La Profecía del Héroe - Capitulo 12: Huyendo en la Oscuridad


− ¿Tienes alguna idea sobre cómo salir de la ciudad? – Preguntó Spero.
Si bien, había dicho que era hora de que sus caminos se separarán, no había pensado en una forma de huir de la ciudad, tampoco había trazado un rumbo a en qué dirección viajaría. Con la adición de Alice a su recién formado grupo, podía contar con la guía de alguien más experimentada, bueno, al menos más que él.
− Sobre eso… − Dijo Alice con su característica timidez. – Quería hacer una petición –
− Mmh… Claro… Habla –
− Quiero regresar a mi pueblo, debo despedirme de mi madre –
Spero había estado pensando solamente en su objetivo, sin tomar en cuenta que era lo que eso implicaba para Alice, aunque ella había sido la que insistió en dejarla acompañarlo. Madre... Spero no tenía a nadie más en su vida, a excepción de Core, claro. Pero no tenía a alguien a quien rendirle cuentas ni que dependiera de él, no había tenido necesidad de despedirse de nadie, pero eso era diferente para Alice.
No podía negarse ante tal petición, e igualmente era útil para él mirar el estado de los demás pueblos, quizá en alguno de ellos podía recabar más información.
− No hay problema –
− ¿Enserio? – Preguntó Alice con algo de vergüenza. − ¿No es mucha molestia? –
− Claro que no… después de todo es mi culpa que estés en esta situación. –
− Si es así… − Dijo Alice jugando nuevamente con sus dedos. – Quisiera hacer otra petición… −
La petición de Alice fue visitar el Templo de Santa Fe, dijo tener un asunto pendiente en dicho lugar. Aunque era una tarea difícil con la seguridad de la ciudad buscándolos, Spero acepto. Alice dijo que el Templo era un lugar seguro, un refugio para los más necesitados, e igualmente el lugar funcionaba como un tipo de orfanato. Así mismo aseguro que una vez llegaran ahí, no habría problemas, ya que los guardias intentaban no interactuar con el lugar por alguna extraña razón, siendo igualmente un buen escondite. Spero no estaba del todo convencido, pero era como si no pudiera decirle que no a Alice.
La oscuridad de la noche les ayudo en gran medida a llegar al Templo, aunque la seguridad había sido reforzada, no fue realmente difícil evadirla. Seguían siendo simples guardias sin mucha habilidad. Y justo como Alice había dicho, no había ningún guardia alrededor del Templo.
− ¿Solamente entramos? – Preguntó Spero.
− Si… puedes venir a cualquier hora – Respondió Alice.
Spero abrió la puerta del templo con calma, intentando no hacer mucho ruido que alertara a los guardias de su posición.
Aun siendo altas horas de la noche, una persona se acercó rápidamente a ellos apenas abrieron la puerta. Miro y reconoció a Spero, dicha persona era la misma que había acudido a él cuando pateo la puerta apenas llego a la ciudad.
− ¿N-Necesita algo? – Preguntó el sujeto con la cabeza baja como si tuviese algo de miedo.
− S-Si… Disculpe lo de antes… − Respondió Spero con algo de vergüenza.
Alice termino de abrir completamente la puerta, y sin perder tiempo, entro al Templo, sorprendiendo al sujeto que los atendió.
− ¡Usted de nuevo! – El tono en que lo grito sonó como si Alice hubiese hecho algo malo − ¿Qué hace aquí? –
Pero Alice no reacciono de manera agresiva ni preocupada, en cambio, sonrió.
− ¿De qué está hablando? – Preguntó Alice. – Ya pasó un mes, vengo a mirar a mis niños –
Sus… ¿Niños? Por alguna razón Spero se sintió derrotado, como si hubiese recibido un gran golpe directo a su persona. Se limpió repetidas veces los oídos y cabeceo un poco, pero la palabra no se iba de su mente.
− ¿Y-Ya pasó un mes? – El sujeto seguía con la guardia en alto. – ¡Le dijimos que no volviera! –
− ¿Por qué? – Preguntó Alice inocentemente. – No les he hecho nada malo –
− Eso… Eso es verdad… − Respondió el sujeto bajando su guardia. – Pero aun así… no es necesario que venga cada mes… solo será más difícil para usted. –
El anterior grito del sujeto despertó a varios de los presentes. El templo estaba dividido en zonas, cosa que no había notado la primera vez. Por un lado, estaban sillas y mesas, parecía ser donde comían. Habían construido igualmente otra habitación dentro del templo, presumiblemente los dormitorios o baños. Aunque fuera de dicha habitación estaban durmiendo igualmente algunas personas.
− ¿Alice? – Se escuchó algo lejos.
La puerta de la habitación dentro del Templo estaba abierta, y la voz provenía detrás de ella. Una pequeña cara se asomó, era un pequeño niño escondiéndose detrás de ella. Y volvió a esconder su cabeza.
− ¡Alice volvió! – Gritó dentro de la habitación.
− ¿Alice? – Se escucharon voces al unisonó.
En cuestión de segundos, múltiples pasos comenzaron a sonar fuertemente, se acercaban a ellos. ¿Nos encontraron? Ciertamente los habían encontrado, pero no eran los guardias. Varios niños salieron de la habitación, unos grandes y otros pequeños, pero todos eran niños. Cinco… Seis… Siete… Eran ocho niños los que salieron corriendo de la habitación directo a Alice.
− ¿Te quedaras a dormir con nosotros Alice? – Preguntó el niño uno. Este aparentaba tener alrededor de seis años.
− ¡Si Alice! Quiero que duermas conmigo hoy – Dijo la niña uno. Ella parecía tener la misma edad que el otro niño.
− ¿Qué nos trajiste hoy Alice? – Preguntó el niño dos. Este era más pequeño que el resto de niños.
− A-lice… − Dijo la niña dos extendiendo sus brazos hacia Alice. Era la más pequeña de todos los presentes, parecía apenas poder conjugar unas palabras.
− ¡Quiero que me cuentes otra historia Alice! – Grito el niño tres. Él era el niño que se escondía tras la puerta.
− Si… yo… también – Apoyo la niña tres. Tenía una actitud parecida a la de Alice, se escondía detrás de la niña más grande.
− No se abalancen contra ella – Dijo el ultimo niño, el cuatro. Parecía ser más grande que el resto, quizá diez u once años.
− Si la molestan mucho se enojará y no volverá, niños – Dijo la última de las niñas, la cuarta. Al igual que el niño anterior, era la más grande de todas las niñas, igualmente aparentaba diez u once años.
Los niños asintieron la cabeza ante los mayores y tomaron su distancia respecto a Alice, quien solamente los miraba con una sonrisa.
− Lo lamento, hoy no pude traerles nada – Dijo Alice sin perder su sonrisa. – Pero prometo traerles otra cosa cuando vuelva. –
− No tienes que hacer eso – Dijo el niño cuatro con una sonrisa – Es suficiente con que vengas a mirarnos. –
− ¿Entonces te quedaras esta noche? – Preguntó nuevamente el niño uno.
− Lo lamento, no puedo quedarme… − Respondió Alice.
− Debes estar ocupada… agradecemos mucho que tomes tu tiempo para mirarnos – Dijo la niña cuatro como si hablara por los demás.
− Al contrario, les agradezco que siempre me reciban de forma tan cálida –
− Alice… − Dijo la niña tres − ¿Q-Quien es él? –
La niña apunto directamente a Spero, quien realmente se miraba sospechoso. ¿Y-yo?
− Yo… uhm… − Dijo Spero dando unos pasos con algo de temor.
La niña tres que había hecho la pregunta se escondió nuevamente detrás de la niña cuatro. ¿La asusté? Spero se detuvo al momento, aunque el había sido un niño, no había tratado con alguno recientemente.
El sujeto que parecía estar a cargo, miro a Spero y le sonrió.
− No te preocupes, ella es muy tímida – Dijo tratando de calmarlo.
− Ya… − Respondió Spero.
− ¿Él? – Preguntó Alice a la niña tres. – Es un amigo. Es muy buena persona, me ayudo antes a llegar aquí… y prometió protegerme. –
Al escuchar nuevamente lo que había dicho, y en el tono que Alice lo decía, acompañado de la cara de pena de Alice, hacía sentir un poco avergonzado a Spero.
− Él pateo la puerta… muy fuerte – Dijo la niña tres.
Así que estaban presentes… Spero se sentía algo avergonzado, incluso había asustado a una pequeña niña por sus impulsos.
− Lo… Siento – Dijo Spero bajando su cabeza. – No fue mi intención causarles problemas –
− Ves – Dijo Alice con una sonrisa. – Es un buen chico –
Alice camino con los niños a su habitación, no sin antes avisarle a Spero de que le diera un momento para hablar con ellos.
− Es una buena chica – Dijo repentinamente el sujeto a cargo.
− ¿Mmh? Si… − Respondió Spero algo confundido por la repentina afirmación.
− Me llamo Os, mucho gusto –
− Spero, igualmente. –
− Insistió en venir cada mes a pasar tiempo con los niños, aunque nadie se lo pidió – Continuo Os. – No es que realmente nos moleste, al contrario, a los niños les encanta cuando viene de visita… pero no será bueno para ella –
− ¿A qué se refiere? –
− El mes pasado eran nueve… −
Spero se quedó sin palabras, la expresión de Os era… extraña. No dejaba de sonreír, pero no lo hacía porque estuviese feliz, era una sonrisa que ocultaba su tristeza. Pedir disculpas no era lo más apropiado.
− Aun así, ella quiere seguir viniendo – Continuo Os. – Pero enserio… esos niños le han tomado mucho cariño –
Alice no solamente aparentaba ser una persona amable, lo era en todo el sentido de la palabra. Era incluso buena tratando con niños, ya que se podía mirar claramente como era que estos le tenían tanto respeto como cariño. Igualmente era una persona fuerte, seguir viniendo a visitarlos aun a sabiendas de lo que iba a pasar… era algo que no muchos podían hacer.
− Ella menciono que le prometiste protegerla – Continuo Os. – Acaso… ¿Están en ese tipo de relación? –
− No entiendo su pregunta –
− Nunca antes había venido acompañada de algún chico, ni mostrado interés por alguien aparte de los niños… pero contigo parece ser diferente –
− Sigo sin entender a lo que se refiere –
− Me refiero a que si tú y ella tienen… ya sabes… ese tipo de relación –
¿A qué se refiere con eso? “Ese tipo de relación”. Spero sabia poco o nada sobre lo que una relación amorosa respectaba, tampoco comprendía insinuaciones o indirectas, por lo que no pudo entender a primeras a lo que Os se refería.
− Por dios, me refiero a que si tú y ella están saliendo – dijo Os algo desesperado.
− Bueno, sí, saldremos de la ciudad dentro de poco – Respondió Spero.
− No, eso no es a lo que me refiero… − Dijo Os dándose una palmada en el rostro. – Me refiero a que, si tú y ella son novios, o tienes planeado algo parecido… incluso casarse –
¿Casarme? En cierta forma era uno de los objetivos por los que había ido a Central, pero… ¿Casarme con Alice? La idea no le desagradaba, hacía que su corazón se acelerara y se quedara un tanto petrificado al pensar al respecto, su cara se volvía roja sin saber por qué. Ciertamente… sería algo bueno. Pero tenían muy poco tiempo de conocerse, no más de un día. Por lo que pensar en casarse… era algo muy repentino y apresurado. A la confusión se le unieron las palabras que antes había dicho Spero, “Te protegeré con mi vida”. ¿Dije algo tan… vergonzoso?
− No… yo… umh… no… no… − No podía siquiera conjugar bien sus palabras.
− Muchos se han acercado a ella, pero no les da respuesta más allá de una sonrisa. Eres lo más lejos que hemos visto que alguien llegue. –
¿Me debería sentir… con suerte?
− Aun así, es un muy buen partido – Continuo Os. – Incluso si solo te mira como un amigo… ya estas ganando mucho –
No era solamente los niños, incluso la gente alrededor parecía tenerle cierto aprecio a Alice. No parecía ser que alguno de ellos tuviera una relación estrecha con ella, pero, aun así, parecía que la respetaban por lo que hacía.
− Quería preguntarle algo, ahora que tengo la oportunidad – Dijo Spero.
− Adelante –
− ¿Qué pasó con la iglesia? – Si él era el sujeto a cargo, posiblemente podía tener respuestas.
− Lo mismo me pregunto – Dijo Os soltando un suspiro. – De un momento para otro… todo cambio –
− ¿A qué se refiere? –
− Siempre fui un fiel devoto de la profecía, pero después de que la roca se rompiera… y la llegada de esos extraños libros mágicos… la iglesia se derrumbó –
− Quiere decir que… ¿Ya no hay más iglesia? –
− No, no a eso a lo que me refiero – Dijo Os. – Simplemente… dejaron Santa Fe. Tomaron la roca de la profecía y dijeron que la profecía aún no estaba completa. A saber, a dónde fueron a parar, pero llevaron muchos devotos consigo. –
− ¿Alguna vez los han buscado? – Preguntó Spero.
− No tenemos los recursos para hacerlo…  − Dijo Os con una voz apagada – Algunos hablan de “Grandes ciudades” pero no sabemos con claridad nada sobre ellas. Hace tiempo los líderes del consejo abandonaron la ciudad llevándose consigo a la mayor parte de la población. Y no hemos vuelto a saber nada de ellos. Quizá ahora gozan de una mejor vida.
− ¿Qué hay de los mercaderes? ¿No dan alguna información? –
− El comercio funciona solo localmente, nos vendemos cosas con pueblos cercanos para sobrevivir. Algunos se dedican a la agricultura y otros a productos derivados de algún oficio. –
Al parecer el reino funcionaba aun sin sus gobernantes, y sin ayuda de mercaderes externos a sus pueblos. Os igualmente explico que seguían usando la misma moneda que había dejado el reino, aunque muchos de los pueblos vecinos usaban el sistema de trueque, y en base a ello creaban un tipo de alianza. Mientras unos proveían materias primas, los otros recompensaban con productos derivados. Pero si ese era el caso…
− ¿A quién pertenecen los guardias? – Había surgido una gran duda.
− A, ellos… − Contesto haciendo una pausa. – Son parte de la “milicia” de la ciudad, parece que tenemos un gobernante, aunque no muestra su cara. Suele pedir impuestos por sus servicios, pero solamente a viajeros incautos, ya que a los residentes de la ciudad no pueden sacarles nada. Aunque en cierta medida nos han sido útiles, suelen abusar de su autoridad, pero siguen deteniendo robos y “Cuidando” la ciudad de ataques externos… aunque no ha habido ninguno –
Realmente estaban desconectados totalmente del mundo exterior y de las “Grandes ciudades” que mencionaban, incluso habían montado un gobierno interno, aunque no parecía funcionar correctamente, bastaba con mirar la situación de la mayoría de ciudadanos. ¿Habrá sido lo mismo en central?
− ¿El mismo sistema se aplicó a Central? – Preguntó Spero.
− No… Central era diferente – Contesto Os asombrado – Ese lugar se volvió extraño después de que el consejo abandonara, se recluyeron dentro de la ciudad y pedían grandes pagos para acceder a la ciudad. Pero por alguna razón, la ciudad se mantuvo de pie… hasta hace unos cuantos días… −
Eso explicaba por qué no habían enviado ayuda, no había nadie cercas para ayudar.
− ¿Qué hay de los pueblos cercanos? ¿Ninguno está en la misma situación que estuvo central? –
− Realmente no sabría decirte – Respondió Os. – Santa Fe está en estas condiciones debido a que no somos capaces de producir ningún tipo de cosecha, ni contamos con materias primas o alianza con otros pueblos. Cercas hay pueblos que se mantienen de forma medianamente estables, tienen sus dificultades, pero saben salir adelante. –
La respuesta tranquilizaba un poco a Spero, quien pensaba que todo el reino había quedado en la misma situación que Santa Fe. Aún quedaba esperanza de que no todo estuviera perdido, pero la gran duda aun persistía, él porque del ataque a Central.
− ¿Tienes alguna otra duda? – Preguntó Os tomando la iniciativa.
− Bueno… mis dudas se han aclarado un poco… − Respondió Spero. – Pero supongo no sabrás algo más sobre las partes más lejanas del reino –
− Lo lamento, no lo sé. Probablemente sea mejor que vayas a mirar por tu cuenta –
− Entonces, hare otra pregunta… ¿Por qué decidiste quedarte en esta ciudad? –
Os se quedó en silencio por un momento. Quizá hice una mala pregunta. Para después dar una sincera sonrisa.
− Sentí que era lo correcto – Dijo. – No puedo decir que tengo la mejor vida, realmente tengo muchos problemas. Pero… yo siempre fui devoto a la iglesia debido a sus ideales de un mundo de paz. Después de que abandonaran a su pueblo… decidí seguir mi propio camino, no simplemente buscar la paz en una roca, sino ayudar a encontrarla. –
A Spero le alegraba el saber que aún quedaban personas de buen corazón en este mundo. Una persona que voluntariamente se había quedado en un pueblo perdido para cuidar de los demás sin ningún tipo de recompensa… era como un Héroe en sí.
− Eres admirable – Dijo Spero sinceramente.
Os se sonrojo un poco y comenzó a rascar su cabeza con algo de nerviosismo.
− No creo que sea para tanto… cualquiera sabría que esto es lo correcto –
− Eso no cambia el hecho de que eres alguien admirable, saber que hay gente como tu… me alegra enormemente el corazón. – Dijo Spero poniendo aún más nervioso a Os.
Para ese entonces Alice ya estaba regresando, pero no lo hacía sola. Junto a ella venían igualmente todos los niños, los cuales se suponían debían estar durmiendo, ya que eran altas horas de la noche.
− Quiero presentártelos – Dijo Alice refiriéndose a Spero.
Spero miro a todos lados, pensando que quizá y se refería a alguien más, aunque era algo estúpido, ya que él era el único nuevo en el lugar.
− Mi nombre es Sert – Dijo el niño uno con mucha formalidad.
− El mío es Shad – Dijo el niño dos, con la misma formalidad.
− ¡Yo soy Navid! – Dijo el niño tres con algo más de entusiasmo.
− Mi nombre es David, mucho gusto – Dijo el último y más grande de los niños.
− Muy bien, es el turno de las niñas – Dijo Alice dando la señal para que se presentaran ellas.
− Mi nombre es Nili – Dijo la niña uno.
− A-co – Dijo la niña dos con algo de dificultad. Es tan… tierna.
− M-mi… mi nombre… Alyssa – Dijo la niña tres con mucha pena.
− Supongo que soy la última, mi nombre es Minna, mucho gusto – Dijo la última y más grande de las niñas.
Spero no sabía la razón del porque ellos se habían presentado ante él, pero en cierta forma lo apreciaba, y pensó que lo correcto era igualmente presentarse.
− Mi nombre es Spero… mucho gusto − Pero no encontró mucho más que decir.
Todos los niños actuaban de una manera infantil, como era de esperar, a excepción de los mayores, que actuaban como si fueran los que estaban a cargo y en cierto modo como una figura de autoridad. Tenían ciertos modales y guardaban el debido respeto para sus mayores, aunque en el fondo seguían siendo niños. En cierta forma, los más grandes le recordaban a él y Ciel.
− Supongo te preguntaras el porqué de las presentaciones – Dijo Alice con una tranquilidad increíble.
Spero no se había puesto a pensar en ello, pero ella hablaba relativamente tranquila y con facilidad desde que habían llegado, como si su naturaleza tímida desapareciera ante los niños. Quizá porque era una figura importante para ellos, quería evitar tener dudas que pudieran afectarlos.
− Mmh… si… supongo que si – Dijo Spero algo confundido.
− Es para que los conozcas un poco más – Dijo Alice con una alegre sonrisa – Seguiré volviendo a visitarlos, y espero tú puedas hacerlo algún día igualmente, son unos niños increíbles –
El amor no era unilateral, no era solamente por parte de los niños hacia Alice, sino también en sentido contrario. Alice por alguna razón demostraba mucho amor por aquellos niños, y no cualquier tipo de amor, si no uno parecido al de una madre, como si quisiera estar con ellos en todo momento.
− S-Supongo que lo son – Respondió Spero sin encontrar las respuestas correctas, dando en cambio una leve risa.
− ¿De qué te ríes? – Preguntó Navid. − ¿Te burlas de nosotros? –
− ¿Eh? No… −
− No sé qué hace Alice con un tipo como tú, pero… no pienses que tienes alguna oportunidad con ella –
Que tierno… A Spero no le importaba realmente como era que el niño se estaba dirigiendo a él, en cambio le daba algo de ternura al ver como un niño tan pequeño actuaba de esa manera. Spero se acercó a Navid y le acaricio un poco su cabeza.
− Disculpa si te ofendí, pequeño – Con una gran sonrisa.
− B-Bueno, si lo dices así… − Dijo Navid algo apenado.
Spero miro el estado en que se encontraban los niños, y pensó que quizá y no recibían los cuidados necesarios en su totalidad. El Templo igualmente ya no era lo que solía ser. Pensó que, aunque no fuera de mucha ayuda, quería darles un poco de que lo que llevaba consigo.
− No es mucho… pero espero les guste – Dijo Spero mientras buscaba en su mochila.
Saco lo que le restaba de comida de su mochila, lo cual era en su mayoría Pan que el mismo había hecho antes de dejar el pueblo. Había perfeccionado en cierto modo su técnica para que este no se volviera rancio y duro con el pasar del tiempo, ya que sabía bien que tenía que racionarlo para que durara en todo el transcurso, conservando su textura recién salida del horno.
− ¿Es seguro que comamos? – Preguntó David algo inseguro a Alice.
− No tienen que desconfiar de él, solo tómenlo – Respondió Alice.
Uno a uno los niños se acercaron a tomar su parte del pan, no sin antes dar las gracias por la comida. Navid fue el primero ya que era el que estaba más cerca, y no dudo mucho después de dar la primera mordida.
− Delicioso – Dijo con una cara de asombro – Hace mucho que no comía un pan tan bueno –
− Me alegra escuchar eso – Respondió Spero con una felicidad aún mayor.
La cara de gusto de los niños revitalizaba el corazón de Spero. Escuchar que su pan era bueno lo hacía sentir aún mejor, después de todo el tiempo que había invertido y el fracaso que había sido antes para ello. Naive estaría orgulloso. Aun sin talento para ser panadero, logro algo con el tiempo.
− La próxima vez que venga, horneare algunos para ustedes –
− Muchas gracias – Dijeron al unisonó.
Tanto Alice como Spero estaban preparados para seguir su camino. No sin antes hacer una donación al Templo. Cosa que al parecer Alice solía hacer en cada visita.
− Volveré el próximo mes – Dijo Alice despidiéndose de los niños.
Spero y Alice comenzaron a caminar hacia la puerta. El próximo objetivo era el pueblo de Alice, entonces Spero recordó algo.
− ¿En qué dirección está tu pueblo? – Preguntó a Alice.
− Oh, cierto… esta… −
Sin dejar terminar a Alice, alguien pateo la puerta de la iglesia.
− ¡Ahí están! – Grito un hombre que parecía… un guardia. – No tienen a donde correr. –
Antes de que Spero reaccionara, los niños corrieron a proteger a Alice, poniéndose frente a ella y cubriendo la entrada con sus brazos.
− ¡No nos la arrebataran! – Grito Navid.
Ninguno de ellos comprendía lo que pasaba, o porque estaban buscando a Alice. Ignoraban el hecho de que quizá era la culpa de Spero, nada de eso les importaba. Los niños socorrieron a Alice por el simple amor que le tenían.
− Aléjense o los mataremos, bastardos – Grito el guardia.
Al mismo tiempo todos los residentes del Templo se pusieron de pie en pos de ayudar a los niños. Se pararon frente a ellos y comenzaron a empujar al guardia, quien fue socorrido igualmente por otros cuantos guardias que se intentaban abalanzar dentro. Aunque habían hecho la advertencia de que los matarían, no usaron sus armas y se limitaban a empujar con fuerza.
− ¡Reacciona! – Grito Os a Spero. – Llévatela lejos, estaremos bien. –
Spero reacciono ante el grito de Os, y miro a los niños.
− No se preocupen, yo la protegeré – Dijo con una gran confianza en sí mismo.
Se acercó rápidamente a Alice y la cargo como si se tratara de una princesa.
− ¿Q-Que haces? – Preguntó Alice confundida. – P-Puedo correr por mi cuenta –
Spero hizo caso omiso a lo que Alice decía y comenzó a buscar una salida, postro su mirada a un lugar y comenzó a correr.
− ¡Pagare por esto! – Dijo volteando hacia Os.
Spero arremetió contra una ventana, como lo había hecho hace tiempo. Y sin perder tiempo siguió corriendo.
− ¿Hacia dónde? – Preguntó Spero sobre la marcha.
− Al Este. – Respondió Alice sin perder tiempo.
Al parecer la mayor parte de los guardias de la ciudad habían rodeado el Templo, sin embargo, no habían tomado en cuenta que podían escapar por las ventanas, ya que ahí no había tanta seguridad. Como de costumbre, Spero corrió primeramente a un callejón.
− Te bajaré un momento –
Spero comenzó a hurgar en su mochila y sacar cosas que no eran útiles.
− ¿Qué tan lejos está? – Preguntó Spero.
− Unas cuantas horas a caballo – Respondió Alice.
− Con agua bastará –
Spero saco la mayor parte de cosas que cargaba en su mochila, incluyendo su hacha que solamente la mantuvo en su mano. No puedo simplemente tirar la mochila. Estaba casi completamente vacía, solo contenía unas cantimploras con agua y… el libro que había encontrado antes. ¿Cuándo lo metí a la mochila? Bueno… no importa.
− ¿Puedes cargarla por favor? – Preguntó Spero acercando su mochila a Alice.
− Claro – Respondió Alice cargando la mochila en su espalda. − ¿Pero para q…? –
Spero se había puesto de cuclillas de espalda, una pose algo extraña que confundía a Alice.
− Súbete a mi espalda, así será más rápido −
− P-Pero… peso mucho, será mejor si corro por mi cuenta –
− Tonterías, pesas como una pluma, de esta forma será más rápido, no tenemos mucho tiempo, súbete. –
− E-Esta bien – Dijo Alice algo apenada.
− Agárrate fuerte. – Dijo Spero.
Comenzó a correr con gran velocidad que parecía que Alice fuera a caerse. Con su brazo izquierdo ayudaba a sostenerse a Alice, mientras que con el derecho portaba el hacha en caso de que surgieran problemas.
Para su suerte no había guardias en los alrededores, todos se habían concentrado en la iglesia y sus alrededores. Tenían la ventaja igualmente de que no habían sido vistos salir de esta por la ventana. El objetivo principal era alcanzar la entrada Este para salir de ahí. Posteriormente correr en dirección a el pueblo de Alice, y en caso de ser seguidos, dar unas cuantas vueltas sin dejar saber su rumbo para evitar posteriores problemas.
La salida se comenzaba a mirar a lo lejos, todo se volvía muy sospechoso. En esta ocasión Spero no corrió sin pensar antes, la última vez casi era abrazado por el calor de las llamas del ataque sorpresa. Así que se detuvo un poco y comenzó a mirar alrededor, aún estaba oscuro y era algo difícil distinguir si había o no alguien.
Quizá se durmieron. Era algo que posiblemente no podía pasar, los guardias deben vigilar día y noche. Miraras como lo miraras era claramente una trampa. Pero en si no tenían otra opción más que salir por aquella puerta.
− ¿Estas bien? – Pregunto Alice.
− Si, no te preocupes, solo estoy pensando. –
La vez anterior había cinco guardias en la entrada, pero en esta ocasión no había ninguno.
− E-Este lado de la ciudad no es muy resguardado – Dijo Alice.
− ¿Pero no debería haber seguridad? –
− S-Se supone que así sea… pero regularmente está vacío –
Spero quería confiar en las palabras de Alice, pero aun así estaba un tanto inseguro al respecto. No veía una razón por la que ella le mentiría estando en la misma situación, por lo que decidió confiar y volver a correr.
Opto por correr nuevamente ya que le parecía la forma más segura de llegar al otro lado. Si lo hacía caminando o con sigilo, habría la posibilidad de ser avistado o dejar el tiempo suficiente para que los guardias llegaran a ese lugar, siendo el más lógico para escapar.
− Ya casi estamos fuera – Dijo Spero sin detenerse. Dio su hacha a Alice y la agarró con más fuerza, antes de comenzar a correr aún más rápido. – No me detendré una vez salgamos, así que…−
Un leve sonido, algo muy bajo a la distancia. Un pequeño brillo paso por la visión periférica de Spero. Una cuerda. Fue lo primero que pensó. El sonido era el de una cuerda siendo tensada, y eso solo significaba una cosa. ¡Arquero!
Todo sucedió en cuestión de segundos, comenzó a mirarlo todo en cámara lenta. A su izquierda se encontraba un arquero apuntando hacia ellos listo para disparar su flecha. A puro cálculo de ojo pudo saber un poco sobre la trayectoria… la flecha no iba dirigida a él. ¡NI UNO MAS!
Spero hizo rápidamente un giro, volteando su cuerpo completamente hacia la dirección en la que se encontraba el arquero, milisegundos antes de que la flecha impactara, recibiéndola el en su totalidad.
− ¡Duele, maldición! – Gritó Spero. La flecha dio en su hombro izquierdo, lejos de cualquier punto vital que pudiese poner en riesgo su vida. − ¡Duele más de lo que pensé, maldita sea! –
Tomó una roca del suelo y la lanzo con fuerza hacia el Arquero que se encontraba lejos, impactando directamente en su casco. El golpe no fue lo suficientemente para causarle algún daño o noquearlo, pero si lo suficiente para desorientarlo y hacer que por el desbalance cayera de su posición.
Sin perder tiempo, Spero comenzó a correr nuevamente. Posiblemente su grito atrajo la atención de los demás guardias, porque tuvo que aguantar el dolor y seguir corriendo.
− Detente, estas sangrando, escondámonos y deja que trate tu herida – Dijo Alice alterada.
− N-No hay tiempo… − Respondió Spero sin detenerse.
Cruzaron por la puerta del Este y siguió corriendo. Cerca del lugar había gran vegetación, y árboles frondosos. Me desviare un poco, pero será lo mejor. Comenzó a correr en zigzag entre los árboles, ocultándose detrás de uno y cambiando de posición constantemente. Ya no pensaba en llegar al pueblo de Alice, priorizaba el perderse en el bosque, primeramente.
Corrió durante otros largos treinta minutos, en los cuales Alice guardo completo silencio. Supongo que aquí está bien.
Spero bajo delicadamente a Alice, que tenía una mirada baja; y se sentó en el suelo. Esto sí que duele maldición.
− ¿Puedes ayudarme un poco? – Preguntó Spero a Alice. – Necesito algo de tela y un pedazo de madera o algunas ramas, ¿podrías conseguirlo? –
Alice arranco un pedazo de la parte inferior de su vestido y lo ofreció a Spero, igualmente tomo un pedazo de un árbol que estaba tirado por ahí. Spero lo tomo sin decir mucho más. Bueno, esto dolerá aún más.
Spero comenzó a respirar hondo en repetidas ocasiones; puso el pedazo de árbol en su boca y lo mordió con fuerza; puso su mano derecha en el mango de la flecha. Una… dos… Y estiro con fuerza la flecha.
− ¡AGH! Duélele –
No podía evitar gritar del dolor que esto le causaba. Pero no había tiempo que perder. Presiono la herida para evitar derramar mucha sangre, y luego se vendo la herida con la tela de Alice. Aunque era la parte posterior de la falda, estaba increíblemente limpia, lo que le aliviaba un poco, ya que le quitaba el miedo de que se infectara la herida.
Mucho mejor. El dolor no se había disipado, pero estaba más estable. Sin embargo, Alice seguía en silencio con su mirada baja.
− ¿Q-Que pasa? – Preguntó Spero preocupado, pero Alice no respondía. – Todo está bien, solo fue una herida leve –
− ¿Por qué…? – Preguntó Alice en voz baja, pero no con su lindo tono de siempre.
− ¿Mmh? –
− ¿Por qué lo hiciste? – Alice alzo su mirada y miro de una manera terrorífica a Spero.
− ¿Por qué lo hice? Me asusta un poco tu mirada – Respondió Spero dando una risa preocupante.
− Responde. – Dijo de manera seria.
− La flecha… − Dijo Spero haciendo una pausa. – Iba dirigida hacia ti –
− … − La mirada terrorífica de Alice no se iba.
− Y yo… − Dijo Spero con algo de pena. – Prometí protegerte. –
Spero no quería perder a nadie más. No importaba si no tenían un vínculo profundo, no quería dejar que nadie más muriera frente a él, no podría cargar con ello. La amabilidad que ella había brindado a Spero era motivo suficiente para incluso arriesgar su vida.
− No tenías que hacerlo… − Dijo Alice.
− Claro que tenía que hacerlo, pero no pasó nada, así que no te preocupes –
Alice comenzó a temblar y frotarse constantemente el rostro mientras se acercaba a Spero. Podía ver que estaba derramando lágrimas. No… no llores.
− ¿Y que si hubieras muerto? – Pregunto Alice llena de lágrimas. − ¿No pensaste en ello? ¿Qué hay de tu objetivo? Debe haber alguien esperándote… piensa en ellos. –
− Tienes razón… − Dijo Spero recordando a Core. – Pero aun así… prometí protegerte, aunque eso me cueste la vida. –
Él lo entendería…
Alice no podía dejar de llorar, estaba en su faceta más vulnerable. Y aunque Spero sabía que eso estaba mal, no podía dejar de pensar en cuan linda se miraba.
Con su herida tratada lo suficiente, pensó que lo mejor era seguir con el trayecto, entre más pronto llegaran sería lo mejor. Intento ponerse de pie, pero Alice lo detuvo, devolviéndolo al suelo desde el hombro no herido.
− ¿Q-Que pasa? – Preguntó Spero.
− No. – Respondió Alice con una mirada seria.
− ¿No? – Preguntó nuevamente Spero. – Hay que ponernos en marcha –
− No. – Dijo nuevamente. – Debes descansar… al menos por esta noche… debes dormir. –
Spero no podía decirle que no, por lo que se quedó en el suelo mirando como Alice lo fulminaba con la mirada. No queda de otra.
− Yo hare guardia durante la noche – Dijo Alice. – Así que descansa… −
Spero acepto el trato. Aunque en realidad le preocupaba más ella que si mismo, por lo que fingió estar dormido. Alice hizo guardia sentada frente a un árbol. La luz de la luna pasaba entre las hojas, iluminándola de una manera hermosa. Cosa que hacía a Spero decir nuevamente “Es tan… linda”.
Paso una hora antes de que Alice se quedara dormida, incluso ella estaba cansada. Spero se puso de pie y se sentó al otro lado del Árbol.
Se supone que yo te proteja a ti…

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