, a su razón. Lo que buscaba no era una simple disculpa, era una historia de venganza.
– Al parecer sabes algo. – Señaló Asmund. – ¿Qué te hace pensar que fue nuestra culpa lo sucedido en central? –
Y Hank rio nuevamente.
– Asmund, se más de lo que debería. – Respondió Hank con una sonrisa fría.
Por un segundo, una milésima de segundo, la expresión de Asmund titubeó y cambió. ¿Acertó en algo? Pero no tardó en volver a fingir ignorancia, con una estúpida sonrisa.
Y en un parpadeó, una ráfaga de aire pasó al lado de Spero, una leve ráfaga, una ráfaga que reconocía, un aire que era provocado por un objeto volando a gran velocidad, un objeto que cortaba todo a su paso y perforaba a sus enemigos, el ataque de una flecha.
¿¡Desde donde!? Reaccionó segundos después Spero, había pasado a un lado de él, por lo que no apuntaban hacia él, y si no era el objetivo… entonces… Hank…
– Sabes… – ¿Cómo…? – Mis ojos no son muy buenos, en realidad no funcionan, es un problema de nacimiento, así que no puedo a culpar a nadie sobre ello. –
Hank, seguía de pie, sin inmutarse ni un poco, y sin perder su sonrisa. Con su mano derecha, había detenido la veloz flecha justo frente a su rostro. No hacia alarde de ello, estaba inmutable, no cedió ni un paso, como si ya lo hubiera visto venir. Pero… entonces, si lo que dice… él es… ¿ciego? ¿Cómo había detenido una flecha alguien que no podía siquiera ver lo que estaba frente a él… ¿Cómo había reconocido a Spero? ¿Cómo había caminado y vivido durante toda su vida? Lo más impresionante, estaba por venir.
– Pero sabes… – Continuó hablando, dejó a todos inmóviles y perplejos, a excepción de Asmund, quien seguía tranquilo desde su asiento. – Cuando pierdes algo, ganas otra cosa, o eso es lo que pienso yo. Debes estar preguntándote cómo es que alguien como yo, carente de vista, llego tan lejos, y la respuesta es simple, aprendí a escuchar. –
Hank bajó la flecha y comenzó a tocarla a fondo, como si estuviera jugando con ella, pero sin apartar su mirada de Asmund.
– Algo como el tensar de la cuerda de un arco no es nada para mí, puedo escuchar el crujir de los dientes en molestia del sujeto que espera detrás de ti, no necesitas ocultarte, si así gustas, puedo devolver su flecha. – Dijo Hank extendiendo la flecha hacia Asmund, y detrás de él, un elfo, armado con un arco, salió desde la oscuridad, se podía notar la frustración en su rostro. – Y sabes, aunque debería maldecir mi deficiencia, me dio el poder para llevar todo esto acabo. –
Asmund, sin decir nada más, prestaba atención con una sonrisa despreocupada, apoyando sus codos en el escritorio, sosteniendo su cabeza con las palmas de su mano.
– Sigo sin recordar quien eres. – Señaló Asmund rompiendo su silencio. – Pero puedo darme una idea, y desde ahora, sé que no olvidaré tu nombre. –
– Que grosero de mi parte, mi nombre es Hank, y yo… – Hizo una pausa y su sonrisa desapareció. – Soy el líder del Ojo de la verdad, la persona que en algún momento tomará tu cabeza. –
– ¿Debería tomarlo como una amenaza? – Preguntó Asmund.
– Tómalo como una promesa. – Respondió Hank. – Alguien en mi lugar maldeciría mi deficiencia, pero esa deficiencia hizo todo esto posible. Siempre escuché a la gente a mi alrededor, siempre estuve ahí para ellos, al igual que ellos para mí, siempre me pregunté cómo podría pagar su bondad, y fue ahí entonces… cuando aprendí a escuchar que era lo que querían escuchar. Una vez le dices a una persona lo que espera, te seguirá por el resto de su vida como una oveja. –
– Interesante técnica. – Señaló Asmund con una ligera risa. – Pero escucha esto, ya que eres bueno para ello. –
Asmund recogió sus brazos y los cruzó.
– ¿Qué te hace pensar que podrás salir de aquí? – Preguntó Asmund con una sonrisa confiada. – Tu, el chico que esta junto a él, has escuchado suficiente, y puedo saber que no estas de su parte, así que… retenlo. –
¿Yo? Se había inmerso en las palabras de ambos, tanto que sentía como si no tuviera presencia en ese lugar, al escucharlo referirse a él, lo hizo volver de golpe y algo aturdido.
Hank giró su mirada hacia él y lo miró con seriedad.
– En algún momento lo comprenderás. – Dijo Hank seriamente, lo que sorprendió a Spero, y dudó de retenerlo. – Y para ti Asmund, responderé tu pregunta. –
Cerró su puño y limpió su garganta fingiendo una tos.
– Y entonces, el mar de llamas lo consumió todo a su alrededor, el fuego abrazador purificó sus almas, e hizo pagar por sus pecados a los pecadores. – No parecía tener sentido nada de lo que decía Hank. – El fuego lo consume todo, el fuego purifica, el fuego hace justicia, el fuego traerá el fin. –
El bastón de Hank se volvió rojo, como si comenzara a fundirse, como si fuera un metal a punto de volverse líquido. Espera, ¿Eso no es…?
Un leve destello surgió de la tierra, comenzó a agrietarse y fundirse.
Y entonces, Hank golpeó el suelo con su bastón
– [IN TERRIS INFEROS] –
Del suelo agrietado brotó un muro de fuego que golpeó fuertemente contra el techo del lugar, y seguido de ese primero, una nueva grieta se abrió trayendo consigo más fuego. Maldición, lo olvide. No era necesario que llevara consigo un arma, existía la magia, pero no podía saber con seguridad que él sería un usuario de esta, y solo le había bastado… un bastón para hacerlo.
No debo dejarlo escapar. Las llamas salían sin cesar, pero parecían estar posicionadas de tal forma que no hirieran a nadie; el fuego estaba justo al lado de Spero, sin embargo, no le provocaba ninguna quemadura. “No soy partidario de la violencia” Resonó en la cabeza de Spero, y antes de que pudiera detener a Hank, cubrió su rostro con una tela y caminó hacia fuera pasando a través de las llamas.
– ¡No te quedes ahí parado! – Gritó Ryoku, y corrió igualmente hacia fuera.
Spero igualmente lo intentó, su armadura no era a prueba de fuego, pero si era solo por un momento, solo un instante, podía pasar a través de las llamas. Es todo o nada.
Corrió con todas sus fuerzas, pero para cuando llegaron a las afueras… no había nadie. Escapó.
Pocos segundos después, Allen arribó.
– ¿Qué sucedió? – Preguntó preocupado.
– Hank… yo… lo deje huir… –

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