La Profecía del Héroe - Capitulo 33: El inicio de la búsqueda.

 ¡HOOT! –
− … −
− ¿No reaccionaras? – Preguntó el Búho. – No pareces ser el tú regular, aunque puedo comprenderlo, últimamente te sucedieron muchas cosas, ¿no es así? –
− … −
− ¿Algo te aflige? – Preguntó nuevamente el Búho. − ¿Encontraste lo que buscabas? –
− … −
− ¿Sin palabras? – Preguntó el Búho girando su cabeza. − ¿Tanto te afectó lo sucedido? Sabes, sé que no es tu culpa, en aquella situación nadie hubiera sabido cómo actuar. Detener al villano a quien no tienes odio, y está dispuesto a pagar por sus pecados cuando llegue el momento, o ignorar las ordenes de aquel que odiaste y repudiaste cuando fingió amor por tu hermano… no era una decisión fácil. –
− … −
− ¿Aun sin palabras? –
− Espera un momento. –
− Oh, reaccionaste. – Dijo el Búho sorprendido. – Pensaba terminar esto ahora, ya que no reaccionabas pensé sería inútil hablar. –
− Siempre que apareces en mis sueños me indicas un camino. – Indicó Spero.
− ¿Estás seguro de eso? – Preguntó el Búho.
− Bueno, alguna vez lo hiciste. – Aclaró Spero. – Y cuando lo hiciste, llegué a esta ciudad… por lo que quizá tu aparición tenga algún significado esta vez. –
− ¿Debería tenerlo? – Preguntó el Búho. – No vengo a ti más que con el simple objetivo de hablar con un amigo, conocer tu estado, tu sentir. –
− Estaré feliz si me ayudas. – Respondió Spero.
− ¿Ayudarte? – Preguntó el Búho. − ¿Cómo podría hacer eso? –
− Quiero saber dónde está Hank. – Respondió Spero. – Después de todo lo sucedido, temo que algo peor pase… aunque no sé qué sería peor, no sé qué esperar, y es por eso mismo que lo quiero encontrar cuanto antes. –
− ¿Qué te hace pensar que se dónde está? – Preguntó el Búho. – ¿Y que puede ser peor qué una ciudad pierda cerca de un cuarto de su población en cuestión de semanas? Y tengo una pregunta mejor, si supiera donde está ahora, y pudiera darte esa información… ¿Qué es lo que harías? –
− Cuando lo dices de esa forma… suena como algo muy grave, pero solamente… abandonaron la ciudad, no se sabe a dónde fueron una vez salieron de aquí, pero probablemente no están muertos. – Respondió Spero. – Y sobre qué haría… Hank pese a lo que hizo, en aquel momento… su explosión no iba dirigida hacia nadie, el calor era abrazador, pero no lo suficiente para matarnos, no apuntó a nadie, y siento que si pudiera hablar nuevamente con él… algo cambiará. Intenté buscarlo en el bar que frecuentaba, pero cerró, ya no había nadie trabajando en ese lugar. Además, ¿No habías dicho que querías ver que era lo que hare? –
− Es por eso que he seguido tu travesía desde hace tiempo. – Mencionó el Búho. − ¿Pero qué sentido tendría si te diera las respuestas? Ninguno. Quiero ver como lo haces por tus medios, quiero ver cómo te esfuerzas por lograr tus objetivos, y a su vez… que tanto puedes cambiar lo que pienso sucederá. Aunque claro, todo podría cambiar si llegásemos a conocernos. –
− Si logro encontrarte, ¿Me darás las respuestas que busco? – Preguntó Spero.
− Hay una posibilidad, aunque sigo con mi posición anterior. Una historia pierde interés cuando conoces el final. – Respondió el Búho.
− Entonces, si no puedo obtener información de ti, tendré que seguir por mis medios. – Dijo Spero motivado.
− ¿No deberías dejarlo a los altos mandos de tu ciudad? Son cosas que bien no te incumben. –
− No confió en ese sujeto, no después de lo que hizo y los secretos que guarda. –
− Interesante. – Señaló el Búho.
Sin importar las escusas que ponga… él lo hizo. No hay justificación para sus acciones, pero… dije que no me guiaría por la venganza nuevamente, así que debo encontrar otra forma. Y aun así… aún guarda muchas cosas.
Tras la explosión de la fuga de Hank, Spero y compañía volvieron dentro del edificio, después de todo dentro seguían Shawn y el gobernador. No era como si pudieran dejarlos morir.
Pero lo que les esperaba dentro era desconcertante, algo increíblemente… increíble. No había otra forma de describirlo, y por la mente de Spero solo pasaba un pensamiento “¿Qué diablos es ese sujeto?”
Asmund seguía sentado en su escritorio, esbozando una sonrisa de victoria, en suma, calma, como si nada sucediera; no tenía ni un rasguño, no tenía ni una herida; incluso el elfo que se mantenía a su lado estaba firme, inmutable.
Todo el resto del edificio era un desastre, los escritorios estaban rotos; la gente estaba asustada y no se calmaban, el ataque los había tomado por sorpresa y al ser de tal magnitud, no pensaban en más que su muerte. Y, aun así, fuera de unas pequeñas quemaduras tratables sin problema, no hubo ninguna baja.
− Volveré a casa. – Indicó Shawn como si nada hubiera sucedido, aunque era algo comprensible en él; poco le importaba lo que sucedía su alrededor, su pensamiento estaba en otro lugar.
− Claro, buen trabajo, Shawn. – Respondió Asmund dando el permiso para que Shawn se retirara.
“¿Cómo lo hizo?” Parecía ser un pensamiento colectivo entre el trio que había presenciado el ataque. Incluso para ellos era increíble; si bien las llamas no habían estado dirigidas hacia nadie en específico y en cierta forma parecían haber sido colocadas para evadirlos… Asmund no tenía ni una ligera quemadura, y su compostura era impecable, no era algo normal.
− Así que huyó. – Señaló Asmund apuntando su mirada hacia Spero.
Spero no sabía cómo responder, sentía una leve frustración, pero más que nada, no quería dirigir una palabra hacia esa persona. Pese a que parecía haber cambiado, aunque sea un poco, Spero aún le guardaba rencor; pese a que había sido algo que hacía años… no podía sentirse cómodo con una persona como esa.
− ¿Por qué no hablas? – Preguntó Asmund cambiando su rostro petulante a uno normal. – No hay problema con que huyera, fue un simple error, nadie esperaba que algo como esto sucediera, no es tu culpa. –
Su actitud “comprensiva” solo hacia molestar más a Spero, no era más que una fachada desde su punto de vista, ese no era el sujeto que él conocía, no era aquel sujeto que recordaba usó a su hermano solo para cumplir sus objetivos, escondiéndose desde un lugar seguro mientras que los demás arriesgaban su vida.
Spero se quitó su yelmo, su mirada no era la de alguien feliz o apenado; se sentía frustrado por dejar que Hank escapara, pero eso no cambiaba el odio que sentía hacia Asmund, de quien después de cinco años, apenas conocía su nombre.
Extrañamente, la expresión de Asmund igualmente cambió, cambió a una de sorpresa, no exagerada, simplemente una sorpresa leve.
− ¿Me recuerdas? – Preguntó Spero, aunque era una pregunta algo estúpida, puesto que había pasado mucho tiempo y no habían tenido tanta interacción.
− ¿Recordarte? – Preguntó Asmund en respuesta.
Bajó de su escritorio y rápidamente se acercó a Spero frunciendo el ceño. A lo que Spero respondió sin dar un paso atrás, manteniéndose firme a cualquier cosa que fuera a suceder, no temía golpear al gobernante de la ciudad en la que residía si era necesario.
− Todo este tiempo… − Continuó hablando mientras caminaba hacia Spero. – Me pregunté dónde estabas. Después de aquel día que apareciste y armaste un revuelo en la iglesia… nunca más te volví a mirar, y claro, era algo obvio, se puso precio a tu cabeza. Pero aun así… siempre quise volver a encontrarte, desde aquel momento, y ahora que te tengo frente a mí, puedo hacer lo que he estado esperando desde hace años. –
Y entonces, se irguió frente a Spero, con una mirada dura. A lo que Spero apretó fuerte sus puños y se preparó para cualquier cosa que fuera a darle.
Fue ahí, cuando lo inesperado sucedió.
− Siempre… siempre quise agradecerte. – Dijo Asmund con un tono comprensivo, dando un fuerte abrazo a Spero.
El crujir se las placas de su armadura devolvieron a Spero en sí, quien reaccionó empujando lejos a Asmund.
− ¿Qué diablos haces? – Preguntó Spero molesto.
− Lo siento, creo que me deje llevar. – Respondió Asmund con una sonrisa. – Pero mis agradecimientos son sinceros, siempre estuve esperando por este momento. –
− ¿De qué hablas? – Preguntó Spero aún más molesto. − ¿De qué diablos me agradeces? Yo nunca hice nada por ti. –
Asmund dio un paso atrás y dejó salir un suspiro.
− ¿Qué hiciste por mí? – Preguntó Asmund soltando una leve carcajada. – Cambiaste mi vida, y no exagero. Todo esto, esta ciudad, la constante pelea por la paz, todo… todo se debe a que abriste mis ojos en aquella ocasión. –
¿De qué diablos está hablando? No se prestaba para entender que era lo que le decía.
− No creo nada de tus palabras. – Respondió Spero bruscamente.
− Al menos deberías escucharlo, parece sincero. – Señaló Ryoku.
− ¡Tú no sabes lo que él hizo! – Gritó Spero desesperado. – Él… solo usó a Ciel. –
Asmund apartó la mirada por un momento, apenado y avergonzado.
− ¿A qué te refieres con ello? – Preguntó Ryoku molesta, no le había agradado la actitud que había tomado Spero. – No era necesario que lo gritaras. –
− Cosas de la guerra. – Dijo Spero apartando la mirada. – Solo lo usó como una herramienta. –
− Entonces tu… − Ryoku no sabía nada sobre el pasado de Spero, y tampoco Spero sabia sobre ella. Lo cual le sorprendió al escuchar la guerra, era normal que Spero estuviera en una situación peligrosa, pero… era muy joven para aparentar haber formado parte de la guerra.
− Y es por eso que quiero disculparme. – Interrumpió Asmund apenado. – Yo… no puedo negar que en un pasado era alguien sin escrúpulos. Nunca dudé de usar a quien tuviera bajo mi cargo para completar mis objetivos sin tener que mover más que un dedo, y tampoco puedo negar que en aquel entonces… yo no sentía nada por ese chico. –
− No tienes una forma de negarlo. – Respondió Spero con molestia. – Incluso si lo hicieras, yo nunca olvidaría tus acciones. –
− Así que, no tengo perdón para ti… − Dijo Asmund decepcionado. – Entonces viviré con ello… aunque no me perdones, tú fuiste quien abrió mis ojos aquella vez. Aún recuerdo como gritaste fuertemente lo que sentías, como esos eran los gritos de alguien que realmente sentía dolor por la pérdida del héroe, mientras que los que estábamos al frente éramos unos simples hipócritas con máscaras. Sentí tu dolor, y aunque tarde en comprenderlo, miré a mi alrededor y no pude negar que todo lo que teníamos… era gracias a él. Ser capaz de poner al mundo en tu contra y ser tachado de hereje por el simple hecho de decir lo que era la verdad, expresar tus sentimientos… por primera vez, sentí admiración por alguien más, y extrañamente, no era más que un niño. Así que lo diré de una vez, gracias por abrirme los ojos. Esta ciudad no es más que una disculpa por todos mis errores, y trabajaré el resto de mi vida para pagar lo que hicieron por nosotros, todos los que pelearon en aquel campo de batalla, trabajaré para recuperar la paz que el héroe nos brindó. –
Puedo escucharlo, entiendo lo que me dice, pero aun así… no puedo creer en sus palabras.
− Aun diciendo eso… − Lentamente Spero apuntó su mirada a Asmund. − ¿Por qué asesinaste a la gente de central? –
Sus palabras no las había pensado bien, después de todo, no había una seguridad de que en verdad fuera su culpa, pero el coraje lo había hecho decir tales cosas.
Pese a toda la inseguridad, Asmund suspiró profundo, pero nunca negó nada.
− Como agradecimiento, podrás contar con mi apoyo si en verdad lo necesitas. – Dijo Asmund. – Pero debes saber que hay muchas cosas que no comprendes, o quizá no lo has visto de la forma correcta. Sé que has salido de misión en diversas ocasiones, tienes una esencia que lo denota, y sé que, por eso mismo, debes saber la situación en la que nos encontramos. Como gobernador, tengo una gran responsabilidad puesta sobre mí y suficientes cosas de las cuales preocuparme, es un mundo peligroso, y en ocasiones… hay que hacer cosas que no nos gustan en pos de estar un poco más cerca de un bien mayor. –
Y aun así no lo niega.
Sin necesidad ni interés en escuchar nada más, Spero abandonó el edificio, seguido por el resto del grupo.
– Entonces sigues sin creer en su palabra. – Dijo el Búho a Spero.
– No creo en nada que venga de su parte, sé que en el fondo sigue siendo la misma persona retorcida y todo es parte de una fachada, después de todo… seguro piso muchos cadáveres para llegar a su puesto. –
– Pero no estás seguro de ello. –
– No… no, pero es una corazonada. –
– Entiendo. – Dijo el Búho. – Pero, aun así, no puedo darte el paradero de Hank, incluso si lo supiera, que quizá no lo sé. –
Entonces no podré sacar nada de él.
Visto que no podría hacerlo, decidió cambiar su requisito.
– Si no me puedes decir donde esta Hank… – Continuó Spero. – ¿Podrías ayudarme con otra cosa? –
– Eso depende únicamente de lo que sea. – Respondió el Búho.
– ¿Sabes algo sobre la panacea? – Preguntó Spero.
– El medicamento que puede curarlo todo, la panacea. – Respondió el Búho. – ¿Buscas algo como eso? No creo que estés enfermo, no al menos hasta donde tengo conocimiento. –
– No es para mí, y bueno, no es para nadie en específico. – Aclaró Spero. – Ya deberías saberlo, quise apoyar a Hendry de alguna forma por la ayuda que brindó a Susan, y aunque no quiso nada especifico, pidió que lo ayudáramos a encontrar nuevos ingredientes, algo que le ayudara a mejorar su medicina. –
Tras recurrentes negaciones por parte de Hendry ante la amabilidad de Spero, terminó desistiendo y aceptando.
Reveló que en dicho momento se encontraba algo ocupado con cierto asunto. Era un entusiasta de la medicina, así que no era extraño que dicho asunto era el desarrollo de un nuevo medicamento. No especificó qué tipo de medicamento ni profundizó en ello, pero era suficiente para que Spero brindara su apoyo.
– Déjamelo a mí, pronto volveremos a salir fuera de la ciudad, así que traeré todo lo que te pueda ser útil. – Afirmó Spero a Hendry.
No fue hasta unos días después, cuando Hendry se presentó ante Spero en el bar de Sam, parecía algo dudoso y con una pizca de nerviosismo.
Como era usual, solamente estaban Spero y Allen, Ryoku no se presentaba tan a menudo.
Entonces, se acercó a la mesa donde se encontraban ambos.
– Oh, Hendry. – Saludó Spero animosamente.
– Hola. – Dijo Allen igualmente.
– Sé que te prometí traerte todo lo que fuera útil de las misiones, pero… no hemos salido aún. – Dijo Spero algo avergonzado. – Hemos estado discutiendo unas cuantas cosas y bueno… aun no salimos, pero apenas demos la primera vuelta, te traeré todo lo que encuentre. –
– No es esa la razón por la que me encuentro aquí. – Respondió Hendry algo dudoso.
– ¿No? – Preguntó Spero confundido.
– Veras… – Parecía no saber cómo decirlo. – Hace tiempo me hiciste una… propuesta, tu sabes, sobre unirme a su equipo. –
– Oh eso, si, disculpa por abordarte con algo tan repentino en aquel entonces. –
– Lo estuve pensando, incluso hablé con Shoshana y… – Tomó valor y lo dijo. – Me gustaría acompañarlos durante un tiempo. –
– ¿Enserio? – Preguntó Spero sorprendido. – Eso sería espectacular, pero… ¿No tenías algo que hacer? –
– Es exactamente por ello que quiero acompañarlos. – Respondió Hendry. – Estuve intentando de todo aquí en la ciudad… pero no es suficiente, tengo que salir y encontrarlo por mí mismo. Agradezco enormemente tu propuesta de traerme los ingredientes, pero dado que no tienes conocimiento sobre lo que puede o no ser útil… creo que sería mejor si los acompañara. –
– No había pensado en eso. –
– Así que… ¿Puedo unirme? – Preguntó Hendry. – Trataré de no ser un estorbo y ayudaré siempre que alguien salga herido. –
– Claro, no hay problema. – Respondió Spero. – Podría decir que de esta forma puedo pagar por la ayuda que nos brindaste, pero solamente estamos recibiendo aún más ayuda haha. Pero si de esta forma puedes encontrar el ingrediente que buscas… haremos lo posible por ayudarte. –
– Muchísimas gracias. – Dijo Hendry con una sonrisa.
– Y ahora que estas aquí… ¿Quieres cenar? –
Y de esa forma, Hendry paso a ser parte del equipo.
El Búho agitó su cabeza y aleteó un poco.
– ¿Qué tiene que ver con ello la panacea? – Preguntó el Búho curioso.
– Escuché que es un ingrediente que puede curar cualquier enfermedad, y aunque no sé qué es lo que busca Hendry específicamente, si encontramos algo como la panacea quizá cumpla su objetivo. – Respondió Spero. – Aunque dicen que es algo que llevan buscando años y nadie ha tenido ni una pista sobre dónde encontrarla. –
– Se muchas cosas. – Afirmó el Búho con orgullo. – Sin embargo, no conozco nada como un medicamento milagroso. –
– ¿Entonces no existe? – Preguntó Spero decepcionado.
– No diría eso exactamente. – Respondió el Búho. – Mi conocimiento es basto, más que de lo que podrías imaginar, sin embargo, aún hay algunas cosas que desconozco, y entre ellas está la veracidad de la existencia de un objeto como el que buscas. Pero… se dé un lugar en el que puedes buscar la respuesta. –
– ¿Y puedes decírmelo? – Preguntó Spero.
– Dado que es el objetivo de un amigo y no tuyo del todo, supongo que puedo ayudarte un poco. – Afirmó el Búho. – Sin embargo, no te lo dejaré tan fácil, solo te diré una pista. –
– Es lo que haces usualmente. – Dijo Spero. – Así que solo dilo. –
– Encuentra el “Bosque de los lamentos” – Dijo el Búho. – Si lo logras, quizá encuentres tu respuesta. –
– ¿“Bosque de los lamentos”?  – Preguntó Spero – ¿Dónde queda? –
El Búho nuevamente agito fuertemente su cabeza, y aleteó con fuerza.
– ¡Hoot! – Gritó una última vez.
Y entonces, el sueño… terminó.
Nuevamente en la parte más importante.
Era usual que el búho terminara los sueños por su cuenta, pese a que se suponía que eran los sueños de Spero. Aun así, ya se había acostumbrado a ello, y para él se había vuelto suficiente que solamente le diera una pista, era más de lo que podía pedir, y como era usual, siempre terminaba llegando a algo interesante.
– ¿Despertaste? – Llamó una voz cercana, Spero abrió los ojos, y era Allen.
– ¿Mmh? – Reaccionó entre dormido. – Si, ya… ya desperté. –
– Estoy cocinando algo de la carne de jabalí que cazamos ayer. – Indicó Allen. – Ryoku sigue dormida, y Hendry fue a explorar un poco la zona, deje que llevara a Sirius para que le alertara en caso de peligro. –
– Ya… ya veo… – Todos hacían algo, a excepción de él, y Ryoku, pero no era como si pudiera decirle algo. – ¿Necesitas ayuda en algo? –
– No realmente. – Respondió Allen. – Bueno, falta algo de agua. Miré camino hasta acá un pequeño río, ¿puedes traer un poco? –
– Si, no hay problema. – Y entonces, Spero se puso de pie.
Dejó salir un suspiro, limpió su rostro con una tela que había cerca, recogió la tela sobre la que durmió y tomó un par de cantimploras para ir a por el agua.
– ¿En qué dirección está el río? – Preguntó Spero.
– Sureste, pasando unos cuantos arboles miraras un sendero. – Respondió Allen. – No había animales cerca, así que no hay peligro. –
– Entendido. – Asintió con la cabeza y se dio media vuelta. – Regreso en un rato. –
Spero se puso en marcha.
Así que… ha pasado otro mes.
Se encontraban en medio de una misión, después de un largo descanso. Más que la necesidad de dinero, era que simplemente no podían quedarse sin hacer nada lo que los había motivado a tomar nuevamente misiones, y dicha misión no era cualquier misión que se encontraba en el tablero, era una misión encomendada por el mismísimo y renombrado capitán de asuntos externos, Shawn.
Dada la situación, Shawn había decaído emocionalmente. Susan… despertó al cabo de unos días desde la llegada de Shawn, pero ella… ya no era la misma.
En palabras del mismísimo Shawn, ella había perdido ese “brillo en sus ojos” que tanto amaba. Igualmente, su actitud era más calmada, no demostraba muchas emociones, mayormente se quedaba mirando a un sitio como si estuviera perdida.
A falta de un ojo y una pierna, perdió la habilidad para caminar por sí misma, y su visión… era limitada. “Sera egoísta de mi parte abandonar mi puesto de esta forma, pero ella es lo más importante de mi vida” Fueron las palabras de Shawn ante el gobernador al presentar su carta de renuncia.
Asmund se negó rotundamente, no quiso darle la renuncia y en su lugar, ofreció el tiempo necesario para que pensara bien las cosas y que era lo que haría de su vida a partir de dicho momento, que no quería perder a alguien tan importante en una decisión premeditada.
Shawn no tenía duda, para él su trabajo era un estorbo, pero, aun así, aceptó.
Su sentido del deber no desapareció por completo, tomó lo que podía hacer desde casa y lo llevó consigo. Siempre y cuando el trabajo fuera hecho estando cerca de Susan, no había problema para él. “Y te encomiendo esta misión, porque confió en ti” Dijo Shawn a Spero encomendándole entregar unos documentos al gobernador de cierta ciudad en el norte.
No eran más que asuntos de gobierno, pero eran documentos importantes, reportes de estados de las ciudades, gastos efectuados y unas tantas cosas más en ellos.
La misión consistía en hacer entrega de ello, y posteriormente, recoger otros documentos de la misma ciudad, nada más que una misión de entrega. “Te pagaré bien, o bueno, hare que te paguen bien.” Fue la motivación que dio Shawn para que tomara el trabajo. Y no era necesario que lo hiciera. Spero lo hubiera hecho aun si solo se lo pedía como un simple favor.
Habiendo recorrido solo la mitad del camino, se habían topado con un par de cosas interesantes, la vida fuera de la muralla de frontera. Le traía buenos recuerdos de cuando las cosas no estaban tan mal, pequeños pueblos que vivían bajo su propio sustento, trabajando las tierras por sí mismos y obteniendo ganancias por eso mismo.
Pueblos artesanos con todo tipo de rarezas; vasijas hechas de barro con hermosos diseños, pero a precios elevados; esculturas de todos los tamaños talladas en madera, lo que le traía recuerdos a Spero de su estilo de vida anterior, y de… Core.
¿Debería mandarle una carta? Aunque se encontraba en duda si es que algún mensajero se adentraba a lo que alguna vez fue Ingard. Aunque están esas aves que envían mensajes. Usadas principalmente para entrega de emergencia entre militares, pero aun sin o con posibilidad, lo importante era otra cosa. Seguramente se moleste si le digo que aún no consigo pareja. Puesto que ese era supuestamente el motivo principal por el que se había aventurado en un inicio, y no dar tales noticias… solo lo molestarían. Aunque me preocupa… Lo que habría la posibilidad a un día volver, un día en las cercanías.
– Oh, Spero. – Llamó Hendry, quien se encontraba igualmente vagando en los alrededores. – Justo a tiempo, encontré algo interesante. –
– Así que aquí estaban, Hendry y… ¿Dónde está Sirius? –  Preguntó Spero confundido.
– Se recostó cerca del río. – Indicó Hendry. – Pero ven a ver lo que acabo de encontrar. –
– Oh, umh, claro. – Y entonces, fue arrastrado por Hendry.
Pasaron entre un par de matorrales y se adentraron en una zona del bosque donde no entraba mucha luz, cubierto por el follaje de los árboles. Era una vista increíblemente hermosa, un suelo lleno de vida y bellas flores. ¿Sera esto lo que me quiere enseñar?
 – Aquí, aquí. – Indicó Hendry emocionado.
Apuntaba hacia una bella flor, era parecida a un girasol, pero en un color rojo como si fuera una rosa, y con los pétalos aún más grandes y gruesos que en centro de esta.
Hendry era un entusiasta de la medicina, pero también parecía serlo de la herbolaria, miraba fascinado la flor, inmerso en su belleza.
Tomó una flor diferente del suelo, y miró hacia Spero.
– Mira esto. – Indicó Hendry lleno de vida.
Acercó lentamente la flor que sostenía en su mano hacia el girasol rojo y desde arriba, dejó caer la flor. ¿Mmh?
Lentamente, se balanceó en el aire, hasta que… fue devorada. ¿Qué demonios? Hendry dejó salir una expresión de asombro.
– Esto es lo que se conoce como el Girasol de sangre. – Explicó Hendry. – Es una planta que se alimenta de todo lo que cae dentro de su rango, este vivo o muerto. Lo que está al centro y parece ser semillas en realidad son pequeños dientes afilados que pueden atravesar incluso carne con ayuda de los pétalos que tiene a su alrededor. Se le conoce como Girasol de sangre por su forma de girasol y porque cuando se le acerca una víctima usualmente solo consume la sangre o líquidos que contenga, ya que no es capaz de digerir completamente el resto. –
– Y-Ya veo… – Lo decía con asombro e intriga, lleno de emoción.
– Y cuando haces esto... – Aprovecho que el girasol estaba cerrado por la flor que había lanzado a ella, y la tomó desde lo que se podría considerar la cabeza; sacó un cuchillo y cortó desde el tallo. – Puedes obtener su jugo. Pero ojo, debe estar cerrada o te morderá. –
Sabe… mucho.
Pidió una de las cantimploras que cargaba Spero y exprimió el jugo del tallo dentro de esta.
– ¿Cuál es su utilidad? – Preguntó Spero curioso dada la fascinación de Hendry hacia el girasol.
– Mmh. – Buscaba las palabras correctas para explicarlo. – Se podría decir que… alivia el dolor de estómago. –
– ¿Solo eso? – Preguntó Spero sorprendido.
– Bueno, su efecto es inmediato, por lo que es realmente valioso. – Respondió Hendry sin perder los ánimos. – Si llevas suficiente jugo podrías ofrecerlo a tu amigo del bar para que lo venda después de cada comida, y también ayuda a la digestión, así que podría ganar algo de dinero. –
– Bueno, quizá como un presente. – Aunque llevar algo como eso como un presente… bueno, alguna utilidad le dará. – Por cierto, ¿el río está cerca? –
– Oh, sí está a unos cuantos pasos más saliendo de esta zona. – Indicó Hendry. – ¿Iras por agua? –
– Si, me lo pidió Allen, dijo que la carne de jabalí estará lista en poco tiempo. – Respondió Spero.
– Bien, tomaré un poco más de jugo, espero llenar al menos una cantimplora y te alcanzo. – Dijo Hendry.
Y nuevamente, Hendry se miró inmerso en su trabajo.
Bueno, bueno, a por el agua.
Como había indicado Hendry, el río se encontraba a unos cuantos pasos fuera del pequeño floral. El agua corría con fuerza y se miraba clara como el cristal, y frente a este, estaba descansando alguien plácidamente, recostado a la orilla.
Era costumbre la actitud… tranquila, de Sirius, y entonaba perfectamente con la vista que daba el río. Era tal la vista de tranquilidad, que provocaba la necesidad y el deseo de quitarse los zapatos y sentarse a la orilla, adentrando los pies en la fresca agua, descansando sin preocupación. Pero no había tiempo para eso, debía llevar el agua, era su deber.
– Sirius. – Llamó Spero, a lo que reaccionó lentamente. – ¿Descansando? –
Y nuevamente, fijó su mirada al río. Lo tomaré como un sí.
Se acercó al río y sintió la suave brisa en el aire, el rico aroma que desprendía y comenzó a llenar las cantimploras.
Oh, olvide decirle. Si tenía que hablar de su sueño con alguien, era con Hendry, pero como usualmente sucede, había olvidado su sueño apenas despertó.
– ¡Todo listo, tomé suficiente jugo! – Gritó Hendry desde la lejanía. – Déjame te ayudo a cargar con unas cuantas. –
Tomó un par de cantimploras y comenzó a llenarlas con el agua del río. Debería aprovechar el momento.
Solamente era un sueño, un sueño del cual ni siquiera tenía control alguno, pero en diversas ocasiones se había guiado por ellos, y los resultados, aunque dudosos, terminaban siendo en cierta forma favorables, acercándolo un poco a lo que buscaba en el momento.
Siempre y cuando diera una oportunidad de encontrar lo que buscaba, no tenía problema con sugerir la idea. Aunque el nombre no me da una buena espina.
– Oye Hendry. – Comenzó Spero.
– Dime. –
– ¿Has escuchado algo sobre un tal “Bosque de los lamentos”? – Preguntó Spero sin dar rodeos.
Hendry se quedó en silencio por un momento llenando una cantimplora, no era como si intentara evitar la pregunta, si no que parecía estar pensando.
– Mmh… – Se tomaba su tiempo. – El nombre me suena de algún lugar. 
– ¿Entonces lo conoces? – Insistió Spero.
– Creo haber leído sobre ello en un libro. – Aclaró Hendry. – No estoy muy seguro. –
– ¿Recuerdas algo más? – Preguntó Spero. – Tomate tu tiempo, intenta recordar. –
Y entonces, Hendry tomó asiento.
– Dame un momento. – Dijo Hendry.
10… 20… 30… 40… 50… y pasó un minuto.
– Lo tengo. – Reaccionó Hendry. – No recuerdo de que era el libro, pero recuerdo que lo mencionaba. –
– ¿Si? – Preguntó Spero. – ¿Qué hablaba sobre él? –
– Era algo sobre un lugar maldito. – Bueno, era de suponer por el nombre. – Creo que era una leyenda, un lugar que aseguraban haber visto, pero solamente se quedaba como rumores. El libro lo mencionaba como un lugar de perdición y del que nadie podría salir una vez entraba. –
– ¿Alguna indicación de cómo llegar? –
– Bueno, si una vez llegabas no podías salir… no creo que hubiera alguien que pudiera dar una ruta para llegar. – Dijo Hendry en un tono bromista y sarcástico. – Además, era solamente una leyenda, de esas que se pasan de boca en boca y en cierto momento alguien lo documenta. –
– S-Si… creo que tienes razón. – Indicó Spero.
Entonces, si solo son rumores, ¿Por qué lo mencionó?
– ¿Por qué el interés? – Preguntó Hendry curioso. – ¿Y dónde escuchaste ese nombre? Creí que solo estaba documentado en elfico, aunque quizá alguien lo tradujo a su idioma. –
– Oh, no, no es nada, solo… lo escuché por ahí. – No podía decirle que lo había visto en un sueño, no parecería ser algo creíble, incluso podía tacharlo de loco en el peor de los casos.
El Búho era ambiguo en sus palabras, pero no creía que fuera capaz de mentirle a Spero, no miraba una necesidad de hacerlo, por lo que, si lo había mencionado, debía haber una razón para ello.
Pero el problema persistía, sin información de dicho lugar no podía hacer mucho. Vagar sin rumbo no era una buena idea, no era algo viable, y fuera de Allen no creía que alguien fuera a apoyar la idea; en un remoto caso quizá Hendry con la excusa de encontrar algún nuevo ingrediente, pero Ryoku probablemente se opondría.
Por qué no puedes ser más específico, Búho…
– Creo que esta es la última. – Dijo Hendry cerrando la última cantimplora.
– Si, parecen ser todas. – Respondió Spero.
Miró alrededor y luego al cielo, era un bello lugar.
– Podríamos usar el río para bañarnos. – Sugirió Spero, y era una idea considerable, el viaje les había tomado algo de tiempo, y no era como si siempre tuvieran un lugar como ese para cumplir con sus necesidades de higiene. – ¿Qué te parece? Antes de que continuemos con el viaje. –
– Claro, por mí no hay problema, pero… – Hendry hizo una pausa y tosió levemente. – Una chica nos acompaña, y bueno, quizá sea un problema, estoy casado. –
– Oh, bueno, obviamente lo haríamos por turnos. – Indicó Spero algo avergonzado, intentando evitar cualquier pensamiento indecente. – Y bueno, Allen no tiene interés alguno en espiar, tu estas felizmente casado, y espero yo tampoco tener algún deseo de espiar. –
– ¿Esperas? – Preguntó Hendry.
– Era una broma, no lo hare. – Respondió Spero. – No tengo interés en morir. –
Con una carcajada, ambos volvieron a donde los demás, llevando a Sirius consigo.
Un delicioso aroma invadió sus narices, despertando su apetito, haciendo gruñir sus estómagos. Esta listo.
Allen se encargaba de la comida, ya que nadie más tenía tanta habilidad con ello. Hendry era dependiente de su esposa en ese ámbito, Ryoku no parecía tener interés en la cocina, Spero solo conocía fundamentos básicos y como hornear pan, y Sirius… era un perro.
Pese a que las habilidades de Allen no se comparaban a las de Sam en la cocina, su comida era realmente apetitosa, sabia dar el punto exacto que necesitaba la carne para ser adictiva, su sazón era impecable y parecía mejorar con cada ocasión.
– Tomen lo que gusten. – Indicó Allen. – Y Spero, ¿me puedes dar algo de agua? Estar tanto frente al fuego me dio sed. –
– Oh, claro, toma. – Acercó una de las cantimploras. – Y nuevamente, gracias por la comida. –
– ¡Gracias por la comida! – Dijo Hendry tomando asiento en el suelo.
Spero miro alrededor, sentía que algo faltaba. Claro…
– ¿Ryoku aún no despierta? – Preguntó Spero a Allen. – Ha dormido mucho y ya es algo tarde. –
– Disculpa por dormir tanto. – Dijo una peligrosa voz detrás de Spero. – Estaba algo agotada por tener que ser el blanco de 5 goblins ayer. –
Spero dio un gran trago de saliva y giró levemente su rostro, con una sonrisa nerviosa.
– M-Mala mía… – Dijo Spero nervioso. – Puedes dormir todo lo que necesites. –
– No necesitas decirlo. – Respondió Ryoku. – Tomaré algo de carne, Allen. –
Pese a que no era una relación muy fructífera, Ryoku expresaba un poco más sus pensamientos en comparación a lo que fue un inicio.
Mientras que, por otro lado, Allen no demostraba tanto, solamente asintió con la cabeza a la afirmación de Ryoku y fue a donde Sirius, con un par de pedazos de carne, para él y su can. –
Bueno, comenzaré yo también.
Un ambiente calmado, tranquilo, comiendo todos juntos era… revitalizante. Tanto, que Spero en cierto modo deseaba conservar esa imagen.
– Hablando del ataque de ayer. – Comenzó Hendry. – ¿Cerró el corte? –
– Si, muchas gracias. – Dijo Ryoku tranquilamente. – Me fue de mucha ayuda la medicina que me brindó ayer. –
Hablaba con cierto respeto a Hendry debido a la diferencia de edad, o eso parecía ser, puesto que, a fin de cuentas, Spero no conocía la edad de Ryoku, y tampoco había preguntado la de Hendry, pero comparando apariencias, Hendry parecía ser el mayor del grupo.
– ¿Qué hay de ti, Spero? – Preguntó Hendry igualmente. – Tienes suerte de que solo fue una herida superficial en la pierna. –
– Si, bueno, no fue algo grave. – Respondió Spero. – Y nuevamente, Allen no recibió ni una herida. –
– Hablando de eso, no me percaté de cuando desapareció – Señaló Hendry. – ¿Es alguna especie de mago? –
– No, el solo… es bueno en lo que hace. – Respondió Spero por Allen.
– Pero bueno, fue de mucha ayuda que se encargara de dos de ellos rápidamente. – Continuó Hendry. – Quien esperaría que nos atacarían justo cuando no portaban sus armaduras. –
– Era una buena oportunidad, más bien, su única oportunidad. – Dijo Ryoku con orgullo. – Una vez tuve mi equipamiento, sus oportunidades desaparecieron. –
– Aunque terminé matándolos yo… – Susurró Spero.
– ¿Ah? – Reaccionó Ryoku medianamente molesta. – ¿Insinúas algo? –
– Uh… no, nada, nada de nada. – Respondió Spero nervioso. – C-Cambiando de tema… fue raro que no la tuvieras puesta, es raro verte sin armadura. –
– ¿Y qué esperabas? – Preguntó Ryoku. – Es pesada, incluso para mi me es un tanto agotador y necesito un descanso. –
– Y-Ya… –
Algo en lo que no había prestado tanta atención Spero era la figura de Ryoku, por temor a que esta lo mirara de una manera extraña o complicara las cosas. Cuando ella no portaba una armadura y usaba ropa que se podría denominar como “casual” o “normal” trataba de evitar el contacto. No quiero que se moleste. Después de todo siempre portaba una gran armadura, cubría todo su cuerpo y su ropa casual tampoco era muy reveladora o ajustada, por lo que pensaba que con solo mirarla en dicha situación… podría incomodarle.
Aunque si podía denotar algo… eran sus brazos, era lo más que “revelaba” puesto que no usaba falda. Sus brazos eran… ¿“Fuertes”? No era una musculatura monstruosa, pero ciertamente se notaba fuerza en ellos, sobresalía de los estándares de una chica delicada, pero tampoco llegaba al extremo del grosor de los brazos de Susan, era una figura… ¿“definida”? En pocas palabras, no eran los brazos de una persona débil.
Mientras que el resto de su cuerpo… quedaba a la imaginación.
– Ahora que mencionas lo del descanso… – Continuó Spero.
– ¿Te quejaras de que duermo mucho? – Preguntó Ryoku a la defensiva.
– No, no es eso. – Respondió Spero rápidamente. – Pensé que quizá… bueno, tienes necesidades de higiene, y cerca de aquí hay un río… –
– Pensábamos que sería conveniente tomar un baño antes de partir. – Indicó Hendry sin preocupación alguna.
Espera… ¡Ahora me dirá algo como “¿Insinúas que huelo mal?”!
– Oh, claro, no hay problema. – Respondió Ryoku. – Ya viene siendo hora de que me dé un baño, sudo mucho con la armadura y el río suena refrescante. –
– ¿Verdad? – Dijo Hendry. – Claro, lo haremos por turnos, y no tienes que preocuparte por mí, tenemos poco de conocernos, pero estoy felizmente casado. –
– Entonces iré primero. – Indicó Ryoku poniéndose de pie. – Terminé de comer y hay que aprovechar el tiempo, ¿O alguno quiere ir primero? –
– Yo no tengo problema. – Respondió Hendry.
– No hay problema. – Dijo Allen.
– Ve primero. – Indicó Spero al igual que el resto.
Ryoku miro uno por uno con algo de extrañeza, como si sospechara de algo, pero especialmente a Spero, después de todo, era el único que no parecía tener una excusa o una razón por la cual no dudar de él.
– ¿Sucede algo? – Preguntó Spero nervioso. – Tampoco hare nada, no te preocupes. –
– Lo sé. – Respondió Ryoku. ¿Lo sabe? – Dudo que tengas interés en morir. –
Ya veo… Una amenaza preocupante.
Dicho eso, Ryoku se dirigió al río.
– ¿Quién sigue después de ella? – Preguntó Spero.
– No tengo problema con ser el último. – Señaló Allen.
– ¿Entonces puedo ir primero? – Preguntó Hendry. – Me siento un poco incómodo con mi olor. –
– Claro, no hay problema. – Respondió Spero. – Después de ti sigo yo, y al final Allen, ¿puedes darle un baño a Sirius? –
– Claro. – Respondió Allen.
– Bueno, todo dicho… esperemos nuestro turno. – Dijo Spero. – Una vez tomemos el baño, partimos. –
– Entendido. – Dijo Hendry.
Bueno, solo queda esperar.

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