La Profecía del Héroe - Capitulo 37: Mitad humano Pt.3


No salvar a todos, si no a quien puedas… Spero se sentía algo inconforme, aun no aceptaba la idea de haber abandonado a los demi-humanos en aquella mansión, aun menos al mirar como actuaba Bon, después de que los ayudaran a escapar sin oponer ninguna resistencia… posiblemente tomaría represalias contra ellos.
− Debimos tomar a la elfa igualmente… − Dijo Spero decepcionado. – No quiero ni saber el destino que le depara… −
− No, ella estará bien. – Aseguró Allen seriamente. – Él hablaba en serio cuando dijo que no rompería una promesa, la vida de esa chica no será la mejor, pero será protegida por él. –
− No sé si puedo confiar en simples palabras. – Reafirmó Spero. – Y no hay seguridad de si había alguien más en aquel lugar, más vidas que serían vendidas. –
− Miré un poco adentro cuando subí. – Dijo Allen. – Ahí no había nadie más. –
Era un tanto reconfortante escuchar esas palabras, pero no era suficiente.
En un futuro, nada decía que no fuera a pasar nuevamente, posiblemente había estado pasando desde hacía muchos años; el respeto que mostraban hacia Bon era… increíble, con solo su palabra infundía temor, incluso fue capaz de dominar a un Orco salvaje y ofertar su vida. Eso no era algo que se obtenía en pocos días.
Lamentarse no ayudaría en nada, aunque no era como si el pudiera hacer algo igualmente, se encontraba en desventaja de muchos sentidos. Pese a parecer ser una sola persona, posiblemente tenía mucha más gente bajo su mando, mientras que Spero solamente contaba con sus amigos.
No es hora de pensar, es hora de correr. Allen se miraba increíblemente alegre, incluso había derramado lágrimas, cargaba a la pequeña sin problemas y corría con todas sus fuerzas.
Era la primera decisión que había tomado… y había sido la correcta.
Corrieron durante un largo tiempo, parando entre pueblos para tener una posada en la cual descansar durante las noches, en las cuales refugiar a la pequeña; ya que no contaban con un arco, la caza se les dificultaba, por lo que terminaron comprando comida, comida que parecía nunca haber probado la pequeña.
Durante todo ese tiempo, el progreso que hicieron para ganarse su confianza… fue mínimo. La pequeña parecía estar asustada en todo momento. Había comprendido los sentimientos de Allen cuando dijo que le daría una mejor vida, pero no era suficiente, y era comprensible. No sabía qué tipo de vida había tenido hasta el momento, pero posiblemente no había sido la mejor que podría esperar.
Aun con eso, Allen parecía no darse por vencido, prestando atención a cada acción que ella hacía, nunca forzándola a nada y haciendo todo lo posible para entenderla, intentando hacer que ella abriera su corazón.
− Habrá que darle tiempo. – Dijo Spero.
− Sé que tendré que separarme de ella, y será cuando me asegure de que ella estará a salvo. – Respondió Allen. – Pero, aun así, quiero verla sonreír al menos una vez antes de que eso pase. –
Después de todo, la vida que llevaban no les permitía cargar con una niña, no era un lugar indicado para ella, y en lo posible, preferían que llevara una vida lejos del peligro, que viviera el resto de su vida en paz.
Y el ultimo día llegó, un largo camino, más al intentar evitar el peligro en lo que cabía de lo posible. Pero lo habían logrado, llegaron a salvo a la ciudad, llegaron a Frontera nuevamente.
− Debes estar cansado por el recorrido, Allen, deberías descansar. – Había cargado con la pequeña en todo momento, sin dejarla ni un instante. – Yo aún tengo unas cuantas cosas que hacer, así que me ocuparé. –
− No estoy cansado en lo más mínimo. – Respondió Allen. – Igualmente pienso hacer algo, necesito hacerlo cuanto antes. –
− ¿Puedo saber lo que es? – Preguntó Spero.
− Quiero darle una mejor vida a esta pequeña. – Respondió Allen. – Así que empezaré desde lo más básico, cambiaré esos harapos. –
− Supongo que sería lo mejor. – Dijo Spero. – Un baño y ropa nueva… ¿Seguro que puedes hacerlo por ti? –
− No veo un problema con la ropa, pero aun siendo una niña, no pienso propasarme y darle un baño por mí mismo. – Aclaró Allen. – Así que buscaré quien pueda ayudarme con eso. –
− ¿Qué hay de Ryoku? – Sugirió Spero. – Es mujer, así que no debe haber problema. –
Allen se quedó un momento en silencio dudoso, como si no estuviera del todo seguro.
− ¿Sky? – Preguntó Spero cambiando de persona. – Es amable e igual es mujer… aunque hace tiempo que no me dirige la palabra... –
Y Allen seguía sin decir nada.
− ¿Pasa algo? – Preguntó Spero. − No veo por qué dudar. –
− Rara vez les dirijo la palabra. – Respondió Allen. – Así que dudo acepten algo de mi parte. –
− No veo por qué se negarían, pero si así lo piensas, yo se lo pediré por ti… aunque creo hay más posibilidades de que se nieguen viniendo de mi parte. –
− ¿Pero no tenías algo que hacer? – Preguntó Allen.
− No hay problema con eso, igual tengo que pasar por la sala y buscar a Ryoku. – Respondió Spero. – Hendry sé que está en casa con su esposa, pero de Ryoku no sé nada. –
− Entonces, yo… − Allen recobró la confianza nuevamente. – Buscaré algo de ropa para ella, y entonces… iré contigo. –
− Tomate tu tiempo. – Dijo Spero con una sonrisa. – Logra obtener esa sonrisa. –
− ¡Lo hare! – Dijo Allen animado, tomando de la mano a la pequeña y caminando lejos juntos.
Ahora yo… Era hora de que Spero se pusiera en marcha.
No estaba seguro de a cuál lugar ir primero, Hendry había salido por un par de días por lo que igualmente debía estar en su casa descansando junto a su esposa, por lo que no deseaba molestarlo.
Shawn debía estar igualmente con Susan, y aunque tenía el pendiente de que la carta le hubiese sido entregada, sabía que no era el mejor momento para ir a donde él. No dudo que la hayan entregado. Solamente quería cerciorarse.
Entonces será la sala de misiones. Era temprano y no era inicio de semana, por lo que no debía estar concurrida, e igual, al no tener conocimiento de donde Ryoku se hospedaba o donde buscarla, era un buen lugar para empezar.
Ryoku había comenzado una amistad algo fuerte con Sky, por lo que posiblemente igual ella debía saber algo de su paradero.
No tenía asuntos serios con Ryoku, pero debía informar de su llegada, después de todo, había partido nuevamente sin decirle ni una palabra, lo que posiblemente la había hecho enfadar. E igualmente, tenía pensado en volver a salir en poco tiempo, tenía la propuesta de entregar a la pequeña donde Cliff, puesto que parecía ser el mejor lugar para ella, ahí todos los niños parecían estar teniendo una buena vida y era sin duda, el lugar más seguro que podrían encontrar. Y con tantas cosas encima, debía apresurarse y preparar todo.
Ten cuidado” Resonó en su cabeza por un instante. ¿Mmh? No lo había percibido profundamente, pero había escuchado a alguien hablándole, pero a su alrededor, nadie le estaba dirigiendo la palabra. ¿Me estaré volviendo loco?
Dada su apariencia, parecía estarlo. Portando únicamente un yelmo y una lanza, no era un equipamiento de lo más… normal. También tengo que pasar a donde Fraud… Era su proveedor de equipamiento, y aun no había entregado su armadura nueva, por lo que igualmente era una buena idea ir cuanto antes.
Claro, Sirius… También estaba el caso de Sirius, lo habían dejado con Hendry y Ryoku, por lo que igualmente debían pasar por él en algún momento. Hay muchas cosas por hacer. Y quedándose de pie ahí… no avanzaría nada.
Su primer parada fue la más difícil, la sala de misiones, como ya lo había decidido antes. Su relación con Sky había sido fracturada tras haber desaparecido durante poco tiempo sin decir nada. Como su recepcionista, estaba en descontento, un descontento que no aclaraba a Spero o daba una solución; solamente dejó de dirigirle la palabra.
El lugar estaba casi completamente vacío, no había mucho movimiento, lo que parecía fuera a aligerar la carga.
Miró a los alrededores buscando a Sky, pero no parecía estar en su lugar, sus demás compañeras estaban ahí, pero ella no. ¿Sera su día libre? Parecía ser la mejor respuesta.
Por un lado, sentía un poco de alivio al no tener que hacerle frente, mientras que por otro… era un problema para continuar. Sin Sky no encontraría a Ryoku más que de coincidencia, por lo que se encontraba en un gran dilema. Esperar o vagar sin rumbo, había hecho mucho tiempo lo segundo y no le parecía la mejor opción, pero quedarse a esperar si misteriosamente hacia una aparición era prácticamente lo mismo.
Así que mejor me iré… Spero se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida.
*Cofa off* Tosió alguien cerca de él, pero no le tomó importancia y siguió caminando. Iré a con Hendry, no ha de ser el mejor momento, pero no queda de otra.
− ¡Hey! – Gritó alguien, pero nuevamente hizo caso omiso.
¿O debería pasar por Fraud primero? Igual dije a Allen que estaría acá así que…
− ¿Ahora tú me ignoras? – Preguntó la misma persona. – ¡Spero! –
− ¿Mmh? – Oh…
− ¿Es acaso una forma de vengarte? – Preguntó Sky molesta, vestía ropa casual, al parecer, si era su día libre. – Aun cuando todo fue tu culpa… −
− ¿Oh? Umh… no, estaba… distraído, justo venía a buscarte. – Respondió Spero nervioso. – Aunque… me sorprende que me hables, digo, ha pasado un largo tiempo desde que no me dices ni una palabra. –
− … −
Y nuevamente, se quedó en silencio, giró su rostro e ignoró a Spero. Caminó un poco y se sentó cerca del lugar, como si nada estuviera pasando. ¿Otra vez?
Spero no sabía qué hacer, ella nuevamente parecía estar molesta, negándose a dirigirle la palabra, aun cuando ella lo había llamado. Había tenido incluso suerte de que la encontrara ahí, aun en su día libre, aunque no era la primera vez que pasaba. Debe gustarle este lugar para venir tanto…
Spero cansado y algo molesto, se acercó a Sky, la miró fijamente por un momento.
− ¿Qué es lo que quieres que haga? – Preguntó Spero confundido. – No me dices nada, aun cuando te pedí perdón. –
− … − Sin respuesta nuevamente.
− Sé que no es lo correcto que simplemente actué sin decir nada… pero era algo que debía hacer, aunque nadie me lo pidiera… no podía simplemente ignorarlo. – Dijo Spero arrepentido. – Lo hago por personas que me importan, me preocupan… −
− ¡Es eso lo que me molesta! – Gritó Sky interrumpiendo con coraje. – Dices que te preocupan y por eso actúas, pero… ¿qué hay de nosotros? Tomas decisiones por tu cuenta y no avisas a nadie, desapareces por días sin dar señal de vida… ¿Cómo quiere que reaccione? –
− Yo… − No tenía una respuesta para ello.
− Sé que lo haces por qué crees que es lo correcto, y yo… no puedo negarlo tampoco, me siento feliz de que seas ese tipo de persona. – Dijo Sky. – En este lugar concurren aquellos que buscan fama y dinero, pero pocos buscan ayudar. Toman las misiones más duras porque son las de mayor recompensa, poniendo su vida en riesgo por cosas banales… Por eso te tengo especial aprecio, llevo en este lugar desde que se fundó, es mi primer y único empleo, y rara vez se encuentra una persona que lo hace por el simple hecho de ayudar; otros miran su recompensa y al ver el riesgo que corrieron deciden dejarlo… −
No creo ser alguien tan bueno. Creia que, si no fuera por la influencia de Ciel en su vida, él no sería diferente a todos los demás que menciona.
− Pero eso solo me preocupa más… − Continuó Sky asustada. – En este negocio he visto morir mucha gente, gente con la cual compartí muchos momentos alegres, historias de sus aventuras, gente que miraba el día a día, y de un momento a otro… salen para no volver. Pero es el trabajo que elegí, es el pan de cada día. Ya te lo había dicho antes, no quiero que mueras, no quiero un día recibir la noticia de que ya no volveré a mirarte, no quiero que te vayas sin decirme adiós… por eso me preocupa cuando vuelves lastimado como si nada hubiera pasado, arriesgas tu vida sin pensar en las consecuencias. Sé que debes saberlo, pero hay gente que vela por ti, tus compañeros se preocupan igualmente… la última vez que desapareciste, pensé no volvería a verte; Ryo frecuentaba el lugar buscándote, pero no sabíamos nada, ella igualmente estaba preocupada, puede que no lo diga, pero posiblemente igual te ganaste su confianza; por mi parte, deseaba que entraras por esa puerta como en cualquier otra ocasión, pero… no fue así. –
− ¿Tanto te preocupé? – Preguntó Spero apenado y avergonzado. – Solamente fueron unos días… −
− Días, horas, meses, años. – Respondió Sky molesta. – Solamente basta un segundo para que dejes este mundo. –
Spero de por si se sentía pésimo por lo sucedido en la subasta, y con las fuertes palabras de Sky, se sentía peor. Tomaba esas decisiones intentando ayudar a quien lo necesitaba, intentando involucrar a la menor cantidad de gente para que no resultaran lastimados… pero había sido todo lo contrario.
Se repetía una y otra vez que ahora había más gente por la que tenía que mirar, pero, a fin de cuentas, solamente pensaba en sí mismo, una forma de sentirse mejor, una forma en que ellos no se lastimaran, aunque eso le costara la vida. “Primero ustedes y luego yo.” Una frase que no era más que palabras, el dolor no provenía únicamente de una herida física. Allen, la persona que más aprecio le tenía… ¿Qué sería de él sin Spero? Tanto que le repetía era su salvador, para simplemente abandonarlo de un momento a otro… una decisión tan egoísta pensando que hacia lo correcto.
− Dices esas cosas aun cuando no tenemos tanto tiempo de conocernos… − Dijo Spero con la mirada baja.
− No hacen falta años para tomarle aprecio a una persona. – Respondió Sky seriamente.
Y él lo comprendía, hay quienes se conocen de años y simplemente no congenian; mientras que, por otro lado, hay quienes en días son el uno para el otro.
Mirándolo a grandes rasgos, cinco años no eran suficientes para llamar a una persona “Hermano”, pero aun así… él lo había hecho.
− Ahora… vuelve tu compañero elfo y Ryo sin ti, sentí un escalofrió recorrer mi cuerpo en ese momento. – Continuó Sky preocupada. – Y un alivio momentáneo al escuchar de Ryo decir que te habías separado por un poco de tiempo. Miré su expresión, estaba realmente molesta por ello, por lo que posiblemente tampoco le dijiste nada al respecto, y aun con ello, parecía estar igualmente preocupada. No entró en detalles del por qué, pero lo volviste a hacer, fuiste por tu cuenta sin decir nada… −
− Lo lamento, pero… fue necesario. – Dijo Spero apenado, pese a que no le gustaba del todo el resultado… habían hecho lo correcto, una vida se había salvado.
− No quiero escuchar tus disculpas. – Dijo Sky molesta. – Quiero que digas que no lo volverás a hacer, que te tomaras el tiempo de explicar la situación como es debido, que te tomaras, aunque sea un segundo para decírmelo y aunque sea… prepararme en caso de que no vuelvas. Solo saliste a entregar una carta y desapareciste nuevamente. –
Era hora de que cambiara, era hora de que realmente pensara en los demás, en sus compañeros. Pese a que lo que tenía que hacer era algo urgente… tenía el tiempo para explicar todo, para darles la tranquilidad de que iba a estar bien, pero aun así… no lo había hecho.
Con un dolor en el pecho, y una respiración honda, Spero lo juró.
− No volveré a hacer algo como eso. – Lleno de seriedad.
Sky dejó salir un suspiro y una carcajada decepcionada; miró a Spero con una sonrisa triste y conformada.
− Claro que lo harás. – Dijo cabizbaja. – En algún momento lo harás… y a la vez es inútil que me expliques la situación o lo que harás, siempre está la posibilidad de que no vuelvas, aun cuando solo sea una misión de entrega… así es este mundo. –
− Entonces yo… − ¿Qué debería decir ahora? No le gustaba el cómo se habían tornado las cosas, como lo había destrozado todo. Por lo que decidió hacer una promesa que no estaba seguro de cumplir. – No moriré. Por más peligrosa que sea la situación, por más que tenga que esforzarme, aunque me encuentre en una situación donde deba jugármela por salvar a alguien más… aun así sobreviviré. Así que seguiré cruzando por esta puerta por un rato más, aunque me encuentre malherido o moribundo lo hare. –
− Si va a ser así, no quiero ni mirarte… − Dijo Sky levantando la mirada, con una sonrisa y un par de lágrimas.
Sintió paz, paz por haber entre resuelto las cosas con ella, paz porque volvían a hablar. Pero en cambio tenía una promesa que cumplir, no morir. No por él, sino por aquellos que llorarían por su muerte, aquellos que se preocupan por él.
− Te vas sin decir nada, vuelves después de días y haces llorar a Sky… ¿No tienes vergüenza? – Preguntó una voz molesta detrás de él.
Oh no… Él sabía lo que le esperaba.
− Así que ahora que estas aquí, ¿Qué es lo que hiciste? ¿Dónde está la mayor parte de tu armadura? – Preguntó Ryoku molesta.
− ¿No te lo dijo Hendry? – Preguntó Spero confundido y asustado.
− Dijo que te lo preguntara a ti cuando volvieras, que eso es lo que preferirías. – Respondió Ryoku. – Y ahora que estas aquí… ¿Qué diablos hicieron ahora? Depende de lo que sea, será lo molesta que estaré. –
No había nada que ocultar, y pese a que Ryoku se llegara a molestar, era lo correcto.
− Todo fue por la pequeña que encontramos en el camino. – Comenzó Spero.
− ¿La demi-humana? – Preguntó Ryoku. − ¿Qué hay con ella? ¿No había sido entregada sana y salva a su protector? –
− Todo lo contrario, fue como tirarla al abismo. – Respondió Spero apenado y molesto. – Si no hubiera sido por Allen… no sé qué hubiera sido de ella. –
− ¿Una demi-humana? – Preguntó Sky curiosa secándose el rostro. − ¿Conocieron una demi-humana? No hay ninguna en esta ciudad y no suelo viajar fuera, así que para mí es algo nuevo y emocionante. –
– No fue de la forma que hubiera deseado. – Respondió Spero molesto. – No solo fue ella, había mas en aquel lugar, todos ellos eran esclavos disfrazados de sirvientes, privados de la audición sin motivo… –
– Espera, espera, vas mu y rápido. – Interrumpió Ryoku sorprendida. – ¿Qué fue exactamente lo que hicieron? –
– Allen lo supo desde un inicio, así que decidió que iría por ella, que la salvaría. – Continuó Spero. – El lugar al que la dejamos ir, a la persona que la entregamos, era un subastador en un pequeñísimo pueblo que funcionaba como un mercado negro. Lo que miramos ahí adentro fue el peor tipo de personas que hay en este mundo; también como un padre pagó con su vida por su hija que estaba siendo subastada como un objeto; como incluso comerciaban con la libertad de un Orco salvaje; y ahí mismo, la pequeña no era más que un producto para vender. –
– ¿Subastar vidas? ¿Esclavos? – Preguntó Sky sorprendida. – Asuntos exteriores no parece haber reportado nada al respecto, y las revisiones están a cargo del Capitán Shawn, así que no debe haber extorciones o sobornos como para pasar por alto ese tipo de actividades. –
– El pueblo no está siquiera registrado en el mapa. – Añadió Spero. – Así que no es de extrañar que no sepan nada de él. Lo que sí es extraño, es que no parece haber surgido recientemente. Bon, es el nombre de la persona que parece estar al frente de todo, y con solo palabras es capaz de infundir respeto en los compradores, lo que no se consigue en poco tiempo. –
– ¿Qué paso con la niña? – Preguntó Ryoku preocupada. – ¿Dónde está ahora? –
– Fue a la única que logramos sacar de ahí. – Respondió Spero apenado. – Allen fue a comprar algo de ropa para ella, ahora no viste más que harapos. –
– ¿Qué piensan hacer con ella? – Preguntó Sky. – En esta ciudad no hay ningún otro Demi-humano que se pueda hacer cargo de ella, y dado el riesgo en el que te pones, dudo que puedan hacerse cargo de ella. –
– Tenía pensado volver a Hope Town, es el lugar más seguro para ella, aunque no sé qué piense Allen al respecto… igual tenemos que verificar su salud antes de hacer más movimientos. –
– Igualmente pienso que es lo mejor. – Llamó una voz, Allen quien recién arribaba. – Y me alegra que igualmente te preocupes por su salud… ante todo yo… quiero asegurarme de su bienestar, así que… igualmente pienso que ese es el mejor lugar para ella. –
Eso… resuelve el problema. Por una parte, sentía que abandonarla nuevamente era algo cruel, pero la vida que ellos podían ofrecerle no era una buena; quizá y en algún momento alguna persona bondadosa cuidaría de ella, igual Cliff parecía ser alguien digno de confianza y el lugar era lo más seguro que habían visto. Era la mejor decisión.
Pero…
– ¿Dónde está ella? – Preguntó Spero preocupado, no la miraba por ningún lugar.
– Esta detrás de mí. – Respondió Allen.
Una mano sobresalía al lado de la pierna de Allen, se aferraba con fuerza a su pantalón mientras se escondía; aún no se acostumbraba a las personas, pero parecía poder aferrarse a la persona en la cual más confianza tenia.
– La gente la miró tanto que se escondió detrás de mí. – Dijo Allen con una carcajada.
– Realmente es otro cuando de niños se trata. – Señaló Ryoku. – Pero… supongo que es algo bueno. –
– ¿Entonces ella es la demi-humana? – Preguntó Sky acercándose. – ¿Puedo verla? ¿Puedo tocarla? –
Pero la pequeña no se mostraba, seguía escondida detrás de Allen, con temor.
Ahora que lo recuerdo, aun no les he pedido aquello.
– Olvide pedírselos, Allen. – Se disculpó Spero. – Pero ahora lo hago. –
– ¿Mmh? – Reaccionó Ryoku confundida. – ¿De qué hablas? –
– Veras… – Con algo de pena, Spero tomó el valor para responder.
– No, yo lo haré. – Interrumpió Allen dudoso. – Dije que le daría una mejor vida, pero aun así no puedo pedir algo tan simple como eso… R-Ryoku, y mmh… Sky… ¿Podrían darle un baño a la pequeña? –
– Claro. – Respondió Sky casi instantáneamente con una gran sonrisa. – Ryo y yo nos encargaremos de ella. –
– N-No tengo problema… – Dijo Ryoku algo nerviosa. – Pero… no parece querer apartarse de ti. –
Era algo común y comprensible, no conocía a ninguna de las dos, y tampoco entendía que era lo que le estaban diciendo; Allen había sido un caso especial que supo transmitirle sus sentimientos y confianza pese a la barrera del habla.
Lo que me hace pensar… Temía que igualmente ella tuviera el problema auditivo. No presentaba heridas visibles, pero quizá el problema estaba ahí, no había hecho las pruebas y tampoco sabía hacerlo, por lo que una visita con a Hendry era lo más indicado.
Y el problema del momento, era que ella no quería apartarse de Allen, pese a que la llamaran alegremente. Sujetaba con fuerza el pantalón y escondía su rostro, con pena y temor.
– ¿No comprende nuestro idioma? – Preguntó Sky.
– No, ella no sabe hablar. – Respondió Spero.
– Eso no será un problema. – Dijo Allen.
Quitó con delicadeza la palma de la pequeña y se giró hacia ella, se agachó un poco y la miró con una sonrisa.
– Debes ir con ellas, son buenas personas, no debes temerles. – Dijo Allen a sabiendas de que ella no comprendía lo que le decía. – Limpiaran tu cuerpo y podrás dejar esos harapos que cargas por la nueva ropa que compré para ti. –
Miraba a todos lados confundida, no comprendía del todo lo que le estaba diciendo; demostraba ansiedad y temor, pero al final, con pasos lentos y temblorosos… caminó hacia Sky.
– ¡Oh! – Reaccionó Sky sorprendida. – Es una linda zorrita. –
Dada la reacción espontánea de Sky, la pequeña dio un pequeño salto en temor, lo que solamente la volvía mas adorable.
– Es muy linda. – Insistió Sky. – No me importaría adoptarla… aunque no gano lo suficiente… y hay unos cuantos problemas más… ¡pero si no fuera por eso la adoptaría seguro! –
– Entonces… ¿Podrían hacer eso por ella? – Preguntó Allen. – Aquí está la ropa nueva que compré para ella. –
– Claro, no hay problema, después de todo, es mi día libre. – Respondió Sky tomando la ropa en sus manos. – Ryo tampoco parece estar haciendo nada, así que no debe tener problema, ¿cierto? –
– B-Bueno, no… no tengo problema. – Respondió Ryoku nerviosa.
– ¡Y el bañarnos juntas mejorará nuestra amistad! – Dijo Sky emocionada. – ¡Quiero ver que escondes bajo esa pesada armadura! –
– Era lo que me temía… – Susurró Ryoku.
– Andando, andando… – Sky dio la ropa a Ryoku y tomó de la mano a la pequeña. – ¡Quizá tome algo de tiempo, así que nos vemos en unas horas! –
Sin más, corrieron lejos de ahí. ¿Vernos en dónde?
Allen por su parte, dejó salir un suspiro de alivio. Supongo que será aquí.
Ahora… Restaba una cosa por hacer, algo que Spero tenía como objetivo, que, aunque odiaba la idea, era lo mejor.
– Olvide preguntar quién se quedó con Sirius, lo lamento Allen. – Dijo Spero.
– No hay problema, esta con Hendry, hablé con él en el camino. – ¿Hablaste con él? – Me dijo que cuando acabara de cambiar la ropa de la pequeña la llevara para una revisión, inspeccionará el problema auditivo. –
Incluso te adelantaste en eso…
– Bueno, hay unas cosas que tengo que hacer. – Dijo Spero en forma de despedida.
– ¿No quieres que te acompañe? – Preguntó Allen. – No, déjame ir contigo. –
– No tengo problema con que me acompañes la verdad, pero ¿no sería mejor si esperas a que vuelvan? – Sugirió Spero.
– Dijeron que tardarían un par de horas. – Respondió Allen. – Y aun no tengo una buena comunicación con ellas como para mover la conversación por mi cuenta. –
– Entonces vamos. – Dijo Spero.
– ¿A dónde iremos? – Preguntó Allen.
Tras una breve pausa, Spero se mentalizó.
– A donde Asmund. – Respondió.
Camino corto, sentimiento desagradable; no podía dejar de sentirse molesto con lo que haría.
Pese a pregonar que había cambiado su forma de ser, sentía que en el fondo seguía siendo la misma persona retorcida. Pero no había nadie más que pudiera ayudarlo con su problema, era capaz de humillarse con tal de obtener el apoyo que necesitaba.
Había sido confirmado por Sky, la esclavitud y la venta de vidas era ilegal, y pese a no ser un anexo de la alianza, seguía provocando problemas. Nada decía que esas vidas arrebatadas provenían de fuera de sus territorios.
Asmund había dicho que apoyaría a Spero como agradecimiento, y por eso mismo, con disgusto, decidió pedir apoyo a aquel quien tenía poder para lograr lo que no podía por su cuenta.
– ¿Nuevamente solo? – Preguntó Spero al llegar.
Al igual que la vez anterior, pese a haber más mesas, solamente Asmund estaba presente.
– Oh, Spero. – Reaccionó Asmund. – ¿Qué te trae por aquí? Y no, no estoy solo, nunca lo estoy. Pero si son los puestos vacíos a lo que te refieres, hoy no tuvieron que trabajar. –
Demasiado conveniente.
– Dijiste que me apoyarías, ¿cierto? – Preguntó Spero sin dar rodeos.
– Dame un momento. – Respondió Asmund.
Parecía estar llenando unas formas, unos cuantos papeles. Inmerso en ello sin prestar mucha atención a su alrededor. Una vez terminó, tomó toda la papelería y la juntó, alzó hacia atrás, y alguien la tomó desde la oscuridad.
– Ahora si puedo prestarte atención como es debido. – Dijo Asmund alegremente. – Si, así es, dije que te apoyaría… pero eso depende de que necesites, claro. –
– Se supone que todos los pueblos marcados en el mapa son parte de la alianza, ¿cierto? – Preguntó Spero, primeramente.
– Así es, es justo como viene en el mapa. – Respondió Asmund. – ¿Qué hay con ello? ¿Quieres manejar algún territorio? ¿Una nueva edificación? –
– No. –
– Bueno, es un trabajo duro después de todo. – Dijo Asmund. – Aun siendo tú, necesitaría evaluarte en varios aspectos y ya con ello proponerlo al resto de líderes, mover algunos cuantos recursos y hacer planeación… –
– No busco nada de eso. – Interrumpió Spero. – Solo busco apoyo con algo que me tiene molesto. –
– ¿Qué es? Solo habla. – Dijo Asmund comprensiblemente.
– Un pueblo que no está anexado en el mapa, hacen subasta de bestias y otras razas. – Fue directamente al punto. – Sus sirvientes posiblemente eran esclavos igualmente, quiero liberarlos… –
– ¿¡Esclavitud!? – Gritó Asmund molesto. – ¡Eso está prohibido! Sin importar si es o no parte de la alianza, nos perjudica a todos… puede ser un problema, pero… dame detalles. –
Su reacción no era la que Spero esperaba, realmente demostraba molestia, enojó y rabia al escuchar la palabra esclavitud.
Dejándose llevar por la reacción, Spero confió por un momento en Asmund, ignorando lo que había hecho en un pasado, creyendo en que quizá, y ayudaría.
Spero comenzó a contarle todo, y la expresión de Asmund era cada vez más la de molestia, especialmente cuando escuchó sobre el precio capital y como parecía ser solamente un espectáculo para los presentes.
Demostró preocupación al escuchar sobre la elfa que estaba siendo subastada y como su padre tuvo que dar su vida en pago; curiosidad sobre la forma de domar Orcos salvajes y a la vez algo de temor, puesto que eso igualmente podía ser usado como un arma en caso de guerra.
– Con eso es suficiente para que actuemos. – Señaló Asmund pensativo. – No podemos dejar pasar ese tipo de actos en este nuevo mundo, supongo a los demás líderes tampoco les ha de agradar la idea. –
Me alegra escuchar eso… Recobraba un poco de confianza, después de todo, no los estaba abandonando, podía hacer algo por ellos, solo estaba a un paso.
– Y sobre los esclavos… – Continuó Spero.
– Si, cuéntame, ¿por qué llegaste a la conclusión de que eran esclavos? – Preguntó Asmund.
– La forma en que actuaban y como eran tratados. – Respondió Spero. – También les fue arrebatada su audición. –
– Eso lo dice todo. – Afirmó Asmund. – No se necesitan más pruebas. –
La felicidad que sentía Spero al escuchar eso… era inmensa.
– Aunque hay unos asuntos pendientes que tenemos que resolver primero. – Señaló Asmund. – Surgieron un par de problemas, y dependiendo de cómo se tornen las cosas… podría tomar algo de cuenta, ojalá no sea lo que me temo. –
– ¿Qué es lo que sucedió? – Preguntó Spero curioso.
– Aun nada. – Respondió Asmund. – Pero te aseguro que nos haremos cargo de ese asunto lo más pronto posible. –
– Me siento aliviado. – Dijo Spero dejando salir un suspiro. – Aun me siento culpable por abandonarlos sin intentar nada, pero saber que aún hay esperanza para esos demi-humanos me hace sentir mejor. –
– ¿Demi-humanos? – Preguntó Asmund. – Así que… eso son. –
Y todo se derrumbó.
– ¿A qué te refieres? – Preguntó Spero. – ¿Hay algún problema con ello? –
La expresión de Asmund cambio totalmente, pasando de la rabia y molestia, a una más indiferente, con solo escuchar la raza.
– Debo serte totalmente sincero, no me importan esas bestias. – Dijo sin Asmund sin titubear. – Comprendo tu preocupación por los Elfos, incluso el tema de los Orcos puesto que pueden armar un ejército y seguido una revolución, pero… los demi-humanos están fuera de discusión. No pienso hacer nada por ellos. –
Entonces todo lo que dijo… Había desaparecido, la poca confianza, el sentimiento de alivio, todo desapareció. La mirada de Spero hacia Asmund volvió.
– Son meras bestias. – Añadió Asmund. – Sumisas y torpes. –
– ¡Retráctese! – Gritó Allen molesto, incluso él se había ofendido, más después de esforzarse tanto por salvar a la pequeña.
– Simplemente digo lo que son. – Recalcó Asmund.
– Entonces no has cambiado para nada… – Señaló Spero molesto. – ¿Qué los hace diferentes a nosotros? Poco se sobre ellos para opinar a fondo, pero me abrieron un camino para que huyéramos, nos pidieron que le diéramos una mejor vida a la pequeña… ¿Qué hay de bestia en ello? –
Asmund no parecía que fuera a retractarse, seguía con su mirada indiferente hacia el tema.
– Claro que he cambiado. – Dijo Asmund seriamente. – Todo esto lo he hecho por el bien de mi gente, de mis iguales… velo día a día por su bien, miro como solucionar los problemas e intento expandir el territorio, darles seguridad, continuar mejorando. Quizá no es lo que esperabas, pero hago todo lo que está a mi alcance. Nos encontramos en estado de alerta, y si es lo que me temo, será peor de lo que sea que hemos enfrentado, aun así, no pienso acobardarme, hare hasta lo imposible por mi gente, por mis iguales, pero no por esas bestias que no tienen relación con nosotros. –
– Entonces fue inútil venir en busca de tu ayuda. – Dijo Spero molesto.
– Haré algo por el bien general, no por esas cosas. – Dijo Asmund.
– Te lo agradezco. – Respondió Spero sarcásticamente.
Con molestia, Spero se dirigió a la salida. Ellos no son bestias…
– Tendremos que buscar la manera por nuestra cuenta. – Dijo Spero a Allen. – Pero de alguna manera haré algo por ellos, después de todo, fueron quienes nos abrieron el camino para huir. –
– Entonces, este no es un lugar seguro para ella. – Dijo Allen dudoso. – Sera que en Hope… –
– No. – Interrumpió Spero. – Esos son los pensamientos de Asmund, pero no sabemos del resto, es una alianza, y Hope Town recibe niños de todas las razas, sé que Cliff igualmente aceptará a la pequeña. –
– Eso espero… – Dijo Allen cabizbajo. – Aun si no, encontraré un lugar donde esté segura. –
Debería seguir su ejemplo. Allen no se rendiría únicamente por fallar en una ocasión, de la misma manera Spero debía seguir adelante y encontrar su propia manera de ayudar a aquellas personas. Aun sin la ayuda de Asmund, podía apelar a alguien más, hacerlo por cuenta de ser necesario, pero todo cuando estuviera seguro.
– De cualquier forma, saldremos mañana. – Dijo Spero.
– ¿Tan pronto? – Preguntó Allen. – Acabamos de llegar. –
– No siento que vaya a estar segura en este lugar. – Respondió Spero. – No con una persona como él a cargo. –
– Supongo entre más pronto esté segura mejor… – Dijo Allen algo preocupado y dudoso.
– Podemos pasar un tiempo en esa ciudad si así lo deseas. – Sugirió Spero. – No tienes por qué separarte tan pronto, después de todo, aun no te da esa sonrisa que buscas. –
– Seria muy egoísta de mi parte. – Respondió Allen apartando la mirada.
– No tengo problema con que lo hagas. – Dijo Spero comprensivo. – Dudo que Ryoku o Hendry se opongan tampoco. –
– No era por eso… – Susurró Allen para sí mismo. – Deberías avisar a Hendry para que esté listo, ¿no? –
– Cierto, gracias por recordarlo. – Dijo Spero alegremente. – Entonces… vamos.
Hendry aceptó sin oponer mucha resistencia, aceptó incluso el estar un poco más de tiempo en aquel lugar, diciendo que aun había unos cuantos libros y discusiones que no había terminado con la doctora, cosas que posiblemente le podrían servir de referencia.
Por su lado, Sirius actuó emocionado, en términos de Sirius, al encontrarse nuevamente con Allen, quien lo recibió con los brazos abiertos. Aun siendo solo unos días, parecía como si no se hubieran visto en años.
– ¿Por qué no le dijiste la razón por la que nos separamos? – Preguntó Spero a Hendry.
A lo que él contesto primeramente con una carcajada.
– Pensé sería más divertido si no le decía nada. – Respondió.
Seguido de una larga charla, concordaron la hora de partida del siguiente día, y para no incomodar en la privacidad de pareja de ambos, decidieron volver a la sala de misiones; ya había pasado un buen rato, por lo que posiblemente ya estaban esperando por ellos. Y quizá estén molestas… no, definitivamente lo estarán.
Equivocado nuevamente, aun no parecían estar en el lugar, lo cual era un alivio al menos para Spero.
– No han de tardar. – Dijo Spero tratando de evitar cualquier preocupación en Allen.
Aunque él estaba misteriosamente tranquilo, miró a sus alrededores como si estuviera buscando algo, pero no lo encontraba; jugó un poco con su largo cabello y dejó salir un suspiro.
– Bien… – Susurró para sí mismo.
¿Mmh?
– ¡Hey! – Llamó una voz alegre, habían vuelto.
Al frente, caminaba Ryoku y Sky. Ryoku portaba su armadura como siempre, mientras que Sky vestía mas casual. Pero no había rastros de la pequeña.
– ¿Cómo me veo? – Preguntó Sky con una alegre sonrisa.
No había nada diferente, era la misma ropa de antes. Se miraba bien, ella por si sola era atractiva y la ropa que vestía le daba cierto toque de feminidad atractiva, pero seguía siendo lo mismo de antes, por lo que Spero no supo bien cómo responder, y Allen le importaba si bien poco.
– B-bonita… – Respondió Spero dudoso y nervioso, temiendo a elegir la respuesta equivocada.
– Gracias. – Dijo Sky con una sonrisa. – Aunque es la misma ropa de antes. –
Ya lo sé…
– Quise ponerle una mejor ropa a Ryo después de que tomamos ese baño… pero se opuso rotundamente… pese a… –
– ¡Oye! – Interrumpió Ryoku sonrojada. – Deberías presentar a la niña, es lo que están esperando. –
– Cierto, cierto. – Dijo Sky.
Al igual que con Allen, una mano sobresalía por la pierna de Sky, aferrada con fuerza y algo de temor; escondiendo su rostro en vergüenza.
Allen se puso de pie, estaba ansioso por ver cómo era que se miraba la pequeña.
– Vamos, vamos. – Decía Sky intentando hacer que saliera delante la pequeña.
Y tras un breve momento, dio un paso al frente.
– Q-Que linda… – Dijo Spero pensando haberlo pensado.
La pequeña había hecho un gran cambio, pasando de unos harapos sucios y rotos, a un vestido de una pieza; con unas medias y zapatos realmente lindos; su expresión cohibida la hacía ver aún más linda; con un gran moño en su pecho que le daba un toque especial a su vestimenta. Había sido un gran cambio, un cambio realmente benéfico, un cambio hermoso.
– Elegiste una linda ropa, Allen. – Dijo Sky. – Casi muero de la dulzura. –
Pero Allen no parecía estar del todo conforme, sentía que algo faltaba, podía notarlo en su mirada fija.
Desde debajo de su manga, deslizó su daga rápidamente.
– O-oye… – Reaccionó Spero preocupado por lo repentino.
– Así será. – Dijo Allen.
Puso la navaja detrás de su cabeza, tomó su largo cabello y de un solo empujón… cortó su larga coleta. ¿Qué? Había sido algo realmente… extraño.
– Hace tiempo me pediste que hiciera algo con mi cabello, pero no sabía qué hacer. – Dijo Allen alegremente. – Y ahora lo sé. –
Su cabello quedo a la altura de sus hombros, un gran corte, teniendo la mayor parte de su cabello en la palma, y lo único que unía el cabello era el listón que siempre cargaba.
Deslizó el listón separando el cabello, lo tomó en su mano y dado que era largo, cortó en dos largos trozos.
– Hemos estado llamándola pequeña todo el rato. – Dijo Allen. – Pero siento que lo correcto, sería darle un nombre. –
No había pensado en eso. Era lo más básico.
– No soy quien, para decidirlo, y si así lo desea, cuando crezca será libre de cambiarlo, pero… pensé en uno. – Continuó Allen dudoso. – No sé si sea un problema… –
– Yo no tengo problema con ello. – Dijo Ryoku.
– Yo tampoco, digo, fuiste tú quien hizo todo. – Dijo Spero.
– Si eliges nombres tan lindos como la ropa, tampoco tendré problema. – Asintió Sky.
– Bien, entonces… –
Allen caminó hacia la pequeña, se hincó sobre una rodilla, tomó ambos pedazos de listones e hizo un pequeño moño con el cabello de la pequeña a cada lado, a lo que ella solamente reaccionó desorientada. Puso su palma sobre la cabeza de la pequeña y entonces, con un suspiro y los ojos cerrados, dijo su nombre; ella cohibida y un poco asustada.
– Tu nombre será Darling. – Dijo Allen con una sonrisa. – Y me encargaré de verte sonreir. –

Comentarios

Entradas populares