La Profecía del Héroe - Capitulo 27: Enano
− En serio, no
sé cómo logras romper las cosas que te doy. – Reclamó Fraud.
− Yo no comprendo cómo es que
son tan frágiles. – Respondió Spero. – El espadón solamente lo clave en el
suelo un par de veces y se quebró. –
− Bueno, no se supone que hagas
eso ¿sabes? –
− No me diste ninguna
instrucción antes de dármelo, ¿Qué se suponía que hiciera? No me dijiste
siquiera que se expandía al girar el mango. –
− Es algo de sentido común. –
Dijo Fraud encogiendo los hombros. – Pero bueno, está bien, no hay problema,
solo era un prototipo después de todo. –
Fraud respiró hondo y fue a la
parte posterior de su local, buscando quizá el reemplazo para el arma de Spero.
Aunque sigo prefiriendo usar arco. Por
alguna razón Fraud no facturaba arcos ni nada parecido, pese a que al parecer
las nuevas armas provenían de su raza y conocimiento, o eso era lo que había
visto y escuchado.
Tras unos minutos volvió
cargando consigo una gran maza que media casi tres veces su tamaño. A simple
vista podía notar el enorme peso que esta tenia y que obviamente era un arma
que se usaba a dos manos.
− Dudo que puedas romper esto. –
Exclamó con orgullo Fraud.
El mango era un tanto ancho, lo
suficiente para soportar el peso de la cabeza de la maza, la cual no era más
que un rectángulo con unos cuantos diseños de enredadera en ella, teniendo un
centro más angosto que los extremos para golpear.
Spero lo tomó con ambas manos
esperando poder sostenerla, y aunque le costaba un tanto de esfuerzo, no era
tan pesada como esperaba. Usualmente las apariencias de las armas de los enanos
eran engañosas. Una espada que parecía ser de lo más frágil tenía una dureza y
filo increíble; un garrote de metal puro que parecía pesar toneladas podía
alzarse incluso con una mano. No podría
esperar menos de él.
− Aunque sigo sin entenderlo,
¿cómo rompiste la última espada que te di? – Preguntó Fraud jugando con su
barba. – Puse empeño extra en hacerla un tanto más resistente tras ver como
tratabas el espadón, pero igual volviste con ella partida por la mitad. –
− Es una historia graciosa, a
decir verdad. – Dijo Spero riéndose. – Fuimos a hacer vigilancia en Atlova,
puesto que había reportes de avistamientos nuevamente de Orcos, y puesto que
aún no se recuperan del todo, querían un tanto de ayuda extra. Bueno, al punto.
Estábamos peleando contra un par de Orcos que parecían estar perdidos en las
afueras de la ciudad, pero en un momento me tomaron descuidado y no reaccione
lo suficientemente rápido para cubrirme con el escudo, así que lo hice con la
espada, y bueno… resistió el golpe, pero se partió tras un ataque. Casi muero
después de eso. –
− ¿Es que acaso eres estúpido? –
Preguntó Fraud molesto. − ¿Cómo se te ocurre cubrirte con una espada? Aun
cuando te di aquel escudo, aunque… ¿Dónde está? –
− ¿No te lo dije? – Preguntó
Spero confundido. – Lo regale. –
− ¿Lo regalaste? – Preguntó
Fraud aún más molesto. − ¿Regalaste algo que yo te regale? Encima algo de mi
forja. Discúlpame por preguntarlo nuevamente, pero… ¿Tienes algún problema? Parece
que tu cerebro no funciona bien. –
− ¿No te estás pasando un poco?
– Preguntó Spero. – Fue por un bien mayor, era algo que debía hacer, de lo
contrario no podría hacer progresos en lo que busco… aunque no los he hecho, a
decir verdad. –
− Bueno, bueno, está bien,
después de todo era basura. – Se calmó poco a poco. − ¿A quién se lo regalaste
que era tan importante? –
− A una chica, su nombre es
Ryoku –
− ¿A una chica? ¿Por qué le
regalarías algo como eso? – Preguntó Fraud confundido. − ¿No sería más indicado
algo como flores? ¿Algo de joyería? No sé, algo más atractivo. –
− Creo que lo malinterpretas, no
lo regale con esa intención. – Aclaró Spero. – Ella es parte de lo que se
podría considerar un… ¿Equipo? Ya sabes, para salir fuera a misiones. Me pidió que
le regalara mi escudo si es que quería que me le uniera, fue algo extraño, pero
parece gustarle ese tipo de cosas, y realmente es impresionante. –
− Bueno, si a final de cuentas
te fue de utilidad está bien, digo, si no hubiera sido regalado posiblemente
hubiera terminado destruido. – Señaló Fraud. – Y por lo que escuché, puedo
esperar le está dando un buen uso, deberías traerla algún día, me servirá para
probar algunas cuantas cosas más si es que le interesa. –
− Si… eso podría tomar algo de
tiempo. – Aun no hacia un contacto más directo con ella, pese a que habían
realizado unas cuantas misiones juntos, ella siempre decidía por sí misma y sin
tomar en cuenta al resto.
− ¿Qué hay de tu amigo? –
Preguntó Fraud mirando los alrededores. – No lo veo por aquí. –
Ciertamente Allen no se
encontraba con él, había acudido al local en solitario, algo extraño, puesto
que ambos siempre estaban juntos y era en raras ocasiones que se separaban.
− Fue al bazar, dijo que quería
buscar algo, no fue muy claro realmente. –
− ¿No te ha dicho nada sobre
querer alguna nueva arma? Aún hay unos cuantos modelos más que quiero probar,
por lo que entre más sujetos de prueba tenga, mejor. –
¿Sujetos
de prueba? No
pensaba que fuera la mejor palabra para referirse a ellos, pero… no podía
quejarse del todo. Obtenían equipo de buena calidad, pese a que este se rompía,
totalmente gratis.
− No quiere cambiar realmente,
aunque he notado que sus dagas están perdiendo filo, por lo que si pudieras
hacer unas de antemano seria esplendido. –
− ¿Dagas, eh? – Respondió Fraud
jugando nuevamente con su barba. – Ciertamente podría hacer unas, suena
interesante, me agrada la idea, si, lo hare. –
Spero seguía cargando la maza,
la cual todavía no le atraía del todo pese a parecer realmente útil y resistente.
No iba con su estilo de pelea, aunque no era como si tuviera uno, simplemente
no le atraía el arma, en lo posible prefería sacar a relucir sus habilidades
como arquero. Tendré
que aclararlo.
− ¿No tienes algo más que no sea
la maza? – Preguntó Spero con algo de pena.
− ¿Algo más? – Se dispuso a
pensar y buscar entre sus cosas. – Sabes, la maza solo era provisional. De las
dos armas que te he dado… bueno, ya sabes cómo fue el resultado, por lo que
pienso sería mejor darte algo más resistente. Pero preguntas que si hay algo
más… ¿Qué es lo que buscas exactamente? –
− ¿Un arco quizá? – Respondió
Spero nervioso.
Fraud paró al momento y alzó su
mirada hacia Spero seriamente.
− ¿Me miras cara de elfo? – Dijo
entrecerrando los ojos. – Claro que no. ¿Para qué querría yo un arco? Eso no va
con mi estilo, lamento decírtelo, pero… no encontraras nada así por aquí. –
Nada,
eh…
− Puedo darte armas de corte,
perforación y contundentes, pero nada de arquería, ni magia, mucho menos magia,
esta no es una librería. – Recalcó Fraud.
− ¿Puedo saber la razón? –
Preguntó Spero, no se lo creia del todo que la razón fuera “Que no va con su
estilo”. − ¿No fueron ustedes los que trajeron las mentadas ballestas? –
− No, no fuimos nosotros. –
Aclaró Fraud. – Fueron los elfos. Ellos son… raros, no sé leerlos, ni tengo la
intención de hacerlo. Por su sangre corre… ¿delicadeza? No lo sé, solo míralos,
son muy finos en comparación a nosotros. En mis venas corre hierro ardiente,
quizá de una forma más literal de lo que piensas, bueno, no realmente, estoy
exagerando, pero tienes la idea, ¿no? –
− S-Supongo… −
− Dejándolo claro… − Dijo Fraud.
– Todo lo que se forje es nuestra especialidad; armaduras, armas, lo que sea
mientras sea forja. Es nuestra especialidad, es nuestra sangre, es nuestro
emblema, es… es lo que somos. De los minerales venimos, y a los minerales
volveremos. –
− ¿Exagerando nuevamente? –
Señalo Spero.
− No, esta vez sí es de una
forma literal. – Aclaró Fraud. ¿Cómo
puede ser eso literal? – Hay un poco de nuestra historia en la biblioteca,
¿Qué acaso no has ido? –
− Bueno, no. –
− ¡Muchacho inculto! – Gritó
Fraud molesto. – Debieron decírtelo en la sala de misiones, es de sentido
común. Con razón vienes buscando algo como un arco a una herrería de enanos.
Así que déjame que te explique un poco, aunque… ¿Qué quieres saber primero? –
− Bueno, si entramos al tema, me
gustaría saber qué es lo que puedes hacer. – Respondió Spero. – Digo, conozco
poco de los enanos, pero sé que se caracterizan por sus productos, los cuales
he estado probando… pero no he visto nada impresionante además del escudo y
esas adiciones raras a las armas… ¿es todo lo que tienen? –
− Y lo
dices como si no fuera nada. – Señaló Fraud. – Pero bueno, aclarando tu duda… ¡Podemos
hacer cosas increíbles! Cosas que no creerías hasta mirarlas, no por nada somos
los mejores trabajadores de los minerales. –
− Eso no me aclaró nada. –
− Bueno, por ejemplo… − Se puso
a pensar nuevamente. – Puedo crear un martillo que canalice y expulse
relámpagos si me lo propongo, quizá incluso podría ponerle unas cuantas
escrituras para que solamente funcione contigo o con quien consideres digno. –
Bueno,
eso ya es algo más… impresionante. Las posibilidades sobrepasaban
lo que Spero pensaba, era algo que iba más allá de lo que alguna vez hubiera
podido imaginar. Haciendo a un lado lo que había visto hasta el momento, aún
quedaban muchos secretos que se guardaban para sí. No había visto a nadie con
un arma o armadura de tal calidad, posiblemente por el precio que dicho
equipamiento debería tener, pero aun así…
un martillo que lance relámpagos… suena demasiado irreal, aunque… he peleado
contra Orcos y animales que sobreviven al fuego, y visto a personas usar
“Magia” por lo que… bueno, ya no suena tan irreal.
− ¿Realmente puedes hacer eso? –
Preguntó Spero sorprendido. − ¿Cuánto costaría? ¿Cuánto tiempo te llevaría?
¿Cómo es que lo harías? ¿Cuál es el secreto en ello? –
− Una pregunta a la vez. –
Respondió Fraud. – Pero bueno. Primero, no, no puedo hacerlo, bueno, sí, pero
necesito muchos materiales increíblemente difíciles de encontrar. Segundo,
costaría una fortuna, quizá más que tu propia vida. Tercero, me llevaría un
largo rato, no sabría decirte con exactitud. Cuarto… bueno, es un martillo, así
que lo haría con forma de martillo, vaya pregunta más estúpida de tu parte. Y
por último… ¿Un secreto? No diría que es un secreto, más bien seria… ¿Magia
enana? –
¿Magia?
− ¿No habías dicho que no
encontraría nada de magia en este lugar? – Preguntó Spero confundido.
− No magia como el espectáculo
que hacen ustedes con sus libros y los elfos. – Aclaró Fraud. – Magia que… no
sé cómo explicarlo, nosotros nacemos con ello. Se podría decir que es una magia
que solamente poseemos nosotros que nos deja extraer todo de los minerales,
cosa que ustedes nunca podrían hacer. Venimos de la tierra y los minerales, por
lo que es obvio que hayamos sido bendecidos con habilidad para manipularlos por
el Dios Festo. –
− ¿Dios Festo? – Preguntó Spero
aún más confundido. – No logro entenderlo del todo, ¿Un dios diferente al
nuestro? ¿Y cómo es eso de venir de la tierra y los minerales? ¿Es en sentido
figurado después de todo? –
Fraud dejo salir un suspiro en
signo de algo de cansancio mental.
− ¿Sabes? Creo deberías buscar
esas cosas en la biblioteca. – Sugirió Fraud dejando nuevamente salir un
suspiro. – Pero bueno… eres mi socio después de todo, no puedo explicarlo del
todo bien, pero hare lo que pueda. –
− Por favor. –
Fraud acercó una silla y se
sentó en ella frente al mostrador de su tienda, no sin antes hacerle una señal
a Spero para que este tomara asiento igualmente.
− Me saltare pequeñeces como el
inicio de nuestro mundo y mitologías. Festo es el Dios al que nosotros
adoramos, el que nos creó y nos dio la habilidad tanto de la herrería como la
de la comunicación. – Explicó Fraud. – Somos maestros herreros debido a que
nosotros nacemos de la tierra y sus minerales, sabemos cómo manipularlos y
sacar su máximo potencial. Mientras que ustedes humanos miran simple hierro,
nosotros miramos todas sus propiedades a fondo, sabemos su calidad y los múltiples
usos que podemos darles. Se podría decir que igualmente nuestras manos están
benditas puesto que podemos sacar el máximo provecho de cada uno de sus
componentes. Una simple espada de hierro nuestra es al menos cinco veces más
afilada y dura que la de ustedes. No hay otra forma de explicarlo, es un rasgo
nuestro. Así como el instinto con el que nacen muchos animales, o los sentidos
que desarrollan algunas especies que las hacen diferentes, nosotros somos
herreros por naturaleza. Igualmente, con el habla. Aunque no nos importa del
todo el dinero, ciertamente nos es útil para seguir produciendo, por lo que
somos comerciantes natos, y para ello Festo nos bendijo igualmente con el don
del habla, podemos comunicarnos con cualquier raza que tenga un lenguaje
propio, exceptuando a animales y criaturas con bajo intelecto que no les
permita comunicarse. –
− Creo que voy comprendiendo un
poco. – Dijo Spero.
− Basta con que pongas atención.
– Respondió Fraud. – Ahora, déjame continuar. –
− Claro, claro, prosigue. –
− Bueno. – Tomó aire, y continuó
hablando. – Cuando digo que venimos de la tierra y los
minerales lo digo de una forma literal. A diferencia de ustedes que se
reproducen de una forma sexual hombre y mujer, nosotros todos somos hombres y
no tenemos dichas funciones. Nacemos de la tierra justo como me vez ahora. –
− ¿Viejos? –
− Podrías decirlo de esa forma,
aunque eres muy grosero. –
− Disculpa. –
− No hay cuidado. – Respondió Fraud. – Podrías llamarlo viejo, pero es la forma ideal para
nosotros. Brazos fuertes para poder golpear con fuerza y mover objetos de gran
peso; una estatura pequeña para poder ocultarnos mejor en caso de estar en
peligro; una barba y cabello que nos hace ver rudos… bueno, lo último puedes
ignorarlo. Pero ciertamente es una complexión muy útil para nuestros
propósitos. Pese a nuestro tamaño poseemos una gran fuerza que nos ayuda al
trabajar en la forja, e igualmente de nacimiento, podemos soportar altas
temperaturas para trabajar en los hornos. Se podría decir que Festo pensó muy
bien las cosas al “diseñarnos” –
− ¿La actitud es igual en todos?
– Preguntó Spero. − ¡Y tú eres calvo! ¿De qué cabello hablas? –
− Era una generalización. –
Exclamó Fraud. – Y no, no es igual en todos. Es como si te preguntara si todos
los humanos tienen mala actitud solamente porque son de la misma especie. Todos
somos diferentes en cierto modo, lo único que compartimos es el amor por la
herrería y nuestros orígenes. –
− Supongo que la habilidad
igualmente depende de cada enano. – Señaló Spero.
− Exactamente. – Respondió
Fraud. – Aunque todos tenemos una apariencia y origen similar, la experiencia
es la que nos da la habilidad. Estamos constantemente desarrollando nuevas
armas y armaduras, que bueno… aprendemos uno que otros trucos. Sería muy
engreído de mi parte, pero me considero uno de los mejores. –
Aunque
tus armas siempre terminan rompiéndose.
− ¿Y para hacer el martillo que
antes mencionaste? –
− Bueno, supongo te refieres a
los materiales. – Dijo Fraud haciendo una pausa. – Tendría que ser prueba y
error. Concentrar electricidad dentro del martillo sin que esta se descontrole
y termine electrocutando a su portador es algo difícil. Igualmente, los
materiales, tendría que conseguir partes de los elementales de electricidad,
quizá el corazón de una Chispa para que funcione como núcleo, la runa sería lo
más fácil, solamente debo estudiar un poco más sobre ello para saber
exactamente que inscripciones poner. Supongo que no es tan difícil como creí,
solamente los materiales, ya que no hay nadie que comercialicé con ellos por
aquí, tendrías que ir a buscarlos por tu cuenta si es que te interesa, y bueno,
no falta decir que es peligroso. –
− Si… realmente no me importa
mucho. – Aclaró Spero. – Era más que nada una duda. No siento como que las
armas contundentes vaya conmigo, después de todo, prefiero un arco. –
− Deberías ir a con los elfos entonces.
– Sugirió Fraud. – Ellos igualmente tienen sus historias y secretos, podrías
aprender mucho de ellos. Por mi parte solo puedo proporcionarte armas de las ya
antes mencionadas, y espero no me abandones después de haber hecho un trato… −
− No, no… claro que no lo haría.
– Dijo Spero. – Solamente que… siento que serviría más si uso algo que me pueda
mantener a algo de distancia, mientras puedo cubrir un poco más de terreno con
el alcance. –
− ¿Alguna vez has peleado con
una lanza o una pica? – Preguntó Fraud. – Son armas de alcance medio, puedes
usarlas como proyectiles o directamente al combate cuerpo a cuerpo, tienen buen
alcance y bueno… sin muy útiles. –
− Alguna vez mire a alguien
pelear con una, pero nunca las he usado. –
− Bueno, es tu día de suerte. –
Dijo Fraud con una sonrisa. – En vista de que no quieres mi gran maza, tengo
una lanza allá atrás, no tiene nada de especial por ahora, solamente es
resistente y bueno, ya sabes, lo básico, ¿Te interesa? –
Sigo
pensando que sería mejor un arco.
− Bueno, no pierdo nada
intentándolo. – Respondió Spero encogiendo los hombros.
− Lo dices así, pero según me
entere, siempre estas a punto de morir. – Señalo Fraud con una cara de
molestia. – Sé que somos socios, y yo soy quien te pido que pruebes armas por
mí, después de todo ese era el trato, pero deberías cuidarte un poco mejor. De
nada me sirve un muerto. –
Fraud tenía mucha razón, no
había misión en la que Spero no terminara herido o a punto de morir. Aun siendo
pocas en su registro, todas habían sido peligrosas de algún modo y algo
inesperadas, se atribuía a él mismo la culpa y sentía que era él quien atraía
tal mala suerte, lo que no cambiaba en lo más mínimo el hecho de que terminaba
peleando de forma arriesgada.
Pero no había mucho que hacer,
después de todo era un novato en cuanto a las nuevas criaturas y su
funcionamiento. Nunca en su vida se hubiera imaginado que un perro sería capaz
de crear fuego con su cuerpo, o que existieran Orcos que solamente se miraban
en cuentos de fantasía, todo era nuevo y difícil de predecir. Aun así, sentía
que debía seguir adelante, aunque eso le costara la vida.
− No te preocupes, después de
todo, siempre vuelvo vivo. – Reiteró Spero. – Buena o mala suerte, siempre
termino librándome, por lo que seguiré probando tus armas, siento que es lo
menos que puedo hacer. –
− Suerte o no, en algún momento
se puede acabar. – Dijo Fraud seriamente. – No te sobre esfuerces, has lo que
está a tu alcance. –
Spero guardo silencio, no sentía
que pudiera decir algo congruente o con que justificarse. No se sentía como si
estuviera haciendo más de lo que podía, si no que estaba haciendo aún menos.
“Debe haber algo más” pensaba en algunas ocasiones, no era nadie especial, pero
sentía como que si intentara lo suficiente podía cambiar algo, ayudar a mejorar
la situación, como lo hizo alguna vez su amigo Ciel. Pero él no era alguien tan
increíble, y quizá, estaba ayudando incluso más de lo que pensaba, después de
todo, toda ayuda era bienvenida y había salvado unas cuantas personas en sus misiones.
Pero
aun no es suficiente…
Fraud volvió a la parte trasera
de su local, lugar que parecía ser la herrería en sí. Tardó unos cuantos
minutos antes de que volviera con la lanza, la cual era más corta de lo que
pensaba, incluso más que una espada de una mano. ¿No se supone que debe ser más larga?
Sus dudas se fueron en cuanto
Fraud tomó por el mango la lanza y golpeó hacia el frente; la lanza se extendió
y alcanzó el tamaño de Spero, quizá unos centímetros más, unos menos.
− ¿No habías dicho que era básica?
– Preguntó Spero sorprendido.
− Bueno, sí, lo era. – Respondió
Fraud moviendo de un lado a otro la lanza. – Pero había
olvidado que había hecho unas modificaciones y bueno… es lo que es ahora, se
podría decir que es más… ¿portable? Su tamaño es adaptable dependiendo de que
tanto quieras extenderla, este es su tamaño máximo, pero puedes hacerla un poco
más pequeña o bueno, jugar con ello, ya dependerá de ti. –
− Ya veo, ya veo. – Dijo Spero
tomándola en sus manos.
La Lanza no tenía nada de
especial más que lo que ya le habían mostrado. La dureza se podía sentir
solamente con tocarla y el filo reflejaba un peculiar brillo que decía su
calidad. No podría esperar menos.
− Es toda tuya y puedes hacer lo
que quieras con ella. – Mencionó Fraud. – Pero... –
− ¿Pero? –
− No es un e-s-c-u-d-o. –
Deletreo la palabra escudo como si estuviera hablando con un niño pequeño que
apenas podía entender. − ¿Entiendes? Así que no hagas algo estúpido como
intentar cubrir golpes de gran fuerza con ello, aparte de que la función de
extensión le quitó algo de dureza, así que es aún más peligroso. –
− N-no lo hare. – Respondió
Spero apenado. – Es solo que antes no pude reaccionar y… −
− Sin peros, solamente no lo
hagas. – Interrumpió Fraud. – Y bueno… creo seria todo por hoy, ¿O tú necesitas
algo más? –
Spero miró alrededor y tomó algo
de aire, y se paró de su silla.
− No, supongo que no. Debería
retirarme, Allen debe estar esperándome por aquí cerca. – Respondió Spero. –
Pero sabes, gracias por preocuparte por mí, y por toda la explicación de antes,
siento que fue muy grosero de mi parte hablarte de forma tan informal sin
siquiera conocer un poco sobre ti. Lo lamento y espero poder seguir trabajando
contigo. –
Fraud dejó salir un fuerte
suspiro y ladeó un poco su cabeza.
− No puedo tener de socio a
alguien que no conoce ni un poco de mi raza. – Respondió Fraud. – Pero no soy
una biblioteca ni una enciclopedia, así que si quieres saber más… ve a leer un
poco. Y bueno, por lo otro… ya te lo dije, no me sirven las personas muertas. –
Spero dejo salir una leve risa
seguido de una sonrisa, se despidió formalmente y prosiguió a dejar el lugar.
Pocos metros fuera de la puerta
del local había alguien esperándolo.
− ¿Terminaste?
– Era
Allen.
− ¿Cuánto llevas aquí? –
Preguntó Spero.
− No lo sé, no mucho. –
Respondió Allen.
− ¿Terminaste tus asuntos? –
− No lo llamaría “Terminar”
pero… si, por hoy ya no tengo nada más que hacer. –
− ¿Seguro? –
− No tengo problemas con ir de
misión. –
− Ya te dije que este día es
libre, tomate un descanso. – Dijo Spero intentando que Allen se relajara. – No
hemos tenido muchas misiones últimamente, y solamente llevamos 4 meses desde
que nos conocimos, pero… supongo deberías descansar un poco, al menos por hoy.
Avisé a Ryoku igualmente de que hoy no haríamos nada, por lo que no hay planes
para hoy. –
− Ya veo… −
− ¿No hay algo que quieras
hacer? – Preguntó Spero.
− Yo… − Allen respondió dudoso,
como si estuviera ocultando algo. – No… no hay nada por ahora, agradezco el
interés. –
Hubo un gran momento de silencio.
Pese a que había sido el quien había propuesto el descanso de ese día, no era
como si tuviera algo realmente importante que hacer, o siquiera algo planeado,
solamente era… un día más. Entrenar no sería descansar, no podía ir de misiones
y su único compañero disponible era Allen, quien tampoco tenía un plan para el día.
¿Y
ahora qué? No
recordaba claramente algún día en el que no tuviera nada que hacer. Desde su
infancia estuvo entrenando junto a Ciel, en su adolescencia peleó en la última
gran batalla, y después se dedicó a trabajar el campo, llegando hasta el día en
el que se encontraba en el cual había estado realizando misiones y moviéndose
constantemente de un lugar a otro. No tenía amigos ni nadie a quien visitar. Quizá podría ir a con Sam. Pero eso era
una rutina prácticamente diaria, y era muy temprano como para ir a con él.
Los entretenimientos eran pocos
en la ciudad, no había mucho que hacer más que trabajar y… trabajar. Aunque… Parecía ser el momento perfecto
para ir a dar una leída a la biblioteca. No era específicamente entrenar, pero
de dicho modo podría aprender un poco más sobre las demás razas y criaturas
existentes, preparándose para que al momento no lo tomara por sorpresa.
− ¿Qué piensas sobre ir a la
biblioteca? – Preguntó Spero. – Quizá si estudiamos un poco, podamos mejorar
nuestra estrategia, y quien sabe, tomar misiones más difíciles. –
− No tengo realmente un problema
con ello. – Respondió Allen. – Y bueno, hay algo que quiero hablar contigo. –
− ¿Mmh? ¿Sobre qué cosa? – Llamó
la atención de Spero.
− Te lo diré una vez lleguemos
ahí. – Respondió Allen.
Spero aceptó las condiciones,
después de todo el plan era visitar la biblioteca y realmente no tenía un
problema con ello.
Es…
impresionante. Fue
lo primero que vino a la mente de Spero al dar un paso dentro de la biblioteca.
No era nada parecido a lo que uno esperaría, bueno, en cierto modo lo era,
puesto que había grandes estantes con libros, pero más de lo normal.
Aunque ciertamente era
impresionante, el lugar se miraba grande por fuera y era incluso más una vez al
entrar. Estaba lo normal, estantes, mesas y sillas, pero lo irregular era la
cantidad.
El edificio contaba con dos
pisos y una gran cantidad de libros separados por categorías; estaban desde
ficción hasta historia; enciclopedias y recetas de cocina. Era el paraíso para
cualquier persona que buscara aprender algo.
En la entrada de esta misma, había
una persona de pie tras un mostrador, aparentemente uno se tenía que registrar
al entrar; no pedía nada más que información de la persona, nada de dinero, ni
nada parecido, únicamente información. Posiblemente para en el remoto caso de
que se extraviara algún libro o sucediera algún robo, pudieran localizar a la
persona que cometió dicho crimen. Aunque
son simples suposiciones.
− Buenas tardes, ¿primera vez
por aquí? – Preguntó el sujeto, quien curiosamente, era un elfo.
Su apariencia no era del todo
diferente a un humano normal; vestía formalmente como era debido para el lugar;
no podía medir su estatura puesto que estaba sentado en una silla detrás del
mostrador; su cabello era café y corto, algo poco peculiar; su forma de hablar
era formal, presumiblemente debido a un requisito del trabajo; todo era
idéntico a un humano común y corriente, incluso su forma de hablar era fluida,
sin trabarse o tartamudear, hablaba el idioma perfectamente. Lo único que se
podía resaltar de él era… sus orejas. Lo característico de ellos además de su
figura esbelta.
− Si, primera vez. – Respondió
Spero.
− Solo llenen esto y quedaran registrados,
pueden tomar tantos libros como deseen, pero está prohibido llevárselos. –
Explicó el sujeto extendiendo un papel hacia ellos, el cual contenía cosas como
“Nombre” y “Edad”, cosas simples.
Tras llenar los papeles, se le
concedió la entrada a la biblioteca, la cual, increíblemente no estaba vacía.
Dentro había unas cuantas personas, leyendo y riendo. Puesto que no todo era
información en aquel lugar, si no también obras de ficción y novelas,
cualquiera podía pasar un día ahí sin aburrirse. Pero yo busco información.
Tomó unos cuantos libros de
referencia sobre monstruos y criaturas de todo tipo, un poco de historia y
cosas más. Allen igualmente tomó unos cuantos libros y se dirigieron a una de
las mesas que estaban vacías.
− ¿De qué querías hablarme? –
Preguntó Spero antes de comenzar a leer cualquier libro.
− Bueno, es algo que creo te
interesara. – Respondió Allen. – Aunque solo son algunas cosas que he
escuchado. –
− Vamos, solo dilo. –
− Después de pensarlo un poco,
me llamo la atención tu interés sobre aquel sujeto, Hank. – Comenzó Allen. – No
le tome mucha importancia y sigo pensando que lo pensaste de más, pero… es
cierto que últimamente ha habido más alboroto y ha durado más de lo que
esperaba. –
− Lo había olvidado. – Dijo
Spero. – Aunque tienes razón, la última vez incluso tuvimos problemas para
dejar la ciudad. –
El problema que habían tenido
para dejar la ciudad había sido de lo más peculiar; pese a que habían pensado
no llegaría a mayores de lo que habían encontrado en el sótano, las personas se
habían abultado en la salida de Frontera, siendo más personas de lo que
esperaban, capaces de lograr que los guardias entraran en pánico al no saber
qué hacer al respecto.
No podían cundir a la violencia,
puesto que ellos tampoco lo hacían, pero haciéndolo pacíficamente ellos no
tenían planes de moverse, lo que estaba retrasando las líneas de comercio y las
posibilidades de dejar la ciudad.
Gritaban a todo pulmón de que no
serían victimas del gobierno, que querían saber la verdad, que querían saber lo
sucedido en Central, que querían saber qué era lo que estaba sucediendo y no
querían creer en lo que estaba escrito en los libros. No se fiaban ni un poco
de las palabras que daban los guardias para tranquilizarlos.
Fueron unas horas largas hasta
que pudieron hacer que se retiraran sin tener que recurrir a la violencia,
puesto que al parecer les habían dado instrucciones específicas de no hacerlo.
Esa misma noche se reunieron con
Susan, quien estaba agotada por el trabajo.
− Esos sujetos salen de todos
lugares. – Dijo soltando un hondo suspiro.
Estaban reunidos por mera
casualidad en el bar de Sam, la casualidad era por parte de Susan, puesto que
para Spero y Allen era común que fueran a dicho lugar.
− ¿De qué hablas? – Preguntó
Spero. Susan estaba sola, puesto que Shawn había salido de misión para
comprobar la situación en otras ciudades.
− Las personas que arman
alborotos en las plazas y demás, hoy tardamos demasiado quitándolos de la
salida, muchos comerciantes se retrasaron en sus entregas y demandaron algún
tipo de compensación. – Dijo Susan.
− ¿No era más fácil simplemente
quitarlos a la fuerza? – Sugirió Spero. Y fue ahí cuando Susan les explicó la
situación.
− Ciertamente hubiera sido más
fácil, muchísimo más fácil. – Dijo haciendo ademanes. – Pero recibimos órdenes
directas: “No usen violencia” Según la explicación que nos dieron, es porque
específicamente es eso lo que buscan, que recurramos a la violencia para usarlo
como una excusa y acusarnos de querer “silenciarlos” por lo que se podría son
algo así como… intocables. Fue un dolor de cabeza quitarlos de ahí, pero bueno,
no quieren que se arme más alboroto, si ponemos un dedo encima es nuestro fin.
–
Esa noche Susan se desahogó,
quejándose todo lo que pudo y dando tanta información como pudo. Los alborotos
no solamente sucedían en las plazas, cada vez era más gente la que se unía a la
“Causa” y no faltaba quien pintara las paredes con expresiones de odio.
− Bueno, volviendo al tema. –
Llamó Allen. – Fui nuevamente al bazar, te sorprendería cuanta información
puedes obtener de esos lugares. –
− Aunque muchas pueden ser
solamente rumores. – Señaló Spero.
− Ciertamente. – Asintió Allen –
Pero muchas veces se puede obtener algún indicio de ellos. –
− Ciertamente. – Asintió Spero.
− ¿Entonces? –
− Bueno. – Continuó Allen. – No
puedo asegurar que esté relacionado con aquel sujeto, pero visto lo visto,
escuche a ciertas personas hablar de una reunión, parecían estar hablándolo en
secreto, puesto que lo susurraban. –
¿Escuchaste
un susurro?
− Hablaban sobre un tal “Ojo de
la verdad” – Dijo Allen. – No entendí muy bien que era lo que significaba, por
lo que comencé a investigar un poco en los alrededores. –
¿Ojo de
la verdad?
− Supuestamente son un “grupo” o
“secta” – Dijo Allen atrayendo rápidamente la atención de Spero. – Aunque no se
sabe bien qué hacen o cuál es su objetivo, su surgimiento es tan coordinado con
los últimos alborotos que lo más lógico es vincularlos con ello. –
− Bueno, ciertamente tiene algo
de lógica, pero sin saber el objetivo… no se realmente que tiene de relevancia.
– Dijo Spero.
− Ahí viene lo interesante. –
Continuó Allen. – Todo “grupo” o “secta” tiene un líder, ¿cierto? –
− Claro. –
− Bueno, el líder es muy
peculiar. – Mencionó Allen. – Se podría decir que se sabe y no a la vez algo de
información sobre él. –
− ¿Cómo es que no se sabes
información del líder, pero no del grupo? – Preguntó Spero confundido.
− Bueno, es extraño, pero es
quien más tiene rumores. – Respondió Allen. – Se dice que es un hombre que
encanta con sus palabras, que es la persona que abrió los ojos de todos, qu7en
revelara los secretos que les han sido ocultados, y por ello lo siguen sin
dudar. ¿No te suena conocido? –
− Es lo mismo que la reunión del
sótano. – Respondió Spero.
− Exactamente. – Respondió
Allen. – Es fácil saber que dicha secta o grupo, son lo que se podría
considerar la evolución de aquella reunión del sótano. Lo que me sorprende es
como se expandió de forma tan veloz, digo, no ha pasado mucho tiempo desde eso
y ya están más coordinados. –
Aunque
si no sabemos nada sobre esa “secta” … no hay nada que hacer realmente. Incluso
si lo supiéramos, ¿Qué deberíamos hacer? ¿Con que motivo?
− Se lo que debes estar
pensando, que poco tiene que ver con nosotros. – Acertó Allen. – Al igual que
en la reunión del sótano, se dice que muy pocas personas conocen realmente al
líder, quien es o como es. El patrón se vuelve a repetir, y es ahí donde entra
aquel sujeto, Hank. Aun no puedo asegurar que realmente tiene algo que ver,
pero viendo cómo van las cosas, si indagamos un poco más dentro de ese grupo… podrías
volver a encontrarlo y si hay algo de verdad en sus palabras… quizá y conozcas
la verdad tras la explosión de Central. −
− Bueno, realmente es
interesante. – Dijo Spero algo decepcionado. – Pero… movernos nuevamente por
rumores… aunque dije aquella vez, que me pareció extraño Hank, después de
pensarlo más a fondo… parecía más que nada una persona normal, al final
solamente le estaba dando muchas vueltas al asunto. Debería centrarme en lo que
tengo frente a mí. Tras pensarlo un poco más, me di cuenta de que debería
importarme poco lo sucedido en Central, no me malinterpretes, muchas vidas se
perdieron y no se la razón, pero… estoy siguiendo un objetivo estúpido y sin
sentido. Primeramente, lo hice con la idea de “vengar” a mi amigo Ciel quien
peleo por la paz, pero… si en verdad quisiera hacer algo por él, siento que
debería simplemente ayudar a quienes pueda en este nuevo mundo. –
Allen sonrió levemente al
escuchar las palabras de Spero.
− No tengo un problema con lo
que decidas hacer. – Dijo Allen sin perder su sonrisa. – Siempre te seguiré. –
Spero no podía evitar sonreír y
sentirse feliz, le impresionaba como habían cambiado las cosas de a cómo eran
cuando se conocieron.
− Aunque me alegra escuchar eso…
espero que en algún momento decidas hacer algo más de tu vida. –
− Estoy bien como están las
cosas ahora. – Insistió Allen.
Que se
le va a hacer…
− Bueno, a estudiar. – Dijo
Spero abriendo un libro.
No pasaron más de cinco minutos
cuando poco a poco la gente comenzó a dejar la biblioteca. Spero no se había
percatado del todo, puesto que estaba inmerso en su lectura. Por otro lado,
Allen estaba alerta en todo momento.
La biblioteca se quedó prácticamente
vacía, cuando la última a persona iba dejando el lugar, claro sin contar a Allen,
Spero y el recepcionista, quien estaba tranquilo despidiéndose de los que iban
saliendo.
El ultimo sujeto no tardó mucho
en alcanzar la salida, no sin antes susurrar algo casi inaudible.
− Fase 2 comienza. –
Solamente Allen logro
escucharlo, pero no entendió al momento a que se refería, se podría decir que
fue muy tarde para entonces.
− ¡Spero! – Gritó parándose de
golpe.
El recepcionista se exaltó y pidió
que guardaran silencio; Spero reaccionó asustado por el grito repentino, y
entonces… pasó.
*BOOM*
Dentro de la biblioteca… hubo
una explosión.
Comentarios
Publicar un comentario